Los 7 tipos de empatía (y cómo trabajarlas)

La empatía es la habilidad socioemocional que nos permite ponernos en la piel de los demás, al ser capaces de analizar sus sentimientos y emociones. Veamos qué clases de empatía existen y cómo podemos potenciarlas.

Tipos empatía

Son muchas las habilidades socioemocionales que necesitamos para convivir en sociedad de forma equilibrada. A lo largo de nuestra vida, debemos trabajar distintas conductas y comportamientos a través de la experiencia y de la relación con otras personas que nos permiten interrelacionar la comunicación con la expresión de emociones y sentimientos.

La asertividad, el autocontrol, el autoconocimiento, la resiliencia, la responsabilidad, la autogestión, la compasión, el liderazgo, el pensamiento crítico, la sensibilidad cultural y, por supuesto, la empatía, una de las habilidades socioemocionales más importantes y que nos permite ser capaces de ponernos en la piel de los demás.

La empatía es uno de los pilares más importantes de la conocida como inteligencia emocional, que es la capacidad de analizar los sentimientos y emociones tanto de nosotros mismos como de los demás. Y en lo que a su faceta interpersonal se refiere, la empatía es clave, pues nos hace obrar de tal modo que los sentimientos positivos que hemos detectado en otra persona sigan siendo buenos o que los malos dejen de ser malos.

Pero, ¿todas las formas de empatía son iguales? No. Ni mucho menos. Existen diferentes clases de empatía dependiendo del enfoque que tomemos en lo que a habilidades de inteligencia emocional se refiere. Así pues, en el artículo de hoy, exploraremos los diferentes tipos de comportamientos empáticos y veremos cómo pueden trabajarse.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la habilidad socioemocional que nos permite ponernos en la piel de los demás. Se trata del pilar fundamental de la inteligencia emocional interpersonal (enfocada en otras personas), por lo que una persona empática es aquella capaz de experimentar, casi como si fueran propias, las emociones y sentimientos que otro individuo puede estar sintiendo.

Y a esta capacidad, para que podamos hablar de empatía, debemos añadir un factor más. Y este es el de obrar de tal forma que, en caso de que los sentimientos percibidos por nuestras dotes de inteligencia emocional sean buenos, estos sigan siendo buenos y, en caso de que sean malos, conseguir que la persona se sienta mejor.

En este sentido, la empatía es una forma de inteligencia emocional que no está limitada a la capacidad de reconocer y entender las emociones que está experimentando otra persona, sino que realmente somos capaces de absorber dichos sentimientos (lo que tradicionalmente conocemos como ponerse en la piel de alguien) y de modificar nuestra conducta para favorecer el estado emocional de dicha persona.

No es de extrañar, pues, que, como hemos dicho al principio, la empatía sea una de las habilidades socioemocionales más importantes. Y es que, sin duda, los comportamientos empáticos son los que nos dotan de humanidad y hacen posible una convivencia en equilibrio.

¿Qué clases de empatía existen?

Ahora que ya hemos entendido qué es, ha llegado la hora de presentar la clasificación de la empatía. Y es que estas habilidades, dependiendo de cómo se enfoquen, pueden ser de distintas clases. Veamos, pues, qué tipos de empatía existen, cómo se manifiestan y cómo podemos potenciarlos. Vamos allá.

1. Empatía cognitiva

La empatía cognitiva consiste en, de acuerdo a Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense autor de la aclamada obra Emotional Intelligence (1995), la capacidad de simplemente saber qué puede estar pensando otra persona.

No es tanto la capacidad de ponernos en la piel de los demás, pues no se focaliza en los sentimientos y emociones, sino más bien en los pensamientos. De ahí que, si bien no nos hace conectar emocional ni afectivamente con la otra persona, sí que puede ser muy útil para motivarla, negociar con ella y comprender cuáles son sus ideas acerca de un tema concreto.

Más que en la piel de otro, nos metemos en su cabeza. De ahí que se relacione con el término de cognición. Evidentemente, en este proceso hay una parte emocional, pero esta forma de empatía no se focaliza en el componente sentimental, sino intelectual. No hay, pues, una implicación tan personal como en la forma que veremos a continuación.

Empatía cognitiva

2. Empatía afectiva

La empatía afectiva o emocional consiste, ahora sí, en ser capaces de ponernos en la piel de los demás. Los sentimientos y emociones de otra persona se convierten en entes contagiosos que nosotros absorbemos y experimentamos como si fueran realmente nuestros. Sientes lo que siente otra persona a nivel emocional e incluso físico.

Cabe mencionar que esta forma de empatía no siempre es buena. Lo es si somos capaces de controlarla, pues es esencial en cualquier ámbito de nuestra vida, pero si nos sentimos sobrecogidos por estas emociones externas, se puede convertir en algo dañino para nuestra salud mental. De ahí que el autocontrol sea tan importante.

En este caso, no se focaliza en el intelecto, sino en los sentimientos, emociones y sensaciones físicas, a través de las conocidas (pero todavía misteriosas) neuronas espejo del cerebro. Y más allá de la posibilidad de que nos sobrecoja, la empatía afectiva es esencial en las relaciones interpersonales tanto en la vida privada como en el trabajo. Es absorber las emociones de los demás.

3. Empatía compasiva

La empatía compasiva es aquella que, habiendo o no el fuerte componente afectivo de la empatía emocional, nos conduce a ayudar a otras personas en caso de que detectemos que necesitan (o pueden necesitar) nuestra ayuda. Nos empuja espontáneamente a prestar ayuda a los demás, con un fuerte elemento altruista. De lo contrario, no sería empatía.

No presenta prácticamente ninguna cara negativa, pues al estar asociada a la interpretación de emociones, necesidades, intelecto y, sobre todo, acción, se basa en el altruismo para ayudar a alguien que, a través de la inteligencia emocional, hemos detectado que necesita la atención de alguien.

Al fin y al cabo, la compasión es una habilidad socioemocional que se desprende de la empatía y que consiste en que, cuando vemos a alguien sufrir, nos invade un sentimiento de tristeza que nos impulsa a remediar su dolor o a cubrir su necesidad. La empatía compasiva, pues, es aquella que nos hace tener una inclinación natural a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Empatía compasiva

4. Empatía motor

La empatía motor consiste en un proceso que nace en el subconsciente y que nos hace replicar, de forma automática, expresiones de otra persona. Es decir, no está vinculada con el procesamiento de emociones y sentimientos ajenos, sino con una tendencia a copiar las formas de comunicación no verbal o los reflejos motores de otra persona.

La definición puede parecer algo compleja, pero la realidad es mucho más sencilla. Y es que la empatía motor se observa, por ejemplo, cuando bostezamos después de ver a alguien que bosteza. No hay un componente emocional (ni siquiera intelectual), simplemente imitamos, de forma automática, ciertas expresiones faciales de otra persona, como si fuésemos un espejo.

Absorbemos expresiones físicas, no sentimientos. Como curiosidad, cabe destacar que la falta de empatía motor es uno de los primeros rasgos que se identifican en las personas con cierto grado de psicopatía.

5. Ecpatía

La ecpatía es un concepto relativamente reciente que consiste en la capacidad intrapersonal de reconocer qué sentimientos y emociones son realmente nuestros y cuáles nos han sido transferidos a través de nuestras dotes empáticas. Es decir, se basa en ser capaces de diferenciar nuestros sentimientos de los ajenos, aquellos que hemos absorbido de otras personas.

Tener esta habilidad socioemocional bien trabajada requiere de mucho autoconocimiento, pero es muy importante para que evitar que la empatía, especialmente en su vertiente afectiva o emocional, nos sobrecoja. Y es que con ella, podemos saber qué parte de lo que sentimos es nuestra y cuál nos ha sido “contagiada” a través de la inteligencia emocional.

En otras palabras, la ecpatía es una maniobra mental positiva que compensa a la empatía, especialmente si esta es excesiva. Y es que no nos hace más fríos, sino que simplemente nos da las dotes para manejar correctamente los sentimientos y emociones que se nos han inducido.

Ecpatía

6. Empatía conductual

La empatía conductual consiste en ser capaces de entender las conductas y comportamientos de otra persona, sin juzgar su forma de actuar. Es decir, analizamos las causas detrás de su comportamiento para así entender por qué una persona tiene una conducta determinada.

Esta vertiente de la empatía nos permite no prejuzgar y siempre intentar ver el trasfondo y la explicación a por qué una persona se comporta de una forma que, quizás, no nos resulta positiva pero que queda comprendida si analizamos de dónde viene y qué ha experimentado en su vida.

7. Empatía positiva / negativa

Acabamos con una diferenciación entre la empatía positiva y la negativa. La empatía positiva consiste en la capacidad de, a través de una afinidad con personas de nuestro círculo más cercano, vivir las alegrías ajenas como si fueran nuestras. Nos alegramos plenamente por los triunfos de otra persona y participamos activamente en su alegría.

En cambio, la empatía negativa consiste en, pese a ser capaces de detectar la felicidad de otra persona, no participar activamente en su alegría e incluso sentirnos mal por los éxitos de los demás. Si bien es algo normal con desconocidos o personas que directamente nos caen mal, cuidado cuando lo enfocamos a seres queridos, pues es uno de los ingredientes típicos de las relaciones tóxicas.

Empatía positiva
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