¿Son más inteligentes las personas de izquierdas o de derechas?

La actividad cerebral, las hormonas y otros procesos biológicos pueden determinar nuestra ideología política, pero, ¿está ligada a la inteligencia?

¿Son más inteligentes las personas de izquierdas o de derechas?

El estudio de la inteligencia es uno de los ámbitos que más controversia genera dentro del mundo de la psicología. Y la política es, quizás, el campo que provoca más conflictos y choques de opiniones en la sociedad en general. Por lo tanto, si juntamos estas dos cosas, la polémica está servida.

A lo largo de los años han aparecido diferentes estudios en los que se analizaba si había alguna relación entre el cociente intelectual (CI) de una persona y su orientación política, es decir, si la inteligencia entiende de “derechas” o de “izquierdas”.

Sin embargo, estos estudios han resultado muy controvertidos por su tendencia a polarizar en extremo los resultados obtenidos y a realizar sentencias altamente polémicas. Además, las limitaciones presentes han hecho que fueran incoherentes entre ellos, pues, si bien la mayoría de ellos afirmaban que los de izquierdas eran más inteligentes, otros juraban precisamente lo contrario.

Pero, ¿por qué esta dificultad para determinar si la inteligencia depende de nuestros gustos políticos? En el artículo de hoy abordaremos esta cuestión para darnos cuenta que tanto el desarrollo de la ideología como el de la inteligencia son procesos biológicos muy complejos, por lo que si los juntamos, estamos ante uno de los mayores problemas de resolver.

¿Qué entendemos por inteligencia?

Antes de empezar a relacionarla con la ideología política, es de vital importancia entender qué es este concepto tan abstracto de “inteligencia”. Y aquí mismo es donde fallan todos estos los estudios que intentaban relacionar CI con ideología política.

La inteligencia es un aspecto de la personalidad de cada individuo y la definición de ella genera controversia entre los propios psicólogos. Para cada uno de nosotros, “inteligencia” puede significar una cosa distinta.

¿Es la facilidad para comprender situaciones y analizarlas debidamente? ¿Es disponer de lógica? ¿Es tener facilidad en el aprendizaje y la memorización? ¿Es ser capaz de entender lo que sienten las otras personas? ¿Es ser una persona creativa? ¿Es ser capaz de resolver problemas eficazmente? ¿Es tener un pensamiento crítico? ¿Es poder razonar las cosas con detenimiento? ¿Es ser capaz de planificarse de la mejor forma posible?

Pues, de hecho, es todo lo anterior. A lo largo de la historia, psicólogos internacionalmente reconocidos han ofrecido sus propias definiciones de lo que es la inteligencia. Y la suma de todas ellas, es lo que podemos entender como tal.

Por lo tanto, hay que olvidarse de que una persona inteligente tenga un “punto” en el cerebro que tiene más actividad de lo normal. En la inteligencia intervienen no solo las características cerebrales - que evidentemente lo hacen -, sino también la educación, las hormonas, el entorno familiar, la sociedad, las experiencias que hemos vivido…

Todo esto afecta a nuestra forma de racionalizar, de afrontar los problemas, de relacionarnos con los demás, y, en definitiva, a lo que puede ser entendido como “inteligencia”.

Por lo tanto, si ya es difícil analizar de dónde procede esta inteligencia, más difícil será aún determinar si hay personas “más” o “menos” inteligentes, pues cada persona tendrá unas aptitudes más potenciadas que otras.

Por ejemplo, es posible que una persona tenga mucha facilidad para resolver problemas matemáticos pero que no sea nada creativa. A otra persona, en cambio, no se le dan bien las matemáticas pero desborda creatividad. ¿Es más “inteligente” la primera persona? ¿Lo es más la segunda? La respuesta es que cada uno de ellos es inteligente a su manera.

Y ahí es donde fallan todos los estudios que quieren determinar si las personas de izquierda o de derecha son más inteligentes, pues no existe la dualidad “inteligente” - “no inteligente”.

¿Qué quiere decir “ser de izquierdas” y “ser de derechas”?

Otra de las mayores controversias está en definir qué es la izquierda y qué es la derecha. A grandes rasgos, las ideologías de izquierdas suelen estar vinculadas con el liberalismo y las de derechas, con el conservadurismo.

Por definición, una persona conservadora se caracteriza por una cierta rigidez cognitiva, es decir, por querer seguir las normas establecidas y respetar las tradiciones, las autoridades y las leyes que han regido históricamente su territorio.

Una persona liberal, en cambio, por definición es un individuo más progresista con una mentalidad más abierta al cambio, es decir, con tendencia a cuestionarse las normas y leyes establecidas, así como por defender la idea de que el gobierno debe tener el menor impacto posible en la sociedad.

Pero esto son solo eso: definiciones. Intentar dividir a las personas entre puramente liberales o conservadoras es muy poco acertado, pues nuestro cerebro no tiene un “botón” que se pulsa y nos hace ser automáticamente de izquierdas o de derechas.

Es decir, que los partidos se encasillen entre izquierdas o derechas - y más recientemente en centro - es una cuestión puramente logística, pues hay que clasificarlos para facilitar el voto. El problema es que esta división de partidos en una ideología concreta nos ha hecho pensar que las personas seguimos la misma clasificación. Y, como veremos, esto no es así.

¿De dónde viene nuestra ideología política?

Igual que pasaba con la inteligencia, nuestra ideología política no se ve plasmada como una zona concreta de nuestro cerebro más activa. Nuestras preferencias políticas, si bien también dependen de las características cerebrales, el impacto de estas son negligibles si las comparamos con los factores realmente determinantes.

Es decir, aunque los estudios demuestran que puede haber relaciones entre determinados genes y la tendencia a adoptar una posturas ideológicas concretas, la importancia de las ideas que recibimos de los padres, el entorno social en el que vivimos, los sucesos que experimentos en nuestra vida, las condiciones laborales en las que nos encontremos… Todos estos y muchos otros factores contribuyen más a determinar cuál es el partido que queremos votar que nuestros genes

Y decimos “cuál es el partido que queremos votar”, pero no nuestra ideología política. El hecho de que tantos condicionantes, desde nuestra genética hasta el entorno en el que crecemos, intervengan en el desarrollo de nuestra postura política hace que haya muchos matices. Es decir, “ser de izquierdas” o “ser de derechas” no existe como tal.

Si bien hay personas que adoptan posturas propias de la izquierda (o de la derecha) con más efusión, lo cierto es que normalmente nuestra ideología política está en un espectro. Dicho de otra manera: claro que hay gente que tiene una postura liberal (o conservadora) en todos los aspectos de la sociedad y que, por lo tanto, pueden autodenominarse “de izquierdas” (o “de derechas”), pero, dada la complejidad en el desarrollo de nuestra ideología, lo más frecuente es que las personas no estemos encasilladas en una postura concreta.

Es decir, una persona que vota a partidos de izquierdas porque son los que, en general, más se adaptan a su manera de pensar y entender el mundo, es posible que en cuanto a lo económico, esta misma persona tenga una postura más conservadora.

Del mismo modo, una persona que vota a partidos de derechas porque son los que mejor se adaptan a él, es posible que tenga mentalidades más liberales en lo que se refiere a inmigración, por ejemplo.

En resumen, el desarrollo de la ideología política es un aspecto de la personalidad en la que intervienen muchos factores, desde nuestras propias características cerebrales hasta el impacto que tiene la familia en nuestra forma de pensar. Esto hace que tengamos muchas ideologías distintas pero que, a la hora de votar, debamos decantarnos por un partido u otro.

Es decir, lo que son “de izquierdas” o “de derechas” son los partidos políticos. Las personas tenemos una personalidad muy compleja y unos valores morales y éticos determinados que serán representados en mayor o menor medida por estos partidos, pero en nuestro interior no hay un “botón” de izquierdas y otro de derechas.

Entonces, ¿la inteligencia va ligada a la ideología política?

Como hemos visto, el desarrollo tanto de la inteligencia como de la ideología política es un proceso muy complejo en el que, si bien nuestra dotación genética influye (especialmente en el caso de la inteligencia), el impacto del entorno es mucho mayor.

Es decir, lo que vivimos, las ideas que nos transmite nuestra familia, los círculos de amistades, la educación que recibimos, la clase social a la que pertenecemos… Todo esto moldea tanto nuestra inteligencia como nuestra ideología política.

Por lo tanto, al estar ambas influenciadas en mayor medida por factores externos, es muy difícil establecer una relación directa entre ambas. Constatar que las personas de una ideología concreta son más inteligentes que otras es un error por distintos motivos.

En primer lugar, porque ya hemos visto que la inteligencia es el conjunto de muchas aptitudes distintas, por lo que la premisa de separar entre “más inteligentes” y “menos inteligentes” es errónea. En segundo lugar, porque no es correcto encasillar a todas las personas en una postura política u otra. Y, por último, porque la ideología viene más determinada por lo que recibimos del exterior que por nuestros genes, por lo que difícilmente habrá una relación.

Tanto la inteligencia como la ideología política son aspectos de la personalidad muy complejos. Ni la inteligencia depende de la ideología política ni viceversa. Cada persona tendrá unas dotes intelectuales concretas y unas posturas ideológicas determinadas, pero ninguna de ellas es causa o consecuencia de la otra.

Referencias bibliográficas

  • Deary, I.J., Spinath, F.M., Bates, T.C. (2006) “Genetics of intelligence”. European Journal of Human Genetics.
  • Hatemi, P.K., McDermott, R. (2012) “The genetics of politics: discovery, challenges, and progress”. Trends in Genetics.
  • Kemmelmeier, M. (2008) “Is there a relationship between political orientation and cognitive ability? A test of three hypotheses in two studies”. Personality and Individual Differences.
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