La culpa por la llegada del segundo hijo: ¿qué es y cómo abordarla?

La culpa es un sentimiento frecuente en las madres que deciden tener un segundo hijo. Temores y creencias irracionales pueden producir mucho sufrimiento y empañar la llegada del nuevo bebé.

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La maternidad es una experiencia que cambia por completo la vida de la mujer. La llegada de un hijo es una fuente enorme de amor e ilusión, pero también de sentimientos encontrados, miedos, dudas e incertidumbre. Por supuesto, el embarazo y la crianza se afrontan de forma diferente dependiendo de cada persona y sus circunstancias, aunque por lo general son momentos en los que hay grandes cambios emocionales, biológicos, sociales, etc.

Es posible que pienses que, una vez que has sido madre primeriza, los posibles embarazos y crianzas siguientes se hagan mucho más fáciles. Sin embargo, existe un fenómeno muy extendido entre las mujeres que deciden ser mamás por segunda vez: hablamos de la culpa por la llegada del segundo hijo.

Si no lo has vivido en primera persona puede que esto te resulte algo chocante, ¿Por qué debería una madre sentir culpa por tener otra criatura? Lo cierto es que muchas mujeres en esta situación pueden ver empañada la felicidad por su segundo embarazo debido a los temores y pensamientos irracionales que les invaden. Aparece cierta ansiedad anticipatoria por lo que puede suceder cuando ese segundo hijo nazca, especialmente por cómo su llegada va a afectar al primogénito de la familia.

En estos casos, la madre suele vivir sentimientos contradictorios. Por un lado, está deseosa de dar un hermano a su hijo, por no hablar del amor que siente hacia ese nuevo bebé. Sin embargo, también puede temer fallar a su hijo mayor, dejar de ser la madre entregada que es ahora, no llegar a todo y, en definitiva, fracasar como mamá. En este artículo vamos a hablar sobre este sentimiento de culpa que afecta a tantas madres que deciden tener un segundo hijo.

¿Qué hay detrás de la culpa?

Lo cierto es que la culpa es una emoción que puede aparecer por muchas razones. En el caso de la maternidad, hay diversos aspectos que influyen en este sentimiento que afecta a muchas mujeres.

1. El mito de la madre perfecta

Una de las variables más dañinas y relacionadas con la culpa es la enorme presión que las madres del mundo sufren por ser perfectas. En los medios y las redes sociales solemos percibir una imagen de la maternidad distorsionada, pulida y alejada de la realidad. A menudo vemos mujeres que se preservan físicamente perfectas, radiantes, felices y con bebés ideales.

Además, son madres que parecen hacerlo todo bien, que no cometen errores y son algo así como superheroínas. Por supuesto, esta falsa imagen de lo que es ser madre produce mucha frustración en las mujeres, que a menudo se marcan exigencias y estándares imposibles de cumplir. Por ello, tener un segundo hijo a veces se vive con ansiedad porque se desea alcanzar esa meta de perfección. A la dificultad que en sí misma supone tener dos hijos, hay que añadirle el peso que la culpa por no ser suficiente genera.

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2. El duelo por dejar atrás una etapa

En general, los cambios vitales siempre nos desestabilizan un poco y requieren un tiempo prudencial de adaptación. Tener otro hijo no iba a ser menos, y es que la llegada de un segundo bebé también implica dejar atrás una época importante.

Esa primera maternidad que se ha vivido queda atrás y da paso a una nueva. Dicha transición puede vivirse como una pérdida, lo que desemboca en una especie de duelo que puede suscitar culpa en la futura mamá. Este sentimiento de culpa puede hacerse especialmente duro en las mujeres que carecen de apoyo social o no son bien comprendidas por su entorno cercano.

3. ¿Y si no siento lo mismo?

Uno de los aspectos que más preocupan a las madres de un segundo bebé tiene que ver con la posibilidad de no sentir lo mismo por ese nuevo hijo. Han querido tanto a su primogénito que dudan de poder revivir lo mismo una segunda vez. Esto genera también una culpa muy intensa, pues la mujer se fustiga ante la posibilidad de no ser tan buena madre en esta segunda ocasión.

En este sentido, es importante tener en cuenta que el hecho de que dos embarazos sean distintos no significa que uno sea mejor que otro. Evidentemente, no vamos a vivir igual la llegada de cada hijo, pues con el tiempo cambiamos, evolucionamos y encajamos en circunstancias distintas el embarazo. No obstante, esto no implica que dicha vivencia vaya a ser peor.

Puede que no seamos las mismas que la primera vez, pero nuestro instinto sigue ahí. Recuerda que el amor no se divide, se multiplica. La llegada de un nuevo bebé no tiene por qué reducir el amor, sino que es una forma de amplificarlo. Piensa en todo el amor que das cada día ¿Tener pareja te impide querer a tus padres? ¿Tener amigas te impide querer a tu pareja? Con la respuesta a estas preguntas verás que muchas veces los temores resultan de pensamientos distorsionados más que de hechos objetivos.

A todo lo dicho tenemos que añadir que no todo son contras. Tener un segundo hijo quizá no se viva con tanta novedad, pero permite vivir la crianza de manera más serena y experimentada, facilitando el disfrute y reduciendo la ansiedad e incertidumbre.

4. La posible falta de tiempo

Otro temor habitual en las madres que esperan su segundo hijo tiene que ver con la posible falta de tiempo. Experimentan mucho sufrimiento ante la posibilidad de no poder estar tan enfocadas en su hijo mayor y, por ende, ser peores madres. Cuando se tiene un hijo único todo el tiempo se dedica a él y a sus necesidades. Sin embargo, cuando llega otro bebé dicho tiempo tiene que ser distribuido.

La culpa suele aparecer por miedo a hacer sentir mal al hijo mayor, generar celos y problemas en la dinámica de la familia, etc. Por supuesto, la vida del hijo mayor cambiará con el nacimiento de su hermano. Sin embargo, este cambio no tiene por qué ser necesariamente negativo. A veces, esta transición es de gran ayuda para que el primero aprenda a ayudar, compartir, lidiar con emociones que hasta entonces le eran desconocidas… Es decir, puede contribuir al desarrollo afectivo de ese hijo que hasta ahora había sido el único.

4. Los posibles sentimientos negativos del hijo mayor

En la línea del punto anterior, sucede que muchas madres automáticamente asumen que su hijo mayor sufrirá por la llegada del hermano. En estos casos, lo ideal es hablar directamente con él para saber realmente cómo se siente al respecto. Muchas veces, las madres hacen suposiciones con las que se atormentan innecesariamente.

En el caso de que el hermano mayor se sienta, efectivamente, afectado, es momento de ayudarle a gestionar esa transición de forma saludable. Validar sus emociones, dejar claro que la llegada del bebé no cambiará el amor que sus papás tienen hacia él, seguir trabajando en hacerle sentir querido e importante, resaltar los aspectos positivos de la llegada de un hermanito, etc.

¿Y si no es culpa?

Muchas mamás que están en esta tesitura asumen que lo que sienten es culpa. Sin embargo, a veces la emoción que experimentan no es exactamente esa. Los cambios hormonales pueden generar tristeza, enfado, agobio… que muchas veces se tachan como culpa cuando no es exactamente así. Si eres madre y estás en este punto, puede que el acompañamiento de una profesional de salud mental pueda ayudarte a entender y gestionar mejor tus emociones.

Si no te sientes bien psicológicamente, es importante que puedas pedir ayuda para poder disfrutar al cien por cien de tu bebé cuando nazca. Recuerda que muchos pensamientos que te atormentan son simplemente eso, pensamientos que vienen y van. No asumas que todo aquello que crees es la realidad, pues muchas veces esas ideas son resultado de variables como las que hemos comentado: presión social, los cambios hormonales, las suposiciones acerca de cómo el hijo mayor se siente, el temor al cambio, etc.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del sentimiento de culpa que muchas mamás sienten con la llegada de su segundo hijo. Es habitual que en el segundo embarazo las mujeres sientan culpa y tengan pensamientos irracionales y miedos sobre cómo afectará la llegada del bebé al hermano mayor.

En este sentido, suelen influir enormemente aspectos como la presión por ser la madre perfecta, las suposiciones acerca de cómo el hermano mayor se puede sentir, las creencias erróneas sobre los efectos de los cambios en la familia, etc. Normalmente, los temores más comunes tienen que ver con la posible falta de tiempo para llegar a todo, dejar de ser una madre igual de entregada, no sentir el mismo amor por ese nuevo bebé, etc.

Es habitual que la madre viva una especie de duelo por dejar atrás su primera maternidad, esa que vivió con tanta ilusión y emoción. Sin embargo, los cambios no tienen por qué ser siempre negativos. Tener un segundo hijo no tiene por qué vivirse con menos amor o ganas. De hecho, los segundos embarazos suelen vivirse desde un estado más experimentado y calmado, lo que puede facilitar la crianza y la asimilación de los cambios en la familia.

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