Cáncer del sistema nervioso central: causas, síntomas y tratamiento

Con sus 296.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en el mundo, los tumores malignos en cerebro y médula espinal conforman el decimoctavo tipo de cáncer más frecuente.

Cáncer sistema nervioso central

Cada año se diagnostican en el mundo 18 millones de nuevos casos de cáncer. Este dato, junto al hecho de que, por desgracia, siga siendo una enfermedad sin cura y potencialmente mortal, hacen de los tumores malignos las patologías más temidas del mundo. Y no es de extrañar.

Pero de todos modos hay que tener en cuenta que, gracias a las increíbles avances en Oncología que han llegado, están llegando y llegarán, a día de hoy, “cáncer” ya no es sinónimo de “muerte”. Tal vez tiempo atrás lo era, pero actualmente, no.

El pronóstico y la supervivencia ante una enfermedad oncológica depende de muchos factores. Y en el artículo de hoy ofreceremos toda la información relevante acerca de uno de los grupos de cánceres que mayor variedad presenta en lo que a pronóstico se refiere. Los tumores malignos que se desarrollan en el cerebro o la médula espinal pueden tener un índice de supervivencia muy bueno del 92% hasta casos muy graves donde la tasa de supervivencia es de apenas el 6%.

Teniendo en cuenta esto y que estos cánceres del sistema nervioso central son, con los 296.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en todo el mundo, el decimoctavo tipo de enfermedad cancerosa más frecuente, es importante conocer sus causas, síntomas, complicaciones y opciones de tratamiento. Y esto es lo que haremos, de la mano de las más reputadas publicaciones científicas, en este artículo. Empecemos.

¿Qué es el cáncer de sistema nervioso central?

El concepto de cáncer de sistema nervioso central es un término que se utiliza para designar a aquellas enfermedades oncológicas que aparecen por el desarrollo de un tumor maligno en el encéfalo o la médula espinal, los dos integrantes de dicho sistema nervioso central.

El sistema nervioso central es la parte del sistema nervioso (el conjunto de miles de millones de neuronas que permiten la interconexión entre los órganos del cuerpo y la captación de estímulos del medio externo) encargada de recibir y procesar la información de los distintos sentidos, así como de generar respuestas en forma de impulsos nerviosos que viajarán a través del sistema nervioso periférico hasta llegar al órgano o tejido diana.

Las dos principales estructuras del sistema nervioso central son el encéfalo y la médula espinal. El encéfalo está compuesto, a su vez, por el cerebro (el órgano más voluminoso del encéfalo y el verdadero centro de mandos del organismo), el cerebelo (por debajo del cerebro y en la parte más trasera del cráneo, integra la información sensorial y las órdenes motrices generadas por el cerebro) y el tronco encefálico (regula funciones vitales y permite la conexión del encéfalo con la médula espinal).

Y, por su parte, la médula espinal, que es una prolongación del tronco encefálico que ya no se encuentra dentro del cráneo, sino que circula por la columna vertebral, transmite las señales nerviosas desde el encéfalo hasta los nervios periféricos y viceversa.

Sistema nervioso central

Como vemos, el sistema nervioso central es el conjunto de órganos de nuestro cuerpo que, trabajando de forma coordinada y estando compuestos por neuronas interconectadas, permiten tanto el procesamiento de estímulos como la generación de respuestas fisiológicas, así como de la comunicación bidireccional con el resto de nervios periféricos del cuerpo.

Y en este sentido, un cáncer de sistema nervioso central es cualquier tumor maligno que se desarrolla en alguna de las estructuras que hemos visto: cerebro, cerebelo, tronco encefálico o médula espinal. Pero, ¿qué es exactamente un tumor maligno?

Como cualquier tipo de cáncer, este desarrolla porque, a causa de mutaciones en el material de genético de células de nuestro propio cuerpo (en este caso, en las células gliales, las de las meninges, de la hipófisis, etc), estas células pierden tanto la capacidad de controlar su ritmo de división (se dividen más de lo que deberían) como su funcionalidad.

Empieza a desarrollarse, pues, una masa de células de crecimiento descontrolado que no desempeña las funciones fisiológicas propias del tejido en el que se encuentra. Si esto no pone en peligro la vida de la persona pese a estar en el sistema nervioso central, hablamos de un tumor benigno. Pero, si por el contrario, tiene riesgos para la salud e incluso para la vida, estamos ante un tumor maligno o cáncer.

En resumen, un cáncer del sistema nervioso central es una enfermedad oncológica que consiste en el desarrollo de un tumor maligno en alguna de las estructuras que componen dicho sistema, siendo el cerebro y la médula espinal los que más frecuentemente sufren estas patologías.

Cáncer médula espinal

Causas

Hay que tener en cuenta que, dentro de este grupo de patologías, la variedad de tumores malignos en el sistema nervioso central es enorme, pues no solo depende de la estructura afectada en sí, sino de las células específicas que hayan sufrido la expansión del tumor en cuestión. No podemos recogerlas todas en un artículo, pero sí dar orientaciones generales.

Tanto los tumores cerebrales como los de médula espinal tienen el problema de que sus causas, como sucede con la mayoría de tumores malignos, no están demasiado claras. Es decir, no se conoce ningún desencadenante claro que explique por qué algunas personas sufren estas patologías y otras no.

Esto hace pensar que su aparición se debe a una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales. Lo que sí sabemos es que se diagnostican unos 296.000 nuevos casos anualmente en el mundo, lo que convierte a este grupo de enfermedades oncológicas en el decimoctavo cáncer más común.

En lo que a tumores cerebrales se refiere, la incidencia se sitúa en 21,42 casos por cada 100.000 habitantes, siendo de unos 5 casos por cada 100.000 habitantes en el grupo de edad de entre 0 y 19 años y de 27,9 casos por cada 100.000 habitantes en el grupo de edad de mayores de 20 años. Aun así, estas cifras corresponden a los tumores primarios (que aparecen en el cerebro), pero sabemos perfectamente que los más comunes son los secundarios, es decir, aquellos tumores que no aparecen en el cerebro pero que llegan a él por metástasis procedente de otro órgano. Por lo tanto, la incidencia real es más difícil de conocer, pero de cualquier modo estamos ante una enfermedad relativamente rara.

En lo que a tumores de la médula espinal se refiere, estamos ante un grupo de patologías oncológicas todavía menos frecuente. Ha sido más complicado encontrar datos acerca de su incidencia, pero esta se establece en 0,74 casos por cada 100.000 habitantes, con una edad media de diagnóstico de 51 años. Estos datos combinan tanto tumores malignos como benignos, así que la incidencia de los verdaderos tumores de médula espinal sería más baja. Aun así, hay que tener en cuenta, de nuevo, que estos son tumores primarios (que aparecen en la médula espinal) y que la incidencia de los secundarios (los que llegan tras metástasis de otros tumores) es más difícil de conocer.

Las causas detrás de la aparición de tumores malignos primarios en cerebro y médula espinal, como hemos dicho, no están muy claras, pero sí que sabemos que hay algunos factores de riesgo que, si bien no son motivo directo de desarrollo del tumor, sí que aumentan estadísticamente el riesgo de padecerlos. Estamos hablando de exposición a radiación (como la radioterapia para tratar otros cánceres), antecedentes familiares de cáncer de sistema nervioso central (el factor hereditario no es una condena, pero sí que aumenta el riesgo genético) y, en el caso de los tumores en médula espinal, padecer neurofibromatosis tipo 2 (una enfermedad hereditaria) o la enfermedad de Von Hippel-Lindau (una patología multisistémica muy rara). Consulta con tu médico la posibilidad de cumplir con alguno o algunos de estos factores de riesgo.

Cáncer cerebro causas

Síntomas

Insistimos en que la naturaleza de la enfermedad depende no solo de la región del sistema nervioso central afectada, sino del tipo de células que han constituido la masa tumoral. Y esto hace, evidentemente, que las manifestaciones clínicas varíen mucho en función del paciente. Hay diferencias entre los tumores cerebrales y los de médula espinal, pero también hay que tener en cuenta que no siempre aparecen los mismos signos clínicos. Dependen de cada caso.

En primer lugar, los principales síntomas de un tumor cerebral son los siguientes. Recalcamos que no hay que esperar a experimentarlos todos. Estos signos clínicos son los que están vinculados, pero una persona puede experimentar solo unos pocos. Los síntomas de un tumor cerebral suelen consistir en:

  • Dolor de cabeza que se va haciendo más frecuente e intenso
  • Cambios en la personalidad y la conducta
  • Problemas auditivos
  • Dificultad para mantener el equilibrio
  • Náuseas y vómitos sin que haya problemas gastrointestinales
  • Visión borrosa, visión doble o pérdida de visión
  • Pérdida de sensibilidad y de movimiento en las extremidades
  • Dificultades para hablar con normalidad
  • Confusión
  • Convulsiones

Y en segundo lugar, veamos los síntomas de los tumores de médula espinal. De nuevo, recalcar que no hay que esperar a experimentarlos todos, pues una persona puede sufrir solo algunos pocos de ellos. Estos son los signos clínicos más frecuentes de los cánceres en la médula espinal:

  • Dolor en la columna vertebral
  • Debilidad muscular que empieza siendo leve y termina siendo grave
  • Pérdida de sensibilidad en extremidades
  • Pérdida de la función intestinal
  • Dolor de espalda que se extiende a otras partes del cuerpo
  • Mayor sensibilidad al frío, al calor y al dolor
  • Dificultad para caminar, siendo las caídas más comunes

Aun así, el verdadero problema es que ambos tipos de cáncer pueden derivar en complicaciones graves. Tanto por la afectación a las funciones cerebrales (cáncer en el cerebro) como por la compresión de la médula espinal (cáncer de médula espinal), estos tumores pueden poner en riesgo la vida. Dependiendo de la agresividad y localización del cáncer, estamos hablando de una mortalidad que, en algunos casos, puede llegar a ser de hasta el 80%. Por ello, es importante solicitar atención médica cuanto antes ante la experimentación de los síntomas que hemos comentado. Un diagnóstico precoz puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Tratamiento

Si, tras la experimentación de los signos clínicos anteriores acudimos al médico y este considera que hay probabilidades de que se padezca un cáncer de sistema nervioso central, empezará cuanto antes el diagnóstico. La detección consistirá en un examen neurológico (pruebas para ver cómo están nuestros reflejos y sentidos), pruebas de diagnóstico por imagen (generalmente una resonancia magnética) y, en caso de que se observe que hay algo extraño, una biopsia, es decir, extracción del tejido nervioso sospechoso para su análisis en laboratorio.

Esta biopsia y posterior examinación bajo microscopio permite determinar si la persona padece, en efecto, un cáncer en el cerebro o la médula espinal. Si, por desgracia, el diagnóstico es positivo, se iniciará de la forma más precoz posible el tratamiento.

El tratamiento predilecto es la cirugía, pero esta no puede realizarse siempre. Si el tumor maligno está localizado en un sitio concreto (no hay una gran diseminación) y está en una región del cerebro o de la médula espinal accesible (se puede acceder sin comprometer otras estructuras), la terapia consistirá en una extirpación quirúrgica del tumor. Evidentemente, se trata de una intervención muy compleja (muchas veces no puede extirparse todo el tumor) que, además, conlleva muchos riesgos potenciales. Dependiendo de su localización, la cirugía puede, por ejemplo, suponer un riesgo de perder la vista.

Tratamiento cáncer cerebral

Incluso con los enormes avances en Oncología, no todos los tumores del sistema nervioso central pueden tratarse con cirugía. Es por esta razón que, muchas veces, hay que recurrir a otros tratamientos más agresivos, siendo la quimioterapia (administración de medicamentos que matan a las células de división rápida, incluidas las cancerosas), la radioterapia (normalmente para eliminar los restos de tumores después de una cirugía de extirpación que no ha podido ser completa o cuando directamente la cirugía no es plausible), radiocirugía (se hacen incidir haces de partículas muy energéticas a una sección muy particular del sistema nervioso donde se encuentra el tumor), terapia dirigida (medicamentos que atacan a particularidades de las células cancerosas) o, lo que es más habitual, una combinación de varios.

Por desgracia, hay casos en los que el cáncer de sistema nervioso central, por su diseminación, localización, tamaño, etc, es inoperable. Y cuando lo es, siempre hay riesgo de pérdida de funcionamiento del sistema, así como probabilidades de que el tumor vuelva a aparecer o de que las intervenciones clínicas dejen secuelas.

Por ello, estamos ante un tipo de cáncer de pronóstico muy variable. Los cánceres cerebrales y de médula espinal que sean tratables (especialmente si puede realizarse cirugía) hacen que el índice de supervivencia sea de hasta el 92%, pero hay veces en las que, por la dificultad de que los tratamientos sean efectivos y por una alta agresividad del tumor, esta tasa de supervivencia es de solo el 6%. Recordemos, sin embargo, que se trata de una enfermedad con una incidencia relativamente baja.

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