¿Cómo influyen las redes sociales en la imagen corporal?

Las redes sociales ofrecen imágenes distorsionadas que exaltan cánones de belleza imposibles. Este bombardeo de perfección puede distorsionar la manera en la que percibimos nuestro cuerpo y las emociones que sentimos hacia él.

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Es innegable que las redes sociales han llegado para quedarse en nuestra vida cotidiana. Gracias a ellas nos mantenemos conectados con los demás, conocemos al instante lo que sucede en el mundo y compartimos contenido de nuestra propia vida con el resto. Aunque estas constituyen una herramienta útil que puede ofrecernos numerosas ventajas, sus efectos no siempre son positivos.

Instagram, Facebook, TikTok… son ejemplos de redes que han triunfado, calando profundamente en la sociedad. Su alcance ha sido tal que se han configurado como auténticos mundos virtuales paralelos a la vida real, en la que los likes son una preciada moneda de cambio que no siempre es fácil de conseguir.

Zambullirnos en las redes nos hace entrar en un juego de interacción con los otros en el que los códigos cambian respecto a las relaciones sociales en persona. A diferencia de estas últimas, las redes sociales nos permiten utilizar filtros que nos hacen más atractivos. Además, aquello que se expone en el escaparate de internet nunca es casual, sino que está minuciosamente estudiado. Aunque en la vida real también seleccionamos lo que queremos mostrar al otro para causar una buena impresión, en el universo virtual la tecnología hace que la distorsión sea mucho más exagerada y esto puede tener un coste en la salud mental de los usuarios.

Uno de los aspectos que más pueden alterarse al exponerse a la influencia de las redes es nuestra imagen corporal. Así, visualizar continuamente cuerpos y caras modificados puede repercutir en cómo nos sentimos en nuestra propia piel. Por ello, en este artículo hablaremos acerca de cómo influyen las redes sociales en nuestra imagen corporal.

¿Qué es la imagen corporal?

En primer lugar, es importante aclarar qué entendemos por imagen corporal. Lejos de ser algo objetivo, la imagen corporal es la percepción que cada uno de nosotros tenemos de nuestro propio cuerpo. Esto incluye los sentimientos y emociones que nuestra figura nos despierta y la satisfacción general que sentimos en nuestra propia piel. Esta percepción puede coincidir o no con la forma real que tiene nuestro cuerpo.

Dado que se trata de una representación mental, esta se encuentra modificada por distintos factores y puede variar dependiendo de nuestra etapa vital. A medida que crecemos, configuramos una concepción de nuestro cuerpo que será de una y otra manera en función de las influencias del entorno y las experiencias que vivimos. En este sentido, no podemos ignorar que continuamente recibimos mensajes más o menos explícitos acerca de la corporalidad propia y ajena.

Estos proceden de nuestros seres queridos, pero también de los medios de comunicación. En los últimos tiempos, las redes sociales han potenciado más que nunca el valor de lo superficial, presentando determinados ideales de belleza asociados con el éxito y la perfección. Aunque dichos estándares ya existían con anterioridad, la llegada de los filtros, las poses y los retoques ha contribuido a que la meta que se ansía alcanzar sea cada vez más inalcanzable.

Esto es especialmente perjudicial en etapas vitales como la adolescencia, en las que el cuerpo se encuentra en un profundo proceso de cambio donde es frecuente que la autoestima se encuentre más débil y las emociones respecto al propio cuerpo no sean las más adecuadas. En general, las personas que disfrutan de una imagen corporal positiva son aquellas que perciben su cuerpo de una forma ajustada a la realidad.

Además, valoran su cuerpo de forma relativa, entendiendo que este es solo una parte de su conjunto como individuos y que otros aspectos como la personalidad cobran mucho más valor a la hora de definir su identidad y sentimiento de competencia. Esto hace que, en términos generales, la persona se sienta cómoda en su propia piel. Por el contrario, las personas con una imagen corporal negativa son aquellas que perciben su figura de una manera distorsionada, lo que despierta sentimientos como la vergüenza en relación con el propio físico. Así, la persona no se siente cómoda en su cuerpo, sino que experimenta una profunda angustia en relación a su corporalidad.

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¿Cómo influyen las redes sociales en la imagen corporal?

En los últimos años, las redes sociales se han convertido en todo un escaparate virtual donde millones de usuarios exponen su imagen y su vida. Progresivamente, esto ha llevado a una especie de competición por lograr un mayor número de likes, para lo cual deben conseguirse imágenes atractivas para el espectador. Por ello, tras cada foto existe un minucioso estudio de poses, luces, filtros, retoques… todo para lograr alcanzar ese ideal de belleza tan codiciado que nos abre las puertas del refuerzo social y la aceptación de los demás.

En definitiva, el aspecto físico se convierte en un arma muy poderosa que nos ayuda a sentir esa sensación pasajera de realización al conseguir la aprobación de los seguidores. Y es que las redes no han hecho más que amplificar un ideal que ya se venía gestando desde hace mucho tiempo en los distintos medios de comunicación.

Especialmente acusado es esto en el caso de las mujeres. ¿Acaso recuerdas ver a una actriz, cantante o presentadora de éxito que no fuera físicamente atractiva y normativa? Aunque esto parece estar empezando a cambiar, la realidad es que la tendencia persiste y rara vez vemos a personas exitosas que no cumplan con los cánones de belleza esperados.

Este culto a la delgadez y la perfección en las redes nos bombardea cada día. Teniendo en cuenta las horas que pasamos pegados a la pantalla viendo publicaciones de otras personas, no debería sorprendernos que esto repercuta en cómo nos percibimos. En general, existen dos teorías principales que pueden ayudarnos a explicar cómo el uso de las redes puede alterar la percepción de nuestro cuerpo y las emociones que sentimos hacia él.

  • Teoría de la comparación social (Festinger, 1954): Desde esta teoría se sostiene que las personas se comparan con sus iguales a la hora de hacer un ejercicio de autoevaluación. Cuando esta comparación arroja un resultado positivo (ser superior a los demás), el resultado es una mejor autoestima. Por el contrario, cuando el resultado es negativo (ser inferior a los demás), la autoestima se ve mermada. En redes las comparaciones continuas con las imágenes retocadas de otras personas siempre suelen arrojar un resultado negativo, pues confrontamos nuestra realidad (llena de aspectos tanto positivos como negativos) con la parcela que el otro nos muestra (que es únicamente positiva). Al sentirnos inferiores experimentamos una autoestima deficiente y esto puede reducir la satisfacción con nuestro cuerpo.

  • Teoría de la objetivación (Fredrickson y Roberts, 1997): Desde esta teoría se defiende que el ideal de belleza femenino se construye socialmente. Es decir, las niñas y las mujeres determinan si son o no válidas en función del criterio del espectador. Por tanto, su satisfacción corporal se construye desde fuera hacia dentro, en base a lo que se cree que los demás esperan. De esta manera, puede aparecer una tendencia a la hipervigilancia sobre el cuerpo y sentimientos de vergüenza en torno a él.

En definitiva, las redes sociales fomentan la creación de expectativas desajustadas a la realidad en relación con el aspecto físico. Exponerse continuamente a imágenes distorsionadas que representan un cánon de belleza inalcanzable puede acrecentar nuestra tendencia a observar el cuerpo de manera obsesiva. Esto puede desencadenar comportamientos de control sobre el cuerpo y la alimentación, especialmente en aquellas personas que poseen factores predisponentes.

Las redes sociales no causan por sí mismas malestar con el cuerpo, pero sí contribuyen a distorsionar la percepción que tenemos de él en conjunción con otras variables. Así, el mundo de internet es un caldo de cultivo perfecto para que aparezcan pensamientos y comportamientos desadaptativos. Esto supone un importante riesgo para aquellos adolescentes y jóvenes más vulnerables con otros factores de riesgo (perfeccionismo, baja tolerancia a la frustración, problemas familiares…), pues estos pueden llegar a desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Así, controlar el peso y buscar la delgadez pueden parecer una vía para lograr el bienestar emocional, la aceptación de los demás y la felicidad. Sin embargo, esto constituye un serio problema de salud mental que no debe ser banalizado.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de cómo las redes sociales pueden influir en la imagen corporal de las personas. Aunque estas nos han brindado numerosos beneficios al permitirnos conectar con los demás como nunca antes se había hecho, también pueden tener efectos perjudiciales sobre la salud mental.

En este sentido, redes como Instagram se han convertido en escaparates donde los ideales de belleza se han elevado a su máxima expresión, con imágenes y contenido retocado y estudiado. Esto ha favorecido la asociación entre la belleza y la perfección con el éxito y la felicidad, aunque nada más lejos de la realidad.

Así, los usuarios, especialmente aquellos en edad adolescente, pueden caer en comparaciones en las que el resultado siempre es negativo, con una merma en su autoestima y una distorsión en la manera en la que perciben su cuerpo. Aunque las redes no causan por sí solas problemas de salud mental, si actúan como un potente catalizador en aquellos jóvenes predispuestos que cuentan con diversos factores de riesgo.

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