Las 6 implicaciones psicológicas del VIH: SIDA y salud mental

El VIH/sida es una enfermedad grave que afecta a millones de personas en el mundo. Además del abordaje médico, es preciso que los pacientes reciban atención psicológica debido a las enormes implicaciones emocionales de esta patología.

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Desde que se declararon los primeros casos de VIH hace más de 35 años, se estima que hasta 78 millones de personas han contraído este virus, falleciendo alrededor de 35 millones por enfermedades relacionadas con el sida. Esta enfermedad supuso un desafío para la humanidad por su gravedad y su fácil propagación por diferentes vías de contagio.

El VIH/sida es una enfermedad grave que, aunque con el tratamiento adecuado hoy en día ya no resulta mortal, sí conlleva enormes implicaciones emocionales para el paciente que la sufre. Al igual que sucede con otras enfermedades crónicas, las personas con VIH/sida necesitan atención psicológica especializada que acompañe a los tratamientos médicos.

No son pocas las consecuencias que esta patología acarrea en relación con el bienestar de la persona, que entre otras muchas cosas experimenta un fuerte rechazo social y un estigma que marca su vida notablemente. Por todo ello, atender al plano emocional y social de la enfermedad se hace especialmente necesario, pues el VIH/SIDA puede desencadenar todo tipo de problemas tales como estrés, depresión, ira, violencia familiar, problemas laborales, soledad En este artículo hablaremos acerca de las principales consecuencias psicológicas que el VIH/sida acarrea para los pacientes.

¿Qué es el VIH?

Aunque probablemente hayas oído hablar del VIH/sida más de una vez, puede que no tengas del todo claro en qué consiste exactamente esta enfermedad. Por ello, vamos a comenzar aclarando esta cuestión. VIH son las siglas de Virus de Inmunodeficiencia Humana. Este virus se caracteriza por dañar el sistema inmunitario, lo cual consigue al destruir un tipo de glóbulo blanco que es crucial para que nuestro organismo pueda defenderse frente a todo tipo de infecciones. Por lo tanto, las personas que contraen VIH poseen una enorme vulnerabilidad a desarrollar infecciones graves e incluso algunos tipos de cáncer.

En cambio, el término sida tiene un significado ligeramente diferente. Este se forma con las siglas de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, y hace referencia a la etapa final de la infección por VIH, en la que el organismo del paciente ya se encuentra muy deteriorado por la acción del virus. Por tanto, VIH y sida no son sinónimos, ya que no todas las personas que contraen VIH llegan a desarrollar sida.

El VIH se transmite por diferentes canales. La forma más habitual es mediante relaciones sexuales sin protección con una persona infectada. No obstante, también es posible el contagio al compartir agujas para el consumo de drogas, mediante el contacto con sangre infectada o durante el embarazo, parto y lactancia, durante los cuales la madre transmite la enfermedad a su bebé.

En este sentido, hay personas particularmente vulnerables a contraer la enfermedad. Entre ellas se encuentran las personas que ya padecen otra enfermedad de transmisión sexual, aquellas que consumen drogas inyectadas con agujas compartidas o quienes se involucran en conductas sexuales de riesgo y mantienen relaciones sin preservativo.

Cuando una persona contrae el VIH, primero se produce una fase de infección aguda en la que los primeros síntomas suelen recordar a la gripe común, pues es frecuente que aparezca fiebre, sudores nocturnos, dolores musculares, fatiga, dolor de garganta o ganglios linfáticos inflamados. Algunas personas pueden no mostrar ningún síntoma y por ello no sospechar en absoluto que padecen la enfermedad.

Esta primera etapa puede extenderse alrededor de dos a cuatro semanas. Si la persona desconoce que padece VIH y no recibe tratamiento, entonces la infección se cronifica, aunque este es normalmente un proceso asintomático. Cuando la infección se prolonga en el tiempo sin tratamiento es cuando comienza a constituirse el cuadro de sida, la etapa más grave en la que el virus ha dañado seriamente el organismo. El paciente se encuentra totalmente vulnerable y contrae infecciones de gravedad creciente que terminan acabando con su vida.

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¿Cuál es el impacto del VIH/SIDA en la salud psicológica?

Ahora que ya hemos definido que es el VIH/sida en términos médicos, es momento de profundizar sobre las implicaciones psicológicas que esta patología acarrea para las personas que la sufren en las diferentes fases del proceso de enfermedad.

1. Fase previa al conocimiento del diagnóstico

El inicio del sufrimiento se vive cuando la persona conoce que alguna pareja sexual tiene VIH. En ese instante, como es lógico, aparece un elevado nivel de ansiedad ante la posibilidad de contagio. Estos primeros momentos se caracterizan por la incertidumbre y las dudas, y la persona suele vivirlos en soledad sin compartir nada con nadie por la vergüenza y el estigma existentes en torno a esta enfermedad. Hay quienes pueden incluso desarrollar la negación como estrategia, sobre todo si no existen síntomas evidentes, posponiendo así la realización de las pruebas diagnósticas por miedo al resultado.

2. Diagnóstico

Cuando el paciente finalmente realiza las pruebas y el resultado es positivo, es momento de asimilar la dura noticia. El entorno cercano de la persona se vuelve conocedor de esta realidad y es entonces cuando el paciente y sus allegados ponen en marcha sus recursos de afrontamiento. Dependiendo de cada caso y de las herramientas que posea cada persona, esta fase puede desencadenar importantes problemas psicológicos. Entre ellos destacan la depresión y la ansiedad, la ideación suicida, los trastornos adaptativos y de identidad, la culpa, la baja autoestima y el rechazo hacia uno mismo.

El impacto emocional de la noticia puede mermar notablemente el funcionamiento del paciente en las distintas áreas de su vida (social, laboral, sexual…). Es especialmente común la tendencia al aislamiento, pues la persona es consciente de que la enfermedad cambia la manera en la que los demás la perciben. Muchas personas pueden sufrir discriminación explícita al comunicar su enfermedad, como por ejemplo un despido laboral injustificado, o problemas en sus relaciones sociales al sufrir el abandono y el rechazo de amigos, parejas, etc.

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3. Inicio del tratamiento

El inicio del tratamiento puede desencadenar un nuevo estado de crisis, pues permite al propio paciente y a su entorno asimilar que la enfermedad es real. Hasta este momento es posible que algunas personas tuviesen ciertas fantasías o pensamientos de negación o incredulidad, pero el hecho de tomar mediación consolida el rol de enfermo y hace que muchos pacientes se derrumben más aún que cuando recibieron la noticia inicial de su diagnóstico.

En este momento no todos los pacientes se adhieren igual de bien al tratamiento, ya que se trata de una medicación autoadministrada y de por vida que puede ser difícil de sostener. Cuando el tratamiento está consolidado y la enfermedad es percibida como algo totalmente real, muchos pacientes experimentan los síntomas emocionales de etapas previas con mayor intensidad.

Algunos de ellos pueden llegar a aislarse profundamente, anulando sus planes de vida y ocultando muchas veces su condición de salud a la mayoría de personas a su alrededor. Esto puede generar una gran problemática existencial, pues el paciente puede terminar llevando una especie de doble vida, ofreciendo una cara amable al exterior en la que la enfermedad no existe, de forma que el dolor se lleva en la más estricta intimidad.

4. Efectos secundarios de la medicación

Los medicamentos antirretrovirales cumplen una importante función al permitir al paciente llevar una calidad de vida razonable e impidiendo que la enfermedad avance mortalmente. Sin embargo, estos fármacos no están en absoluto exentos de efectos secundarios que pueden ser intensos.

Dependiendo de cada paciente y sus estrategias de afrontamiento, es posible que la interferencia de estos efectos en la vida cotidiana altere la rutina y los hábitos de la persona, mermando muchas veces los planes y proyectos de la persona y deteriorando la calidad de las relaciones sociales. Entre los síntomas que este tratamiento puede provocar se encuentran las diarreas y vómitos, la fatiga, los problemas sexuales o el dolor crónico.

5. Aparición de enfermedades oportunistas o complicación de otros trastornos secundarios

No todos los pacientes muestran una evolución favorable. En ocasiones, el individuo puede experimentar las llamadas enfermedades oportunistas, trastornos secundarios que se derivan de la vulnerabilidad del organismo a consecuencia del VIH. En este caso, será crucial el papel de la red social del paciente, que deberá sostener y brindar su apoyo y contención emocional.

En los casos en los que la enfermedad no empeora y se mantiene estable, es posible que el paciente pueda lograr una integración aceptable a nivel social y laboral, llevando una vida plena y satisfactoria.

6. Fase terminal

En algunos casos, especialmente cuando la infección por VIH no ha sido tratada a tiempo, el paciente puede derivar en una etapa mucho más severa y desarrollar sida. En este caso el paciente entra en una etapa terminal en la que el papel de la familia y los seres queridos es determinante. Cerrar las despedidas de la forma correcta es necesario para la propia persona, quien debe llegar al final de su vida con la mayor paz posible, así como para su entorno, quien deberá encontrar la manera de transitar por el dolor y elaborar un duelo lo más saludable posible.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del VIH/sida y las implicaciones que esta patología puede tener a nivel psicológico para los pacientes. Este virus fue descubierto hace algunas décadas y se ha cobrado millones de vidas desde entonces. Afortunadamente, hoy existen tratamientos farmacológicos que permiten manejar la enfermedad de forma similar a otras condiciones crónicas, aunque en ningún caso tiene cura. Añadido a esto, se trata de una condición de salud rodeada de un potente estigma, por lo que las personas que la padecen suelen experimentar importantes problemas de salud mental.

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