¿Existe el suicidio en animales? 5 ejemplos

Los animales llevan a cabo ciertas conductas que podrían considerarse suicidas. Sin embargo, se ha debatido el hecho de que el suicidio animal tenga la misma naturaleza que aquel cometido por las personas.

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El suicidio constituye una causa de muerte no natural mucho más frecuente de lo que puede parecer. En muchas ocasiones, este queda oculto debido al estigma y la vergüenza que gira en torno a la conducta suicida. Sin embargo, son muchas las personas que experimentan un sufrimiento emocional de tal calibre que son incapaces de encontrar paz en otro lugar que no sea su muerte.

No cabe duda de que el suicidio es una tendencia opuesta a nuestro instinto natural de supervivencia. Por ello, desde la antigüedad ha existido un gran interés por averiguar qué puede llevar a un ser humano a ejecutar esta conducta totalmente autodestructiva. En los últimos años, el ámbito de la psicología ha sido muy fructífero, permitiendo conocer cada vez mejor qué factores pueden incrementar el riesgo de que un individuo atente contra su propia vida. Sin embargo, algo que aún se debate es si el suicidio es algo exclusivo de los humanos o, por el contrario, también sucede en el reino animal.

A lo largo de la historia, se han registrado diversos casos de animales que, en cierta forma, provocaron su propia muerte. Lo que no queda claro es si podemos hablar o no de un suicidio con todas las letras. El suicidio es un acto intencional que tiene como fin la propia muerte, ya que esta permite cesar un sufrimiento vital que se hace insoportable.

En otras palabras, suicidarse es una acción que requiere voluntad, y por ello debemos tener claro el concepto de muerte, saber que podemos morir y cómo conseguir que esto suceda. Hay un sentido del “yo”, una conciencia de que se existe en el mundo. Sin embargo, este nivel de pensamiento tan complejo no parece existir en los animales, por lo que no hay evidencias de que la conducta suicida sea igual a la observada en las personas.

¿Los animales realmente se suicidan?

Aunque el término suicidio se ha empleado en el estudio del comportamiento animal, lo cierto es que la connotación de esta palabra no es exactamente igual a la que se emplea en el caso de los humanos. Como ya adelantamos, suicidarse requiere tener consciencia, voluntad, moralidad y un sentido claro del “yo” en el mundo. Sin embargo, en el mundo animal el suicidio parece tener una función puramente adaptativa y ligada a la supervivencia de la especie.

A veces, la muerte de un ser vivo puede ser lo mejor para el beneficio de toda su comunidad. Por ello, podríamos decir que el suicidio animal existe, pero este se encuentra alejado de las cuestiones filosóficas y existenciales que impulsan al ser humano a quitarse la vida. Sin embargo, el uso de un mismo término para mencionar dos fenómenos de naturaleza distinta ha generado mucha confusión. Esto ha favorecido que se produzcan interpretaciones erróneas de algunos comportamientos animales, que han sido considerados suicidios cuando realmente no lo son.

Ejemplos de conducta suicida en el reino animal

Ahora que ya hemos determinado cómo conceptualizar el suicidio en el caso de los animales, vamos a comentar algunas situaciones en las que se produce este tipo de comportamiento en la naturaleza.

1. Depresión y duelo animal

Sí, como lees. Los animales también pueden llegar a deprimirse. De la misma manera, pueden atravesar un proceso de duelo cuando otro animal o su dueño fallecen. Esto puede desencadenar comportamientos autodestructivos y patológicos que pueden llegar a causar la muerte. Uno de los casos más sonados se produjo en 1845, cuando en Londres un perro Terranova comenzó a lanzarse al agua intentando hundirse.

A pesar de que se le sacaba una y otra vez, volvía a hacerlo de nuevo. Finalmente, sumergió su cabeza bajo el agua hasta fallecer. Otros casos similares se han registrado, como el caso de un pato que también se ahogó a sí mismo después de fallecer su compañero. En Escocia, muchos perros también llegaron a provocarse la muerte en el puente Overtoun. Los canes son especialmente sensibles a la muerte cuando se encuentran en un hogar con un dueño que les brinda cariño y cuidados. Así, es frecuente que cuando el humano muere el perro se muestre desganado y rechace ingerir alimento, lo que puede llegar a provocar su fallecimiento.

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2. Suicidio desde los acantilados

Se han observado muchos suicidios de animales desde lo alto de los acantilados. Vacas, toros y ovejas en manada, pero también algún animal aislado que buscaba huir de sus depredadores. En general, parece que las hembras son más proclives que los machos a este tipo de comportamientos. De la misma manera, es más común en los vertebrados que en los invertebrados.

El caso más conocido de suicidio desde los acantilados es el de los lemmings, un tipo de roedor. Generalmente, esta conducta no sucede de una forma realmente voluntaria, sino porque los animales son incapaces de sortear las barreras geográficas que se interponen en su proceso migratorio. Esto hace ver como si realmente se estuvieran lanzando por propia voluntad al vacío.

3. Autodestrucción

Algunas especies, como las hormigas o las termitas, pueden llevar a cabo un proceso conocido como autotisis. Esta consiste en un suicidio altruista por el que un animal se destruye a sí mismo mediante la rutura o explosión interna de uno de sus órganos. En general, esta se lleva a cabo con la finalidad de defender la colonia, ya que al morir de esta forma logran liberar una secreción pegajosa con efecto defensivo.

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4. Suicidio inducido por parásitos y bacterias

Algunos parásitos pueden hacer que sus anfitriones lleven a cabo una conducta suicida. Un ejemplo es el Phylum Acanthocephala, un gusano que es capaz de dirigir a su organismo anfitrión a un depredador, con el fin de que este sea comido por él, que pasará a ser su nuevo anfitrión. Otro caso es el de los gusanos Spinochordodes tellinii, que se desarrollan en los saltamontes y grillos. Son capaces de hacerles saltar al agua, lo que hace que mueran y el gusano pueda seguir reproduciéndose en el medio acuático.

El grupo de patógenos Salmonella también es capaz de activar una tendencia suicida para acabar con sus bacterias rivales, activando una respuesta inmunitaria. Otro parásito destacable es el Acyrthosiphon Pisum, que si se ve amenazado por un coccinélido puede explotar y así proteger a otros de su misma especie, llegando a matar al depredador.

Por otro lado, la infección por Toxoplasma Gondii puede alterar la conducta de los ratones, que ven incrementado su riesgo de ser depredados por gatos. Esto se debe a que la infección lleva a los roedores a reducir su aversión instintiva a los olores del gato. De esta manera, no evitan zonas marcadas con orina u olor corporal del animal. Así, aunque técnicamente no se trata de un suicidio “consciente”, la enfermedad favorece que los roedores pierdan su intinto de supervivencia y se dirijan hacia el depredador.

5. Suicidio por apareamiento

Como venimos comentando, el suicidio animal se produce muchas veces por el bien colectivo de una especie. Es decir, la muerte de un ejemplar supone una ventaja que contribuye, paradójicamente, a la supervivencia. Por eso, algunos animales pueden llegar a cometer suicidio con la finalidad de reproducirse. Aunque suene contradictorio, para algunos animales la reproducción suicida es algo habitual. Si bien en mamíferos esta no suele observarse, es común en especies como el salmón, las ranas, los lagartos, algunos insectos y plantas.

Esto se debe a que los machos dedican todos sus recursos y energía para el apareamiento, ya que dicho esfuerzo ayuda a su esperma y sus genes. En este tipo de especies, el período de apareamiento es muy breve, por lo que existe una feroz competencia por aparearse con las hembras. Así, la reproducción se lleva al extremo, lo que hace que los machos mueran debido a los niveles de estrés tan elevados que sufren. Así, su sistema inmune entra en colapso y se produce una muerte por hemorragia, infecciones, etc.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del suicidio en animales. Se ha discutido mucho si esta tendencia existe realmente en la naturaleza tal y como ocurre en las personas. Lo cierto es que en las distintas especies animales se han identificado ciertos comportamientos que se podrían calificar como “suicidas”, en el sentido de que atentan contra la propia vida. No obstante, se trata de comportamientos que tienen un sentido y que, paradójicamente, van orientados a la supervivencia y el bien de la especie.

Así, las conductas suicidas de los animales se diferencian de las humanas en que carecen de connotaciones existenciales, morales y filosóficas. A diferencia de lo que sucede con las personas, los animales carecen de un sentido de “yo” en el mundo, no tienen una conciencia racional de que son seres vivientes, pueden morir y provocarse la muerte para dejar de sufrir. Por ello, aunque se emplee el término suicidio para mencionar ambas realidades, estas son en el fondo muy distintas.

Existen muchos ejemplos en la naturaleza de comportamientos suicidas. A veces, la muerte de un animal es necesaria para el apareamiento o la seguridad de su comunidad. En otros casos, morir puede estar ligado con la depresión o el duelo, algo que sucede en animales domésticos como los perros. En algunos casos, los parásitos son capaces de guiar al organismo que han invadido hacia una muerte segura, pues esta les permite invadir nuevos organismos y perpetuar su supervivencia.

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