¿Cómo gestionar la autoexigencia en la maternidad? En 5 consejos

El mito de la madre perfecta ha llevado a muchas mujeres a exigirse demasiado en la crianza de sus hijos. Algunas pautas pueden ayudar a reducir esta tendencia tan dañina para la salud mental.

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La maternidad es una aventura que llega sin un manual de instrucciones que indique la forma ideal de criar a los hijos. Se trata de una experiencia muy intensa a nivel emocional, que se vive de manera radicalmente diferente dependiendo de cada mujer y sus circunstancias particulares. Sin embargo, parece que existe un denominador común a la mayoría de madres del planeta: la autoexigencia.

Traer una vida al mundo implica pasar nueve meses de cambios profundos a nivel físico, hormonal, familiar y social. Por si fuera poco, son frecuentes los altibajos emocionales y la dificultad para lidiar con el cambio de rol que supone convertirse en madre de una criatura. Por supuesto, hay mujeres que gestionan el embarazo y el consecuente puerperio sin mayor dificultad. Sin embargo, son muchas las que se llegan a sentir desbordadas por las exigencias que la crianza de un recién nacido plantea.

Sobrellevar el cuidado del bebé se hace especialmente difícil cuando la mujer carece de apoyo social, se dedica exclusivamente a la maternidad o es demasiado exigente consigo misma. En la actualidad, vivimos en una sociedad enfocada en dar una buena impresión al exterior, lo que ha llevado a que muchas mujeres sientan una enorme presión por ser una especie de superheroínas capaces de ser perfectas no sólo en su faceta de madre, sino también como parejas, profesionales, etc.

¿Qué es la autoexigencia en la maternidad?

La trampa de todo esto reside en que la perfección no existe. Por tanto, aspirar a alcanzarla es una fuente segura de constante frustración. Muchas mujeres sufren enormemente durante sus primeros años en la crianza, pues viven con el continuo sentimiento de no ser válidas, capaces ni suficientes. Así, sienten culpa de manera constante y repasan una y otra vez sus errores en el día a día. Sobra decir que esto puede resultar altamente perjudicial para la salud mental de la mujer y, por consiguiente, puede empañar el disfrute de su hijo y el establecimiento de un vínculo saludable entre ambos.

A la presión social que todas las madres del mundo sienten por ser entregadas y perfectas en el cuidado de los hijos, tenemos que añadir el efecto de las hormonas durante el postparto. En esos primeros meses tras el nacimiento, la oxitocina hace un trabajo excepcional al estimular conductas maternales. El fin de este mecanismo instintivo y biológico no es otro que garantizar la supervivencia de esa criatura que acaba de llegar al mundo.

Así, el conjunto de variables biológicas y sociales a las que la mujer se encuentra expuesta contribuyen a que esta se mantenga totalmente enfocada en su bebé, aunque a veces esta dedicación se vuelve demasiado desbordante cuando las expectativas sobre la crianza son muy altas.

Si sientes que como madre estás exigiéndote más de la cuenta, es importante que sigas leyendo, pues aquí hablaremos acerca de cómo manejar esa búsqueda incansable de perfección en la maternidad.

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El mito de la maternidad perfecta

La maternidad y la crianza se encuentran, por desgracia, contaminadas de infinidad de mitos. Sin embargo, uno de los más destacados es el mito de la maternidad perfecta. Basta con ver la información de los medios para observar lo sesgada que está la figura de la madre en la sociedad. Siempre que se habla de la maternidad se piensa en una mujer entregada, perfecta no sólo en su manera de criar, sino también físicamente, pues recupera su cuerpo en cuestión de días tras haber dado a luz.

Es una madre que ha parido sin sufrimiento o malestar, que pudo dar el pecho sin mayor inconveniente y que no se ha desvelado en los primeros meses de vida de su bebé. Las redes sociales han favorecido más aún esta imagen distorsionada de lo que supone ser madre. Celebridades y famosas comparten imágenes en las que aparecen impecables, sonrientes y felices.

El problema de esta realidad filtrada reside en que las mujeres que viven su maternidad desde la normalidad, sin filtros y con imperfecciones, pueden sentirse tremendamente frustradas. Por supuesto, tener un hijo es una experiencia llena de ilusión, amor e instinto.

Sin embargo, es muy importante reconocer esa faceta menos idílica de ser madre, visibilizar que parir duele, que el cuerpo cambia y no siempre vuelve a su aspecto anterior, que no siempre es posible la lactancia, que no siempre se siente felicidad tras el nacimiento (muchas mujeres sufren depresión y otros trastornos psicológicos en su postparto) y que a veces ser madre también requiere hacer un duelo por las cosas que se van con la llegada de un bebé.

Romper este mito es clave para relajar las expectativas y estándares a los que las recién estrenadas madres se enfrentan habitualmente. Aspirar a la perfección favorece una fuerte autoexigencia en las mujeres, que supone una fuente constante de frustración y malestar con ellas mismas. Criar a un hijo debería ser una experiencia vivida desde la serenidad, el disfrute y el amor. En el momento en el que la maternidad se experimenta desde la sensación de no estar a la altura, es fácil que aparezcan problemas.

Combatir la autoexigencia en la maternidad: 5 pautas

A continuación, vamos a comentar algunas pautas esenciales que debes tener muy presente a la hora de rebajar tus niveles de autoexigencia como madre.

1. La perfección no existe, no te compares

Aunque parezca una obviedad, es crucial tener presente que la perfección es algo inalcanzable. Lo que ves en las redes sociales, las películas o los programas de televisión es algo ficticio, no ajustado a la realidad. Es fundamental que intentes no establecer comparaciones entre tu realidad como madre y la maternidad de las demás.

Esta comparativa es injusta y siempre saldrás perdiendo de ella, pues estás equiparando tu realidad (que conoces bien, con sus luces y sombras) con la de alguien que sólo está mostrando aquello que quiere que se vea, es decir, lo más positivo. Además, la maternidad es algo que se vive de forma totalmente subjetiva. Así, lo que se considera “perfecto” puede variar enormemente de unas personas a otras. En lugar de obsesionarte con estándares absurdos, vive tu maternidad desde el amor y el instinto.

2. Aprende a fluir, no puedes controlar absolutamente todo

La tendencia a la autoexigencia está estrechamente relacionada con la búsqueda de control. Muchas madres intentan controlar prácticamente todos los aspectos de su vida y la de sus hijos. Por supuesto, esta estrategia no es para nada efectiva, pues es imposible tener todo atado constantemente. Así, la búsqueda constante de control suele conducir a niveles elevados de ansiedad. En la crianza, lo más recomendable es aprender a fluir para poder empezar a disfrutar.

3. Los errores son parte del aprendizaje

Como comentábamos al inicio del artículo, no existe un manual de instrucciones que permita saber cómo debe ser la madre perfecta. Por ello, la única forma de aprender es a base de ensayo y error. Antes que madre, recuerda que eres humana.

Por ello, es natural que, especialmente si eres madre primeriza, cometas errores en el proceso. En lugar de machacarte por ellos, intenta tratarte con afecto y compasión. Cuida el lenguaje que empleas contigo misma cuando te equivocas y evita decirte cosas como “soy una mala madre” o “lo estoy haciendo fatal”. Nadie nace sabiendo todo, mucho menos si se trata de algo tan complejo como criar a un hijo.

4. Empieza a delegar

Si eres una madre especialmente autoexigente es posible que encuentres dificultad a la hora de delegar. Sin embargo, aprender a pedir ayuda y apoyarte en otras personas es crucial durante la crianza de un hijo. De esta manera, podrás tener algo de tiempo para cuidar de ti y te encontrarás más relajada y feliz.

5. Cuidado con el pensamiento dicotómico

Muchas veces la autoexigencia va de la mano de un pensamiento dicotómico, en términos de blanco o negro. Sin embargo, la mayoría de veces la cuestión no es tan polarizada como crees. Entre ser una madre perfecta y un desastre existe un término medio. Empieza analizar tu realidad desde una escala de grises, de esta manera dejarás de ver tus errores o problemas de madre como una catástrofe sin solución.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la autoexigencia en la maternidad. Muchas madres sufren cuando ven que no llegan a todo y no son esas madres perfectas que la sociedad les ha dicho que deben ser. Esto hace que la crianza se viva de manera muy angustiante, con un deseo de controlar todo constantemente y una sensación permanente de no ser suficiente.

Manejar la autoexigencia es importante, pues de lo contrario la salud mental de la madre puede verse comprometida y dificultar su vinculación con el bebé. En madres con tendencia a ser muy exigentes consigo mismas es importante rechazar la idea de la madre perfecta que a menudo se difunde en los medios de comunicación y las redes sociales.

En lugar de vivir la crianza tratando de alcanzar estándares alejados de la realidad, es preciso guiarse por la intuición. También es fundamental aprender a delegar, aceptar los errores como parte del aprendizaje y analizar los hechos desde una mirada menos polarizada.

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