Obesidad infantil: 12 formas de prevenir el sobrepeso en niños

La obesidad infantil representa una auténtica pandemia en todo el mundo, siendo uno de los mayores problemas de salud pública en el siglo XXI.

Obesidad infantil

124 millones de niños y jóvenes de entre 5 y 19 años en el mundo tienen sobrepeso. Y si esto por sí solo no asusta, hay que tener en cuenta también que cerca de 41 millones de menores de 5 años padecen obesidad.

Muchos factores han conducido a la expansión de esta auténtica pandemia, siendo la poca concienciación sobre su problemática, los hábitos de vida sedentarios y la mala alimentación las principales causas de su proliferación.

El sobrepeso no es un “problema de estética”. De hecho, el mal estado físico es el menor de los problemas para estos niños. La obesidad infantil ha hecho que los niños padezcan - y prolonguen a lo largo de su vida adulta - trastornos y enfermedades que hasta hace pocos años se consideraban exclusivas de los adultos.

En el artículo de hoy hablaremos sobre la obesidad infantil, explicaremos en qué consiste, cuáles son sus implicaciones para la salud y, por último, presentaremos las mejores formas de prevenirla.

¿Qué es la obesidad infantil?

La obesidad infantil es una enfermedad que afecta a niños y jóvenes desde antes de los 5 años hasta los 19 años en la que, por distintas causas que veremos a continuación, el peso de estos niños está por encima de lo que sería normal para su edad y estatura.

Evidentemente, no todos los niños con “unos kilos de más” padecen obesidad. De hecho, cada niño almacena grasas de formas distintas y tiene un metabolismo concreto, por lo que a menudo este peso superior a la media se corrige a medida que se hace mayor.

Por lo tanto, un caso de obesidad infantil debe ser diagnosticado por un médico, el cual no solo determinará el Índice de Masa Corporal (IMC), sino que hará pruebas del estado de salud general del niño en busca de los daños que el sobrepeso haya podido generarle.

La obesidad infantil es una auténtica pandemia que afecta a más de 160 millones de niños en todo el mundo, especialmente - a diferencia de lo que suele suceder con las otras enfermedades - en los países más desarrollados.

Su principal problema no es solo que a menudo arrastren esta obesidad para el resto de su vida, sino que provoca que los niños empiecen a padecer enfermedades que hasta hace poco se creía que solo podían sufrir los adultos: hipertensión, diabetes, colesterol alto, asma, trastornos del sueño...

Por no hablar de las implicaciones sociales que esta obesidad tiene en los niños: baja autoestima, acoso escolar, problemas de sociabilidad, depresión, dificultad para rendir en la escuela…

¿Cuál es la causa de la obesidad infantil?

Pese a que evidentemente existe un factor genético que predispone a tener mayor o menor tendencia a ganar peso, en este caso, la gran causa es el factor “padres”. En la inmensa mayoría de casos son los padres los responsables de que su hijo padezca obesidad.

Los niños son niños, por lo que ellos solo querrán comer lo que más les gusta (pizzas, refrescos, patatas fritas, hamburguesas, bollería…) y seguramente preferirán jugar a la consola que salir a hacer ejercicio. Pero ahí tiene que entrar en juego el sentido común de los padres, que deben luchar para que su hijo lleve el estilo de vida más saludable posible.

Por lo tanto, pese a que el componente genético y hormonal de cada niño influye, prácticamente todos los casos de obesidad infantil son debidos al descuido por parte de los padres. Por lo tanto, las causas de la obesidad infantil suelen ser las siguientes: dieta pobre en alimentos nutritivos, exceso de bollería industrial, bebidas azucaradas, comidas rápidas y alimentos ultraprocesados, la falta de ejercicio físico, el sedentarismo, etc.

Por lo tanto, no vale ni el “es su complexión” ni el “es que viene de una familia de obesos”. En primer lugar, biológicamente no estamos programados para tener sobrepeso, por lo que ningún niño (excepto casos muy puntuales) tiene la complexión natural de estar obeso. En segundo lugar, pese a que el componente hereditario existe, la obesidad sigue siendo prevenible si se respetan los estilos de vida saludables.

¿Qué peligros tiene la obesidad en niños?

La obesidad infantil, además de los síntomas y complicaciones que puede sufrir el niño durante su infancia, es una condena prácticamente segura para el resto de su vida, pues arrastrará no solo la obesidad, sino todos los problemas que ya haya desarrollado de niño. Muchos de los problemas derivados de la obesidad son crónicos y no pueden tratarse.

Por lo tanto, el sobrepeso en niños está clínicamente catalogado como enfermedad y tiene implicaciones en la salud tanto física como mental del niño, además de todos los problemas sociales derivados de él.

1. Complicaciones físicas

Como hemos dicho, que un niño tenga un peso algo por encima de lo normal no tiene por qué ser malo, ya que lo más probable es que vaya recuperando su peso ideal con el tiempo. Y tampoco debemos convertir a nuestros hijos en las personas más sanas del mundo. Hay que encontrar el equilibrio.

Lo que no está dentro del equilibrio es la obesidad infantil, pues está catalogada como enfermedad dentro del mundo de la clínica y puede tener una serie de manifestaciones físicas, pues el exceso de grasa corporal compromete la funcionalidad de muchos órganos:

  • Aumenta el riesgo de padecer diabetes de tipo 2.
  • Provoca hipertensión.
  • Aumenta la probabilidad de padecer enfermedades cardíacas.
  • Aumenta los niveles de colesterol en sangre.
  • Aumenta el riesgo de sufrir asma.
  • Provoca trastornos del sueño (incluida la apnea obstructiva)
  • Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades hepáticas.
  • Debilita los huesos y hace que se sufran fracturas óseas con mayor frecuencia.

Por lo tanto, la obesidad infantil pone en peligro la vida del niño no solo durante su infancia, sino a lo largo de su vida, pues si surge alguno de estos trastornos crónicos, lo arrastrará el resto de sus días.

2. Complicaciones mentales

Si las manifestaciones físicas no son suficientes para alarmar de sus peligros, hay que tener en cuenta también que el sobrepeso en sí provoca una baja autoestima en el niño. Esto suele crear sentimientos extremos de desesperanza, aislamiento y conductas dañinas, pudiendo incluso derivar en depresión y otros problemas mentales que son igual o más peligrosos que los síntomas físicos.

3. Problemas sociales

Fruto de estas manifestaciones mentales surgen los problemas sociales, retroalimentándose los unos a los otros. Algunas de las complicaciones sociales más comunes son la baja autoestima, problemas para socializar, falta de habilidades comunicativas, aislamiento, sufrir acoso escolar, ser objeto de burlas…

¿Puede prevenirse la obesidad infantil?

Analizadas sus causas podemos ver que sí. La obesidad infantil es una enfermedad fácilmente prevenible y, visto las complicaciones que pueden derivar de ella, adoptar las medidas que presentaremos a continuación tendrían que ser de prioridad máxima para todos los padres.

A continuación mostramos 12 consejos que deben aplicarse desde los primeros años de vida y durante toda la infancia del niño. Recordamos que no pasa nada si un niño tiene algo de sobrepeso, pues es posible que no sea ningún problema grave y que la propia presión de los padres acabe siendo más dañina para su autoestima que el sobrepeso en sí.

También recordamos que no hay que intentar convertir a nuestros hijos en las personas más sanas del mundo. Mientras no haya demasiados excesos, hay que dejar que los niños sean felices, que coman dulces, pizzas, que jueguen a videojuegos y que miren la tele. En definitiva, hay que dejar que disfruten de la infancia pero sin comprometer su salud en el futuro.

1. Reducir la bollería y los ultraprocesados

Los dulces y los ultraprocesados tienen una enorme cantidad de azúcar y de grasas saturadas. No hay que comprarle contínuamente estos alimentos, pues son los que más contribuyen al sobrepeso.

2. Basar la dieta en frutas y verduras

En casa siempre tiene que haber a la vista frutas, verduras y otros productos naturales. La dieta de los niños, igual que la de los adultos, debe estar basada en estos alimentos, pues son los más nutritivos y los que mejor previenen el sobrepeso.

3. Servir porciones pequeñas de comida

Los estudios demuestran que si se dan porciones pequeñas, el niño notará que se queda lleno al terminar el plato. No debemos darle de comer más de lo que necesita para su edad, solo haremos que ingiera más calorías de las que debe.

4. Limitar el consumo de refrescos

Las bebidas azucaradas tienen un aporte increíblemente alto de azúcar y muchos niños las toman constantemente. No hay que prohibirlas, pero sí vigilar su consumo.

5. Evitar la comida rápida

Evidentemente puede (y casi debe) haber caprichos, pero lo que no se puede consentir es que gran parte de la dieta de un niño esté basada en la comida rápida, pues está compuesta de productos con muchas grasas y poco valor nutritivo.

6. “Forzar” a hacer actividad física

En el buen sentido de la palabra, hay que forzar a los niños a hacer actividad física. Esto no quiere decir que practique un deporte de equipo. Bailar, ir en bici, jugar al aire libre, etc, pueden ser maneras en las que el niño hace ejercicio mientras disfruta. Hay que huir del sedentarismo.

7. Salir a pasear

Pasear es una excelente manera tanto de quemar calorías como de fortalecer los vínculos familiares, pues es un rato agradable que se puede pasar en familia.

8. Convertir las comidas en momentos en familia

Además de fortalecer la unión con los hijos, hacer que las comidas y las cenas sean “sagradas” hace que puedas controlar fácilmente qué es lo que come tu hijo.

9. Limitar el tiempo con la televisión y los videojuegos

No hay que prohibir ni la televisión ni los videojuegos, pero sí limitar el tiempo de uso. No debería pasar más de dos horas delante del televisor y los videojuegos deberían quedar reservados para los fines de semana.

10. Ver si al niño le gusta algún deporte

Tenemos que conocer a nuestro hijo y ver si cabe la posibilidad de que le guste algún deporte. Apuntarlo a alguno sería una forma ideal de que hiciera actividad física de forma constante y de que socializara con otros niños.

11. Fomentar la autoestima

Para evitar que el niño caiga en el consumo compulsivo de comida hay que asegurarse de que se sienta comprendido y querido. Especialmente los años de la pubertad y la adolescencia son los más duros, por lo que hay que estar muy atentos de que siga cumpliendo con los hábitos saludables.

12. Predicar con el ejemplo

De nada sirve hacer que tu hijo coma bien y haga ejercicio si ve que sus padres no lo hacen, pues acabará dejándolo. Por ello, hay que predicar con el ejemplo y acompañar al niño en esta vida saludable, comiendo bien y haciendo ejercicio. Toda la familia se verá beneficiada.

Referencias bibliográficas

  • Sahoo, K., Sahoo, B., Choudhury, A., et al (2015) “Childhood obesity: causes and consequences”. Journal of Family Medicine and Primary Care.
  • World Health Organization. (2012) “Childhood Obesity Prevention”. WHO.
  • The Future of Children. (2006) “Childhood Obesity”. Princeton University & The Brooking Institution.
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