Las 5 diferencias entre Emociones Primarias y Secundarias (explicadas)

Los seres humanos contamos con un extenso bagaje de emociones, lo que nos permite adaptarnos y responder a las diversas situaciones que se nos presentan. Algunas de ellas son innatas, mientras que otras son adquiridas en la interacción con los demás.

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Una emoción es una reacción psicofisiológica que representa modos de adaptación de un individuo cuando presencia determinados estímulos relevantes. Así, ante objetos, personas, lugares, sucesos o recuerdos importantes, se desencadena en nosotros una respuesta emocional determinada. Toda emoción posee tres funciones básicas. Por un lado, estas nos permiten ajustarnos a los cambios del entorno, por lo que tienen una función adaptativa.

Por otro lado, también cumplen una importante función social, pues nos permiten comunicarnos con los demás e influir en su comportamiento. Finalmente, las emociones también poseen una función motivacional, pues contribuyen a potenciar y dirigir nuestra conducta.

La humanidad de nuestras emociones

Los seres humanos contamos con un extenso bagaje de emociones, lo que nos permite adaptarnos y responder a las diversas situaciones que se nos presentan. Gracias a las emociones podemos situarnos ante distintos escenarios y responder eficazmente en cada uno de ellos.

Cabe señalar que, al contrario de lo que se suele pensar, no es adecuada la diferenciación entre emociones positivas y negativas. Aunque es cierto que algunos estados emocionales son más agradables que otros, la realidad es que todas y cada una de nuestras emociones son necesarias y cumplen una función adaptativa. Por ello, nunca debemos ocultar, negar o tratar de eliminar las emociones que no son fáciles de experimentar.

Por ejemplo, la tristeza nos permite aislarnos del entorno para ayudarnos a reflexionar sobre el suceso que hemos vivido, facilitando el análisis constructivo de la situación. Además, estar tristes nos permite atraer a nuestros seres queridos, que tratarán de cuidarnos y ayudarnos a sobrellevar el dolor. Si en lugar de aceptar y acoger nuestra tristeza intentásemos luchar contra ella, no haríamos más que empeorar nuestra situación inicial.

Por ello, aunque estar triste no es una experiencia satisfactoria, en ciertos momentos es más que necesaria. Una clasificación que sí puede resultar interesante es aquella que diferencia entre emociones primarias y secundarias. Por ello, en este artículo vamos a hablar sobre ambas y comentaremos las diferencias esenciales entre ellas.

¿Qué son las emociones primarias?

Las emociones primarias o básicas son aquellas que se desarrollan de manera natural en todos los individuos, con independencia de su contexto sociocultural, por lo que son universales. Estas emociones se encuentran estrechamente ligadas a la supervivencia, ya que nos ayudan a tomar distancia de los peligros a la vez que nos aproximamos a los estímulos agradables (comida, sexo, seguridad…).

Las emociones primarias son fácilmente identificables, pues se manifiestan mediante expresiones faciales y corporales muy características. Constituyen respuestas innatas que están presentes desde los primeros momentos de vida y, en cierta manera, estas actúan como sistemas motivacionales primarios, pues provocan una reacción biológica involuntaria en el organismo y nos llevan a inclinarnos hacia conductas adaptativas.

Este tipo de reacciones generan cambios físicos evidentes, como el incremento del ritmo cardíaco, la tensión muscular, la sequedad bucal, etc. Entre las emociones primarias podemos encontrar las siguientes, cada una con su propia función:

  • El miedo, que nos prepara para la huída o el afrontamiento de un peligro.
  • La tristeza, que nos ayuda a profundizar en nosotros mismos y parar para recuperarnos del daño.
  • La ira, que nos brinda la energía para defendernos o atacar.
  • La alegría, que fomenta la vinculación con los demás y la flexibilidad cognitiva.
  • La sorpresa, que nos lleva a detenernos y focalizarnos en el suceso imprevisto que acaba de ocurrir.
  • El asco, que nos hace rechazar aquello que puede resultarnos dañino.

Es importante tener en cuenta que, en ocasiones, nuestras emociones básicas pueden activarse a pesar de que el peligro no sea real. En esos casos es posible que algo no vaya bien, por lo que es interesante revisar si las emociones que sentimos nos ayudan o, por el contrario, nos perjudican en el día a día. Por ejemplo, podemos sentirnos tristes continuamente a pesar de que no haya sucedido un evento reciente que justifique nuestro malestar. Si nos sentimos permanentemente tristes sin una razón aparente, puede que nos encontremos atravesando un estado depresivo.

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¿Qué son las emociones secundarias?

Las emociones secundarias son aquellas que resultan de la combinación de las distintas emociones básicas. Por ello, serán más complejas que las anteriores. Estas emociones no van dirigidas a algo tan básico como la supervivencia, sino que nos ayudan a construir nuestra identidad y tienen una marcada función social. Guardan una estrecha relación con el autoconcepto y la autoestima que cada uno de nosotros tenemos.

Este tipo de emociones suelen aparecer alrededor de los tres años de edad, momento en el que empezamos a tener una conciencia más o menos sólida de nosotros mismos como individuos separados y diferentes del resto. A diferencia de las básicas, las secundarias son emociones aprendidas, y como tales requieren cierto nivel de desarrollo para establecerse, pues no son innatas ni automáticas.

De la misma manera, tampoco son universales, por lo que algunos matices pueden variar dependiendo de cada sociedad y cultura. A diferencia de las emociones más básicas, las secundarias no poseen una expresión facial y corporal distintiva, por lo que muchas veces pasan totalmente desapercibidas. Algunas de las emociones secundarias más comunes son:

  • La ansiedad, que nos lleva a prepararnos para un peligro inminente.
  • El amor, que nos hace cuidar y proteger a las personas que queremos.
  • La culpa, que nos lleva a reparar el daño que hemos causado.
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Emociones primarias y emociones secundarias: ¿en qué se diferencian?

Ahora que ya hemos definido qué son las emociones primarias y secundarias, vamos a comentar las diferencias esenciales entre ellas.

1. Innatas vs adquiridas

Las emociones primarias son innatas, lo que significa que nacemos equipados con este conjunto de reacciones automáticas. Tienen un carácter institintivo debido a que se relacionan con la supervivencia de la especie, por lo que además se manifiestan de la misma manera en todos los individuos.

Por el contrario, las emociones secundarias requieren un proceso de aprendizaje en sociedad, motivo por el que no suelen ser adquiridas hasta más o menos los tres años. Dado que estas están relacionadas con la formación de la propia identidad y las relaciones que formamos con los otros, no es posible que aparezcan desde nuestros primeros momentos de vida.

Además, su manifestación será diferente dependiendo del marco social y cultural donde se haya desarrollado cada persona. Una misma emoción secundaria se puede expresar de distintas maneras en cada cultura, e incluso algunas pueden estar presente en algunos grupos humanos y no en otros. Estas diferencias en la naturaleza de ambos tipos de emociones explican por qué un bebé puede sentir alegría o asco, pero no vergüenza o culpa.

2. Duración

Otra diferencia importante entre ambos tipos de emociones tiene que ver con la duración. Las emociones primarias son reacciones de tipo más automático, por lo que aparecen de forma rápida ante determinados estímulos y tienen una duración fugaz. Por el contrario, las emociones secundarias no aparecen de manera tan abrupta y suelen prolongarse más en el tiempo.

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3. Identificación

Las emociones primarias son fácilmente identificables. Cuando sentimos asco o alegría nos es inevitable expresar nuestra reacción facial y corporalmente, por lo que se hace evidente nuestra respuesta emocional. Sin embargo, no sucede lo mismo con las emociones secundarias. Estas no son automáticas ni se expresan de una manera determinada, por lo que podemos controlar y modular cómo las manifestamos. Es por ello que podemos sentir culpa o vergüenza y que los demás no se percaten de ello.

4. Unas se derivan de las otras

Tal y como ya comentamos, las emociones secundarias resultan de la combinación de las primarias. Por ello, no es posible su existencia sin un bagaje previo de respuestas automáticas e innatas. Esto explica por qué las emociones secundarias son mucho más complejas y requieren un mínimo grado de desarrollo para poder ser aprendidas.

5. Función

Tanto las emociones primarias como las secundarias cumplen una función determinada. La diferencia reside en la utilidad que tienen cada una de ellas. Por un lado, las emociones primarias tienen un carácter instintivo, y se encuentran estrechamente relacionadas con la supervivencia de la especie. Por ello, contribuyen a que nos mantengamos alejados de los peligros al mismo tiempo que permanecemos próximos a aquellos estímulos que nos brindan gratificación y seguridad.

Por otro lado, las emociones secundarias tienen una naturaleza mucho más social. Estas nos permiten construir nuestra identidad y relacionarnos de manera adecuada con los demás.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de las emociones primarias y secundarias. Las primarias son aquellas reacciones emocionales innatas y automáticas que se vinculan con nuestra supervivencia como especie, por lo que todos las experimentamos desde los primeros momentos de vida. Cuando estas se combinan, pueden configurar emociones más complejas y secundarias.

Estas tienen un carácter más social y por ello requieren un aprendizaje, por lo que no suelen adquirirse hasta alcanzados los tres años de edad. Ambos tipos de emociones son necesarias y cumplen funciones importantes. No existen emociones negativas y positivas, sino emociones más o menos agradables. Todas ellas son imprescindibles para nuestro adecuado funcionamiento como seres humanos, por lo que ninguna de ellas debería negarse ni ocultarse. Conocer nuestros estados emocionales y su utilidad es un primer paso para aprender a gestionar cómo nos sentimos de una forma saludable.

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