Abortos espontáneos: ¿por qué suceden?

Entre el 10% y el 25% de los embarazos resultan en un aborto espontáneo, un suceso en el que, por causas ajenas al control de la mujer, el embrión frena su desarrollo y muere. Pero, ¿por qué pasa esto?

Abortos espontáneos

Se estima que 1 de cada 4 embarazos termina en aborto. Este aborto es cualquier circunstancia, ya sea de forma natural o intencionada, en la que el embarazo se interrumpe, es decir, el embrión frena su desarrollo y, consecuentemente, muere.

El aborto es un tema controvertido en la sociedad, pues solemos pensar en él como el acto intencionado de detener el embarazo cuando la mujer, por razones que solo le incumben a ella, desea ponerle fin. Pero lo cierto es que no todos los abortos son intencionados. De hecho, los abortos naturales son más comunes de los que pensamos.

Los abortos naturales son aquellos que suceden de forma no deseada, es decir, por causas ajenas al control de la mujer. Y de ellos, el espontáneo es, de lejos, el más común. Es una de las complicaciones más frecuentes y a la vez traumáticas a las que una mujer se expone cuando se queda embarazada.

Pero, ¿por qué se frena el desarrollo del embrión de forma espontánea? ¿En qué etapa del embarazo suelen ocurrir? ¿Qué síntomas da? ¿Existen factores de riesgo? ¿Pueden prevenirse? En el artículo de hoy responderemos a estas y otras preguntas acerca de los abortos espontáneos con la intención de responder a gran parte de tus dudas.

¿Qué es un aborto espontáneo?

Un aborto espontáneo es aquella situación en la que el desarrollo del embrión se detiene antes de que este disponga de las funciones biológicas y fisiológicas para sobrevivir fuera del útero materno, por lo que el embarazo termina y este embrión muere, por lo que debe salir del cuerpo de la mujer.

Y es que no es hasta tres semanas antes de la fecha esperada (aunque hay excepciones, siempre con riesgos) que un bebé prematuro puede sobrevivir fuera del útero. En este sentido, el aborto espontáneo se define como la pérdida abrupta de un feto antes de la semana 20 de embarazo. Si el embarazo se detiene después de la semana 20, ya no hablamos de aborto, sino de muerte fetal.

Se trata de un suceso de detención natural del embarazo, es decir, sin que haya ninguna intención (no como en los abortos quirúrgicos). Las causas, que después analizaremos, están fuera del control de la mujer.

Entre el 10% y el 25% de los embarazos terminan de forma prematura con un aborto espontáneo, ocurriendo la mayoría de ellos (prácticamente el 80%) durante las primeras trece semanas, y en especial durante las primeras siete.

Dependiendo de las características del aborto espontáneo, este puede clasificarse en distintos tipos: completo (se da una expulsión total del feto), incompleto (solo una porción de los tejidos del feto es eliminada, lo que puede derivar en complicaciones graves) o retenido (a pesar de que el feto ha muerto, no se expulsa ninguno de sus tejidos).

¿Por qué suceden?

A diferencia de los inducidos, los abortos espontáneos suceden de forma natural, es decir, por causas ajenas al control de la mujer. Pero, ¿esto significa que no puedan determinarse los motivos? No. Detrás de muchos abortos espontáneos hay causas claras que los explican.

Pero antes de analizarlas, es importante tener en cuenta qué no provoca los abortos, pues se han dicho muchas cosas incorrectas acerca de ellos que han calado profundo en la mentalidad colectiva. En ningún caso practicar deporte (ni siquiera a gran intensidad), tener relaciones sexuales o trabajar de forma normal provoca abortos.

Las únicas causas detrás de los abortos están o bien en la dotación genética del feto, o bien en problemas de salud de la madre. También es cierto, evidentemente, que muchos abortos espontáneos suceden sin que haya ninguna causa clara detrás, en cuyo caso la explicación no está del todo clara.

En primer lugar y siendo la causa de gran parte de los abortos espontáneos, tenemos las anomalías genéticas del embrión. La mayoría de embarazos se detienen porque el feto, debido a genes o cromosomas anormales, no puede desarrollarse de forma correcta ni a nivel fisiológico, ni biológico ni anatómico.

De hecho, se estima que el 50% de los abortos espontáneos suceden tanto por exceso como por falta de cromosomas. Los humanos tenemos 23 pares de cromosomas en cada célula. Cuando hay más o menos, es posible que el embarazo continúe y que la persona que nazca pueda vivir con relativa normalidad. Como es el caso de las personas con síndrome de Down.

Pero normalmente, esta falta o exceso de cromosomas, que ocurren por simple azar genético (no tiene nada que ver, generalmente, con la herencia de genes que reciben de los padres) dan lugar a errores en el desarrollo que suelen manifestarse durante las primeras semanas de embarazo. En este sentido, el feto no puede desarrollarse hasta dar lugar a un individuo funcional, por lo que el embarazo termina con la muerte del mismo.

En segundo lugar, tenemos los problemas de salud de la madre. No es tan común como la anterior, pero distintas afecciones, trastornos o enfermedades de la mujer pueden provocar una detención abrupta del embarazo. Entre las causas más comunes tenemos enfermedades de la tiroides, enfermedades endocrinas, infecciones del aparato reproductor, rechazo inmunológico del embarazo (un trastorno del sistema inmunitario en el que este ataca al feto creyendo que es una amenaza), anomalías en el útero o el cuello uterino, diabetes…

Las mujeres con estos problemas de salud no tienen por qué sufrir inevitablemente un aborto, pero sí es cierto que tienen mayores probabilidades.

¿Existen factores de riesgo?

Más allá de las causas anteriormente mencionadas, existen determinados factores de riesgo, es decir, circunstancias o sucesos que incrementan las probabilidades de que un embarazo se detenga a causa de un aborto espontáneo.

Además de los evidentes problemas cromosómicos y las enfermedades maternas anteriormente mencionadas, hay otros factores. Y uno de los más importantes es la edad. Y es que a partir de los 35 años, el riesgo de sufrir un aborto es cada vez mayor, pues el cuerpo no está tan preparado para pasar por un embarazo. A los 35, el riesgo de aborto espontáneo es de aproximadamente el 25%. Llegada a los 40, ya es del 40%. Pero es que a partir de los 45 años, el riesgo es de hasta el 80%.

De igual modo, existen otros factores de riesgo. Cuantos más se cumplan, más probable será que el embarazo se detenga de forma abrupta. Estos son: haber tenido varios (más de dos o tres) abortos espontáneos en el pasado, fumar, hacer excesos con el alcohol, consumir drogas ilegales, tomar mucha cafeína, padecer enfermedades crónicas, tener sobrepeso (o un peso menor al normal), trabajar con productos químicos (o radiación) sin la protección necesaria y haber tenido enfermedades en el aparato reproductor.

Pero recordemos que estas no son causas, es decir, no hay una relación directa. Pero eso sí, estos factores de riesgo incrementan de forma considerable el riesgo de sufrir un aborto espontáneo.

¿Qué síntomas da?

Esto varía enormemente en cada caso. Y es que hay que tener en cuenta que muchas veces, el aborto no da señales muy evidentes de que haya ocurrido, pues, como hemos visto, no siempre hay una expulsión total del feto. Por ello, por regla general, habría que estar atenta a distintos síntomas, especialmente si estamos en las primeras trece semanas (sobre todo las siete), que es cuando hay mucho más riesgo de aborto espontáneo.

El síntoma más evidente es la salida de tejido fetal por la vagina, en cuyo caso habría que guardarlo en un recipiente limpio e ir inmediatamente al hospital. En estos casos, la salida de parte (o la totalidad) del feto suele ir acompañada de un sangrado que en ocasiones puede ser alarmante.

Pero no siempre es una situación tan clara. Ligeros manchados o sangrados vaginales (normalmente no son señal de aborto, pero es mejor asegurarse), calambres en el abdomen, dolores en la parte inferior de la espalda, expulsión de coágulos de sangre o el fluido vaginal anormal suelen ser los síntomas más comunes de aborto. Lo más probable es que sea una dolencia propia del embarazo y que el feto esté perfectamente, pero ante la duda siempre hay que buscar atención médica.

Hay que tener también claro que un aborto suele tener complicaciones para la mujer, especialmente infecciones, que se manifiestan con fiebre, secreción vaginal con mal olor, debilidad y fatiga, cansancio, escalofríos, dolor en la parte baja del abdomen… Pero más allá de esto, si se busca atención clínica rápidamente, gracias a los avances en ginecología, no hay que temer por su vida.

¿Pueden prevenirse?

En la mayoría de casos, no. Y por una simple razón: la principal causa es la aparición de anomalías genéticas en el feto, algo que es un proceso totalmente azaroso de la naturaleza. Más allá de esto, los abortos pueden ser prevenibles en el sentido que algunas enfermedades maternas lo son, como por ejemplo la diabetes (en caso de que sea de tipo II puede evitarse haciendo deporte y siguiendo una alimentación sana).

De igual modo, pueden “prevenirse” o, al menos, reducir su probabilidad de aparición, si se controlan los factores de riesgo: no fumar, no beber, mantener un peso saludable… Pero hay factores de riesgo que no pueden controlarse, como por ejemplo la edad.

Por lo tanto, la mejor manera de prevenirlos es cuidando tu salud y acudiendo regularmente al ginecólogo para ver cómo evoluciona el embarazo, tomar suplementos vitamínicos si es necesario, llevar una alimentación sana y un estilo de vida saludable y, en caso de que se padezca una enfermedad crónica, solicitar un seguimiento exhaustivo y terapias que ayuden a controlarla mientras dura el embarazo.

¿Puedo volver a quedarme embarazada?

Por supuesto. Es más, puedes quedarte embarazada en el siguiente ciclo menstrual, pero hay que tener muy claro si te ves lista tanto física como emocionalmente, pues pasar por un aborto espontáneo es una situación traumática. Pero ten en cuenta que pasar por un solo aborto espontáneo no incrementa las probabilidades de tener otro.

Es más, una mujer que ha tenido un aborto espontáneo, por simple probabilidad, no suele tener ninguno más. La probabilidad de tener dos abortos espontáneos consecutivos, es decir, que dos embarazos terminen de forma abrupta, es de menos del 5%. Se estima que en 8 de cada 10 mujeres que han pasado por un aborto, el siguiente embarazo cursa sin ninguna complicación.

Referencias bibliográficas

  • Vekemans, M. (2008) “First trimester abortion guidelines and protocols”. UK: IPPF.
  • World Health Organization (2017) “Managing Complications in Pregnancy and Childbirth”. WHO.
  • Arraztoa, J.A., Serra, R., de Mayo, T. et al (2011) “El intervalo entre aborto espontáneo y una nueva concepción no afecta el resultado perinatal”. Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología.
  • Abeysena, C., Jayawardana, P., Seneviratne, R.D.A (2009) “Risk Factors for Spontaneous Abortion”. Journal of the College of Community Physicians of Sri Lanka.
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