7 mitos sobre la terapia de pareja, desmentidos

Existen numerosas creencias erróneas acerca de la terapia de pareja. Lejos de ser un lugar de discusiones y juicios, consiste en un espacio donde los dos miembros de la relación reflexionan acerca de su vínculo y si es posible mejorarlo.

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El amor romántico ha sido el protagonista de obras de arte, películas, canciones y novelas. En torno a él se ha construido una narrativa que idealiza las relaciones de pareja y presenta este tipo de vínculos como la cumbre de la realización en la vida. Amar a otra persona es, por supuesto, una experiencia que nos llena de ilusión, alegría y felicidad. Sin embargo, esto no significa que las relaciones románticas consistan en un estado permanente de mariposas y perfección.

Amar a otra persona no es exactamente lo que nos han contado. Más allá del ingrediente esencial, el amor, es preciso que se cuente con grandes dosis de comunicación, empatía, respeto y capacidad para manejar los conflictos. Una relación romántica requiere que ambas partes se impliquen y comprometan para trabajar de forma conjunta siguiendo una dirección común. A veces, en el camino pueden aparecer obstáculos y crisis. Cuando surgen problemas en la relación es cuando algunas parejas empiezan a replantearse el vínculo que les une y piensan en buscar soluciones. Es en este punto donde muchas personas piensan en acudir a terapia de pareja.

Por supuesto, recurrir a un terapeuta especializado es una excelente idea si queremos abordar problemas en la pareja. Sin embargo, muchas veces existen creencias y mitos que hacen tener una idea sesgada de lo que realmente implica este tipo de terapia. Ajustar las expectativas y entender cuál es el auténtico fin de este proceso es importante para que los dos miembros de la pareja puedan participar de él adecuadamente. En este artículo trataremos de desmentir algunos de los mitos más comunes acerca de la terapia de pareja.

El mito del amor romántico

No podemos hablar de terapia de pareja sin hacer mención al llamado mito del amor romántico. En la sociedad en la que vivimos estamos habituados a recibir mensajes relacionados con el amor muy distorsionados y alejados de la realidad. Así, aceptamos que cuando estamos en pareja debemos sentir que el otro es nuestra media naranja, hasta el punto de coincidir y estar de acuerdo en absolutamente todo.

Creemos que, en el amor, hay cabida para mariposas, pero no para heridas, críticas, enfados… De igual manera, asumimos que amar tiene que ver con estar todo el tiempo con esa persona, compartiendo hobbies, actividades e intereses. Además, también nos han vendido que el amor es estático, de manera que los sentimientos y el sexo permanecen siempre igual de intensos.

Por desgracia, el mito del amor romántico es, como su propio nombre indica, sólo un mito. Es decir, sólo es una imagen distorsionada e idealizada de lo que es el amor. Por ello, nada tiene que ver con la realidad de las relaciones de pareja. Lo cierto es que las relaciones pasan por distintas fases, deben lidiar con la adversidad, no coinciden en todo y necesitan tener un espacio individual y privado ajeno a la otra persona.

Muchas veces, el hecho de asumir estas ideas como ciertas es lo que nos conduce a tener unas expectativas irreales acerca de cómo debe ser nuestra relación de pareja. Por ello, es fácil frustrarse al ver que nuestro amor no es tan ideal como nos habían prometido. Amar a una persona de manera real implica dificultades, pero también una enorme satisfacción cuando juntos se consiguen superar metas y obstáculos en sintonía. En este sentido, la terapia de pareja es ese espacio donde dos personas ponen encima de la mesa su relación y la analizan, con el fin de detectar qué está fallando y valorar qué se puede hacer al respecto.

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7 mitos sobre la terapia de pareja

Con el fin de entender un poco mejor qué es la terapia de pareja, vamos a analizar algunos mitos comunes que hay extendidos acerca de ella.

1. La terapia de pareja tiene como fin que la pareja siga unida

Muchas parejas acuden a terapia creyendo que esto les permitirá mantener su relación por encima de todo. Sin embargo, el trabajo del terapeuta no va en absoluto dirigido a este fin. Realmente, la intervención busca dar un espacio conjunto a los dos miembros que les permita conocerse mejor y abordar las áreas problemáticas de su relación.

Este lugar de reflexión y análisis les ayudará a valorar la situación y decidir de manera razonada si desean seguir juntos o no. Por esta razón, el éxito de un proceso de terapia de pareja no tiene que ver con el hecho de si ambas personas siguieron juntas o no. En realidad, hablamos de un resultado positivo cuando los dos han logrado aclarar sus ideas y valores y encontrar el camino que desean seguir, ya sea unidos o por separado.

2. El psicólogo dirá quién tiene razón

Otra creencia errónea muy frecuente es la que sostiene que el terapeuta actúa como un juez que dicta quién tiene la razón. Lo cierto es que esto es totalmente falso. De hecho, el psicólogo siempre tratará de mantenerse en una posición neutral. Su objetivo no es posicionarse, sino ayudar a que ambas personas puedan identificar las conductas que podrían mejorar en el marco de la relación.

3. No discuto con mi pareja, así que no necesitamos terapia

Muchas veces, se considera que las cosas sólo van mal en una pareja cuando hay discusiones frecuentes. Sin embargo, este no es el único indicador que señala el bienestar de los miembros.** A veces, podemos sentir que simplemente ya no es lo mismo, podemos estar apagados o aburridos sin saber especificar el por qué**. En estos casos, la terapia de pareja también puede ser de gran ayuda.

4. En terapia de pareja se discute

Muchas personas visualizan el espacio de terapia de pareja como un auténtico campo de batalla en el que sólo se discute, pero nada más lejos de la realidad. Más que un espacio para pelear por ver quién tiene la razón, la terapia va encaminada a analizar conductas inadecuadas y buscar formas de modificarlas, así como trabajar los aspectos más problemáticos.

5. Los problemas de pareja no deben compartirse con un desconocido

Otra creencia frecuente es la que sostiene que los problemas de pareja son algo íntimo que, por tanto, no deben compartirse con un tercero. Hay quienes incluso piensan que el papel del psicólogo es innecesario si se tienen amigos cercanos con quien desahogarse. Sin embargo, la realidad es que el papel del psicólogo engloba muchas más acciones además de escuchar. Lejos de ser un simple ajeno, se trata de un profesional con formación y experiencia que le capacitan para analizar la relación desde un prisma neutral.

El proceso de terapia es por ello muchas veces un camino de autoconocimiento, donde los miembros de la relación identifican conductas problemáticas que hasta la fecha se habían considerado adecuadas o simplemente habían pasado desapercibidas. Por ello, compartir los problemas con un terapeuta siempre es una buena manera de cambiar la perspectiva y enfocar los problemas de una manera distinta.

6. Ambos miembros deben empezar la terapia con la misma motivación

Por supuesto, para que la terapia de pareja brinde resultados es esencial que ambas partes se impliquen por igual. Sin embargo, al principio suele suceder que es uno de los dos el que tiene la iniciativa, de forma que el otro se deja llevar y acude con escepticismo. En estos casos, la labor del terapeuta puede lograr que la motivación se iguale, consiguiendo así que se produzca una implicación equilibrada. Por ello, el hecho de que uno no esté del todo convencido tampoco hace que la terapia sea inviable, ya que a veces las primeras sesiones ayudan a cambiar de parecer.

7. Si tenemos problemas como pareja lo mejor es darse un tiempo

Esta es una de las creencias más arraigadas en relación con la dinámica de las parejas. Muchas veces, cuando las cosas comienzan a ir mal y se transita un período de crisis, los miembros de la relación se inclinan por separarse durante un tiempo para reflexionar y pensar qué quieren hacer con su vínculo. Sin embargo, por lo general esta estrategia suele resultar contraproducente.

Al dejar de convivir y compartir la rutina, se pierden oportunidades valiosas para cambiar posibles comportamientos inadecuados. Además, cuando tomamos distancia del otro podemos ver como el vínculo se enfría e incluso pueden entrar en juego terceras personas. Por ello, si ambos miembros de la relación quieren realmente valorar qué es mejor y pensar sobre su vida como pareja, lo ideal es buscar un espacio conjunto como es la terapia para unir fuerzas e implicarse.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunos mitos frecuentes relacionados con la terapia de pareja. Generalmente, nos han enseñado una versión del amor idealizada, donde se habla de la media naranja y del romanticismo que todo lo puede. Sin embargo, lo cierto es que las relaciones de pareja también pasan por momentos de crisis y diferencias, por lo que más allá del amor es esencial contar con empatía, habilidades de comunicación o capacidad para resolver los conflictos. En estos casos, acudir a terapia de pareja no tiene como fin mantener unidos a ambos a toda costa. Por el contrario, pretende otorgar un espacio conjunto de análisis y reflexión que ayude a la pareja a decidir cómo puede mejorar y si realmente desea seguir adelante.

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