Las 7 infecciones bucales más comunes (causas y síntomas)

La cavidad bucal sufre constantemente el ataque de microorganismos patógenos y, aunque la saliva, la flora bucal y el sistema inmune la protejan, hay veces que los gérmenes consiguen colonizarla.

Infecciones bucales

Para los gérmenes, la boca es el “barrio” más demandado de nuestro cuerpo. Llena de recovecos, rica en oxígeno, húmeda, cálida y con un constante aporte de nutrientes, es el objetivo prioritario de todo tipo de bacterias patógenas.

Nuestra cavidad bucal está sufriendo constantemente el ataque de gérmenes potencialmente peligrosos. Y si no sufrimos infecciones bucales con mayor frecuencia es porque la saliva dispone de enzimas antimicrobianas, nuestro sistema inmune siempre está al acecho y la cavidad bucal es el hogar de muchas bacterias (en una sola gota de saliva hay más de 100 millones de bacterias de 600 especies distintas) beneficiosas que conforman nuestro microbioma y que nos protegen del ataque de otras bacterias patógenas.

Pero esto no significa que siempre podamos evitar que las bacterias dañinas colonicen nuestra boca, dando lugar a una infección. Estas infecciones, que son las enfermedades bucales más comunes, pueden ser provocadas por distintas especies, lo que determinará la parte afectada y la gravedad de la patología.

Caries, periodontitis, gingivitis, candidiasis oral… Hay muchas infecciones distintas que pueden originarse en la boca. Y en el artículo de hoy, además de explicar qué son las infecciones bucales y cómo prevenirlas, estudiaremos las causas, síntomas y tratamiento de las más comunes.

¿Qué son las infecciones de la boca y cómo pueden prevenirse?

Una infección bucal es un proceso de colonización bacteriana (o fúngicas o víricas) de alguna de las estructuras presentes en la cavidad oral, es decir, lengua, encías, dientes, labios, etc. En este sentido, los patógenos, que proceden del exterior, pueden asentarse en alguna estructura bucal y formar comunidades, lo que da lugar a la famosa placa bacteriana.

Cuando forman la placa, las bacterias se protegen del ataque del sistema inmune y de la acción tanto de la saliva como del microbioma bucal, por lo que empiezan a generar sustancias que llevan a una degradación de los tejidos de nuestro cuerpo. Esto, que lo hacen para conseguir nutrientes y seguir creciendo, suele venir acompañado de síntomas que, además de lo visual, consisten en dolor y molestias que pueden llegar a ser graves.

Las infecciones bucales no son ninguna tontería. Además de provocar un intenso dolor (que lleva a un malestar físico y psicológico) y de poder causar la caída de los dientes, pueden, literalmente, poner en peligro la vida.

Y es que estas bacterias que, en un primer momento, han colonizado algún tejido de la boca, pueden pasar a la sangre y dar lugar a una infección sistémica, pudiendo llegar a órganos vitales y provocar incluso graves enfermedades cardíacas, respiratorias o neurológicas.

De ahí que la prevención sea tan importante. Porque, a pesar de que haya muchas infecciones distintas que estén causadas por especies también diferentes, todas ellas pueden prevenirse adoptando hábitos saludables de higiene bucal: cepillarse los dientes (lengua incluida) dos veces al día, usar el hilo dental, no fumar, llevar una alimentación sana, evitar alimentos que se enganchan a los dientes, reducir el consumo de bebidas y comidas azucaradas (el azúcar es el principal alimento de estas bacterias), enjuagarse la boca con flúor, hacerse limpiezas bucales de manera regular (al menos, una vez al año), beber agua del grifo (las redes públicas de agua contienen flúor, que es tóxico para las bacterias)... Todas estas estrategias pueden prevenir (e incluso reducir los daños y el riesgo de complicaciones) de las infecciones que veremos a continuación.

¿Qué infecciones bucales son más frecuentes?

Recordemos que en este artículo nos centraremos solo en aquellas enfermedades bucales de origen infeccioso, es decir, causadas por la colonización de bacterias patógenas. Hay muchas otras enfermedades no infecciosas que también son muy importantes. Si quieres conocerlas, más arriba te hemos dado acceso a un artículo donde las analizamos.

Habiendo dejado claro esto y recordando que aunque sean infecciones, no son transmisibles normalmente entre personas (ya veremos en cuáles hay riesgo), podemos pasar a ver las más comunes.

1. Caries dental

Las caries son, seguramente, las infecciones bucales más temidas, pues la sintomatología es extremadamente molesta y, además, es una de las enfermedades de la boca más comunes. De hecho, las caries afectan en mayor o menor medida al 95% de la población en algún momento. En principio no es contagiosa, pero se cree que en algunos casos, las bacterias pueden transmitirse a través de la saliva, aunque esto no significa que vayan a asentarse en una boca sana.

Una caries consiste en la perforación de los dientes por parte de distintas especies de bacterias que, después de colonizar la superficie dental, forman una placa y abren orificios en los dientes. Cuando las bacterias han llegado a las capas más profundas irrigadas por nervios, la sintomatología aparece de forma abrupta y, además de un muy intenso dolor agudo, se observan manchas negras en los dientes (por las sustancias que han generado las bacterias), sensibilidad dental, dolor al morder y beber, hoyos en los dientes (por donde han penetrado), etc.

Si se permite que las bacterias lleguen a las capas más internas, es posible que se dé una pérdida de dientes. El tratamiento depende del momento en el que se solicite atención. Si está en etapas muy tempranas (todavía no hay dolor pero ya se observan marcas negras), es posible que los enjuagues con flúor sean suficientes, pero sí ya hay dolor y la infección ha prosperado, quizás se necesitan empastes, endodoncias o incluso extracción de los dientes infectados.

Caries

2. Gingivitis

La gingivitis es una infección bucal que afecta a cerca del 90% de la población y que se debe a una colonización por parte de distintas especies bacterianas de las encías, que son la parte de la piel que rodea, por su base, a los dientes. Aunque en un principio no es contagiosa, hay estudios que llegan a la conclusión de que las bacterias causantes pueden transmitirse a través de la saliva.

Cuando se forma placa en esta región, las encías pierden su color pálido y pasan a ser de un color más rojizo, cosa que indica que las bacterias se están alimentando de las encías, haciendo que los dientes pierdan su punto de soporte, motivo por el que es común que “bailen” un poco. Esto suele venir acompañado de mal aliento (por las sustancias metabólicas de las bacterias), sangrados al cepillar los dientes, inflamación de las encías, sensibilidad al frío…

Para evitar que la gingivitis derive en una periodontitis (ahora la veremos), es imprescindible solicitar atención. Una simple limpieza bucal de 10 minutos permite eliminar la placa y, siempre que después se respeten las normas de higiene bucal, prevenir más daños en las encías.

3. Periodontitis

Como se puede deducir de lo que hemos comentado, una periodontitis es una complicación de la gingivitis. De hecho, es básicamente una gingivitis llevada al extremo. En este caso, las mismas bacterias responsables de la anterior enfermedad siguen creciendo hasta el punto que la placa ha dañado tanto las encías que las bacterias han destruido el hueso que sostiene los dientes.

Evidentemente, esto puede provocar la caída de dientes, a lo que se le tiene que sumar la misma sintomatología que la gingivitis, aunque con una gravedad de signos clínicos mayor. Es con la periodontitis, además, que hay más riesgo de que las bacterias pasen a la sangre e infecten órganos vitales como el corazón, los pulmones, las articulaciones e incluso el cerebro.

Como la infección es mucho más grave, no basta con una limpieza dental, hay que hacer un raspado (una limpieza más exhaustiva pero más dolorosa) y administrar antibióticos para hacer que la infección remita. E incluso así, los daños generados en las encías y los dientes son irreversibles.

Periodontitis

4. Candidiasis oral

La candidiasis oral es una infección fúngica de la boca, lo que significa que está causada por un hongo. En concreto, se trata de Candida albicans, un hongo que habita de forma natural nuestra boca (forma parte del microbioma) pero que, en determinadas ocasiones, puede comportarse como patógeno y desarrollar un proceso infectivo.

Por lo tanto, es una excesiva proliferación del microorganismo lo que conduce a la enfermedad. La debilitación del sistema inmune, la mala higiene bucal, sufrir diabetes, estar tomando antibióticos o padecer otra infección bucal son factores de riesgo para desarrollar una infección por Candida.

Los signos clínicos suelen consistir en pérdida del gusto, aparición de manchas blancas en distintas zonas de la boca, inflamación, sangrado durante el cepillado, dolor al tragar… Por suerte, no suele acarrear complicaciones graves y los tratamientos con antifúngicos sirven para que remita rápidamente.

5. Herpes labial

El herpes labial es una infección bucal de origen vírico muy común. Esta enfermedad está causada por el virus del herpes simple, el cual resulta muy contagioso y se propaga entre personas por el contacto directo, especialmente al besarse.

Esta infección es de carácter crónico, por lo que el virus siempre estará en nuestro cuerpo. Pero eso no significa que siempre dé muestras de su presencia. Es más, suele irse curando por sí solo en un máximo de cuatro semanas y no quedan marcas.

Generalmente solo lo hace ante desajustes hormonales o problemas de estrés, momento en el que aparece la sintomatología, la cual está caracterizada por la aparición de ampollas llenas de líquido en los labios que se agrupan formando manchas y, en los primeros brotes (va apareciendo y desapareciendo periódicamente), esto puede venir acompañado de fiebre, dolor de cabeza, molestias musculares, etc.

Como hemos dicho, es de carácter crónico, lo que implica que no hay cura. Aun así, distintos antivirales (como el aciclovir) pueden hacer que la sintomatología aparezca con menos frecuencia.

6. Absceso dental

Un absceso dental es una acumulación de pus en la punta de la raíz de los dientes (absceso periapical) o en las encías, cerca de la raíz del diente (absceso periodontal). Normalmente son una complicación de una caries no (o mal) tratada, una lesión o una cirugía bucal mal realizada.

En este caso, además de dolor, se experimenta fiebre, hinchazón de rostro, dificultad para tragar o respirar, dolor muy intenso que se propaga hasta la mandíbula, el cuello y las orejas, inflamación de ganglios linfáticos, etc.

Requiere de tratamiento inmediato mediante un drenaje del pus o una extirpación del diente, pues los abscesos pueden derivar en complicaciones graves (infección de la sangre) potencialmente mortales.

7. Enfermedad de mano, pie y boca

La enfermedad de mano, pie y boca es una infección de origen vírico (el virus causante es el coxsackievirus) contagiosa pero leve que se caracteriza por la presencia de llagas en la boca y erupciones cutáneas en manos y pies.

Estas llagas bucales en la parte trasera de la boca y en la garganta vienen acompañadas de fiebre y malestar general, aunque no suele traer consigo complicaciones graves más allá de una posible deshidratación al ser molesto el hecho de beber líquidos. Es frecuente en niños pequeños, pero no en adultos. No hay tratamiento, pero la infección se supera a los pocos días.

Aftas bucales
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