¿Cómo reducir el uso de la tecnología en adolescentes? En 11 consejos (y claves)

El abuso de las tecnologías es una de las mayores preocupaciones de los padres con hijos adolescentes. Algunas claves son importantes para fomentar un uso adecuado de estas.

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Que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse no es ninguna sorpresa. Hoy en día cualquier persona tiene un teléfono móvil con acceso a internet e infinidad de aplicaciones. La invasión de las redes en nuestro día a día ha llevado a que, de hecho, la edad a la que se tiene el primer dispositivo sea cada vez menor.

Esto ha traído diversos problemas para niños y adolescentes, que con una escasa madurez han accedido a plataformas que implican riesgos e incluso pueden dar pie a comportamientos adictivos. En este sentido, el papel de los progenitores y otros adultos de referencia resulta central. Son ellos los que deben establecer límites y, sobre todo, educar para que sus hijos puedan emplear las redes de manera más segura.

Son muchos los adultos que se plantean prohibir a sus hijos el acceso a internet. Sin embargo, a partir de cierta edad esta estrategia no es la solución. Si bien es obvio que las pantallas en edades tempranas deben evitarse, no podemos negar que la tecnología forma parte de la vida. Por ello, la mejor forma de ayudar a los menores tiene que ver con educar e informar, especialmente cuando están en plena adolescencia.

Son muchos los padres que se quejan de que sus hijos se pasan el día pegados a su teléfono, hasta el punto de apenas interactuar con sus familiares. Cambiar esto no es fácil, pero desde luego tampoco es imposible. En este artículo vamos a hablar acerca de algunas recomendaciones que pueden ser de ayuda para reducir el uso de la tecnología y redes sociales en adolescentes.

11 claves para reducir el uso de la tecnología en adolescentes

A continuación, comentaremos algunas claves interesantes que pueden ayudar a reducir el uso de la tecnología en los adolescentes.

1. Proporciona explicaciones y motivos

En muchas ocasiones, los padres asumen que prohibir e imponer sin dar demasiadas explicaciones es la mejor forma de que los adolescentes cumplan las normas. Sin embargo, la realidad es que las normas suelen aceptarse mejor cuando van acompañadas de una explicación coherente. Cuando indicamos a un hijo el por qué de cierta regla, esta deja de verse como un castigo y por ello es más probable que se cumpla. Si se va a intentar reducir el uso de la tecnología en casa, es necesario explicar a los adolescentes por qué se toma esta decisión.

Evitar que esto se viva como un castigo requiere que el menor uso de los dispositivos se enfoque como una mejora de hábitos a nivel de toda la familia y no sólo del adolescente. Es aconsejable explicarle que el abuso de las pantallas es perjudicial para la salud y por ello es mejor dosificar y dedicar el tiempo libre a otras actividades más enriquecedoras. Si se pretende limitar el uso del móvil con amenazas, castigos o señalamientos hacia ese hijo, ten por seguro que el resultado será insatisfactorio.

2. Negocia

En relación con el punto anterior, debemos tener presente que la comunicación con un adolescente es extremadamente importante para lograr que mejore su uso de las tecnologías. Por ello, en lugar de imponer restricciones de forma unilateral, lo más aconsejable es hablarlo con ese hijo e intentar llegar a un acuerdo conjunto. Se le puede preguntar en qué momentos cree que podría toda la familia empezar a dejar a un lado los móviles, a qué usos del móvil no querría renunciar, qué otras cosas se podrían hacer cuando no se usen los teléfonos, etc.

Todo ello permite encontrar puntos comunes que sirvan para establecer acuerdos y mejorar el uso de la tecnología de forma consensuada. Al hacer partícipe al adolescente de este proceso, este sentirá que está tomando parte de la vida en la familia y que su voz es escuchada, lo que facilitará que las normas se acepten mejor.

3. No retires la tecnología de forma brusca

Pretender que un adolescente deje por completo la tecnología de la noche a la mañana es un objetivo poco realista. Normalmente, estos cambios duran tan sólo unos días, pero pronto toda la situación se revierte y vuelve al estado anterior. Los cambios siempre deben ser progresivos, ya que de esta manera es mucho más sencillo conseguir resultados exitosos. Cuando la reducción en el uso está bien acotada, la norma se entiende y cumple mejor. Además, con estas modificaciones sutiles evitamos que el adolescente se sienta castigado sin entender el porqué. Se puede empezar por proponer cambios simples, como por ejemplo comer sin que ninguno tenga su móvil encima de la mesa.

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4. Si retiras tecnologías, debes dar alternativas

Las nuevas tecnologías resultan adictivas porque ofrecen infinidad de estímulos y posibilidades a los adolescentes. Retirar el privilegio de utilizarlas sin ofrecer alternativas para llenar el vacío que queda es garantía de fracaso. Es importante que los hijos dejen de recurrir a las redes no tanto porque sus padres se lo han impuesto sino porque logran obtener gratificación a través de otros canales.

Muchos menores que pasan horas frente a sus teléfonos no tienen otra cosa que hacer. Apenas pasan tiempo de calidad con su familia, no realizan actividades lúdicas ni quedan en persona con sus amigos. Por eso, es importante hablar con el adolescente para conocer qué le gusta y le motiva y buscar opciones sustitutivas. Si hay entretenimiento y espacios divertidos diferentes, la urgencia por bucear en internet será mucho menor.

5. Ten paciencia

Tenemos que tener claro que cambiar hábitos requiere tiempo y grandes dosis de paciencia. No podemos esperar que un adolescente habituado a mirar su móvil cada dos minutos de pronto deje de hacerlo. Tenemos que ir conquistando pequeñas metas hasta conseguir un uso de las redes adecuado. Si nos apresuramos a implementar restricciones bruscas, enseguida convertirás el cambio en una batalla campal y el adolescente se sentirá castigado.

6. Sé consistente

Son muchos los padres que se quejan del abuso que sus hijos adolescentes hacen del móvil. Sin embargo, muchas veces los propios adultos son inconsistentes con las pautas que dictan. No tiene sentido prohibir el móvil en ciertos momentos y, de pronto, permitirlo porque nos interesa tener a nuestro hijo entretenido. Las indicaciones siempre tienen que tener una coherencia y mantenerse con el tiempo.

Por esta misma razón, es absurdo castigar sin móvil durante dos días enteros si luego se devuelve el dispositivo sin normas y educación sobre su uso. Este tipo de pautas inconsistentes hacen que los padres vivan continuamente enzarzados en una batalla con sus hijos que resulta improductiva. Evitar el cansancio y el desgaste es posible, pero para ello es necesario marcar límites firmes y continuos en el tiempo, sin excepciones.

7. Los hábitos de salud son innegociables

Es importante que el uso del móvil nunca implique incumplir con hábitos esenciales de salud. Todos los adolescentes necesitan llevar una alimentación adecuada, dormir lo suficiente, asearse bien y cumplir con sus tareas académicas. Este tipo de cuestiones no son negociables, es decir, deben estar bien establecidas para introducir el uso de los móviles. Cuidar la rutina y los horarios en este sentido es primordial.

8. Fomentar el desarrollo consciente de las actividades

Son muchos los adolescentes que realizan diversas actividades cotidianas a la vez que ojean su teléfono. Además de tratarse de un comportamiento adictivo, impide que puedan centrarse adecuadamente en aquello que hacen. Por eso, es clave que se eduque a los hijos para que pongan todos sus sentidos en cada tarea, sin dividir su atención. En momentos como las comidas, los deberes o una conversación casual se debe fomentar la focalización en lo que se hace, sin estar revisando el móvil simultáneamente.

9. Emplea un lenguaje operativo

Muchos padres utilizan un lenguaje ambiguo cuando marcan límites con las tecnologías. En lugar de pedir a los hijos que usen menos el móvil, es preferible indicarles claramente cuándo y dónde queremos que dejen de recurrir a él. Si se utiliza un lenguaje demasiado impreciso, el adolescente no entenderá realmente que se espera de él, qué puede mejorar, etc.

10. Predica con el ejemplo

No se puede exigir a los hijos que hagan un uso saludable de su móvil si sus propios padres no dan ejemplo con su conducta. Si buscamos un cambio de comportamiento con las tecnologías, ese cambio debe empezar por los adultos. Los adolescentes aprenden imitando a sus modelos de referencia, por lo que carece de sentido pedirles que hagan algo que sus padres no pueden cumplir. Como comentábamos al inicio, es aconsejable enfocar la reducción del uso tecnológico como un cambio global en la familia para mejorar la salud y bienestar de todos.

11. No cedas a la presión social en edades tempranas

Si bien esta medida es de tipo preventivo, es muy importante tenerla presente. Muchos padres compran el primer móvil a sus hijos a edades muy tempranas debido a la presión social. Los hijos lo reclaman porque todos sus compañeros tienen un dispositivo, y las familias no quieren que se sientan aislados. Sin embargo, las investigaciones indican que no es recomendable brindar un móvil a un niño menor de 14 años. Antes de esa edad la vulnerabilidad ante los peligros de internet es máxima y los efectos de su uso pueden ser perjudiciales. Si ofrecemos el primer móvil en edades más tardías y con educación previa, es menos probable que se desarrollen conductas adictivas.

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