¿Cómo afecta la fama a la salud mental?

La fama suele asociarse con felicidad, éxito y lujo. Sin embargo, cuando esta no es gestionada de forma correcta puede constituir una seria amenaza para la salud mental.

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¿Quién no ha soñado con una vida repleta de lujos, fama y éxito? Alcanzar el estrellato y el reconocimiento de las masas es el sueño de muchos, pues esto se asocia con la felicidad, la posesión de riquezas incalculables y la admiración incondicional de cientos de personas. Sin embargo, parece que la realidad de la fama dista bastante del ideal que ronda nuestras cabezas.

Tener a una legión de fans alrededor y ser el foco de todas las miradas puede llegar a ser desbordante y difícil de gestionar. Pasar del anonimato a la total exposición puede ser una transición demasiado intensa que pasa factura. Más allá de aquello que se ve de cara a la galería, parece que el éxito puede suponer, cuando no es gestionado de forma correcta, una amenaza para la salud mental de las personas.

Esto podría justificar por qué tantas estrellas que parecen tenerlo todo caen en las garras de las adicciones o desarrollan diversos problemas psicopatológicos como la ansiedad o la depresión. En este artículo vamos a profundizar sobre esta cuestión y hablaremos sobre cómo la fama puede repercutir en la salud mental.

¿Es la fama perjudicial para la salud mental?

Es indiscutible que, como humanos que somos, necesitamos sentirnos aceptados y reconocidos por los demás. Cuando el resto nos halaga y admira, esto tiene un efecto gratificante inmediato sobre nosotros. Nos sentimos bien con nosotros mismos, nuestra autoestima se ve fortalecida y sentimos que podemos con todo. Cuando una persona da el salto a la fama, esta experiencia se vive con muchísima más intensidad.

Fama y salud mental: factores moduladores

Evidentemente, no todas las personas que alcanzan la fama la gestionan de la misma forma. El impacto que esta tiene sobre la salud mental será diferente dependiendo de las características de personalidad de cada individuo, sus apoyos alrededor, su estado mental antes de alcanzar el estrellato, etc.

Así, convertirse en un personaje público será una experiencia más problemática para aquellas personas que parten de una baja autoestima, cierta inmadurez emocional o dependencia de los demás. De la misma manera, las condiciones en las que se alcanza dicha fama también influyen profundamente en cómo esta se gestiona. Hacerse famoso con la madurez de la edad adulta es mucho más fácil que durante la infancia.

Esto explica el curioso fenómeno de los “juguetes rotos”, niños que conocieron el éxito sin la madurez suficiente para asimilarlo y, llegados a la edad adulta, experimentaron la caída libre al dejar de ser el centro de atención. Añadido a esto, la fama también se vive de manera diferente dependiendo del motivo que la haya disparado.

Una estrella de cine adolescente puede sentirse mucho más desbordada por los fans que un prestigioso escritor, cuyos seguidores pueden admirar su trabajo de manera más discreta, sin invadir su intimidad ni su espacio vital. De esta manera, la forma de ser de cada individuo y su estado mental previo, la existencia de una adecuada red de apoyo y el tipo de fama en cuestión pueden modular notablemente los efectos que la fama en sí misma tiene sobre el bienestar de la persona.

El papel de los allegados es especialmente relevante, pues estos pueden ayudar a quien ha alcanzado la fama a mantener los pies en la tierra, aunque también pueden retroalimentar su ego y favorecer que la fama termine por acabar con su estabilidad mental. Si el entorno más cercano no adopta una postura realista y centra toda la atención en el individuo, es muy posible que este adopte un egocentrismo muy marcado y pierda su capacidad de autocrítica, lo que puede perjudicar su manera de actuar y relacionarse con los demás.

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La fama como puerta de entrada a los excesos

Añadido a todo lo anterior, debemos tener presente que la fama constituye un cambio radical en el estilo de vida de la persona. La vida común que se tenía hasta entonces queda en el pasado y la persona adquiere un nivel adquisitivo que le presenta un abanico de posibilidades nunca antes visto. El ocio se plantea como una entrada a todo tipo de excesos, donde la abundancia de dinero permite adquirir todo tipo de tóxicos y desarrollar un consumo compulsivo de productos de lujo.

El derroche genera una vida acelerada, con un ritmo disparatado donde las normas que rigen la vida de los mortales parecen diluirse. Las relaciones sociales con ambientes elitistas donde el abuso de drogas es una constante puede disparar la probabilidad de que aparezcan problemas de adicciones de todo tipo. El uso de drogas implica, por supuesto, efectos en la salud mental, pudiendo desencadenar enfermedades mentales o agravar aquellas ya existentes.

El ritmo de vida propio de las personas famosas implica un nivel económico muy alto, algo que puede dificultar la vuelta a la realidad si la fama llega a su fin. Cuando la burbuja del éxito explota, es probable que la persona pueda desarrollar problemas económicos y deudas, pues una vez acostumbrada a la vida de derroches anterior es difícil volver a un estilo de vida común. Precisamente, el deseo de mantener una vida de abundancia puede impulsar a la persona a hacer cosas que van contra sus valores o que no desea hacer, todo con tal de preservar la tan ansiada fama que le abre las puertas de los excesos.

¿Es compatible la fama con el equilibrio mental?

Son muchas las personalidades afamadas que han hablado acerca de cómo la fama ha impactado en su salud mental. Muchas de ellas coinciden en que la fama es como una especie de jaula de oro. A pesar de disfrutar de reconocimiento, dinero y lujo, ser un personaje público acarrea costes que a veces pueden superar las ventajas.

La pérdida de privacidad, sentirse continuamente observado y juzgado, la soledad al dejar de estar expuesto, la presión al dar cualquier paso… son algunos ejemplos de ello. Ser famoso implica que miles de personas te idealizan y te sitúan en un estatus superior al de cualquier mortal. Esto puede acarrear un daño importante en la salud emocional, motivo por el que muchas estrellas han confesado haber experimentado ansiedad, depresión, adicciones…

Si bien la fama es una miel dulce al principio, luego puede tornarse en el veneno más amargo. La pregunta que cabe hacerse es… ¿Es siempre la fama algo negativo? Tal y como venimos comentando, el efecto de la fama depende de muchas variables. Esto significa que sí es posible gestionar de manera correcta el impacto de ser una persona pública, aunque para ello es necesario adoptar una posición consciente y abierta a tomar medidas.

Saber frenar en medio de la vorágine del éxito es difícil, pero no imposible. Así, tomar cierta distancia con los medios y los fans, fortalecer el vínculo con la familia y los amigos cercanos y tener un plan claro de actuación ante el éxito pero también ante el fracaso son algunos ejemplos de actuaciones que pueden reducir el impacto del estrellato.

En esta tarea puede ser de gran ayuda el papel del psicólogo, profesional que puede acompañar en el proceso de adaptación a la fama y también en el reajuste de la vida cuando ésta se deshincha. Tener un adecuado conocimiento de uno mismo, una autoestima sólida que no dependa del criterio de los demás y, sobre todo, unos valores firmes y un propósito vital son buenos antídotos para no dejarse arrastrar por un mundo tan impactante como frágil.

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Famosos que se vieron sobrepasados por la fama

Tal y como mencionamos anteriormente, son muchas las estrellas que se han pronunciado acerca de sus problemas psicológicos derivados de la fama. Veamos algunos ejemplos.

Demi Lovato

Demi Lovato ha sufrido numerosos problemas de salud mental, entre los que destaca su adicción a la cocaína y el alcohol, así como la depresión. El punto de inflexión para la actriz y cantante fue la sobredosis que sufrió en 2018, a la que por suerte sobrevivió.

Selena Gomez

Selena Gomez también es una de las famosas que más se ha pronunciado sobre sus problemas de salud mental. La cantante y actriz confesó sentir ataques de pánico antes de salir al escenario. Sus problemas de ansiedad fueron resultado, entre otros factores, de un deseo de agradar y satisfacer a todo el mundo continuamente (fans, managers, familiares…).

Brad Pitt

Tras su mediático divorcio, Pitt confesó sentirse devastado y refugiarse en el alcohol para combatir su dolor.

Catherine Zeta-Jones

La actriz confesó sufrir Trastorno Bipolar tipo II, motivo por el cual tuvo que ser ingresada en un centro psiquiátrico. Zeta-Jones comentó que el detonante fue un episodio de mucho estrés, debido a que su marido había sido diagnosticado de cáncer.

Leonardo DiCaprio

El reconocido actor también se suma a esta lista, pues confesó sufrir Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), con rituales relacionados con la limpieza extrema y un temor muy intenso a los gérmenes.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado sobre los efectos que la fama puede provocar en la salud mental. Aunque siempre que pensamos en la fama la concebimos como algo deseable y positivo, esta puede ser difícil de digerir y mermar el bienestar emocional. En este sentido, algunas medidas pueden ayudar a manejar el estrés de la fama de una forma saludable.

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