Todo me sale mal: ¿por qué ocurre y qué puedes hacer?

El ritmo vertiginoso de la sociedad nos lleva a tener pensamientos intrusivos de naturaleza negativa. Pero todo esto tiene solución.

Todo me sale mal

Los trastornos por depresión y por ansiedad son problemas habituales de la salud mental que afectan a la capacidad de trabajo, la productividad y la calidad de vida general del paciente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que existen en el mundo, al menos, 300 millones de personas con depresión y 260 millones con un trastorno de ansiedad generalizado.

Vamos más allá, pues fuentes profesionales calculan que la prevalencia de los problemas crónicos de ansiedad se dan, al menos, en un 5 % de la población en cualquier lugar y momento dados. Vivimos a un ritmo de vida al que es muy difícil seguirle el paso pues, sin ir más lejos, expertos estiman que un individuo puede llegar a tener unos 60.000 pensamientos al día. La vida va a una velocidad de vértigo, y eso cansa.

Por esta razón, es común que múltiples divagaciones intrusivas crucen nuestra mente de forma continua. Entre ellas, una de las más comunes es la siguiente: “todo me sale mal”. Aunque no lo parezca, esta postulación es mucho más común de lo que crees y, además, está fundamentada por conocimientos científicos. Si quieres saber por qué ocurre y qué puedes hacer frente a ella, sigue leyendo.

Todo me sale mal y el sesgo de negatividad: ¿en qué se relacionan?

Para comenzar, te vamos a exponer la clave sobre la que vamos a fundamentar casi todo el espacio, pues la postulación de “todo me sale mal”, aunque no lo parezca, tiene un sentido evolutivo claro y tangible. Desde luego, la información recogida en las siguientes líneas te sorprenderá.

El sesgo de negatividad se define como un concepto abstracto que postula que, ante la misma intensidad, los eventos de naturaleza negativa tienen un peso mayor en los estados y procesos psicológicos individuales. A todos nos ha pasado: podemos pasar un mes haciendo nuestro trabajo sin ninguna eventualidad pero, si el jefe de la empresa nos llama la atención y recibimos una reprimenda, este suceso se convertirá sin duda en el que defina la semana. Seguramente hayan pasado muchísimas cosas buenas subyacentes a lo largo de este período, pero es la negativa la que lo caracteriza.

El sesgo de negatividad se fundamenta en 4 pilares esenciales. Estos son los siguientes:

  • Potencia negativa: ante efectos de igual magnitud, los elementos y eventos positivos y negativos no destacan de igual forma.
  • Desigualdad negativa: los eventos negativos se perciben como más negativos cuanto más cercano es el evento en cuestión.
  • Dominio negativo: la combinación de eventos negativos conduce hacia una interpretación global más negativa que la realmente brindada por los hechos.
  • Diferenciación negativa: la conceptualización de la negatividad es más elaborada y compleja que la de la positividad.

¿Qué quiere decir todo este conglomerado terminológico? Pues, a grandes rasgos, una concatenación de elementos negativos puede conducir a una interpretación de la realidad sesgada: lo más probable es que no todo salga mal, sino que lo negativo pesa muchísimo más que lo positivo. Esto se explica mediante diferentes mecanismos multidisciplinares.

Negatividad

Un enfoque evolutivo

Aunque no lo parezca, el sesgo de negatividad tiene un significado evolutivo claro. Según portales profesionales de índole psicológica, la hiperreactividad cerebral automática (más rápida que la toma de decisiones de forma consciente) es la que puede salvar la vida del individuo ante una potencial situación de peligro, aunque esta no sea deletérea en realidad. Se postula que no hay mecanismos tan “primales” para reaccionar ante lo bueno, pues simplemente no condiciona la supervivencia individual en la inmediatez del momento.

Los medios de comunicación y la propia sociedad también fomentan este tren de pensamiento, pues somos seres que nos hemos alejado hace bastante de una selección natural únicamente basada en la supervivencia. En parte, el ser humano cree que todo es peor de lo que es porque, simplemente, recibe esa información día a día.

Esta postulación ha sido explorada por el epidemiólogo Hans Rosling en múltiples apariciones públicas y libros. Su obra Factfulness afirma que tenemos 10 instintos que distorsionan nuestra percepción de las tendencias globales, es decir, que creemos que todo está mal porque tendemos a la desmemoria, al sentimiento de que “mientras las cosas están mal, es inmoral reconocer que mejoran” y al enorme sesgo provocado por los medios de comunicación.

¿Qué hacer ante el sesgo de la negatividad?

Sentarse y recomendar al paciente que “cambie su forma de pensar” es, cuanto menos, redundante. El sesgo de negatividad se puede manifestar de múltiples formas, y, por desgracia, también puede formar parte de trastornos como la ansiedad generalizada o la depresión. Esto se ha demostrado en diversos estudios pues, de media, los participantes con estos trastornos tienen un mayor sesgo de interpretación negativa, así como una rumiación y preocupación desmedidas.

La respuesta está en la terapia

Guste o no es necesario reconocer que, en muchos casos, la tendencia negativa del paciente escapa a sus dominios. Por ejemplo, en países como españa se calcula que el 57% de los habitantes creen haber tenido problemas de ansiedad alguna vez en su vida, mientras que el 34% argumentan haber padecido depresión. Esto no cuadra en absoluto con los datos de asistencia al psicólogo pues, de los más de 38 millones de habitantes en este país, en el año de la encuesta solo habían acudido a un profesional 1,8 millones de pacientes.

La realidad es clara: si es monetariamente posible, ponerse en manos del psicólogo es siempre la mejor opción. Existen terapias que pueden ayudar al paciente a “desaprender” esta tendencia negativa, y un ejemplo claro de ello es la terapia cognitivo-conductual.

La terapia cognitivo-conductual se basa en una premisa sencilla: si un comportamiento inadaptado es aprendido, este también se puede desaprender. El objetivo de este modelo psicológico es sustituir los “trenes” de pensamiento deletéreos para el individuo por otros que eviten su sintomatología, es decir, modificar sus patrones de pensamiento con el objetivo de que este incremente su capacidad para lidiar con el mundo y sus eventualidades.

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Terapia

Sobre la depresión y la negatividad

No podemos cerrar este espacio sin hacer especial hincapié en la importancia de la depresión en la sociedad moderna. Como hemos dicho, diversos estudios han correlacionado el sesgo de la negatividad con trastornos depresivos y de ansiedad, razón por la cual no siempre el “todo me sale mal” es una cuestión anecdótica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos arroja una serie de datos de vital importancia en lo que a esta patología se refiere:

  • La depresión es un trastorno mental frecuente. Se calcula que afecta a 300 millones de personas en el mundo.
  • La depresión es la principal causa mundial de discapacidad.
  • En el peor de los casos, esta puede conllevar al suicidio. La depresión se cobra 800.000 vidas anuales, lo que la convierte en la segunda causa de muerte en personas entre 15 y 29 años.
  • Aunque hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados (y en regiones empobrecidas hasta el 90%) no lo reciben.

Con esto queremos dejar una cosa clara: la salud emocional no es un juego. Es completamente normal sentir un sesgo negativo por las razones que hemos explicado con anterioridad, pero si estos pensamientos se repiten continuamente y van acompañados de otros eventos, busca atención médica de forma inmediata.

Ante sentimientos de inutilidad, cansancio y falta de energía, cambios grandes en el apetito, dificultad para conciliar el sueño o astenia generalizada, percepción de abandono y pérdida de placer en actividades que suelen hacerte feliz (entre otros muchos síntomas), acude al profesional más cercano y pide ayuda. La depresión es un trastorno extremadamente común y tiene solución pero, por desgracia, salir solo de ella es una tarea muy difícil.

Resumen

Como hemos podido ver en estas líneas, la postulación de “todo me sale mal” encierra un mundo mucho más complejo de lo que en un principio se podría pensar. El sesgo de negatividad es una realidad innegable y, además, ha sido explicado tanto a nivel fisiológico como evolutivo y psicológico.

Se puede tratar de combatir este sesgo de forma autónoma pero, si se tiene el tiempo y los medios, la mejor opción siempre será acudir al psicólogo. La terapia cognitivo-conductual (y otros muchos abordajes) pueden permitir al paciente desaprender las tendencias negativas que lo caracterizan y sustituir estos pensamientos por otros mucho más constructivos. Recuerda: seguramente no todo salga mal, sino que los humanos le damos más importancia a lo malo. Es algo normal, pero tiene solución.

Optimismo
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