El miedo a vivir: ¿qué es y cómo abordarlo?

El miedo a vivir hace referencia al temor que muchas personas sufren ante la posibilidad de sufrir en el futuro. La aceptación de los estados internos y la focalización en el momento presente pueden ayudar a gestionarlo.

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El miedo es una emoción con muy mala fama. Sin embargo, se trata de un estado que, aunque desagradable, es altamente necesario para la supervivencia. Cuando sentimos miedo se activan nuestras alarmas, de manera que nos preparamos para afrontar un posible peligro. Aunque esta reacción es adaptativa cuando existe un riesgo real, a veces puede jugar en nuestra contra si no hay una amenaza objetiva.

Así, aunque todos hemos sufrido miedo ante situaciones o estímulos concretos, hay quienes llegan a sentir un miedo general hacia el hecho mismo de vivir. El estado de alerta se mantiene de forma constante, lo que produce un intenso bloqueo e incapacidad para avanzar y disfrutar de las experiencias. Aunque pueda parecer algo atípico, lo cierto es que el miedo a la vida es mucho más común de lo que parece. Sin embargo, las personas que lidian con este temor no suelen hablar de ello abiertamente y sufren en silencio. En este artículo hablaremos acerca del miedo a vivir y qué puede favorecer su aparición.

Qué es el miedo a vivir

El miedo a vivir hace referencia al temor que muchas personas sufren ante lo que puede suceder en el futuro. Esto suele llevar a mantenerse en una restringida zona segura, que si bien no produce felicidad, brinda una falsa sensación de seguridad. Quienes sienten este miedo se encuentran detrás de una ventana desde la cual ven la vida pasar, prefiriendo no involucrarse en ella por miedo a los riesgos que se pueden encontrar.

Así, el miedo a vivir hace que la persona viva con el piloto automático activado, desde una posición pasiva, sin capacidad para tomar decisiones ni pasar a la acción. Simplemente se queda quieta en el punto donde se encuentra. A diferencia de lo que puede parecer, el miedo a la vida es muy común. Son muchas las personas que ven el mundo y el futuro desde el temor y no desde la esperanza y la ilusión. Aunque se pueden tener metas o ganas de lograr cosas, el miedo es paralizante y hace que la persona sea incapaz de avanzar hacia sus objetivos vitales.

Lo cierto es que la vida no es perfecta. Todos atravesamos problemas y momentos difíciles, y es que vivir no es un viaje repleto de diversión. La vida es una sucesión de experiencias que a veces son buenas y otras veces malas. Esto hace que no siempre sea cómoda ni se ajuste a nuestras expectativas. Aunque, como ya adelantamos, el miedo es una emoción necesaria y útil para la supervivencia, esta puede constituir un obstáculo cuando aparece de forma muy intensa o constante y bloquea nuestra capacidad para vivir, conseguir lo que queremos y estar satisfechos con nosotros mismos.

Las personas somos peculiares frente a otros animales en este sentido, pues somos capaces de experimentar miedo no sólo ante hechos reales, sino también ante escenarios imaginados a los que nos anticipamos. Por ello, nuestros pensamientos y creencias suelen tener mucho que ver con el miedo a la vida misma. En otras palabras, lo que percibimos como un evento peligroso puede no serlo, de manera que evitamos vivir y atrevernos a nuevas experiencias por los límites que nosotros mismos nos hemos impuesto. Cuando dejamos que el miedo a la vida nos domine, corremos el riesgo de vivir por inercia, siguiendo la corriente de los demás y evitando exponernos al más mínimo riesgo.

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Miedo a la vida y evitación experiencial

Cuando hablamos de evitación experiencial hacemos referencia al fenómeno por el que una persona no acepta determinados pensamientos o experiencias que le producen sufrimiento. Vive estos eventos internos como insoportables, por lo que continuamente busca evitarlos o modificarlos. Las personas que experimentan miedo a vivir suelen mostrar una tendencia a huir del sufrimiento. El problema de esto es que la vida implica, necesariamente, momentos de dolor. Luchar contra algo incontrolable como es el malestar que a veces forma parte de la existencia sólo favorece el incremento del sufrimiento que se siente.

Por supuesto, ninguna persona en el mundo desea sufrir. Experimentar dichos eventos internos no es agradable, pero aceptarlos se hace necesario para poder vivir la vida con plenitud. Mientras que ignorar nuestros contenidos mentales desagradables incrementa el malestar, aceptarlos con naturalidad favorece nuestra resiliencia.

Aceptar es incompatible con negar lo que sentimos. Sin embargo, es fácil confundir la aceptación con la resignación, cuando en absoluto son sinónimos. Cuando nos resignamos nos hundimos, nos dejamos llevar por la corriente y perdemos el sentido de lo que queremos en nuestra vida. Sin embargo, aceptar implica abrazar lo que sentimos en lugar de pelear contra ello, siempre preservando el foco en los valores que guían nuestra vida. Cuando sentimos dolor, cuando estamos pasando un mal momento, tener claros nuestros valores personales nos ayuda a disponer de una brújula para orientarnos, para seguir viviendo aunque el dolor esté ahí.

Las personas que son capaces de poner en práctica la aceptación en sus vidas lidian mejor con la adversidad. Aceptar no hará que dejemos de tener problemas (eso es imposible), pero nos ayudará a relacionarnos mejor con nuestro mundo interno, entendiendo y observando sin juicios lo que estamos sintiendo en cada momento. Esto nos permitirá perder el miedo a la vida, porque ya no luchamos contra algo que forma parte inevitable del hecho mismo de existir.

Aceptar reduce el desgaste emocional, pues aprendemos a tolerar esas emociones y pensamientos que siempre hemos demonizado y tratado de esconder debajo de la alfombra. De la misma manera, recurrir a la aceptación nos permite experimentar la frustración de forma plena a pesar de que esta resulte incómoda. Por lo tanto, aceptar es clave para vivir la vida con plenitud, con todas sus luces y sombras.

Relacionado con el concepto de evitación experiencial se encuentra el mindfulness, una estrategia que nos puede ayudar a dirigir nuestra atención únicamente hacia el momento presente. El miedo a vivir nos hace poner la mirada siempre en el futuro, en lo malo que puede llegar. Cuando nuestra mente se concentra en el aquí y el ahora, deja de situarse en esos escenarios hipotéticos que pueden ocurrir y el miedo desaparece. Es decir, conectar con el presente es la clave para dejar de temer lo que se avecina.

Qué se puede hacer cuando existe miedo a vivir

El miedo a vivir puede ser un gran obstáculo para poder vivir plenamente. Algunas claves pueden ayudar a hacerle frente.

1. Ten metas y sueños

Cuando tenemos objetivos y sueños factibles, miramos al futuro desde una perspectiva de esperanza e ilusión. La incertidumbre del futuro no siempre tiene que verse con un cariz negativo, pues también puede esconder agradables sorpresas.

2. Arriesga

Como ya hemos comentado, el miedo a vivir se relaciona con una escasa tolerancia a la frustración. Combatir el miedo a la vida implica aprender a asumir riesgos, aceptando que tendremos épocas felices y otras más tristes. Tratar de evitar esta realidad y vivir sólo la parte positiva nos hace caer en la trampa de recluirnos en nuestra parcela conocida. Sin embargo, esta estrategia sólo nos dará una falsa sensación de seguridad que no nos ayudará a disfrutar realmente de lo que la vida nos puede ofrecer. Avanza aunque haya obstáculos, acepta el miedo que sientes y utilízalo como gasolina para tomar impulso y hacer cosas. El miedo a vivir nos lleva al estancamiento, y estar estancados significa entrar en un modo de pausa.

3. No te resignes

Como aclaramos previamente, aceptar no significa resignarse. Hay muchas cosas en la vida que no puedes controlar y te tocará aceptar las emociones que vienen. Sin embargo, también hay otras muchas cosas que sí puedes modificar para lograr que el balance general de tu vida sea más satisfactorio.

4. Acude a terapia

El miedo a la vida es una de las demandas más frecuentes en las consultas de psicología. Lo cierto es que un profesional de salud mental podrá ayudarte a comprender lo que sucede, de dónde procede ese temor a vivir, qué relación mantienes con tus eventos internos, qué pensamientos o creencias pueden estar influyendo en tu forma de afrontar la adversidad, etc. Por eso, no dudes en pedir ayuda si crees que el miedo a vivir te ha bloqueado, ya que en terapia adquirirás herramientas para manejar este temor y aprenderás a conocerte de forma más profunda.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del miedo a vivir, un fenómeno muy común que hace que muchas personas se vean incapaces de vivir sus vidas de forma plena. El miedo a vivir es muy amplio, pero parte de una incapacidad del individuo para poder aceptar sus estados internos negativos. Tratar de evitar el sufrimiento a toda costa es un gran error, pues la vida implica inevitablemente momentos dolorosos. En su lugar, lo más favorable es aprender a aceptar nuestras emociones y pensamientos desagradables, ya que al dejar de luchar contra ellos dejamos de vivir desgastados. Así, empezamos a salir de nuestra mente para vivir nuestra vida enfocados en el aquí y el ahora. Aunque algunas medidas pueden ayudar a manejar este miedo, siempre es recomendable acudir a un profesional de salud mental.

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