7 consejos (y pautas) para ayudar a un niño a lidiar con el duelo

El duelo es un proceso difícil para todos, aunque en el caso de los niños es especialmente complejo debido a su escasa comprensión del concepto de muerte. Algunas pautas pueden ayudarles a asimilar mejor la pérdida.

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La vida está llena de momentos de luz y alegría, aunque todos en algún momento nos topamos con su parte más sombría, la que tiene que ver con el dolor y la pérdida de otras personas. Ante estas situaciones de pérdida, en todos los individuos se activa un proceso psicológico que se conoce como duelo. La pérdida de cualquier tipo siempre va a ir seguida de esta experiencia, aunque su intensidad y características van a ser variables en función de la vinculación emocional que se tenía con esa persona, la naturaleza de la pérdida e incluso la forma de ser e historia personal de cada uno.

En cualquier caso, la muerte de un ser querido constituye una de las experiencias más dolorosas que un ser humano puede experimentar. El dolor puede llegar a tornarse insoportable, pero lo cierto es que esta respuesta psicológica es natural y esperable cuando perdemos a alguien a quien estábamos muy vinculados emocionalmente. El duelo es el precio a pagar por haber querido a una persona, por lo que pelear contra el dolor o intentar anularlo no tiene sentido. Aceptar que necesitamos un tiempo para elaborar la pérdida y permitirnos estar tristes es esencial para vivir un duelo sano.

Si asimilar la muerte se hace difícil para cualquier adulto, en el caso de los niños la situación se complica aún más. Su nivel de madurez es mucho menor, por lo que no se entiende plenamente qué significa que alguien haya fallecido. Añadido a esto, los padres y demás familiares del menor suelen tener dudas acerca de cómo ayudar al pequeño, lo que muchas veces conduce a acciones desafortunadas. Por ello, en este artículo vamos a hablar acerca del duelo en la infancia y de qué manera es posible ayudar a los niños a asimilar la muerte de alguien a quien quieren.

El duelo infantil y sus etapas

Antes de nada, debemos tener presente que el proceso de duelo en la infancia se vive de manera diferente a los adultos, ya que no se entiende plenamente el concepto de muerte. A continuación, vamos a comentar la manera en la que se concibe esta idea en cada franja de edad.

1. Menores de 3 años

Los niños menores de tres años carecen de capacidad cognitiva para entender qué es la muerte. Cuando un ser querido fallece, el menor lo vivirá como un abandono, por lo que el pequeño puede manifestar indicios de inseguridad, apatía, irritabilidad y problemas de sueño y alimentación.

2. Menores de 4 a 6 años

Los menores de 4 a 6 años poseen un pensamiento de tipo concreto. En referencia a la muerte, esto les lleva a pensar que las personas muertas se encuentran simplemente dormidas. No existe suficiente desarrollo cognitivo como para entender que la persona no volverá más. Por ello, es posible que el pequeño pregunte en reiteradas ocasiones por la persona fallecida.

Algunos indicios que pueden aparecer en este momento tienen que ver con retrocesos evolutivos (volver a mojar la cama, volver a sentir ansiedad por separación, dejar de comer y vestirse solos…), pero también con episodios de berrinches. A veces, el menor también puede sentir cierta culpa por la muerte de esa persona.

3. Menores de 6 a 9 años

Los menores de esta edad ya comprenden el concepto de muerte. No obstante, la viven como algo lejano y ajeno a ellos. Por este motivo, cuando un ser querido fallece, pueden manifestar reacciones muy diversas. Así, algunos niños pueden mostrar reacciones de agresividad, mientras que otros pueden expresar una gran curiosidad acerca de la muerte e incluso manifestar nuevos miedos. Estas respuestas tienen una finalidad defensiva, pues pretenden ayudar al niño a protegerse y reducir su sufrimiento.

4. Menores a partir de 9 años

A partir de los 9 años los niños ya empiezan a entender que la muerte es un fenómeno inevitable e irreversible. No obstante, esto no significa que no sufran, pues la pérdida de un ser querido siempre es un evento altamente doloroso. Así, pueden mostrar síntomas de anhedonia, culpa, rabia, vergüenza, ansiedad, cambios de humor y alteraciones del sueño y del apetito.

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Cómo ayudar a los niños en proceso de duelo: 7 pautas

Como vemos, el duelo infantil posee una serie de particularidades en comparación con el duelo adulto. Muchas veces, los menores experimentan problemas para asimilar la pérdida no sólo por su nivel de desarrollo cognitivo, sino también porque los adultos no hablan de manera clara y natural sobre la muerte.

Con frecuencia, los padres y demás familiares tratan de “proteger” al menor, impidiendo que esté presente cuando se habla de la muerte e incluso evitando que acuda a los tradicionales rituales de despedida. El miedo a que esto pueda resultar traumático hace que el pequeño viva el fallecimiento del ser querido de manera confusa, lo que puede acarrear consecuencias negativas para su bienestar. Por ello, a continuación vamos a comentar algunas pautas que pueden ser de gran ayuda para facilitar a los niños su proceso de duelo.

1. Respeta su expresión del dolor y sus tiempos

Es necesario dejar que los niños puedan expresar su dolor tal y como lo sienten, a su ritmo y sin presiones. No castigues cuando hable acerca de sus sentimientos y su tristeza ni le digas que tiene que ser fuerte/valiente, porque esto sólo intensificará su malestar. Es esencial que el pequeño no sienta culpa por sentirse triste y que acepte con naturalidad esta emoción aunque no sea agradable.

2. No presiones para que vuelva a la normalidad

Cada niño es diferente y no todos siguen los mismos ritmos. Por ello, cuando un menor está atravesando un proceso de duelo es esencial darle tiempo para recuperarse y retomar la normalidad. No se le debe exigir que vuelva a su rutina como si nada, sino que está vuelta a lo cotidiano debe hacerse progresivamente y de forma ajustada a su estado emocional.

3. Observa las expresiones menor obvias del dolor

A diferencia de los adultos, los niños no siempre logran expresar con palabras sus emociones. Por ello, el diálogo no suele ser la mejor manera de averiguar cómo se sienten respecto al duelo. En su lugar, los pequeños suelen recurrir a estrategias más simbólicas como el juego para dar salida a sus emociones. Por ello, es recomendable que puedas analizar su manera de jugar para valorar cómo se encuentra.

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4. Tristeza en forma de brotes

Cuando un adulto atraviesa un duelo, suele mostrar una tristeza sostenida en el tiempo. Sin embargo, en el caso de los niños esto no suele suceder. En su lugar, el menor puede mostrar episodios de pena muy intensos, que se alternan con momentos de normalidad.

5. Muéstrate disponible para escuchar

Los niños necesitan saber que sus adultos de confianza están ahí para sostenerle. No se trata de que le presiones o interrogues para que hable de sus emociones, tan sólo basta con hacerle saber que si necesita hablar, estás ahí. Si no desea hablar, sencillamente respeta esta preferencia. Además, es esencial normalizar todas las emociones, de manera que pueda asimilar la tristeza, el enfado o el miedo como estados naturales dentro del proceso. Por supuesto, la escucha siempre debe ir acompañada de grandes dosis de afecto y amor que hagan sentir al menor arropado.

6. No inviertas los roles

Si tú también estás viviendo un duelo a la vez que tu hijo, es importante que no caigas en el error de invertir los papeles. Ante el sufrimiento de sus padres, muchos hijos se ven en cierta manera obligados a asumir el papel de adultos, provocando una inversión de roles en la familia. El hecho de que estés sufriendo y seas honesto con tu hijo no significa que él deba sostener toda la carga de la situación siendo un confidente o responsable de que las cosas vayan hacia adelante. Los niños son niños y deben vivir siempre acorde a su edad.

7. Eres un modelo a seguir

Cuando toda la familia está en duelo, los padres suelen optar por llorar y desahogarse a escondidas de los hijos. Temen que verles llorar sea traumático para ellos, pero nada más lejos de la realidad. Los hijos perciben siempre las emociones de sus progenitores, por lo que ocultarlas carece de sentido. El hecho de que los mayores se expresen con naturalidad es lo ideal, pues de lo contrario el pequeño puede aprender que llorar o sentir enfado son emociones malas que deben reprimirse. No obstante, siempre es recomendable evitar las sobre reacciones, pues una manifestación demasiado intensa sí puede resultar angustiante para el menor.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas pautas que pueden servir para ayudar a aquellos niños que se encuentren transitando un duelo. La muerte de un ser querido es una realidad difícil de asimilar para todos. Sin embargo, los más pequeños encuentran mayor dificultad debido a que no comprenden del todo el concepto de muerte. Añadido a esto, los adultos suelen desconocer cómo actuar con los menores en estos casos, lo que muchas veces conduce a decisiones y comportamientos que dañan aún más su bienestar emocional.

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