Teoría de la Mente: ¿qué es y cómo nos ayuda?

El cerebro es, básicamente, una máquina predictiva encaminada a reducir la incertidumbre del entorno. Continuamente trata de realizar predicciones sobre las conductas, los pensamientos o intenciones de quienes nos rodean. En este sentido, una de las cualidades que nos permite establecer relaciones sociales satisfactorias con los demás es la que se conoce como Teoría de la Mente (ToM), mentalización, psicología intuitiva o cognición social.

Esta curiosa capacidad nos permite ser conscientes de las diferencias existentes entre nuestro propio punto de vista y el de los demás. Cuando un individuo desarrolla adecuadamente esta habilidad, esto le permite atribuir ideas, deseos o creencias a los otros, en lugar de asumir que ellos tienen los mismos contenidos mentales que él. Aunque puede parecer un concepto algo abstracto, lo cierto es que es un aspecto esencial en nuestro proceso de socialización, que condiciona profundamente nuestra manera de funcionar en las relaciones interpersonales.

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El nacimiento de la Teoría

En la vida cotidiana nos enfrentamos a infinidad de situaciones en las que es necesario poner en marcha esta capacidad de mentalización. Lo cierto es que en el mundo social la gran parte de la información no se expresa de manera directa, sino que hay que saber leer entre líneas. Por ejemplo, si un niño llora y se toca la pierna en el patio del colegio podemos figurarnos que llora porque se ha caído aunque no hayamos visto su caída. Aunque esta asunción pueda parecer evidente, lo cierto es que esta se deriva de un proceso cognitivo complejo que tenemos muy automatizado.

El término teoría de la mente fue utilizado por primera vez por los investigadores David Premack y Guy Woodruff en 1978, cuando realizaban una serie de experimentos con una chimpancé llamada Sarah. A la primate se le mostraron unos vídeos en los que aparecía un humano que debía resolver distintos problemas relacionados con alcanzar objetos difícilmente accesibles.

Al animal se le presentaba una tarjeta con las dos posibles soluciones para cada problema, y sorprendentemente la mayoría de veces elegía la opción correcta. A raíz de esta investigación, se concluyó que Sarah era capaz de atribuir estados mentales al humano del vídeo, poniéndose en su lugar para determinar qué solución se ajustaba más a cada caso. En este artículo vamos a comentar qué es la teoría de la mente, cómo se desarrolla esta capacidad y qué sucede cuando esta no se adquiere.

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¿Qué es la teoría de la mente (ToM)?

La ToM se define como la habilidad de inferir determinados estados mentales, como pensamientos, intenciones o deseos, en otra persona. De esta manera, podemos emplear dicha información para predecir e interpretar el comportamiento de los demás y regular nuestra propia conducta.

Como seres sociales que somos, esta capacidad resulta esencial para poder establecer relaciones sociales adecuadas y ajustarnos al entorno en el que nos desenvolvemos. La ToM nos permite comprender el por qué de la conducta de los otros, sus intenciones o estado emocional. Sin esta habilidad, no sería posible adoptar un comportamiento socialmente ajustado, pues cada individuo se encontraría en una especie de burbuja que impediría conectar con los estados mentales de los demás.

Así, la ToM está estrechamente vinculada con la empatía, ya que gracias a ella podemos hacernos una idea de cómo se siente el otro, anticipar qué puede suceder acorde a su estado emocional y reaccionar en consecuencia. En otras palabras, la teoría de la mente nos permite ir más allá de nuestros propios contenidos mentales, lo que nos permite elaborar creencias sobre lo que creen otras personas.

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Desarrollo de la teoría de la mente

Antes de llegar a desarrollar la ToM, primero será necesario que el niño logre adquirir ciertas habilidades precursoras en las edades más tempranas, que de acuerdo con los estudios realizados al respecto, correlacionan con el posterior desarrollo de la mentalización. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la imitación, la atención conjunta o la simbolización.

Estas habilidades son la base que permitirá adquirir funciones cognitivas de mayor complejidad que abrirán el camino para desarrollar la cognición social. Cualquier dificultad en alguna de estas habilidades incrementa el riesgo de que haya carencias en el ámbito de la comunicación y la ToM. Si el desarrollo avanza adecuadamente, el niño desarrollará a lo largo del tiempo habilidades de mentalización cada vez más complejas que le irán permitiendo formar interacciones sociales funcionales.

El proceso de desarrollo de la ToM sigue siempre un mismo patrón en el ser humano y, una vez que se ha adquirido dicha habilidad, es un proceso mental rápido y automatizado que no exige recursos atencionales adicionales. Habitualmente, la ToM aparece hacia los 4 años de edad. A partir de esta edad, los niños comienzan a atribuir a los demás estados mentales como deseos y creencias.

Experimento de la falsa creencia

Es posible averiguar si un niño o niña ha logrado desarrollar la ToM. Para ello, tradicionalmente se ha recurrido a lo que se conoce como test de la falsa creencia. Se trata de un ejercicio que sólo puede ser correctamente resuelto cuando se pueden distinguir los propios contenidos mentales de aquellos que tienen otras personas.

Cabe destacar que esta prueba suele ser una de las muchas que se realizan para confirmar un diagnóstico de Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), ya que precisamente las personas con autismo muestran una ToM escasamente desarrollada o nula.

Habitualmente, para la prueba un psicólogo emplea dos muñecos, con los cuales cuenta una historia al niño o niña evaluado. En primer lugar, uno de los muñecos enseña una canica y luego muestra cómo la guarda en una caja. Luego, este muñeco desaparece de la escena y aparece el segundo, que saca esa canica de la caja y la guarda en una cesta. En ese punto, se le pregunta al niño o niña lo siguiente: Cuando el primer muñeco vuelva a la habitación, ¿dónde crees que buscará la canica?

Habitualmente, los niños y niñas menores de cuatro años realizan esta tarea de forma incorrecta, pues son incapaces de separar sus contenidos mentales de los de los demás. Esto se traduce en que creen que el primer muñeco ha visto lo mismo que ellos (que la canica ha pasado de estar en la caja a ser guardada en una cesta), por lo que su respuesta es errónea. En cambio, los niños mayores de cuatro años responden generalmente bien, pues ya han logrado dejar atrás el egocentrismo natural de la primera infancia, desarrollando así la ToM.

ToM y autismo

Como venimos comentando, los niños y niñas con autismo no son capaces de resolver la tarea de la falsa creencia debido a que ToM es pobre o inexistente. La ausencia de esta habilidad se traduce en diversos problemas:

• Aparecen importantes dificultades para establecer interacciones sociales positivas y satisfactorias con los demás.
• Hay muchos problemas para crear y mantener vínculos de amistad con los iguales.
• Pueden aparecer conductas desajustadas al contexto social, ya que no se tienen en cuenta los estados mentales de los otros, lo que impide regular el propio comportamiento y predecir cómo van a actuar los demás.
• Es muy común que existan problemas para captar las bromas y el humor, el lenguaje figurado, las frases hechas, la ironía y todo lo que refiere a la faceta pragmática del lenguaje.
• A nivel cognitivo predomina la rigidez, pues solo se tienen en cuenta las propias ideas y deseos, ignorando lo que los demás quieren o esperan o lo que socialmente se considera más adecuado.
• Es posible que se incrementen los niveles de ansiedad, aislamiento o conflicto, ya que las personas con autismo se ven obligadas a vivir en un mundo que no comprenden del todo y que tampoco les comprende a ellos. Esto desencadena continuos malentendidos, enfados, o reacciones incomprensibles a ojos de los demás.
• Las carencias en materia de ToM también representan un importante obstáculo para lograr la integración escolar y laboral, ya que se dificultan notablemente las relaciones con los demás.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la teoría de la mente (ToM). Esta es una habilidad que nos permite inferir y comprender los estados mentales de otras personas, lo que nos ayuda a predecir su comportamiento y regular y ajustar la propia conducta a cada situación. La ToM está muy vinculada a la capacidad de empatizar con los demás, comprender cómo qué sienten y qué piensan y actuar en consecuencia.

Sin esta capacidad, no podríamos relacionarnos con otras personas de manera adecuada, y experimentaríamos problemas para mantener vínculos con los demás, comprender el humor, el lenguaje figurado o las metáforas y ajustar nuestro comportamiento a las distintas situaciones sociales que se nos presentan. Los niños con un desarrollo normativo suelen lograr esta habilidad alrededor de los cuatro años, aunque en aquellos que tienen un diagnóstico de autismo esta capacidad está seriamente mermada.

La ToM se puede evaluar mediante ejercicios como la tarea de la falsa creencia, que sólo puede resolverse bien si se ha superado el egocentrismo propio de la primera infancia y se comprende que los estados mentales de los demás son distintos de los propios. El proceso de desarrollo de la ToM es igual en todos los humanos y se logra siempre y cuando se hayan conseguido ciertas habilidades en los primeros años de vida que son básicas, como la imitación, la simbolización o la atención conjunta. Si la ToM se ha adquirido con éxito, esta es un proceso mental rápido y automatizado, que no requiere recursos atencionales adicionales o esfuerzos conscientes.