¿Cuánto tiempo podemos estar sin dormir?

Sabemos que el sueño es esencial para nuestra salud. Pero, ¿cuánto tiempo puede resistir nuestro organismo siendo privado de sueño antes de morir? Exploremos los límites del cuerpo humano.

Cuánto tiempo podemos estar sin dormir

Se estima que más del 50% de la población mundial sufre insomnio de forma transitoria con mayor o menor medida. En otra palabras, 1 de cada 2 personas no duerme bien. De hecho, la falta de sueño puede considerarse como una de las peores pandemias del mundo. Y es que el sueño es, indudablemente, salud.

Pasamos 25 años de nuestra vida durmiendo. Y el cuerpo no haría tal inversión de tiempo si dormir no fuera absolutamente necesario. Dormir, como mínimo, seis horas al día es esencial para estimular la reparación de órganos y tejidos, estimular la síntesis de músculo, potenciar la memoria, regenerar el organismo, prevenir la ansiedad y la depresión, mejorar el estado de ánimo, aumentar el rendimiento físico y mental, disminuir el cansancio, prevenir enfermedades cardíacas, reducir la presión arterial, proteger la salud ósea, estimular el sistema inmune, mejorar el funcionamiento de los riñones y un muy largo etcétera.

En este contexto, hemos oído muchas veces que, sin dormir, morimos. Y esto es totalmente cierto. La privación de sueño puede derivar en la muerte de la persona. Pero cuidado, esto no significa que estar unas noches sin pegar ojo vaya a matarnos. Y para comprender cuánto tiempo podemos estar sin dormir, debemos explorar los límites del cuerpo humano.

Y en el artículo de hoy, nuestro objetivo es precisamente este. Desentrañar todos los misterios acerca del sueño y la muerte y, repasando la historia, ver dónde están los límites. Descubrir cuánto tiempo puede estar un ser humano despierto antes de morir por falta de sueño.

¿Qué efectos tiene la privación de sueño?

Antes de entrar en profundidad a analizar cuánto podemos estar sin dormir, es importante que nos pongamos en contexto y entendamos en qué sentido nos afecta la privación de sueño. Y es que es precisamente de estas consecuencias en la salud que se deriva la realidad de que, en efecto, sin dormir podemos morir.

Evidentemente, los principales efectos de dormir mal se dan a largo plazo tras acumular mucho tiempo sin dormir del todo bien o durmiendo menos horas de las necesarias. Pero a nosotros nos interesa ver qué pasa a corto plazo cuando privamos absolutamente al cuerpo de dormir. Así que vamos allá.

Aunque depende de la persona, se estima que tras 72 horas (tres días) sin conciliar el sueño empezamos a poner en aprietos a nuestra salud. Al principio, la privación de sueño provoca no solo cansancio y enormes ganas de dormir, sino falta de concentración, pérdida de motivación y reducción de la capacidad de percepción (disminuye la actividad del sentido de la vista, del oído y del tacto). Todo esto es nuestro cuerpo avisándonos de que necesita dormir.

Posteriormente, pueden aparecer alucinaciones, pérdida de tejido cerebral, sensación de confusión, falta de energía, dificultad para generar recuerdos, desorientación espacial y temporal, mal humor, paranoia, incremento del estrés, aumento de la presión arterial, desequilibrios en los latidos del corazón, fallos a nivel inmunitario, problemas psicomotores, tristeza, daños renales, dolor articular, lagunas mentales, descoordinación, cefaleas…

Pero, ¿en qué momento estas alteraciones multisistémicas pueden provocarnos la muerte? ¿Qué día de privación de sueño es el límite? Bueno, la respuesta no está del todo clara. Hemos visto que, en ratas de laboratorio, la muerte llega a la segunda semana de vigilia, es decir, de privación del sueño, generalmente por infecciones asociadas a la debilitación del sistema inmune.

Evidentemente, los límites éticos (sin entrar en la ética de explorar estas cuestiones en animales de laboratorios) impiden realizar estos experimentos en humanos para ver cuándo se produce la muerte. Y es que a no ser que se sufra una enfermedad que comentaremos más adelante o que se sea objeto de tortura, una persona nunca llega a morir por falta de sueño. Pero en 1963, tenemos constancia de algo que podría cambiar nuestra concepción sobre todo este tema.

Privación sueño

Randy Gardner: el adolescente que estuvo despierto 264 horas seguidas

Año 1963. Randy Gardner, un adolescente estadounidense de, por aquel entonces, 17 años, lee acerca de un hombre de Honolulu, Tom Rounds, que al parecer había estado despierto durante 260 horas. El joven estudiante del instituto Alta en San Diego, California, decidió superar, simplemente por diversión dicha hazaña. Tenía que aguantar sin dormir más de 260 horas.

Randy planteó su reto como un trabajo para una feria de ciencias y, evidentemente, esto llamó la atención de muchos neurocientíficos, que vieron, en el chico, la primera oportunidad de la historia para monitorear de forma detallada la evolución de un ser humano al estar privado de sueño por completo. ¿Podría estar tanto tiempo antes de morir? ¿Quedaría con secuelas? ¿Era viable el reto?

Muchas preguntas necesitaban respuesta. Sabíamos que las personas con insomnio familiar fatal (una enfermedad que comentaremos después) mueren tras 3-4 semanas de privación de sueño, pero no teníamos bibliografía sobre cómo afectaba, en individuos sanos, la falta total de sueño.

Por ello, cuando un día de diciembre de 1963, el cronómetro empezó a avanzar, un equipo liderado por el doctor William Dement, comenzó a monitorear sus signos vitales y a elaborar un detallado informe sobre su evolución física, metabólica, emocional y psicológica.

Tras 24 horas, el joven se sentía bajo los efectos del alcohol a pesar de no haber bebido. Pocas horas después, vieron cómo su juicio se fue deteriorando, perdiendo memoria, tomando peores decisiones y teniendo una coordinación muscular deficiente.

Posteriormente, al cuarto día, el joven mostró un mal humor que pronto fue acompañado de delirios y alucinaciones, creyendo que era un conocido jugador de fútbol americano. Todo parecía indicar que el experimento tendría que detenerse. Pero pasaron las horas y los días y, pese a estos efectos conductuales y psicológicos, la salud del chico no corría peligro. Sus constantes vitales eran estables.

Tras entre 8 y 9 días sin dormir, el joven mostró ya severa descoordinación, lagunas de memoria, dolor de ojos, dolor articular, incapacidad para concentrarse, dificultades para hablar, cefalea, irritabilidad… Aunque como narra el propio doctor, al décimo día, Randy le ganó en una partida de Pinball.

Llegamos al día 11 sin dormir. Gardner seguía con unas constantes vitales estables y las alucinaciones persistían, aunque eran menos intensas. Finalmente, tras superar el récord anterior y llegar a las 264 horas sin dormir, el joven se fue a la cama. Despertó 15 horas después y, por sorpresa de los médicos, no mostró ninguna secuela de daño físico o psíquico. Tras 11 días sin dormir, fue suficiente una noche de sueño reparador para no dejar ni rastro de lo que se consideraba casi un suicidio.

Aunque el caso de Gardner y otros experimentos similares no ofrecen una respuesta reveladora a la pregunta de cuánto tiempo podemos estar sin dormir, lo que sí desvelan es que es muy difícil morir por falta de sueño. No tenemos registrado ni un solo caso de persona que, sin una patología previa como la que ahora comentaremos, haya llegado a morir por privación de sueño.

Randy Gardner
Randy Gardner durante el experimento.

¿Podemos morir por no dormir? El caso del insomnio familiar letal

Randy Gardner estuvo 11 días sin dormir y muchas otras personas, pese a que no haya registros tan oficiales, se han acercado e incluso parecen haber superado las 264 horas de privación de sueño. Y siempre, pese a que a las 72 horas sin dormir puedan aparecer síntomas que incitan a la alarma, todos ellos se recuperaron sin secuelas tras pasar una buena noche de sueño.

Entonces, ¿se puede morir por falta de sueño? Técnicamente, sí. Pero no sabemos cuándo sucede esto (evidentemente, tras más de 11 días) y, además, a no ser que la persona sea torturada, el cuerpo siempre acaba por hacer que la persona quede dormida antes de que la misma pueda morir.

Aun así, hay una excepción. Estamos hablando del insomnio familiar letal, una extrañísima enfermedad genética que padecen solo 40 familias en todo el mundo. Debido a un error genético, unas proteínas normales del sistema nervioso alteran su estructura terciaria y se convierten en priones, unas proteínas defectuosas insolubles que se acumulan y provocan la muerte del tejido nervioso.

Una de las zonas del cerebro que se ve afectada por los priones es el tálamo, el cual tiene funciones muy importantes que incluyen el control del sueño. Por ello, la persona experimenta insomnio como síntoma principal, al cual se añaden después muchos otros signos clínicos asociados a los enormes daños neurológicos.

La incapacidad total para dormir es frecuente en el final del curso de la enfermedad, momento en el que surgen alucinaciones, delirios, movimientos musculares involuntarios, pérdida de peso, demencia… La persona, tras los primeros síntomas, tiene una esperanza de vida de entre 6 y 48 meses.

Cuando llega la privación total del sueño, se estima que a la persona le quedan entre 2 y 4 semanas de vida. Aun así, seguimos sin tener claro si la muerte llega por la propia falta de sueño o por los otros daños neurológicos. En otras palabras, no sabemos si el insomnio extremo es la causa de la muerte en sí misma o si este es un síntoma más de la pérdida de tejido cerebral, que sería la verdadera causa de muerte.

Entonces, ¿podemos morir por no dormir? Técnicamente, sí. Pero no sabemos todavía los límites del cuerpo humano. Personas como Randy han conseguido estar más de 11 días sin dormir ni un solo minuto e incluso enfermedades como el insomnio familiar fatal no parecen tener, en la propia privación de sueño, la causa de la muerte del paciente.

Lo que está claro es que las historias que hablan de que en pocos días sin dormir podemos morir no son más que leyendas urbanas. El cuerpo humano es capaz de pasar muchos días sin dormir sin tener secuelas a corto, medio ni largo plazo. Por desgracia o por suerte, todavía no podemos dar respuesta a cuánto tiempo podemos estar sin dormir. Ahora bien, si quieres preservar tu salud, duerme las horas necesarias cada día. No todos somos Randy.

Insomnio familiar fatal
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