¿Qué es la carga viral? Definición y riesgos asociados

La carga viral es una medida que indica la cantidad de partículas víricas en un tejido del cuerpo. De ella depende la gravedad de la enfermedad y las probabilidades de transmisión del virus.

Carga viral

A fecha que se escribe este artículo (8 de octubre de 2020), la pandemia por COVID-19 ha provocado ya un total de 36,2 millones de contagios y ya se ha superado, por desgracia, el millón de fallecidos. Sin duda, estamos ante una de las mayores alarmas sanitarias de la historia.

Evidentemente, esta pandemia ha cambiado el mundo. Y por el comprensible miedo que ha generado, hemos sentido la necesidad de aprender tanto acerca del coronavirus como sea posible. Sin embargo, ya sea por la dificultad de términos de virología o por la desinformación y bulos, no siempre ha sido sencillo.

Y, sin duda, uno de los términos que más veces hemos escuchado es el de “carga viral”. Hemos oído que esto determina la gravedad de la enfermedad y las probabilidades de que una persona lo contagie. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Solo importa en la enfermedad por coronavirus? ¿Determina realmente la sintomatología? ¿Las mascarillas la reducen? ¿Incrementa el riesgo de contagio?

En el artículo de hoy, y con el objetivo de esclarecer todas las dudas acerca de este importante concepto, analizaremos toda la verdad (y desmentiremos lo que no es cierto) detrás de la ya mediática carga viral o carga vírica.

Definamos “virus”

Antes de entrar en profundidad a analizar qué es la carga viral, es muy importante que entendamos qué es un virus, pues como es perfectamente comprensible, todavía hay confusión acerca de ello. Y no es de extrañar, pues incluso en la comunidad científica hay controversia a la hora de definirlo.

Lo que sabemos es que un virus es una partícula infectiva que se comporta siempre como patógeno. Es un parásito obligado, lo que significa que necesita infectar células de otro organismo vivo para completar su ciclo de “vida” y replicarse.

Como vemos, hemos puesto “vida” entre comillas y en ningún momento hemos definido el virus como ser vivo. Nos hemos limitado a decir que es una partícula infectiva. Y es que a diferencia de otros patógenos como las bacterias, los hongos o los parásitos, un virus no reúne todas las características necesarias para ser considerado un ser vivo.

Un virus es una estructura increíblemente sencilla (mucho más que una bacteria), cuya morfología consiste simplemente en una membrana de proteínas que recubre un material genético en el cual está codificada la información que necesita para iniciar el proceso infectivo y para replicarse. Nada más.

Virus estructura

Son tan pequeños que no pueden visualizarse ni con los microscopios ópticos más potentes, sino que se requiere de electrónicos. Pero es precisamente esta sencillez anatómica (y tamaño cientos de veces menores que una célula) lo que les ha llevado a ser, sin duda alguna, los patógenos más efectivos del mundo.

Solo hace falta ver cuáles son las enfermedades más comunes, graves y de más fácil transmisión. Todas (o casi todas) son víricas. El resfriado, la gripe, la neumonía, el SIDA, el Virus del Papiloma Humano, la gastroenteritis, la hepatitis, el sarampión, el ébola, la conjuntivitis, la varicela, el herpes, las paperas… Y, claro, el coronavirus.

Pero, ¿por qué los virus son tan diferentes al resto de patógenos? Porque por sus características, son capaces de hacer algo que marca una enorme diferencia: entrar en las células del organismo que infecta. Esto lo cambia todo.

Los virus penetran al interior de las células de su hospedador (las bacterias no lo hacen), como podemos ser los humanos, para “parasitar” la maquinaria de replicación de estas células y así generar miles de copias del virus. Por el camino, las partículas víricas dañan el metabolismo celular y provocan su muerte.

Y el sistema inmune lo tiene muy difícil para eliminar el virus precisamente por esto, pues están “escondidos” dentro de las células. Por lo tanto, si quiere combatir la enfermedad, tiene que matar a las células de nuestro propio cuerpo que tengan el virus. Además, que se escondan hace también que, si bien algunos pueden frenar su desarrollo, no haya fármacos que los puedan “matar” a los virus como sí que hacen los antibióticos con las bacterias o los antimicóticos con los hongos.

Hay que esperar a que el propio cuerpo, gracias al sistema inmunitario, los elimine. Pero, durante este tiempo, la cantidad de virus (recordemos que se van replicando) va cambiando. Al principio, aumenta. Pero conforme el sistema inmune va ganando la partida, disminuye. Y esto ya no solo determina el progreso de los síntomas de la enfermedad, sino que nos lleva de pleno a definir el término de carga viral.

¿Qué es exactamente la carga vírica?

La carga vírica o carga viral es una medida utilizada en virología, la ciencia que estudia a los virus y que analiza cómo diagnosticar, prevenir y tratar todas las enfermedades víricas. La carga viral se define como la cantidad de partículas víricas medidas en un tejido u órgano de una persona infectada (sintomática o asintomática) por un virus determinado.

En otras palabras, la carga vírica hace referencia a cuántos virus tiene una persona enferma en su cuerpo en un momento concreto. A menos partículas víricas, menor carga viral. Y a más partículas víricas, mayor carga viral. Una carga viral alta implica una mayor concentración del virus en el órgano o tejido que infecte.

Pero, ¿cómo se mide? ¿Se cuentan los virus? No. Eso sería imposible. Lo que buscamos es determinar la cantidad de material genético vírico por cada mililitro de muestra, que normalmente es sangre, pero pueden ser otros fluidos corporales. Dependerá de la enfermedad en cuestión.

Sea como sea, lo importante es que esta concentración de ADN o ARN vírico nos da una idea muy clara de cuántos virus hay en nuestro cuerpo. Estas medidas de carga viral, que se realizan especialmente mediante PCR (una técnica que permite amplificar fragmentos de material genético para que su detección sea más sencilla), pueden detectar a partir de 50 partículas víricas por mililitro de muestra.

En resumen, la carga viral indica la cantidad de partículas víricas por mililitro de muestra, lo que nos permite saber el grado en el que está infectada una persona. Si el valor es alto, significa que hay muchos virus en su cuerpo. Y si es bajo, significa que hay pocos. Y, evidentemente, la concentración de virus, especialmente al principio de la infección, es determinante para el pronóstico. Ahora lo veremos.

¿Por qué es importante medir la carga viral?

La carga viral, es decir, la cantidad de virus en un momento concreto del proceso infectivo, ha determinado siempre el progreso de cualquier enfermedad vírica. Lo que pasa es que solo en casos concretos ha tenido verdadera importancia clínica.

Tradicionalmente, la carga viral ha sido una medida importante para controlar el progreso de enfermedades como el SIDA, donde sí que era (y es) imprescindible ver cómo progresa la infección, pues hay que frenar la replicación del VIH para así impedir que se sufra la enfermedad en sí.

Además del claro ejemplo del VIH , había otras enfermedades donde interesaba conocer la cantidad de virus en un momento dado, como por ejemplo la hepatitis B y C (infecciones víricas y crónicas del hígado potencialmente graves) y las infecciones por citomegalovirus, un tipo de virus que después de entrar en el cuerpo, permanece ahí para siempre.

Carga viral VIH

Como vemos, históricamente, la medida de la carga viral ha sido importante para controlar el progreso de una infección vírica de carácter crónico, pues lo que nos interesa en ellas es que, sabiendo que el virus permanecerá ahí, al menos, no se replique más.

En este sentido, medir la carga vírica nos permite detectar rápidamente fracasos terapéuticos (que los antivirales no funcionen y no detengan la expansión del virus), sospechar de interacciones con otros medicamentos, modificar los tratamientos y prevenir complicaciones de salud derivadas de un aumento en la cantidad de partículas víricas.

Pero, claro, ha llegado el COVID-19 y lo ha cambiado todo. Por ello, por primera vez, la medida de la carga viral parece ser importante en una infección aguda, es decir, no crónica. ¿Por qué? Veámoslo.

La carga viral y el coronavirus: ¿cómo se relacionan?

Como hemos dicho, el término “carga viral” se convirtió en algo mediático ya que se empezó a hablar de su relevancia a la hora de determinar el pronóstico de la enfermedad por coronavirus. Y lo cierto es que la carga vírica siempre ha sido importante en el progreso de cualquier enfermedad vírica.

Es lógico que, cuanto mayor sea la cantidad de virus en un momento dado, mayores serán los daños. Si hay más virus, significa que hay más células infectadas y, por lo tanto, muriendo. Ahora bien, en el caso del COVID-19, esto ha sido muy importante para establecer las medidas necesarias para evitar su propagación.

Es decir, dada la alarma y sabiendo que cuanto mayor sea la carga viral, mayor será la gravedad de la sintomatología, nuestro objetivo claro tiene que ser intentar que las personas se infecten (dando por hecho que anular el riesgo de contagio es imposible) con la menor carga viral posible.

Y es que el número de partículas víricas con la que una persona se infecte, determinará toda la enfermedad. Los estudios que se han hecho han demostrado que, desde el momento de la infección, la carga viral llega al pico después de 1-3 días de los primeros síntomas.

A partir de ahí, la carga viral se reduce y, por lo tanto, la sintomatología, en principio ya no debería ir a más. Ahora bien, es un tremendo error pensar (como han insinuado algunos medios de comunicación) que lo único que determina la gravedad de la enfermedad es la carga vírica al inicio de la infección.

En absoluto. La carga viral inicial es un factor importante, claro, pues si partimos de un número más alto de virus, por simples matemáticas se alcanzará un número más alto de partículas víricas. Pero hay muchos más, desde factores genéticos hasta de estilo de vida, incluido la presencia o no de otras enfermedades.

Por lo tanto, la carga viral inicial determina, en parte, la gravedad, pero lo más importante es el estado inmune de la persona. Evidentemente, si se inhalan muchos virus, será más probable que el sistema inmunitario se vea desbordado y no pueda impedir que de la exposición se pase a la infección. Pero más allá de esto, la carga viral no determina por sí sola si la enfermedad tendrá un cuadro clínico leve o grave.

Además, hay otra cosa a comentar. Y es que se ha oído mucho que las mascarillas reducen la carga viral. Y esto no es exactamente cierto. La carga viral, como hemos visto, mide la cantidad de virus que hay en un tejido u órgano de nuestro cuerpo en un momento concreto. Las mascarillas no reducen el número de virus que hay en el organismo.

Lo que sí reduce son las probabilidades de contagio. Y es que limita el número de partículas víricas que un infectado emite al aire, por lo que el resto de personas sanas tienen menos probabilidades de infectarse y, en caso de que la infección suceda, es más probable que su carga vírica inicial sea más baja.

En resumen, el uso de mascarillas hace que las infecciones que transmitan sean de menor carga viral, por lo que se pueden esperar procesos infectivos más leves. Del mismo modo, se ha observado que los niños tienen una mayor carga viral que los adultos durante los primeros días de infección.

Pero, ¿a mayor carga viral, mayores probabilidades de que lo transmita? Claro. Cuantos más virus haya en tu interior, más partículas víricas expulsarás al aire. Por ello es importante usar la mascarilla, pues con esto se consigue tanto que sea menos probable contagiar la enfermedad como que el pronóstico en las personas infectadas sea mejor.

Los virus necesitan una cantidad mínima necesaria tanto para infectar como para ser transmisibles. Si es demasiado baja (cosa que se puede conseguir con el uso de mascarillas), entrarán tan pocas partículas que el sistema inmune las podrá eliminar antes de que provoquen la enfermedad. De igual modo, si nuestra carga viral es baja al final de la enfermedad, menos probable será que contagiemos el virus.

Mascarilla
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