Péptidos opioides (neurotransmisores): funciones y características

Los péptidos opioides son neurotransmisores que, además de tener efectos analgésicos, permiten la regulación de la temperatura corporal, el control del apetito e incluso están involucrados en las adicciones.

Péptidos opioides

Absolutamente todo lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo está mediado por moléculas. Y es que los humanos (y cualquier otro ser vivo) somos pura química. Desde el latido del corazón hasta la consolidación de recuerdos, pasando por la percepción sensorial o la experimentación de emociones. Todo es química.

Y de entre todas las miles de moléculas distintas que nuestro cuerpo genera para controlar los procesos fisiológicos que ocurren en su interior, hay unas que, por su relevancia en la regulación de los procesos vitales, destacan: los neurotransmisores.

Estas sustancias químicas son producidas por las neuronas y modifican, regulan y controlan el funcionamiento del sistema nervioso, que es la red de telecomunicaciones de nuestro cuerpo. Por lo tanto, estas moléculas determinan cómo se transmite la información por el organismo.

Y uno de los neurotransmisores más importantes son los péptidos opioides. En el artículo de hoy analizaremos la naturaleza de estas sustancias químicas que están involucradas en muchos procesos, como la reducción de la sensación de dolor (efecto analgésico), la regulación de la temperatura corporal, el control del apetito e incluso la dependencia a fármacos y a otras sustancias potencialmente adictivas.

¿Qué son los neurotransmisores?

Como hemos dicho, los péptidos opioides son unas moléculas generadas y liberadas por las neuronas del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) que actúan como neurotransmisores. Pero antes de detallar exactamente qué son, es muy importante que entendamos tres conceptos clave: sistema nervioso, sinapsis y neurotransmisor.

El sistema nervioso es, a grandes rasgos, una red de telecomunicación que conecta el cerebro, que es nuestro centro de mandos, con el resto de órganos y tejidos de nuestro cuerpo. Esta red, formada por miles de millones de neuronas interconectadas, forma una especie de autopista a través de la cual viaja la información.

Y por información entendemos tanto mensajes que los órganos sensoriales envían al cerebro con avisos de cómo son las condiciones del medio como órdenes que el cerebro emite al resto del cuerpo para mantener los órganos vitales en marcha y permitir un normal desempeño del organismo.

Desde los latidos del corazón hasta la locomoción, pasando por la respiración, la información visual, auditiva y olfativa, la experimentación de emociones, el desarrollo de expresiones faciales… Cualquier cosa que implique movimientos o respuestas de nuestro cuerpo es posible gracias a que la información viaja rápidamente a través del sistema nervioso.

En este sentido, las neuronas, que son las células especializadas de este sistema nervioso, son las unidades que, comunicándose entre ellas, permiten que los mensajes circulen continuamente a lo largo y ancho del cuerpo. Pero, ¿en qué forma viaja esta información?

Los mensajes viajan por el sistema nervioso de una única manera: por electricidad. Las neuronas son capaces de transmitir (y crear) información ya que tienen la increíble habilidad de cargarse eléctricamente, generando impulsos nerviosos en los que está codificado el mensaje. Dependiendo de cómo se activan, portarán un mensaje u otro.

Pero la cuestión es que, por ínfimo que sea, hay un espacio que separa las neuronas de la red entre ellas y que, teniendo en cuenta que la electricidad no puede simplemente “saltar”, ¿cómo puede ir pasándose este impulso nervioso a lo largo de la red? Gracias a un proceso químico conocido como sinapsis.

La sinapsis neuronal es la estrategia que siguen estas neuronas para comunicarse entre ellas. Y comunicarse, a nivel de biología, es básicamente “pasarse” impulsos eléctricos. En este sentido, la sinapsis es el proceso bioquímico que permite la transmisión de señales eléctricas de una neurona a otra incluso habiendo una separación física entre ellas. Pero, ¿cómo lo consiguen? Y aquí es donde entran en juego, por fin, los neurotransmisores.

Los neurotransmisores (péptidos opioides incluidos) son moléculas que actúan como mensajeros. Cuando una primera neurona se carga eléctricamente y quiere pasar este mensaje a la segunda neurona de la red, empieza a sintetizar y liberar unas moléculas cuya naturaleza dependerá de la información que está transportando.

Sea cual sea el neurotransmisor, una vez es liberado al espacio entre neuronas, será absorbido por la segunda neurona de la red. Esta lo “leerá” y en cuanto lo haya hecho, sabrá perfectamente de qué modo tiene que cargarse eléctricamente, que será de la misma manera que lo estaba la primera.

Esta segunda neurona, a su vez, volverá a sintetizar estos neurotransmisores y los liberará para que sean absorbidos por la tercera neurona. Y así sucesivamente hasta completar la red de miles de millones de neuronas, algo que, pese a lo complejo de la situación, se consigue en pocas milésimas de segundo.

Los neurotransmisores, pues, son moléculas que permiten la comunicación entre neuronas y que, por lo tanto, regulan cómo circula la información a lo largo del sistema nervioso. Veamos qué particularidades tienen los péptidos opioides.

Entonces, ¿qué son los péptidos opioides?

Los péptidos opioides, que básicamente son las endorfinas, dinorfinas y encefalinas, son moléculas que, siendo sintetizadas por parte de las neuronas del sistema nervioso central, actúan como moduladores del dolor y, además, están involucradas en el desarrollo de las adicciones, en el control de la temperatura corporal, en la regulación del apetito y en muchos otros procesos biológicos.

Su nombre viene de que tienen los mismos efectos analgésicos que el opio, una sustancia adictiva famosa por los efectos que tiene de relajación. En este sentido, los péptidos opioides son moléculas sintetizadas por nuestro propio cuerpo que conducen a este “adormecimiento” del sistema nervioso.

Los péptidos opioides son imprescindibles en nuestro cuerpo ya que reducen las sensaciones de dolor. De hecho, muchos trastornos que cursan con dolor crónico, como por ejemplo la fibromialgia, pueden estar debidos, en parte, a problemas en la síntesis de estos neurotransmisores.

Pero es que además de este efecto analgésico, los péptidos opioides desempeñan muchas otras funciones en nuestro organismo. Y vamos a verlas a continuación.

Las 5 funciones de los péptidos opioides

Los péptidos opioides son uno de los 12 tipos principales de neurotransmisores. Que determinen la manera cómo se comunican las neuronas entre sí hace que tengan un papel vital en el organismo, pues sin ellos, la transmisión de información no sería posible.

Como hemos dicho, estos péptidos opioides son especialmente reconocidos por el efecto analgésico que tienen a nivel del sistema nervioso central, pero también desempeñan otras funciones dentro del cuerpo. Veámoslas.

1. Reducción del dolor

Como venimos diciendo, la principal función de los péptidos opioides es el efecto analgésico. Y es que cuando las neuronas sensoriales captan que estamos sufriendo algún daño, envían la información al cerebro y, gracias a otros neurotransmisores, experimentamos el dolor. El problema es que de no ser por estos péptidos, que sintetizamos cuando experimentamos dolor, este sería inaguantable.

En este sentido, los péptidos opioides reducen las descargas de impulsos dolorosos entre las neuronas, “adormeciendo” de algún modo el sistema nervioso central para que la percepción del dolor sea más baja.

Los péptidos opioides, pues, en lugar de agilizar la comunicación entre neuronas, la ralentizan. Actuando a nivel de la médula espinal, estas moléculas modulan la percepción del dolor, inhibiendo parcialmente la acción de los neurotransmisores involucrados en la estimulación del dolor.

Péptido opioide

2. Regulación de la temperatura corporal

Junto con otros neurotransmisores, los péptidos opioides son muy importantes a la hora de regular la temperatura corporal, procurando que se mantenga estable independientemente de las condiciones externas. Estos y otros neurotransmisores pueden, entre otras cosas, estimular la comunicación entre neuronas para que a las células sudoríparas les llegue el mensaje de que es momento de empezar a secretar sudor, el cual es muy útil para evitar que la temperatura de la piel aumente demasiado.

3. Control del apetito

Los péptidos opioides, junto con otros tipos de neurotransmisores, son muy importantes en el control del apetito. Y es que dependiendo de las necesidades que tenga el organismo, enviarán al cerebro la información de que hay que comer o hay que dejar de hacerlo.

La sensación de tener hambre viene dada por las comunicaciones neuronales que despiertan estos y otros transmisores, del mismo modo que envían la información de que estamos llenos. De este modo, los neurotransmisores regulan nuestro apetito para asegurarse de que comemos lo justo y necesario.

4. Regulación de las funciones sexuales

Los péptidos opioides son muy importantes a la hora de regular nuestras funciones sexuales y de despertar las reacciones que se dan antes, durante y después de tener relaciones sexuales. De hecho, la sensación de bienestar y relajación que se observa después del sexo viene dada, en gran medida, por la síntesis en masa de estos neurotransmisores, que inducen a la calma.

5. Generación de drogodependencias

Los péptidos opioides tienen un papel muy relevante en el desarrollo de la dependencia a fármacos y drogas. Y es que la nicotina, el alcohol, la cafeína e incluso drogas ilegales como la heroína o la cocaína, una vez en nuestro cuerpo, estimulan la producción de péptidos opioides, cosa que lleva a que, estando bajo sus efectos, se observen efectos relajantes y ansiolíticos (además de las otras reacciones que pueda causar la droga en cuestión).

Por lo tanto, los péptidos opioides son muy determinantes a la hora de desarrollar drogodependencias, pues a lo que se vuelve adicto el cerebro no es a la droga en sí, sino a la producción en masa de estos neurotransmisores y a los efectos analgésicos y de relajación que provocan.

Referencias bibliográficas

  • Florentino Muñoz, E.J. (2010) “Péptidos Opioides Endógenos, Dolor y Adicción”. BUN Synapsis.
  • Kaur, J., Kumar, V., Sharma, K. et al (2019) “Opioid Peptides: An Overview of Functional Significance”. International Journal of Peptide Research and Therapeutics.
  • Maris, G. (2018) “The Brain and How it Functions”. Research Gate.
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