Terapia Familiar: ¿qué es y cómo puede ayudar a mi familia?

La familia es un grupo social básico en el que existen, generalmente, vínculos de parentesco. Su función es la de brindar compañía, afecto, información, protección, educación y socialización, a través de la transmisión de una cultura y unos valores.

Para comprender la dinámica y el funcionamiento de la familia es importante concebirla como un sistema abierto, que no se encuentra aislado sino que está en continua interacción con el medio. Además, dentro del gran sistema que es una unidad familiar es habitual que se formen subsistemas fruto de las diferentes alianzas y coaliciones que se forman entre los componentes.

Cada familia es única y distinta, pues en todas ellas se establecen unas normas y códigos particulares. Además, el dinamismo que caracteriza a las familias implica que, lejos de permanecer inmutables, atraviesen ciclos evolutivos con cambios y, por supuesto, momentos de crisis más o menos complejas.

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Familia, relaciones y salud mental

Definir qué es una familia de forma universal es especialmente complejo. Las familias están sujetas a las influencias de las tradiciones, la cultura y el contexto político y socioeconómico en el que se encuentran. La importancia de la unidad familiar reside en que es el primer contexto socializador de todas las personas, el primer escenario natural en el que los miembros se desarrollan a nivel afectivo, físico, intelectual y social, de acuerdo con un conjunto de modelos que han sido vivenciados e interiorizados.

Por todo ello, no es sorprendente que muchos problemas emocionales y psicológicos guarden estrecha relación con el entorno familiar. Ciertos problemas psicopatológicos existentes en la población, como las adicciones, los trastornos de la alimentación e incluso el abuso sexual, son con frecuencia fenómenos con base en dinámicas familiares problemáticas.

Aunque el impacto de la familia sobre la salud mental nos pueda parecer evidente hoy en día, lo cierto es que no ha sido hasta hace unas décadas que se reparó en ello. Todo comenzó en Estados Unidos en la década de los cincuenta del pasado siglo. Los profesionales de la psicología y la psiquiatría comenzaron a observar que, al trabajar con las familias de sus pacientes, los resultados terapéuticos eran mucho mejores que cuando el trabajo era exclusivamente individual. Así fue como comenzó a coger forma lo que hoy conocemos como terapia familiar.

En España no fue hasta la década de los ochenta que se comenzó a trabajar de forma más integral, teniendo en cuenta el contexto familiar de cada paciente. Las personas somos individuos sociales, por lo que es esencial comprender a cada ser humano teniendo presentes sus relaciones con los demás. En este artículo vamos a hablar acerca de la terapia familiar, qué es y cómo puede ser de ayuda para tu familia.

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¿Qué es la terapia familiar?

La terapia familiar es un tipo de terapia psicológica que tiene como función ayudar a los miembros de una familia a mejorar su comunicación y resolver conflictos. Generalmente, esta terapia es dirigida por un psicólogo, aunque en algunos países también se permite a los trabajadores sociales ponerla en práctica, siempre que estén acreditados para ello.

Lo ideal es que la terapia se pueda llevar a cabo contando con la participación de todos sus miembros, aunque en ocasiones solo algunos están dispuestos a ello. Aunque el plan de intervención es diferente en cada caso, este tipo de terapia suele emplear técnicas como:

Enseñar habilidades de comunicación, negociación y resolución de problemas
Realizar ejercicios de reestructuración cognitiva
Trabajar la empatía
Potenciar las fortalezas de la familia, el afecto positivo y las actividades agradables conjuntas.

¿Para qué sirve la terapia familiar?

La terapia familiar es muy útil para mejorar las relaciones familiares conflictivas. A veces, las familias acuden a terapia con una demanda muy concreta, pero en otros casos la tensión entre los miembros se ha enredado de tal forma que no es sencillo especificar el motivo de consulta central. Esta terapia a menudo se aplica junto con terapia individual, especialmente cuando existe algún tipo de patología en uno de los miembros. Entre los problemas más habituales que llevan a las familias a acudir a terapia destacan:

Problemas de comunicación: cuando existe dificultad para expresar las emociones y necesidades de manera adecuada.
Conductas inadecuadas e impulsivas: agresiones físicas y/o verbales, consumo de sustancias…
Problemas de adaptación al cambio: cuando la familia encuentra problemas para ajustarse a nuevos escenarios, como la llegada de un nuevo miembro, un cambio de residencia, la pérdida de empleo o el fallecimiento de un ser querido.
Patología en algún miembro de la familia: cuando una de las personas en la familia sufre algún tipo de enfermedad crónica o inhabilitante a nivel físico y/o mental, es necesario intervenir conjuntamente además de realizar terapia individual con el paciente. Las patologías crónicas son todo un desafío para el sistema familiar, ya que los roles y las dinámicas deben amoldarse a una nueva realidad que puede ser muy complicada de asumir.
Problemas con los límites: En muchas familias la aplicación de las normas es inadecuada, ya sea por exceso de rigidez o por demasiada permisividad. Restaurar los límites es un trabajo complicado pero muy necesario para que cualquier familia funcione adecuadamente.
Vida cotidiana: En ciertas familias no existen problemas “graves”, pero existen muchas dificultades para mantener una convivencia saludable en el día a día. Por ejemplo, pueden existir conflictos relacionados con el reparto de las tareas domésticas o la gestión de la economía familiar.
Conflictos externos que afectan a los hijos: A veces el origen del problema de la familia no se sitúa dentro sino fuera de ella. Sin embargo, como ya hemos comentado toda familia es un sistema abierto al exterior, por lo que los fenómenos externos pueden llegar a repercutir en el funcionamiento familiar. Por ejemplo, si uno de los hijos sufre acoso escolar en el colegio esto repercutirá claramente en el bienestar de la unidad familiar.
Toma de decisiones: en muchas ocasiones las familias encuentran problemas para manejar la toma de decisiones, por desacuerdos, no saber ceder en ciertos momentos…
Faltas de respeto: la terapia familiar es muy importante cuando se ha cruzado la línea del respeto mediante gritos, insultos o agresiones físicas. Evidentemente, se excluyen situaciones como la violencia de género, donde hacer terapia carece de sentido debido a la asimetría de poder entre agresor y víctima.

Muchas personas se sienten inseguras respecto a la terapia familiar, ya que desconocen exactamente en qué consiste y qué pueden esperar de ella. Normalmente, en las sesiones se reúnen varias personas de la familia, las que estén dispuestas a comprometerse y participar. Sin embargo, a veces el terapeuta puede citar a alguno de los miembros individualmente si lo considera necesario.

Una sesión de terapia familiar tiene una duración aproximada de una hora. El número de sesiones depende en gran medida de cada caso particular, ya que cada familia tiene problemas muy diferentes. Durante el curso de las sesiones, el terapeuta analizará la capacidad de la unidad familiar para resolver sus problemas y expresar sus pensamientos y emociones de forma adecuada.

De igual manera, podrá explorar los distintos roles en la familia, las reglas y códigos existentes y los patrones de comportamiento de cada miembro que pueden contribuir a agravar el problema. Además de indagar en la parte más negativa y problemática, la terapia también es interesante para identificar las fortalezas de la familia y los puntos que, con el trabajo adecuado, pueden mejorar notablemente.

Es importante tener unas expectativas ajustadas a la realidad, ya que la terapia familiar no permitirá resolver conflictos familiares de forma inmediata. Tampoco permitirá acabar con situaciones desagradables que afectan a la familia. Lo que sí permite es ayudar a los diferentes miembros de la familia a entenderse y comunicarse mejor, de manera que dispongan de estrategias para afrontar de manera más saludable y efectiva esas experiencias desagradables.

De igual forma, la terapia permite aumentar la cohesión en la familia, fomentar el respeto de cada miembro con sus propios deseos y necesidades y aumentar la comprensión mutua y el apoyo emocional. Así, la terapia permite al grupo funcionar mejor, pero también favorece el bienestar de cada miembro de forma individual.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la terapia familiar y cómo esta puede ser de gran ayuda para muchas familias. La familia es el primer grupo social que todas las personas conocen en su vida, donde se satisfacen necesidades básicas de afecto, compañía, educación, socialización, etc. Esta puede ser concebida como un sistema dinámico, ya que las unidades familiares no permanecen estables sino que atraviesan distintos ciclos vitales y momentos de crisis.

Además, es una entidad abierta a las influencias externas, por lo que el contexto cultural, económico y político repercute en su funcionamiento e incluso en lo que se considera o no una familia. La importancia de la familia es crucial, ya que en ella interiorizamos modelos y esquemas de cómo deben ser las relaciones con los demás. Es por este motivo que no resulta sorprendente que la salud mental de las personas guarde estrecha vinculación con la familia.

Hace algunas décadas los psicólogos y psiquiatras repararon en que el trabajo familiar mejoraba notablemente los resultados en sus pacientes, por lo que poco a poco comenzó a construirse la llamada terapia familiar. Este tipo de terapia permita brindar a las familias herramientas para manejar de manera más eficaz sus problemas, favoreciendo su cohesión y el bienestar individual de sus miembros.