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Habitualmente, se suele decir que uno de los mayores placeres de la vida es viajar. Especialmente en las épocas vacacionales, escaparnos a sitios nuevos y diferentes se antoja como una opción ideal para divertirnos con amigos, familia, pareja e incluso en solitario.
En las últimas décadas la manera de viajar ha cambiado notablemente. Gracias a las aerolíneas low cost, el abanico de destinos que podemos explorar se ha diversificado y podemos conocer numerosos países y culturas radicalmente diferentes a la propia.
No obstante, la llegada de la pandemia supuso un giro en esta tendencia y un redescubrimiento del turismo nacional, al menos en el caso particular de España. Con independencia del lugar al que decidamos ir, lo cierto es que viajar supone dirigir la mirada más allá de lo conocido, descubrir escenarios nuevos, conocer personas con una manera de vivir distinta y vivir experiencias inolvidables.
Es por ello por lo que,** además de divertido y placentero, viajar puede ser especialmente beneficioso para nuestra salud mental**. Por ello, en este artículo vamos a hablar acerca de algunos beneficios psicológicos que nos puede brindar conocer otros lugares y explorar el mundo.
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¿Cómo nos beneficia psicológicamente ir de viaje?
Como venimos comentando, viajar puede ser, además de muy divertido, una experiencia particularmente positiva para nuestro bienestar y desarrollo como personas. Viajar nos permite descubrir nuevos lugares y personas, abrir la mente y conocer otras formas de vivir la vida.
En definitiva, nos ayuda a ser más tolerantes, nos enriquece y nos permite tener una mirada del mundo mucho menos egocéntrica. Añadido a esto, viajar nos permite sentirnos alegres y plenos, favorece la introspección y el autoconocimiento. Es por ello que muchas veces se suele decir que es mejor invertir en momentos que en bienes materiales.
Los beneficios de viajar van mucho más allá del tiempo que pasamos fuera. Los recuerdos y las vivencias se quedan en nosotros y forman parte de nuestra historia de vida. Por todo ello, a continuación vamos a detallar qué efectos positivos tiene viajar para nuestra salud mental.
1. Antídoto contra el estrés
En la sociedad en la que vivimos la inmensa mayoría de la población sufre elevados niveles de estrés. Vivimos a un ritmo frenético, con prisas, agobios y obligaciones continuas. Muchas veces la rutina puede hacerse cuesta arriba y mermar nuestro bienestar psicológico. Tomarse unos días para hacer una pausa y salir de ese bucle puede ser una excelente manera de recuperar la calma.
Viajar nos lleva a tener nuestra mente y cuerpo en un sitio diferente, alejado del trabajo y del día a día, lo que facilita que recarguemos pilas y recuperemos la calma física y mental. Este efecto es más acusado cuanto más lejano sea nuestro destino, pues nos encontraremos en un entorno radicalmente diferente a lo que ya conocemos.
2. Entrenamiento para ser resolutivos
Viajar implica, en muchos casos, salir de nuestra zona segura. Nos alejamos de la rutina y lo establecido y pasamos unos días en un escenario que nos resulta desconocido. Además, todo viaje requiere un proceso de organización, y como tal no está exento de imprevistos y dificultades puntuales.
Así, viajar también puede ser de ayuda para convertirnos en personas más prácticas y resolutivas, con capacidad de gestionar los obstáculos de manera eficiente. Esto es especialmente cierto en aquellos casos en los que viajamos a otro país y nos sumergimos en una cultura e idioma que no es el nuestro.
Actuar ante los problemas que se puedan dar durante el viaje nos permitirá ser más hábiles a la hora de tomar decisiones y resolver problemas, de manera que crecemos y maduramos como personas. En definitiva, viajar puede ser una manera de afrontar desafíos y superarnos a nosotros mismos.
3. Mejores habilidades comunicativas
El hecho de salir de casa y ver mundo va ligado, inevitablemente, a interactuar con desconocidos. Esto, especialmente cuando nos movemos en un entorno cultural diferente con un idioma extranjero, puede ser todo un reto.
Sin embargo, superar esta prueba nos ayudará a entrenar nuestras habilidades sociales y comunicativas, por lo que podremos perder el miedo a tomar la iniciativa y acercarnos a otras personas para charlar, pedir ayuda o solicitar alguna indicación o recomendación. A veces viajar puede incluso ayudarnos a entablar amistades con personas de otras culturas, lo que puede resultar especialmente enriquecedor.
4. Mayor tolerancia
Viajar nos empuja a conocer otras realidades que se alejan mucho de lo que conocemos. Cuando permanecemos en nuestro entorno es fácil que asumamos que nuestra forma de vivir es la única o la mejor. Sin embargo, salir ahí fuera y sumergirnos en otras maneras de entender la vida puede quitarnos la venda de los ojos y convertirnos en personas más abiertas y tolerantes.
Si no viajamos ni exploramos es fácil caer en los prejuicios y rechazar otras culturas, por lo que hacer algún viaje de vez en cuando es una de las mejores estrategias para convertirnos en personas tolerantes y dispuestas a aceptar que hay otros puntos de vista válidos.
5. Fuente de felicidad
Viajar es, ante todo, algo que resulta placentero. Se trata de una actividad de ocio que nos ayuda a desconectar y sentirnos más tranquilos y felices. Durante cualquier viaje tendemos a enfocarnos en el momento presente, dejando los problemas y dificultades en casa. Así, en caso de que no estés pasando un buen momento, hacer un viaje puede ser de ayuda para recuperar esas ganas de disfrutar.
6. Autoconocimiento
Viajar con relativa frecuencia no sólo es interesante para conocer mundo, sino también para conocernos mejor a nosotros mismos. Cuando viajamos nos alejamos de nuestra zona conocida y de las personas que nos rodean, lo que nos ayuda a ver desde lejos, con distancia, quiénes somos y quiénes nos gustaría ser.
Muchas veces adoptar una perspectiva nueva y salir de la cotidianidad es la clave para hacer un ejercicio de introspección y comprendernos mejor. En otras palabras, viajar puede ser una estrategia perfecta para desactivar el piloto automático y adquirir consciencia sobre nuestra vida y el rumbo que esta lleva.
7. Superar barreras y miedos
El miedo es una emoción necesaria y adaptativa en muchos momentos de la vida. Sin embargo, en ocasiones esta puede aparecer en situaciones en las que, lejos de ayudarnos, nos produce un estado de bloqueo.
Es habitual que, en este caso, sentir miedo nos limite. De esta manera, nos imponemos barreras que impiden avanzar o desarrollarnos como individuos. Viajar es una experiencia que nos permite romper con esas barreras autoimpuestas en nuestra mente, vencer el miedo desadaptativo y descubrir que somos capaces de más cosas de las que creemos. Un viaje puede ayudarnos a exponernos a nuestros temores y superar la inseguridad.
8. Empatía
Cuando viajamos conocemos mundos distintos al nuestro, aprendemos de otras culturas y descubrimos que hay mil formas de vivir además de la nuestra. Esto nos ayuda a poner en tela de juicio nuestras creencias y empatizar con el otro, de manera que podemos llegar a entender comportamientos y pensamientos que, a priori, nunca habríamos entendido.
9. Descubrir tus valores
Cuando emprendemos un viaje nos alejamos de casa y aprendemos a identificar qué es lo que realmente valoramos y nos hace felices en la vida. Tener un escape de la rutina puede suponer un punto de inflexión para saber si, realmente, estamos dando prioridad a lo realmente esencial. Por ejemplo, puede ser que quizá hacer tantas horas extras en el trabajo no compensa tanto como creías, pues puede hacerte más feliz un paseo que algo más de dinero al mes.
10. Reconectar con los seres queridos
Emprender un viaje también puede ser una ocasión perfecta para recuperar la conexión con las personas cercanas. Nuestras vidas frenéticas pueden impedirnos pasar tiempo de calidad con nuestra familia, pareja y amigos, así que viajar junto a ellos es una manera de hacer un paréntesis y retomar el tiempo conjunto.
En el caso de la pareja, si estáis iniciando vuestra relación, realizar un viaje puede ser una primera toma de contacto con la convivencia, permitiendo conocer al otro de manera mucho más realista y profunda.
11. Educación y cultura
Viajar es, por supuesto, una manera de educarnos y culturizarnos. Conocer otras culturas nos brinda un bagaje de conocimientos inigualable que nos acompañará para siempre. Además de empaparnos de otras costumbres y valores, podemos mejorar nuestro conocimiento del idioma. Esto, añadido a todo lo que hemos comentado antes, hace que viajar sea una de las mejores formas de madurar, crecer y desarrollarnos como personas.
Conclusiones
En este artículo hemos hablado acerca de los beneficios que viajar puede proporcionarnos en materia de salud mental. Además de ser un placer y actividad de ocio, emprender viajes nos ayuda a abrir la mente, culturizarnos, volvernos más tolerantes y abiertos, empatizar con los demás y, en definitiva, adquirir una visión de la vida mucho menos egocéntrica y más flexible.
Añadido a esto, viajar pone a prueba nuestra capacidad resolutiva, nos impulsa a superar miedos y barreras que nos limitan y entrena nuestras habilidades sociales y comunicativas. Si además el viaje se realiza con otras personas, este se convertirá en la excusa perfecta para hacer una pausa y reconectar con los seres queridos. Por último, viajar es un potente antídoto contra el estrés de la rutina y una fuente de felicidad y disfrute.
