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Las nuevas tecnologías han llegado a nuestra vida para quedarse. Aunque tienen defensores y detractores, la realidad es que forman una parte indiscutible de nuestra vida cotidiana y han cambiado la manera en la que el mundo se organiza. La revolución tecnológica ha permitido avances que habrían sido impensables hace tan sólo unas décadas. Hoy en día, un elevado porcentaje de la población del planeta dispone de un dispositivo con conexión a internet. Por ello, la comunicación desde cualquier rincón del mundo es posible a golpe de click. Con sus más y sus menos, no hay duda de que la tecnología ha sido clave para crear un planeta más conectado que nunca.
La sociedad moderna ha vivido, además, un evento de gran magnitud como ha sido la pandemia por COVID-19. Esta ha supuesto un importante catalizador de un cambio que, muy posiblemente, se hubiera llegado a producir de forma orgánica en unos años. Las cuarentenas y el resto de medidas sanitarias han obligado a las empresas y organizaciones a transformarse para adaptarse a una realidad en la que la presencialidad ya no es la única manera de hacer las cosas.
Así, a pesar de todo el sufrimiento y muertes que este virus nos ha dejado, de manera secundaria hemos asistido a una transformación total de nuestra manera de vivir. Los cambios en el mundo laboral han sido particularmente profundos, pues la instauración del teletrabajo o las jornadas laborales híbridas ha aportado sorprendentes facilidades a los trabajadores. La flexibilidad horaria, el ahorro de tiempo o la reducción de costes son algunos ejemplos de los beneficios que esta nueva manera de trabajar ha traído a las personas.
Lo cierto es que el mundo de la psicología no ha sido ajeno a todos estos cambios que ha vivido la sociedad. Los psicólogos también se han visto en la obligación de transformar su manera de trabajar. Así, algo tan humano y vinculado a la conexión emocional como es la terapia ha empezado a realizarse con distancia de por medio a través de las pantallas. Al inicio, muchos se mostraban escépticos hacia esta nueva forma de hacer psicoterapia, mientras que otros consideraban que se trataba de una alternativa válida aunque pasajera.
Como todo en la vida, este asunto no es una cuestión de blanco o negro. No cabe duda que tras la pandemia la terapia online se ha popularizado enormemente, ya que su eficacia parece ser similar a la presencial a la vez que permite menos costes y más flexibilidad. Sin embargo, el formato online tiene algunas desventajas relevantes que es importante considerar.
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Las 11 desventajas de la terapia online
A continuación, vamos a comentar las principales desventajas de la terapia online.
1. No es apta para psicopatologías graves
El espectro de gravedad que los profesionales de la psicología pueden encontrar es muy amplio. La terapia online puede ser una opción válida para aquellas personas que muestran problemáticas leves o moderadas. Sin embargo, ante una psicopatología grave este formato es insuficiente. Contar con un servicio presencial es importante para estos casos, en los que el cara a cara es requerido para conectar con el paciente más rápido y fortalecer así la adherencia al tratamiento. Además, muchas técnicas e instrumentos deben aplicarse en persona, por lo que a distancia se reducen mucho las alternativas para trabajar.
2. Pérdida de comunicación visual y auditiva
Cuando se atiende a un paciente con terapia online se le puede ver y oír. Sin embargo, por muy buena que sea la calidad de imagen y sonido, hay matices que se pierden en el camino. Cuando el profesional mira cara a cara a la persona, puede percibir infinidad de detalles e información no verbal que cobran gran relevancia en el proceso de evaluación. Por ello, ante diagnósticos dudosos, una evaluación presencial se hace necesaria para una buena definición del problema a tratar.
3. Manejo de crisis
Las sesiones de psicoterapia pueden ser más o menos complicadas dependiendo de la persona y su situación. A veces, estas pueden complicarse al remover temas complicados que pueden despertar emociones muy intensas en la persona. Por ello, es posible que el terapeuta tenga que manejar momentos de crisis. Gestionar estos momentos de desbordamiento emocional es infinitamente más difícil a través de una pantalla. Por eso, en personas con riesgo de sufrir estos episodios debería realizarse una intervención presencial.
4. Conflictos jurídicos y legales
Realizar terapia online permite a los profesionales ampliar mucho más su abanico de clientes. En lugar de limitarse a un área geográfica, pueden atender a personas que incluso residen en otros países. Si bien esto es, en principio, una ventaja, lo cierto es que también puede conllevar conflictos a nivel jurídico y legal. El psicólogo y el paciente pueden vivir en estados con leyes distintas, lo que puede hacer complicada la concreción de las responsabilidades y derechos legales.
5. Competencia
Lo cierto es que la terapia online implica algunos matices que requieren profesionales formados específicamente para aplicarla. El problema es que muchas veces los psicólogos que la llevan a cabo carecen de competencia para trabajar en este formato, lo que puede reducir la calidad de su servicio.
6. Necesidad de internet y dispositivo
Aunque la gran mayoría de la población cuenta con un dispositivo conectado a internet, lo cierto es que no todos tienen la misma validez para poder utilizarlos en terapia. Es importante que haya un mínimo de calidad en la imagen o el sonido, por lo que es preferible recurrir a tabletas u ordenadores en vez de emplear el teléfono móvil.
7. Dificultad para las personas mayores
Los millennials nos encontramos de sobra habituados al manejo de la tecnología, pues prácticamente hemos nacido con ella. Sin embargo, las personas mayores tienen que hacer un gran esfuerzo para poder utilizar los dispositivos electrónicos de manera fluida. Es por ello que las personas de la tercera edad pueden rechazar el uso de terapia online, ya que se sienten mucho más cómodas en la interacción presencial tradicional.
8. Privacidad
Otra desventaja importante tiene que ver con la privacidad. En terapia online pueden darse problemas con esto por dos razones. En primer lugar, si la persona vive con otros familiares, puede que sea difícil tener sesiones cien por cien privadas. La persona habla y se le escucha alrededor, por no hablar de posibles interrupciones. Por ello, muchas veces es complicado que se disponga de una habitación en casa que garantice la confidencialidad plena.
Por otro lado, es importante que el profesional utilice programas informáticos cifrados para realizar sus sesiones de terapia. De lo contrario, se pone en riesgo la confidencialidad y podría ser problemático realizar el tratamiento en este formato. Con el auge de la terapia online, los colegios de psicólogos han comenzado a diseñar sus propios programas para asegurar que es fiable realizar las sesiones a distancia.
9. Fallos técnicos
El manejo de la tecnología puede ser a veces desesperante. Además, por muy buen conocimiento que se tenga, en ocasiones es posible que se produzcan fallos en el sistema que entorpecen el curso de la sesión. Si, por ejemplo, el profesional o el paciente pierden por unos momentos su conexión a internet, se interrumpirá la sesión y esto puede dificultar que las cosas fluyan con normalidad.
10. Diferencia horaria
Si la persona reside en un país diferente que su psicólogo, es posible que se den problemas de diferencia horaria. En estos casos, será más complicado cuadrar las agendas para que la cita se encaje en una hora viable para ambas partes.
11. Peor coordinación con profesionales
Los psicólogos que trabajan a nivel online suelen desempeñar su labor de forma autónoma, sin compañía física de otros profesionales. Por ello, este formato también puede dificultar la coordinación con otros profesionales (psiquiatra, logopeda, pediatra, nutricionista…), algo que puede impedir que el paciente reciba una atención integral a su salud.
Conclusiones
En este artículo hemos hablado acerca de las desventajas principales asociadas a la psicoterapia online. Lo cierto es que la revolución tecnológica ha llevado a cambios muy profundos en el mundo y en la organización de la sociedad. El ámbito de la psicología no ha sido ajeno a esto, especialmente tras la pandemia. Tras esta experiencia, la psicoterapia se ha ido amoldando y ha aparecido así el formato online.
Este cuenta con detractores y defensores, aunque lo cierto es que no se puede concebir en términos de blanco o negro. La terapia online, al igual que la presencial, tiene pros y contras. Lo cierto es que en general ambas son eficaces, pero hay matices que se tienen que contemplar en cada caso particular. Así, la terapia online no está indicada con pacientes graves o que pueden sufrir algún tipo de crisis que deba ser manejada.
Además, puede ser más difícil de aplicar con personas mayores, menos familiarizadas con las tecnologías. También es preciso asegurar que la privacidad no está en riesgo y valorar posibles conflictos legales si el paciente reside en otro país distinto. Igualmente, en diagnósticos confusos puede ser mejor hacer la evaluación en persona, pues de lo contrario puede perderse información auditiva y visual.
