Los 5 tipos de cicatrices (y sus características)

Una cicatriz es una marca visible que queda en nuestra piel tras una lesión en la dermis. Su aspecto y su visibilidad dependen de múltiples factores, aunque en general nunca se eliminan del todo.

Tipos cicatrices

Nuestro cuerpo cuenta con la capacidad para recuperarse después del daño. Los accidentes y las lesiones son frecuentes y todos hemos sufrido alguno en ciertas ocasiones. En estos momentos nuestro organismo trata de responder para recomponerse o mantenerse en las mejores condiciones a pesar del daño sufrido. Un ejemplo de ello son las cicatrices.

Una cicatriz puede aparecer por múltiples motivos, como una cirugía, una lesión o una infección. Pueden hacerlo, además, en cualquier lugar de nuestro cuerpo y cobrar un aspecto variable, ya que algunas son más aplanadas, otras tienen relieve, unas pican y otras pueden ser dolorosas.

¿Qué son las cicatrices?

Las cicatrices cutáneas son un mecanismo de reparación de la piel, que ante rasguños y heridas comienza a producir fibras colágenas que permiten cerrar heridas y devolver, en la medida de lo posible, un estado normal a la dermis. Después de una lesión siempre quedará una cicatriz, que tendrá por lo general un aspecto rosado o rojizo en comparación con el resto de la piel. No obstante, algunas son más visibles que otras dependiendo de una variedad de factores. Entre ellos, destacan los siguientes:

  • Localización de la lesión: cuando la herida se produce en áreas de menor tensión cutánea, es más fácil el proceso de cicatrización. Los profesionales sanitarios suelen guiarse por el esquema conocido como las líneas de Langer a la hora de hacer incisiones quirúrgicas, ya que de esta manera se facilita el proceso de recuperación de la dermis.

  • Tratamiento de la lesión: uno de los aspectos centrales para lograr una buena cicatrización son las curas de la herida desde que esta se produce. Es fundamental que el profesional sanitario realice este procedimiento de manera adecuada y se asegure de prevenir posibles infecciones.

  • Edad del paciente: Las personas mayores muestran dificultades en los procesos de cicatrización, ya que cuentan con menores fibras de colágeno en comparación con los jóvenes.

  • Inmunodepresión: Aquellas personas con un sistema inmune deprimido (por ejemplo, por alguna enfermedad) mostrarán mayor facilidad para desarrollar infecciones y tendrán un proceso de cicatrización más lento, ya que cuentan con una reducción de la respuesta inflamatoria y una menor proliferación celular.

  • Déficits nutricionales: Los individuos que muestran carencias en algunos nutrientes como el hierro, las proteínas o el magnesio ven mermadas las funciones de su organismo, entre ellas la capacidad de cicatrización.

  • Medicamentos: Algunos fármacos pueden interferir en el proceso de cicatrización. Un ejemplo de ello son los corticoides, que ejercen este efecto debido a que reducen la vascularización e inhiben la síntesis de proteínas.

  • Tabaco y Alcohol: Se ha comprobado que ambas drogas retardan el proceso de cicatrización.

  • Rayos ultravioleta: Este tipo de radiación, que es la emitida por el sol y otras fuentes artificiales, puede ser perjudicial para las lesiones en proceso de cicatrización, ya que contribuye a la hiperpigmentación de la piel.

Además de todo lo que hemos comentado, cabe señalar que el proceso de cicatrización consiste en tres fases. La primera es una etapa inflamatoria, en la que aumenta la vascularización y nuestras células inflamatorias y plaquetas viajan al área dañada para crear una costra que evite una hemorragia.

A continuación, se produce una etapa de proliferación, en la que gracias al colágeno se empieza a regenerar el tejido herido. Finalmente, pasadas unas semanas desde la lesión, el colágeno es reabsorbido y se produce la remodelación de la zona, dando lugar a un aspecto más suavizado en relación con el resto de la piel.

¿Qué clases de cicatrices existen?

Al contrario de lo que suele creer, no todas las cicatrices son iguales. En este artículo vamos a repasar los distintos tipos existentes y las características de cada uno.

1. Cicatrices fisiológicas

Este tipo de cicatrices son aquellas que cobran un aspecto discreto en forma de líneas finas, sin relieve y sin evolucionar negativamente con el paso del tiempo. Las cicatrices fisiológicas son el tipo de marca ideal que se espera obtener en el mejor de los escenarios.

Aunque tengan un aspecto poco perceptible, eso no significa que no requieran cuidados. Es recomendable que estas sean hidratadas con frecuencia utilizando cualquier crema o loción común, ya que esto favorece que se mantengan poco perceptibles y mimetizadas con el resto de la piel.

Hay algunos elementos naturales como el aloe vera o el aceite de emú, ya que contienen propiedades regenerativas y calmantes y son muy interesantes a la hora de tratar una cicatriz. No obstante, recuerda siempre consultar con tu médico las mejores alternativas, ya que cada cicatriz es única y como hemos visto cada persona sigue unos ritmos de cicatrización distintos.

Cicatriz fisiológica

2. Cicatrices hipertróficas

Las cicatrices hipertróficas se caracterizan por su aspecto vistoso, debido a que poseen relieve y tienen bastante grosor en comparación con las fisiológicas. Este resultado es debido a que, en el momento de la lesión, se produce una cantidad de colágeno excesiva. No obstante, en este tipo de cicatrices nunca observaremos un crecimiento que supere el tamaño de la lesión inicial.

Como venimos diciendo, determinar el tipo de cicatriz no es algo que se pueda hacer al poco tiempo de producirse la lesión. En algunos pacientes puede suceder que la cicatrización sea más lenta de lo esperado y una cicatriz aparentemente severa pueda suavizarse con el paso de los meses e incluso de los años.

Las cicatrices de este tipo se pueden tratar de forma médica mediante diferentes tratamientos e intervenciones, aplicando en algunos casos corticoides y placas de silicona. Sin embargo, en una gran porcentaje de casos esto no es necesario recurrir a estas medidas porque el mismo paso del tiempo permite a la piel volver a su estado normal.

Cicatriz hipertrófica

3. Cicatrices atróficas

Las cicatrices atróficas son aquellas en las que no queda mucho tejido subcutáneo, ya que el paciente muestra una falta de colágeno. Es decir, es el caso opuesto a las cicatrices hipertróficas. En estos casos la piel de la zona dañada está más fina que en el resto de la dermis, pudiendo parecer a simple vista que sigue existiendo una herida no cerrada cuando no es así.

Este tipo de cicatrices son especialmente habituales en personas con alguna enfermedad relacionada con el tejido conectivo o con problemas de hiperlaxitud. Este tipo de marcas son muy habituales en personas que han sufrido acné severo o viruela, de manera que la piel muestra un aspecto rugoso con numerosos hoyos o socavones.

Para el tratamiento de este tipo de cicatrices es conveniente emplear cremas que favorezcan la producción de colágeno, aunque en los casos más severos se puede recurrir a tratamientos con láser.

Cicatriz atrófica

4. Queloides

Este tipo de cicatrices son las más severas de todas las que hemos comentado. Son similares a las cicatrices hipertróficas en cuanto a su morfología, pero se extienden mucho más que estas, ya que sobrepasan con creces los límites de la lesión o herida inicial. Es decir, se trata de una cicatriz que tiende a expandirse hacia el tejido sano que rodea al área dañada.

En general, suelen alcanzar más relieve que las hipertróficas y pueden constituir todo un complejo para la persona debido a su vistosidad, especialmente si se produce en zonas del cuerpo muy visibles. Además de todo lo comentado, este tipo de cicatriz suele ir acompañada de sensaciones desagradables como picor intenso, sensación de quemazón o hipersensibilidad al contacto.

Aunque hay muchos factores que determinan la facilidad para la cicatrización en cada persona, los queloides suelen implicar cierta predisposición genética.

Queloides

5. Contracturas

Este tipo de cicatrices son las que se producen debido a lesiones por quemaduras. La reacción natural de la piel ante este tipo de agresiones es la contracción, por lo que la piel no retoma un aspecto normal, pues se encuentra deformada por esta respuesta. La cicatriz tras la quemadura tiende a engrosarse y volverse más tirante, dificultado el movimiento del paciente.

Las contracturas pueden llegar a producir complicaciones muy graves, ya que una vez que el tejido adopta esta disposición es muy complicado recuperar el movimiento normal, lo que puede impedir a la persona desempeñarse por sí misma en tareas básicas como ducharse, vestirse o comer.

Aunque las quemaduras de segundo y tercer grado siempre dejan alguna cicatriz, esto no significa que las contracturas sean algo inevitable. Así, se pueden adoptar ciertas medidas para prevenir esta situación. Por ejemplo, se pueden realizar ejercicios para mantener los músculos de las áreas quemadas flexibles. También es crucial el empleo de férulas y permitir a la persona desempeñarse por sí misma en la medida de lo posible, ya que dejar de emplear las articulaciones de las zonas quemadas puede favorecer la tirantez de la cicatriz y la consiguiente inmovilidad.

Cicatriz quemadura

Conclusiones

En este artículo hemos comentado los distintos tipos de cicatrices existentes. El cuerpo tiene una gran capacidad de recomponerse después de los daños, aunque a veces es preciso adoptar ciertos cuidados para prevenir complicaciones en el proceso de cicatrización. Cada persona sigue unos ritmos de cicatrización diferentes, ya que esto depende de factores como el tipo de lesión, la edad, la alimentación o el estado de salud del individuo.

Una cicatriz fisiológica es una marca normal tras una agresión a la dermis, aunque a veces el proceso se complica y se producen fenómenos como los queloides o las cicatrices hipertróficas, que resultan antiestéticos y pueden generar malestar en la persona en cuanto a su imagen corporal. Además, estas cicatrices patológicas pueden ser dolorosas e incluso pueden dañar el tejido sano próximo al área de la lesión.

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