Las 13 partes de los huesos (y características)

Los huesos son órganos vivos formados por células óseas que se estructuran dando lugar a regiones que, trabajando de forma conjunta, le otorgan funcionalidad al sistema esquelético.

Huesos

El esqueleto humano, a pesar de que no siempre lo consideremos como tal, es una estructura viva y dinámica. Compuestos tanto por células óseas como por fibras de colágeno y minerales de fósforo y calcio que otorgan rigidez, los huesos son unos de los órganos más importantes de nuestro organismo.

En este sentido, cada uno de los 206 huesos que, en edad adulta, tenemos, puede entenderse como un órgano individual formado por distintos tejidos, no solo óseos en sí, sino cartilaginosos, conectivos e incluso otros especializados en, por ejemplo, la producción de sangre.

El sistema esquelético es más complejo de lo que a primera vista puede parecer. Y es que los huesos cumplen con muchas funciones en el cuerpo: sostener al resto de tejidos, servir de apoyo para los músculos, permitir la locomoción, proteger a los órganos internos, almacenar calcio y fósforo, contener reservas de ácidos grasos y producir células sanguíneas (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).

Como podemos imaginar, pues, los huesos también son complejos a nivel anatómico, ya que cada una de las estructuras que los conforman está especializada en desempeñar un papel concreto. En el artículo de hoy analizaremos cuáles son las partes de un hueso humano.

¿Cómo es la anatomía de los huesos?

Los huesos son muy diferentes entre sí. Para analizar la anatomía nos centraremos en los huesos largos del cuerpo, como por ejemplo el fémur, pues son los que contienen todas las estructuras de las que puede disponer un hueso. Los más pequeños no contendrán todas estas, pero habría que analizarlos uno por uno. Sea como sea, estas son las partes que pueden conformar un hueso.

Partes hueso

1. Epífisis proximal

La epífisis proximal es la parte “de arriba” del hueso, es decir, si nos centramos en el fémur, es la zona que comunica con los huesos de la pelvis. Está formada por un tejido óseo esponjoso en su parte más profunda y por una capa de tejido óseo compacto en la región más exterior.

Esta epífisis proximal es más ancha que la zona larga del hueso que, como veremos, recibe el nombre de diáfisis. La principal función de la epífisis es ser el lugar de articulación del hueso, con una antomía que encaja con el otro hueso con el que conecta y está recubierta por tejido cartilaginoso, que analizaremos a continuación. De todos modos, otra de sus funciones básicas es la de albergar la médula ósea roja.

2. Cartílago articular

El cartílago articular es una estructura que recubre la epífisis y que no está formada por células óseas, sino por unas muy especiales que se conocen como condrocitos. Estas células producen una matriz rica en varios tipos de colágeno que le dan al cartílago sus propiedades, las cuales son básicamente las de evitar la fricción entre huesos, mejorar la articulación, amortiguar golpes y distribuir el peso.

3. Hueso esponjoso

Hueso esponjoso

En función de su densidad, los tejidos óseos pueden ser esponjosos o compactos. Como hemos dicho, la epífisis es la parte del hueso que dispone de este tejido óseo esponjoso. La principal diferencia respecto al hueso compacto es que el esponjoso no dispone de osteonas, unas estructuras cilíndricas que dan al hueso una densidad mayor.

En este sentido, el hueso esponjoso es más ligero y menos robusto. Pero esto es muy importante ya que permite que haya más espacio no solo para que los vasos sanguíneos entren nutrientes y oxígeno a los huesos (recordemos que los huesos están formados por células y estas necesitan alimentarse), sino para que se desarrolle la médula ósea roja, la cual veremos más adelante.

4. Línea epifisaria

La línea epifisaria es, como su propio nombre indica, es una especie de “raya” que se observa en la zona de la epífisis y que a nivel de estudio de la anatomía del hueso sirve para marcar la frontera entre esta y la siguiente zona del hueso: la metáfisis. Más allá de esto, no cumple con ninguna función. Y es que esta línea es un remanente de un área del hueso que durante la infancia contiene cartílago para alargar el hueso. En este sentido, la línea epifisaria sería algo así como una cicatriz.

5. Metáfisis

La metáfisis es la región del hueso que comunica los extremos (epífisis) con la parte central (diáfisis). Durante la infancia, esta zona es básicamente cartílago, como acabamos de comentar. Sin embargo, después de la adolescencia, este cartílago es sustituido por tejido óseo esponjoso.

Al igual que la epífisis, al disponer de tejido óseo esponjoso, su principal función es la de albergar la médula ósea roja, una zona del hueso que analizamos a continuación.

6. Médula ósea roja

La médula ósea roja es, quizás, la parte más importante del hueso. Y es que es en esta región no solo donde se generan todas las células óseas necesarias para mantener los huesos saludables, sino todas las células sanguíneas.

Todas las células que circulan por la sangre son generadas en esta médula ósea roja, pues las células madre que hay en ella tienen la capacidad de diferenciarse, mediante un proceso que se conoce como hemopoyesis, en glóbulos rojos (para el transporte de oxígeno), glóbulos blancos (las células del sistema inmunitario) y plaquetas (para la coagulación de la sangre).

Las patologías que afectan directamente al funcionamiento de la médula ósea roja están entre los problemas de salud más graves, pues estos tienen impacto en la fisiología de todo el organismo. Sea como sea, la médula roja es una masa de tejido conjuntivo de color rojizo con muchas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos para garantizar el correcto suministro de oxígeno y nutrientes.

7. Diáfisis

La diáfisis es la parte alargada del hueso que empieza justo después de la metáfisis proximal y que se extiende hasta la metáfisis distal (hay que tener en cuenta que para cada hueso hay dos epífisis y dos metáfisis, una en la parte proximal y otra en la distal). La principal característica de la diáfisis es que, a diferencia de la epífisis y la metáfisis, está formada por tejido óseo compacto.

Este tejido óseo compacto destaca por una mayor densidad y por la presencia de las anteriormente mencionadas osteonas, unas estructuras cilíndricas que dan robustez al hueso. En este sentido, la diáfisis, además de ser el eje central del hueso y de cumplir con las funciones de protección y sostén, tiene la función de albergar la cavidad medular, que contiene la médula ósea amarilla.

8. Hueso compacto

Hueso compacto

Como hemos dicho, el hueso compacto es el tejido óseo que conforma la diáfisis, con una estructura muy rígida y altamente mineralizada. Es importante mencionar que este tejido, pese a su alta densidad, dispone de unos canales longitudinales que reciben el nombre de conductos de Havers, los cuales son imprescindibles para permitir la irrigación sanguínea y la comunicación con la cavidad medular.

9. Periostio

El periostio es una capa de tejido conectivo muy densa cuya función es la de rodear la superficie del hueso que no tiene cartílago a su alrededor. Es muy importante en la diáfisis para evitar las fricciones, reparar fracturas, nutrir al hueso y, sobre todo, servir como punto de anclaje para ligamentos y tendones. Sería algo así como la “piel” del hueso.

10. Endostio

El endostio es el tejido conjuntivo que, situándose por debajo del hueso compacto, recubre la cavidad medular de la diáfisis. Además de servir como frontera y de nexo de comunicación entre hueso y médula, el endostio también participa en la formación de células óseas y de matriz del hueso. Y es que este endostio, al ser un tejido conjuntivo, dispone de fibroblastos, unas células especializadas en sintetizar fibras como el colágeno, uno de los principales componentes de los huesos.

11. Cavidad medular

La cavidad medular es la región más interna de la diáfisis. No está formada por hueso compacto, sino que es una especie de zona “hueca” cuya principal función es la de contener la médula ósea amarilla, la cual analizaremos a continuación.

12. Médula ósea amarilla

La médula ósea amarilla es similar a la roja en el sentido que se encuentra en el interior de los huesos conformando una matriz que recubre esta zona central. Más allá de esto, no tienen nada que ver. Y es que la médula ósea que hay en la diáfisis, es decir, en la parte más larga del hueso, no está involucrada en la formación de células sanguíneas ni óseas.

La médula ósea amarilla es una matriz de tejido adiposo, lo que significa que es una región constituida por adipocitos, unas células que tienen la función de almacenar grasa para obtener energía cuando sea necesario. En este sentido, el interior de los huesos es un almacén de grasa.

Un aspecto interesante es que, en el momento del nacimiento, prácticamente todo el interior del hueso es médula ósea roja. Pero conforme la persona va creciendo, esta es sustituida por la médula ósea amarilla. Esto se debe a que durante la infancia, debido al crecimiento, se necesita una actividad hemopoyética (formación de células sanguíneas) y osteogenética (formación de nuevo hueso) más intensa.

Cuando la persona ya ha completado el crecimiento corporal, no se necesita tanta médula ósea roja. Es más eficaz disponer de unos buenos almacenes de grasa para poder obtener energía cuando sea necesario.

13. Epífisis distal

Como hemos dicho, al final de la diáfisis, vuelve a venir otra vez una metáfisis y, por lo tanto, otra epífisis. Estas reciben el nombre de distales y su función sigue siendo la de permitir la articulación, aunque en este caso, si seguimos centrándonos en el fémur, con la rodilla. Además, continúan albergando la médula ósea roja, con su actividad hemopoyética y osteogenética correspondiente.

Referencias bibliográficas

  • Nagpal, B., Archana, S. (2016) “Structure of Bone”. Lambert Academic Publishing.
  • Safadi, F.F., Barbe, M., Abdelmagid, S.M., et al (2009) “Bone Structure, Development and Bone Biology”. Bone Pathology.
  • Gasser, J.A., Kneissel, M. (2017) “Bone Physiology and Biology”. Bone Toxicology.
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