Histamina (neurotransmisor): qué es funciones y características

La histamina es una molécula que, además de formar parte del sistema inmune, tiene un rol muy importante como neurotransmisor regulando los ciclos de sueño, controlando los niveles de estrés y consolidando la memoria.

Histamina

Cuando oímos hablar de la histamina, lo primero que quizás nos viene a la cabeza es su papel en las alergias. Y es que esta sustancia química liberada por las células del sistema inmune cuando detectan que hay alguna amenaza del exterior, fluye por el organismo provocando los típicos síntomas inflamatorios.

La inflamación de órganos y tejidos que sufrimos cuando hay una infección (o padecemos una alergia) y que se traduce en congestión o goteo nasal, estornudos, irritación de ojos, edemas, etc, es debida a la acción que tiene esta molécula cuando es liberada.

La histamina es una de las sustancias químicas que tienen un doble rol, actuando tanto de hormona como de neurotransmisor. Esto significa que, por una parte, fluye por la sangre modificando la actividad de distintos órganos y tejidos y, por otra, las neuronas la sintetizan para regular la funcionalidad del sistema nervioso.

En el artículo de hoy hablaremos de la histamina, un neurotransmisor (y hormona) con un papel muy importante en la respuesta inflamatoria pero también a la hora de regular los ciclos de sueño, consolidar la memoria, controlar los niveles de estrés, coordinar las funciones sexuales y regular la síntesis de otros neurotransmisores.

¿Qué son los neurotransmisores?

Como venimos diciendo, la histamina es un tipo de neurotransmisor, lo que significa que es una molécula con la capacidad de controlar la actividad del sistema nervioso. Pero antes de detallar exactamente qué es y qué hace debemos analizar tres conceptos: sistema nervioso, sinapsis y neurotransmisor.

El sistema nervioso es el conjunto de células de nuestro cuerpo, que reciben el nombre de neuronas, especializadas en transmitir información. Ningún otro sistema del organismo es capaz de mover mensajes. De este modo, las neuronas son las únicas estructuras del cuerpo con la capacidad de crear órdenes (en el cerebro) y hacerlas llegar a cualquier órgano y tejido.

Y es que podemos considerar el sistema nervioso como una red de telecomunicaciones en la que miles de millones de neuronas forman una “autopista” por la que circula la información, llevando mensajes tanto desde el cerebro hasta el resto del cuerpo (al corazón para que lata, a los pulmones para que respiremos, a las piernas para movernos…) como desde los órganos sensoriales hasta el cerebro.

El sistema nervioso es no solo lo que nos mantiene vivos ya que regula la actividad de los órganos vitales, sino lo que nos permite interactuar con lo que nos rodea y lo que nos hace ser quienes somos. Pero, cuando hablamos de información transmitida por las neuronas, ¿a qué nos referimos?

Nos referimos a que las neuronas son unas células con una propiedad única: son capaces de cargarse eléctricamente. Es decir, las células del sistema nervioso pueden generar electricidad. Y en este impulso eléctrico es donde está codificado el mensaje (la información) que debe llegar a un punto concreto del cuerpo.

Por lo tanto, la información viaja a lo largo y ancho del organismo en forma de señales eléctricas. Estos impulsos nerviosos tienen que pasar de una neurona a otra, pues, como hemos dicho, forman una red de miles de millones de estas.

El “problema” es que, por minúsculo que sea, hay un pequeño espacio que separa las neuronas. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo consigue la electricidad saltar de una neurona a otra? Muy sencillo: no haciéndolo. Y aquí es donde entra en juego la sinapsis, la cual permite que la electricidad no vaya pasando de una a otra neurona, sino que cada una cree de nuevo una señal eléctrica.

La sinapsis es un proceso bioquímico que consiste en lograr una comunicación entre neuronas, es decir, conseguir que una neurona le pase a la segunda neurona de la red un mensaje en el que se diga de qué manera tiene que cargarse eléctricamente, pues para que la información se mantenga intacta, el impulso eléctrico tiene que mantenerse igual a lo largo de toda la red.

Pero para enviar un mensaje siempre se necesita un mensajero. Y aquí es donde entran en juego, por fin, los neurotransmisores. Estas moléculas permiten la sinapsis ya que van diciéndole a las neuronas de la red de qué forma exacta tienen que cargarse eléctricamente.

Neurotransmisor

Cuando la primera neurona de la red porta un mensaje y lleva un impulso eléctrico concreto, empieza a sintetizar unos neurotransmisores determinados (de una naturaleza que dependerá de cómo es la señal nerviosa) y los libera al espacio que hay entre ella y la segunda neurona.

Una vez están en el exterior, esta segunda neurona de la red los absorberá y, en cuanto los tenga dentro, los “leerá”. Cuando los haya interpretado, ya sabrá perfectamente cómo tiene que activarse eléctricamente, por lo que ya estará llevando el mismo mensaje que la primera.

Esta segunda neurona sintetizará y liberará estos neurotransmisores, que serán absorbidos por la tercera. Y así sucesivamente hasta completar la red de miles de millones de neuronas, algo que, gracias a los neurotransmisores, se consigue en pocas milésimas de segundo. Y es que la información viaja a través del sistema nervioso a más de 360 km/h.

Ahora que ya sabemos qué es un neurotransmisor y que su función es la de permitir la comunicación entre neuronas, podemos pasar a analizar la naturaleza de uno de los más importantes: la histamina.

Entonces, ¿qué es la histamina?

La histamina es un tipo de neurotransmisor especial en el sentido que, además de ser producida por las neuronas del sistema nervioso central y actuar permitiendo la sinapsis, también es liberada por los glóbulos blancos, ejerciendo un importante rol como hormona en las respuestas inflamatorias.

Por lo tanto, la histamina, si bien se considera un tipo de neurotransmisor, tiene un papel doble: permitir la sinapsis neuronal y disparar las reacciones de inmunidad cuando hay una infección o, si el sistema inmune tiene fallos, provocar inflamación ante la llegada de sustancias que no representan un peligro real, es decir, cuando tenemos una alergia.

En su papel como hormona, la histamina es liberada por distintos tipos de células inmunes al torrente sanguíneo para desplazarse al lugar donde hay la sustancia extraña y empezar una respuesta inflamatoria, la cual tiene la función de superar cuanto antes la situación de ataque.

La histamina actúa en los ojos, la piel, la nariz, la garganta, los pulmones, el tracto gastrointestinal, etc, causando los síntomas inflamatorios típicos, es decir, congestión nasal, estornudos, tos, aparición de edemas, irritación en ojos y piel...

Pero lo que nos interesa hoy es su papel como neurotransmisor, es decir, la histamina que es sintetizada por las conocidas como neuronas histaminérgicas, las cuales se localizan en el hipotálamo (una estructura del encéfalo situada en la zona central de la base del cráneo) y se especializan en la síntesis de esta molécula.

Al producirse y liberarse en el sistema nervioso central, concretamente en el cerebro, la histamina tiene un papel muy importante a la hora de regular la comunicación (sinapsis) entre neuronas, lo que hace que esta molécula, además de su acción inflamatoria en su papel como hormona, sea imprescindible para regular los ciclos de sueño, consolidar la memoria, modificar los niveles de estrés, coordinar las funciones sexuales y controlar la síntesis de otros neurotransmisores, ya sea inhibiendo o incrementando su producción.

Las 5 funciones de la histamina

La histamina es uno de los 12 tipos principales de neurotransmisores, por lo que es muy importante para regular y hacer más eficientes las sinapsis neuronales. Ahora que ya hemos visto qué es y cómo actúa, podemos pasar a analizar sus funciones.

En este artículo nos centramos en su rol como neurotransmisor, por lo que, si bien es cierto que una de sus funciones principales es la de desencadenar las respuestas inflamatorias cuando fluye por la sangre, lo que más nos interesa es lo que hace a nivel del sistema nervioso. Así que veámoslo.

1. Regular los ciclos de sueño

La histamina es uno de los neurotransmisores más importantes a la hora de regular los ritmos circadianos, es decir, nuestro reloj biológico. Estas moléculas se encargan de controlar los ciclos de sueño y de vigilia, modificando la actividad de nuestro sistema nervioso central de tal modo que estemos activos y despiertos durante el día pero que nos entre el sueño cuando es de noche. Sin la histamina, no podríamos tener unos horarios de sueño fijos y saludables.

2. Consolidar la memoria

La histamina es uno de los neurotransmisores más implicados en la consolidación de la memoria, es decir, que dependiendo de las concentraciones de esta molécula, un suceso que vivimos quede almacenado en la memoria a largo plazo o caiga rápidamente en el olvido. Por lo tanto, la histamina es importante para que recordemos las cosas que hemos vivido.

3. Controlar los niveles de estrés

Nuestro estado de ánimo no es una ecuación en la que solo entra en juego la concentración de distintas moléculas como la histamina. Es algo mucho más complejo. De todos modos, lo que sí es cierto es que la histamina es uno de los neurotransmisores más importantes a la hora de regular nuestros niveles de ansiedad y estrés. Y es que, de hecho, problemas en su síntesis pueden dar lugar a trastornos de ansiedad o a que la persona conviva con demasiado estrés.

4. Regular la respuesta sexual

Si bien la histamina no está demasiado involucrada en la aparición del deseo sexual, pues esto es más propio de otros neurotransmisores como por ejemplo la serotonina, sí que es muy importante a la hora de regular la respuesta sexual que se da cuando algo nos excita sexualmente.

De hecho, hay algunas disfunciones sexuales que se asocian a problemas en la síntesis de esta molécula: la dificultad (o imposibilidad) de lograr el orgasmo puede estar debida a una falta de histamina, mientras que la eyaculación precoz puede estar vinculada a un exceso en la producción de esta sustancia química.

5. Controlar la producción de otros neurotransmisores

Ya sea inhibiendo, frenando o incrementando su producción, la histamina tiene un papel muy importante al regular la síntesis de otros neurotransmisores del sistema nervioso central. Esto hace que, al menos de forma indirecta, tenga relevancia en muchas otras funciones: regular el estado de ánimo, fomentar el bienestar emocional, potenciar la concentración, acelerar (o desacelerar) el ritmo cardíaco, controlar la temperatura corporal, regular el apetito y, en definitiva, en todo en lo que participe el sistema nervioso, que básicamente es todo.

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