Las 4 diferencias entre fármaco, medicamento y droga

Estas tres sustancias generan una serie de cambios fisiológicos en nuestro cuerpo con fines médicos y, aunque a menudo los confundamos, no hacen referencia a lo mismo.

Diferencias entre fármaco, medicamento y droga

Somos pura química. Todo lo que sucede en el interior de nuestro organismo no son más que reacciones químicas que nos llevan a quemar energía, almacenar recuerdos, mover los músculos, mantener latiendo el corazón, consumir oxígeno, filtrar la sangre…

Nuestra naturaleza biológica es, en gran parte, química. Reaccionamos a la presencia de distintas moléculas y sustancias químicas dando lugar a todos los procesos fisiológicos y mentales posibles. Como si fuéramos un puzzle gigante, hay moléculas que, en cuanto están en nuestro interior, pueden encajar a la perfección y encender una serie de cambios en nuestra fisiología, tanto positivos como negativos.

En este contexto, la farmacología es la ciencia que estudia la interacción de nuestro cuerpo con distintas moléculas que proceden del exterior, tanto en lo que se refiere a efectos fisiológicos como los procesos de absorción y asimilación de los mismos.

Y en el mundo de la farmacología hay tres conceptos muy importantes que, pese a ser considerados como sinónimos, esconden algunas diferencias entre ellos. Estamos hablando de los fármacos, los medicamentos y las drogas. No son lo mismo. Y en el artículo de hoy veremos por qué.

¿Cuáles son las diferencias entre ellos?

A grandes rasgos y antes de entrar a detallar las diferencias, podemos considerar un fármaco como un simple principio activo, es decir, una molécula (de síntesis artificial u obtenida de la naturaleza) cuya composición conocemos a la perfección y que, al entrar al organismo, sabemos qué cambio genera.

Un medicamento, en cambio, es el resultado de la combinación de uno o más fármacos mezclados, además, con otras sustancias que, pese a no ser principios activos, ayudan a que el fármaco (o fármacos) cumpla con su función en el organismo.

Una droga es una mezcla de compuestos entre los que al menos uno tiene actividad farmacológica, es decir, es un fármaco o principio activo. De todos modos, la composición no está tan clara ni mucho menos regulada, por lo que sus efectos en el cuerpo son difíciles de prever y suelen provocar problemas de salud física y/o emocional.

A continuación veremos de forma más detallada qué diferencias hay entre estas tres sustancias que tradicionalmente consideramos sinónimos.

1. Finalidad de la sustancia

Como hemos dicho, un fármaco es un principio activo. Un medicamento, uno o varios principios activos mezclados con otras sustancias sin acción farmacológica pero cuyos efectos en el cuerpo se conocen a la perfección. Una droga, en cambio, es también una mezcla de un principio activo pero con sustancias no reguladas y cuyos efectos en el cuerpo son menos previsibles.

Normalmente, los fármacos y medicamentos cumplen con la misma finalidad. Y es que estas dos sustancias, pese a las diferencias, tienen fines médicos. Tanto los fármacos como los medicamentos son administrados en personas que requieren de cambios en su actividad celular, ya sea para curar una enfermedad, prevenirla o reducir su sintomatología.

En este sentido, el principio activo, que si está solo será un fármaco o si viene mezclado con otros compuestos será un medicamento, una vez fluye por nuestro cuerpo, se une a los receptores de unas células concretas y altera su fisiología. Este efecto puede ser tanto de inhibición de la actividad celular (como los betabloqueadores, que impiden una sobreexcitación del aparato cardiovascular) como de estimulación de la misma (como la morfina, que reduce la sensación de dolor).

En este sentido, la finalidad de los fármacos y los medicamentos es la misma, lo que sucede es que hay veces en las que para funcionar se necesita solo el principio activo y otras en las que hay que recurrir a otras moléculas que permitan su actividad.

La droga, en cambio, es un concepto que, pese a que los norteamericanos lo utilicen indistintamente para designar a fármacos, medicamentos y sustancias recreativas, en la mayoría del mundo tiene connotaciones muy negativas.

Y es que las drogas (a excepción de casos puntuales y siempre con aprobación de un médico) no tienen una finalidad médica. Las drogas, además de tener un componente adictivo que termina siendo destructivo para las personas que las consumen, disponen de al menos un principio activo que genera cambios en nuestra fisiología, desde la sensación de relajación hasta la alteración de la percepción sensorial.

La cocaína, el alcohol, la cafeína, la heroína, la nicotina, la marihuana… Todas estas sustancias son drogas ya que, una vez dentro de nuestro organismo, alteran nuestra fisiología sin tener una finalidad médica pero sí teniendo un principio activo y una mezcla de otras sustancias que resultan dañinas para la salud física y/o emocional.

Farmacia

2. Número de compuestos

Un fármaco tiene una sola sustancia: un principio activo. Nada más. En esta molécula ya tiene todo lo necesario para desarrollar su acción farmacológica y alterar, con fines médicos, la fisiología de las células de nuestro cuerpo. Un fármaco es un solo principio activo.

Un medicamento, en cambio, tiene otros compuestos, aunque el número exacto varía enormemente en función de qué medicamento se trate. Sea como sea, un medicamento consiste en uno (o más) fármacos, es decir, diversos principios activos que por sí solos no pueden desarrollar su acción farmacológica, sino que necesitan mezclarse con otras sustancias (conocidas como excipientes) que, si bien no desempeñan una acción farmacológica en el cuerpo, ayudan a que el principio activo pueda desarrollarla. En este sentido, un medicamento es una mezcla de uno o varios principios activos más excipientes que le permiten desarrollar su acción, ya sea facilitando la absorción del principio activo o incrementado su actividad.

Una droga tiene muchos más compuestos. Y es que además del principio activo en sí, dispone de muchas otras sustancias (a veces miles) que no pueden considerarse excipientes, pues una condición indispensable de estas moléculas de los medicamentos es que no pueden dañar nuestro cuerpo (aunque pueden desarrollar efectos secundarios). En el caso de las drogas, las sustancias que acompañan al principio activo son normalmente desconocidas y el efecto que desarrollan en nuestra mente y cuerpo es igual o más dañino que el propio principio activo.

Y no hace falta irse a drogas como la heroína o la cocaína, en el propio tabaco, una droga legal en prácticamente todo el mundo, ya vemos esta enorme cantidad de compuestos dañinos para la salud. Y es que un solo cigarrillo contiene más de 7.000 sustancias químicas distintas, de las cuales al menos 250 son tóxicas. La nicotina es el principio activo, pero lo que de verdad hace daño son todas estas moléculas que la acompañan.

3. Regulación

La regulación de los fármacos y medicamentos es, de largo, mucho más estricta que las drogas. Básicamente porque son legales, y la mayoría de drogas, no. Y las que son legales, no son penalizadas por comprometer la salud de los consumidores.

Tanto los fármacos como los medicamentos pasan por muchas fases de desarrollo en las que, primero, hay que obtener aislado el principio activo, después ver su funcionalidad in vitro (en células fuera de un organismo vivo), después pasar a modelos animales y, si todo funciona bien, cosa que es difícil, pasar a los estudios con humanos.

Solo cuando se ha demostrado su potencial médico y la inocuidad en humanos, pueden salir al mercado y ser comercializados, algo que determinan las instituciones sanitarias. Por ello decimos que los fármacos y medicamentos son las sustancias más reguladas del mundo. Más allá de posibles efectos secundarios, no dañan nuestra salud.

Las drogas en cambio, no están tan reguladas. Y ya no hablamos de las ilegales como la heroína o la cocaína, donde no se sigue ningún procedimiento ya que, al ser todo clandestino, los consumidores no saben qué están introduciendo en su cuerpo.

Pero si nos centramos en el alcohol o el tabaco, no siguen una regulación tan estricta, pues no se consideran fármacos ni medicamentos y, por lo tanto, no tiene que adherirse a estos controles. Por lo tanto, pese a que sean seguras en cuanto a calidad de la producción, pueden atentar contra nuestra salud física y mental sin ningún problema.

4. Denominación

En lo que se refiere a denominación, es decir, darle nombre a la sustancia, sí que encontramos diferencias entre fármacos y medicamentos. Y es que los fármacos, al ser principios activos, su denominación viene regulada por las instituciones científicas, que le dan un nombre oficial internacional. En otras palabras, normalmente no tienen un nombre comercial, aunque hay veces en las que las farmacéuticas sí que consiguen patentar estos principios activos.

De este modo, algunos ejemplos de fármacos (que se comercializan como tal) son la amoxicilina, la efedrina, el piroxicam, la tiamina, el aciclovir, etc. Estos y otros fármacos pueden utilizarse por sí solos o combinarse con otras moléculas para dar lugar a medicamentos.

Estos medicamentos, en cambio, aunque pueden tener también un nombre oficial internacional, lo más común es que sean vendidos bajo algún nombre comercial. Y es que las farmacéuticas toman los principios activos y desarrollan sus propios medicamentos, patentándolos y dándoles un nombre comercial.

En este sentido, ejemplos de medicamentos son la aspirina, el paracetamol, el ibuprofeno, el omeprazol, etc. Lo que más encontramos en las farmacias son medicamentos, ya sea bajo un nombre comercial (la farmacéutica no tiene la patente) o genérico (la farmacéutica no tiene la patente).

La denominación de las drogas no sigue ninguna regulación. Es más, en la calle se les suelen dar nombres inventados para huir de la ley. En cuanto a las legales, como el alcohol o el tabaco, el nombre de la droga no cambia. La marca puede ser diferente, pero sigue siendo alcohol y tabaco.

Referencias bibliográficas

  • Indrati, D., Prasetyo, H. (2011) “Legal Drugs are Good Drugs and Illegal Drugs are Bad Drugs”. Nurse Media: Journal of Nursing.
  • Morón Rodríguez, F.J., Levy Rodríguez, M. (2002) “Farmacología General”. La Habana: Editorial Ciencias Médicas.
  • Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. (2016) “Recomendaciones sobre el uso de los medicamentos”. semFYC.
  • Cañas, M., Urtasun, M.A. (2019) “Beneficios y riesgos de los medicamentos en la vida real”. FEMEBA: Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires.
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