¿Qué es la Falacia de la Ventana Rota? Definición y ejemplos

La falacia de la ventana rota es una parábola ideada por el economista Frédéric Bastiat en el siglo XIX, que permite comprender cómo los daños más profundos en economía son los menos evidentes.

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La economía se define como la ciencia social que se encarga de estudiar las leyes que rigen la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, así como los modelos y sistemas económicos en los que las diferentes actividades económicas humanas son llevadas a cabo. La economía es esencial para nuestra supervivencia y nuestra organización como sociedad.

Tanto desde una perspectiva macro como a nivel doméstico, la gestión económica forma parte de la vida y por ello es una disciplina crucial. Por desgracia, el sistema educativo suele dejarla de lado con frecuencia y son escasos los conocimientos económicos que posee la población general. Esto hace que muchas veces la mayoría de nosotros nos mostremos ignorantes ante la realidad que nos rodea y tomemos decisiones equivocadas.

Por suerte, nunca es tarde para aprender economía y empoderarnos como pieza que forma parte del entramado económico en el que vivimos. No se trata de empezar por complejas teorías y conceptos abstractos, sino por cuestiones simples que nos permiten entender un poco mejor esta ciencia tan apasionante. A lo largo de la historia, han sido muchas las figuras que han destacado en el campo de la economía por sus brillantes aportaciones. Frédéric Bastiat, un teórico liberal francés, fue una de ellas.

Este autor propuso una interesante parábola para ilustrar cómo en economía lo más perjudicial es aquello que pasa desapercibido. Esta se conoce popularmente como la falacia de la ventana rota y es apta para todos los públicos, por lo que no deberás ser un erudito de la economía para comprenderla. Si te interesa acercarte a la economía mediante esta curiosa historieta, continúa leyendo. En este artículo hablaremos sobre la falacia de la ventana rota y veremos cómo se aplica a un caso real.

¿Qué es la falacia de la ventana rota?

Frederic Bastiatno no sólo fue un brillante economista, sino también un gran divulgador. Creativo y claro, utilizó esta famosa parábola para explicar una interesante (Y muy útil) noción de economía. Su parábola comienza con un chico revoltoso que lanza un ladrillo contra la ventana de la panadería de su vecindario. Esta se rompe y el panadero sale a la calle enfadado para ir a por el autor del daño, pero el pequeño delincuente ya ha huido.

Los viandantes se aproximan al escenario de los hechos y observan cómo los cristales se han desperdigado por el obrador. Algunos comienzan a plantearse que quizá esta travesura puede tener un lado positivo, pues algún vidriero hará negocio ese día gracias a ella. Al fin y al cabo, si las ventanas no se rompiesen, los negocios de vidrio no existirían.

Gracias a este acto el vidriero podrá embolsarse los cien dólares que puede costar la reparación. Es decir, dispondrá de cien dólares que podrá gastar en otras cosas, lo que a su vez permitirá a otro gastar esos cien dólares en otras cosas y así sucesivamente. Osea, que el drama de la ventana rota sirve para generar dinero y empleo en bucle… Entonces, ¿podríamos decir que el delincuente es en realidad un agente que ha favorecido a la sociedad? Aunque parezca que así es, es importante reflexionar en otra dirección.

Es cierto que esa ventana ha permitido a un vidriero hacer negocio. Ahora bien… ¿Qué pasa con el pobre panadero? Este ha tenido que pagar los cien dólares de reparación, por lo que ya no podrá destinar esa suma de dinero a otras cosas. Por ejemplo, en comprarse un traje nuevo. Si el muchacho no hubiera roto su ventana podría haber tenido ambas cosas: su traje y la ventana de su obrador de pan. Sin embargo, el incidente le ha obligado a conformarse con la ventana reparada. Esto repercute sobre su economía, pues es un poquito más pobre al no poder obtener ese traje que necesitaba.

Aunque el vidriero se ha llevado una ganancia, el sastre que hubiera vendido ese traje al panadero ha sufrido una pérdida importante. De esta manera, una misma situación puede interpretarse de forma distinta dependiendo de en quién se ponga el foco. El problema es que las personas tendemos a centrarnos en lo evidente (la ganancia del vidriero), pero ignoramos todo lo que hay detrás (que el panadero necesitaba un traje que ya no podrá comprar).

Ese agente olvidado, el sastre, es la clave en todo ello, pero pasa desapercibido. Aunque los viandantes del vecindario pueden ver esa ventana reparada y la satisfacción del vidriero, nunca verán la potencial ganancia que el sastre podría haber tenido y no llegó a tener. Esta curiosa parábola es muy ilustrativa, porque nos permite comprender la importancia de no descuidar lo menos evidente cuando se trata de cuestiones económicas. Aunque la rotura de la ventana aportó una ganancia al vidriero, si esta hubiera ido al sastre hubiera sido más constructiva al no basarse en la destrucción. En otras palabras, la destrucción no reporta beneficios aunque superficialmente pueda parecer que así es.

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Un ejemplo de aplicación en la vida real: la pandemia por COVID-19

Quizá estés pensando que la historia que acabamos de comentar es simplemente eso, una historia. Aunque las teorías son importantes, estas cobran sentido en tanto que se aplican a la realidad de las personas. Además, los personajes de la parábola quizá te resulten algo anticuados, pues su autor pertenecía a otro siglo y la desarrolló en un contexto social y económico muy distinto del actual. Sin embargo, te sorprenderá saber que esta falacia es aplicable a una situación de plena actualidad como es la pandemia por COVID-19.

Con la llegada de este virus, las repercusiones sanitarias han sido evidentes, pero los efectos económicos tampoco han pasado desapercibidos. Muchas personas se han replanteado si, más allá del drama humano que ha supuesto esta enfermedad, esta pandemia ha podido beneficiarnos económicamente. Muchos sectores han crecido de forma exponencial como consecuencia de los cambios que el mundo ha vivido en estos tres últimos años, especialmente aquellos relacionados con las tecnologías.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que otros sectores más tradicionales, como la hostelería, se han visto seriamente perjudicados. Analicemos esta situación siguiendo el esquema de esta falacia. Este virus que nos ha cambiado la vida podría considerarse como el joven que rompió la ventana. Ese incidente inesperado y destructivo que dió un giro a la normalidad. De la misma manera, el sector de la tecnología puede ser visto como el vidriero, que obtuvo un beneficio con el que no contaba.

La pandemia nos forzó a teletrabajar, a realizar reuniones online y comprar por internet hasta la comida y los medicamentos que nos llevamos a la boca. Por ello, este ámbito ha generado unas ganancias muy superiores a las que habría obtenido en condiciones normales. Además, la tecnología se ha instalado en nuestra vida a una velocidad mucho más rápida y con vistas a quedarse en el medio y largo plazo. Grandes empresas tecnológicas amasan fortunas inimaginables “gracias” a este virus. Visto de esta manera, nadie podría decir que es malo que estas empresas generen riqueza y empleo. ¿cómo va a ser negativo esto?

Ahora nos toca analizar el tercero en discordia que siempre es olvidado: el sastre. ¿Adivinas quién es? Sí, el sastre queda representado por esos sectores ultra castigados por la pandemia, como por ejemplo la hostelería o el turismo. Estos sectores, responsables de una gran parte del PIB de países como España, pierden su posibilidad de ganar porque es más urgente combatir el virus, es decir, arreglar la ventana rota.

Con todo ello, las personas que ocupaban puestos no cualificados en estos sectores pierden sus empleos y, por consiguiente, sus medios para subsistir. El dilema económico que se presenta entonces es si realmente conviene invertir en tecnología o si, por el contrario, toca arrimar el hombro y ayudar a los sectores más castigados.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la falacia de la ventana rota, una parábola ideada por el economista francés Frédéric Bastiat en el siglo XIX. Lejos de perderse en complejas explicaciones inaccesibles para el grueso de la población, Bastiat ideó esta particular historia para ilustrar una noción de economía fundamental: lo más dañino siempre es lo menos evidente en cuestiones económicas.

Mediante un relato muy sencillo con cuatro personajes centrales (delincuente, panadero, sastre y vidriero) este economista consiguió relatar esta cuestión que a día de hoy sigue siendo aplicable. En términos generales, lo que Bastiat quería transmitir es que en economía no podemos limitarnos a analizar una situación atendiendo a lo evidente. Es decir, debemos reflexionar y razonar en distintas direcciones y contemplar aquellos agentes que suelen permanecer en la sombra.

Lejos de quedar en olvido, la falacia de la ventana rota puede ayudarnos a entender nuestra realidad económica actual, que se ha visto profundamente condicionada por la llegada del COVID-19. Este virus no sólo nos ha afectado a nivel sanitario, sino que ha transformado el sistema económico mundial y ha cambiado la dirección de éste de forma inesperada. Así, un hecho aparentemente negativo puede interpretarse como positivo al ensalzar el progreso de sectores como el tecnológico, que se han visto beneficiados por este acontecimiento. Sin embargo, es crucial ver la otra cara de la moneda y analizar las pérdidas de los sectores más castigados, como el turismo o la hostelería.

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