Validación Emocional: ¿qué es y cómo practicarla?

La validación emocional podría definirse como una práctica de aceptación profunda de las emociones de la otra persona, sin introducir juicios, consejos no pedidos ni tratar de modificar el sentir del otro en ese instante.

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A lo largo de la vida todos hemos recibido mensajes como “no llores”, “no pasa nada”, “no te pongas así” o “qué exagerado/a eres”. Lo cierto es que estas expresiones, aunque normalizadas y utilizadas desde la buena intención en muchos casos, son perjudiciales para nuestro bienestar psicológico. Ojalá fuera tan sencillo como decidir dejar de sentir una emoción concreta por el simple hecho de que nos digan que debemos hacerlo. La realidad es que no hay una varita mágica que nos permita deshacer lo que sentimos por dentro, por lo que se hace fundamental aceptar nuestros estados internos y los de los demás.

Este arte se conoce como validación emocional y es una práctica que toda persona debería implementar en su vida y sus relaciones. Los mensajes que invalidan cómo nos sentimos suelen aparecer como consecuencia de la mala prensa que tienen algunas emociones. Habitualmente, estas se califican como buenas o malas, cuando lo cierto es que todas ellas son importantes y necesarias. Sentir tristeza o rabia es tan adecuado como sentir alegría o ilusión.

Escuchar todos nuestros estados emocionales es clave, ya que cuando aparecen tratan de informarnos de lo que está pasando dentro de nosotros. Sentir tristeza nos ayuda a reflexionar y recomponernos tras un episodio doloroso, al igual que la rabia nos hace reaccionar para defendernos de posibles amenazas.

Asumir que las emociones desagradables deben ser eliminadas o reprimidas no sólo es un error, sino que perjudica enormemente nuestra salud mental. Cuando nos sentimos mal no necesitamos que nos hagan sentir culpables por ello, sino recibir comprensión, apoyo y, en definitiva, validación. En este artículo hablaremos sobre qué es la validación emocional y cómo puedes ponerla en práctica en tu vida cotidiana.

¿Qué es la validación emocional?

La validación emocional podría definirse como una práctica de aceptación profunda de las emociones de la otra persona, sin introducir juicios, consejos no pedidos ni tratar de modificar el sentir del otro en ese instante. Al validar, se otorga importancia a los estados internos del otro, considerando que estos son legítimos.

Uno de los errores más frecuentes en este sentido tiene que ver con pensar que para validar es esencial estar de acuerdo con esa persona, entender su respuesta o reaccionar de forma similar a ella ante una situación concreta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La validación se debe producir al margen de todos estos aspectos, pues se trata de aceptar que el otro pueda sentirse de cierta manera teniendo en cuenta su historia de vida y su contexto.

Cuando aplicamos la validación emocional alimentamos nuestros vínculos con otras personas, creamos un clima cálido de interacción en el que la otra persona se siente acogida y comprendida. Añadido a esto, aprender a validar a los demás también nos permite entrenar la autovalidación, de forma que aceptamos nuestras diferentes emociones desde la compasión en lugar de juzgarnos o culparnos por aquello que sentimos.

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3 claves para poner en práctica la validación emocional

Como hemos comentado al principio, vivimos en un contexto social en el que la invalidación es algo muy frecuente. Constantemente recibimos mensajes que nos dicen que nuestras emociones son incorrectas o inadecuadas. Por ello, es difícil empezar a aplicar la validación de forma natural. No obstante, aunque requiere paciencia y tiempo, vale la pena comenzar a implementar cambios en la forma que entendemos el sentir de los demás y el nuestro.

Esto nos permitirá mejorar la relación con nosotros mismos y con otras personas. Validar es un requisito para que quienes nos rodean se sientan aceptados y comprendidos genuinamente. A continuación, vamos a comentar algunas claves para mejorar nuestra habilidad para validar emociones.

1. Acompaña

Cuando otra persona está compartiendo contigo sus emociones, es esencial que te muestres presente, dedicando toda tu atención a esa persona. Mira a los ojos, muestra una postura corporal orientada hacia ella y refuerza lo que te está contando con alguna palabra o gesto. Se trata de que escuches sus palabras activamente, sin distraerte con otros asuntos, mirar el móvil o interrumpir.

Si crees que esa persona prefiere estar sola en ese momento, puedes preguntarle si desea hablar de sus emociones o si puedes hacer algo por ella, dejándole que elija si quiere tu compañía o no en ese preciso instante. Se trata de recoger todo lo que el otro nos cuenta desde una postura serena, libre de juicios o valoraciones. Evita dar consejos que no te han pedido, simplemente trata de dar toda tu comprensión y empatía.

2. Contextualiza la reacción de la otra persona

Uno de los puntos que hacen complejo el arte de validar tiene que ver con esto. Muchas veces creemos que para validar es necesario estar de acuerdo con la otra persona o ver su reacción emocional como lógica. Sin embargo, sucede que muchas veces esto no ocurre. Lo importante es que, aun no entendiendo o compartiendo la reacción del otro, la damos por válida acorde a su contexto y situación.

Aunque desde fuera se te haga difícil entender el por qué de su emoción, es recomendable que intentes comprender su sentir con preguntas o reflejos en la conversación. No obstante, el hecho de que validemos no quiere decir que digamos a la otra persona que se ha comportado bien cuando quizá no es así. Validar no implica dar la razón en todo al otro, sino entender su postura para luego valorar posibles soluciones.

3. Normaliza las emociones

Otra manera de poner en práctica la validación se relaciona con la normalización de las emociones. La otra persona puede sentir que lo que le sucede es raro o atípico, por lo que nunca está de más recordarle que todas las emociones son necesarias y que, si ha sentido una en concreto en cierto momento, es importante aceptar y escuchar qué quiere decir esa emoción.

Se trata de romper el estigma en torno a las emociones desagradables y hablar de ellas como una respuesta natural más que como una excepción a la norma. Para normalizar las emociones desagradables también debes predicar con el ejemplo. Muchas veces, nos cuesta validar las emociones del otro porque nos incomoda tanto su sufrimiento que queremos eliminarlo de un plumazo.

Así, muchas veces invalidamos para poder sentirnos bien nosotros, porque no toleramos la emoción desagradable que nos está generando la experiencia de la otra persona. Sobra decir que actuar de esta manera es inadecuado, pues estamos transmitiendo el mensaje de que los estados internos incómodos se deben reprimir a toda costa. Por lo tanto, es imposible validar bien si no estamos preparados para aceptar nuestras propias emociones desagradables.

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Qué sucede cuando se produce invalidación emocional

Como ya hemos comentado, la invalidación emocional es una constante en nuestra sociedad. Nos pasamos la vida recibiendo mensajes que minimizan o critican nuestras emociones, lo que nos hace actuar de esa manera con los demás. Cuando sentimos una emoción desagradable, la invalidación sólo favorece que nos sintamos aún peor. A lo que estamos sintiendo en ese momento se suma la culpa por estar sintiéndonos mal, ya que nos han convencido de que si experimentamos malestar estamos adoptando un comportamiento negativo o exagerado.

Asumimos que la tristeza, la culpa o la rabia son un problema y que debemos hacer lo que sea por eliminarlas, por lo que cuando aparecen se debe a un fallo dentro de nosotros más que a una respuesta natural. Las personas que crecen y se desarrollan en escenarios muy invalidantes tienden a ser etiquetadas de forma negativa como exageradas, egoístas o desagradecidas.

Esta falta de sostén emocional es altamente perjudicial para la salud mental, por lo que se incrementa el riesgo de trastornos psicológicos futuros como la ansiedad, la depresión e incluso los trastornos de la personalidad. Una persona que no es validada por quienes le rodean será incapaz, por supuesto, de poder validarse a sí misma. Ante emociones difíciles, lo esperable es que recurra a todo tipo de estrategias que le ayuden a silenciarlas, de manera que no se produce una adecuada gestión emocional.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la validación emocional, una práctica que nos permite legitimar y aceptar las emociones propias y de los demás. Generalmente, el entorno en el que vivimos suele tender a la invalidación. Comentarios como “no llores” o “qué exagerado/a eres” son muy frecuentes en los diálogos cotidianos. Si bien se hacen de manera bienintencionada, la realidad es que no son inofensivos.

Cuando crecemos en entornos que invalidan nuestro sentir, aumenta nuestro sufrimiento porque creemos que las emociones incómodas son inadecuadas o incorrectas y, si están ahí, es por nuestra culpa. En lugar de aceptar nuestros estados internos para gestionarlos bien, tratamos de reprimir y ocultar lo que sentimos porque no sabemos manejarlos en las emociones desagradables.

El arte de validar no es sencillo cuando no estamos habituados a ello, pero vale la pena tratar de implementarlo en nuestras relaciones. Cuando aprendemos a validar, mejoramos la relación con nosotros mismos y con los demás, ya que nos mostramos como personas cálidas, comprensivas y con capacidad para valorar y contextualizar los sentimientos del otro aunque no siempre se entiendan.

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