Personas amargadas: ¿qué hacer ante ellas?

Las personas amargadas suelen sentirse insatisfechas con su vida. Por ello, muestran una actitud hostil y fría hacia los demás. Lidiar con este tipo de individuos puede ser muy desgastante, aunque algunas claves pueden ayudar.

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Ninguna persona puede sentirse alegre y de buen humor continuamente. Todos lidiamos con días grises en los que todo parece peor y nuestro estado de ánimo se resiente, influyendo negativamente en nuestra interacción con los demás. No hay nada de malo en ello, pues incluso las emociones más desagradables son necesarias. Sentirnos amargados en algunas situaciones puede ser natural e incluso adaptativo, ya que este estado es una señal de alarma para actuar y cambiar lo que no nos agrada.

El problema surge cuando alguien se sumerge en una espiral de amargura permanente que genera conflicto y malestar a su alrededor. Si alguna vez has tenido que lidiar con una persona amargada, probablemente recuerdes esta experiencia con gran sinsabor. Y es que la amargura es contagiosa y convivir con este clima puede acabar con nuestro propio bienestar psicológico.

En definitiva, lidiar con alguien que parece amargado puede ser muy difícil. Así, esa persona puede hacernos ver la realidad mucho más oscura y problemática de lo que es. No obstante, esto no significa que tengamos que resignarnos. En realidad, podemos tomar cartas en el asunto para manejar la situación de la mejor forma posible. En este artículo hablaremos acerca de las personas amargadas y qué podemos hacer para evitar contagiarnos de su negatividad.

¿Qué entendemos por amargura?

La amargura puede definirse como un sentimiento abstracto, que puede relacionarse con estados de frustración, rabia, decepción, impotencia, resentimiento, etc. Las personas que se sienten de esta manera suelen volverse agrias de forma progresiva, muchas veces por el desgaste de vivir una vida con la que no se sienten satisfechas, por haber tomado decisiones de las que se arrepienten o simplemente porque se han quedado estancadas en un punto de su vida que les impide seguir hacia adelante.

Todo ello crea un cóctel por el que la persona vive su día a día con grandes dosis de negatividad, mostrando un carácter distante o desagradable hacia quienes están a su alrededor. Muchas personas que viven desde la amargura han desarrollado lo que se conoce como indefensión aprendida. Es decir, asumen que no pueden hacer nada por cambiar las circunstancias de su vida. Por ello, viven malhumoradas en medio de una vida que no les satisface pero que tampoco ven posible cambiar.

Esto puede hacer que adopten un papel de víctima constante con los otros, que acaba por resultar agotador a los demás. Los amigos y familiares sienten que el individuo desplaza su responsabilidad hacia ellos todo el tiempo, de forma que nunca es capaz de reconocer que se equivoca. Lidiar con alguien amargado puede convertirse en una auténtica pesadilla, pues su postura suele ser rígida e inflexible. Esto dificulta la posibilidad de dialogar, reflexionar o cambiar su disposición.

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Características de las personas amargadas

Las personas amargadas suelen mostrar algunas características muy molestas y distintivas para los demás:

  • Culpan a los demás de cuestiones que son su responsabilidad: Como venimos comentando, las personas amargadas suelen desplazar el locus de control al exterior, ya que creen que son víctimas indefensas sujetas a las condiciones del ambiente. Esto les impide hacer autocrítica y reconocer sus propios errores. Los demás siempre son para ellos los responsables de todo lo que ocurre.

  • Pesimismo: La persona amargada de la vida desde unas gafas de mucha negatividad. Nunca pone el foco en los posibles aspectos positivos y, en su lugar, siempre se pone en el peor de los escenarios. Su punto de vista pesimista acaba por desgastar al entorno, pues sólo es capaz de identificar problemas y obstáculos, nunca oportunidades o fortalezas.

  • Queja constante: Las personas amargadas suelen vivir en un estado de queja constante. Todo parece molestarles y nunca se encuentra todo de su agrado. Por ello, acaban por resultar muy desagradables y difíciles de contentar.

  • Rol de víctima: Como venimos comentando, las personas amargadas suelen verse a sí mismas como víctimas en todas las situaciones, lo que les impide empatizar con los demás o reconocer su parte de culpa en algunas cosas.

  • Aislamiento: Las personas amargadas suelen estar siempre malhumoradas y, por ello, evitan socializar demasiado. En su lugar, optan por aislarse y pasar su tiempo en soledad.

  • Hirientes: La amargura hace que la persona sea más fría y menos sensible, lo que puede hacer que se comporte de forma hiriente con los demás sin remordimiento por ello.

  • Conflicto: La amargura envenena a la persona y a quienes están a su alrededor. Esto conduce a elevados niveles de conflicto y relaciones turbulentas en las que suele predominar la tensión.

  • Egoísmo: La amargura hace que la persona se vuelva muchas veces egoísta, pues acaba por pensar únicamente en sus propias necesidades, ignorando las de los demás.

  • Hostilidad: Cuando alguien se encuentra amargado, sus formas suelen ser groseras y puede crear un clima muy hostil a su alrededor.

  • Estado de ánimo enfadado: La persona amargada siempre se muestra irritable y suele mostrarse enfadada con frecuencia sin motivo aparente. De hecho, la actitud alegre suele ser más la excepción que la regla.

  • Explosión de rabia: La amargura hace que la persona sea mucho más irascible. Esto hace que, ante cuestiones poco trascendentales, muestre una reacción explosiva y desproporcionada que sorprende a los demás.

  • Lenguaje corporal: La amargura se plasma en la expresión facial y la postura del cuerpo. La persona suele reflejar su estado interno con un gesto malhumorado y una tensión en sus músculos. En cierta manera, es como si viviera en alerta constante preparada para saltar agresivamente.

  • Actitud enjuiciadora: La amargura hace que las personas se vuelvan mucho más críticas con los demás. Adoptan una actitud enjuiciadora hacia el mundo y los demás, lo que resulta cargante y abrumador.

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Cómo lidiar con una persona amargada: 3 claves

Todos hemos tenido que lidiar con alguien amargado en alguna ocasión. Aunque es una experiencia desagradable, lo cierto es que no tenemos por qué quedarnos de brazos cruzados. Algunas claves pueden ser de ayuda para manejar la situación de la mejor forma posible.

1. No te lleves al terreno personal su actitud

Lidiar con alguien que está amargado siempre produce en nosotros mal humor y frustración. Sin embargo, puede ser de ayuda reflexionar acerca de si su conducta es algo personal hacia nosotros o, por el contrario, es consecuencia de un malestar interno de esa persona. En la mayoría de los casos, las formas de esa persona no tienen que ver con nosotros, sino con su propia realidad. Pensar esto nos permitirá no enfadarnos demasiado ni perder los nervios.

2. Empatía

La empatía siempre es una gran aliada para conectar con los demás. Con algunas personas aparentemente amargadas, tratar de entender por qué se sienten malhumoradas puede ayudar a suavizar el ambiente de crispación. La amargura es muchas veces la consecuencia de un sufrimiento emocional que no se sabe gestionar bien.

Por ello, responder a su actitud negativa con cercanía, amabilidad y compasión puede provocar un efecto sorprendente. Recuerda que las personas felices suelen ser individuos satisfechos con su vida, que se sienten apoyados y queridos. Quizá esa persona sea desagradable porque cuenta con carencias importantes que le hacen sentir vacía y distante.

3. Pon límites

Tratar de empatizar con esa persona y no tomarse los ataques de forma personal no significa que debamos permitir que se comporte con nosotros de manera irrespetuosa. Por ello, muchas veces será imprescindible poner límites claros y firmes, pues de lo contrario es probable que nos contagiemos con su mal humor. Muchas veces, tendremos que identificar conductas que, aunque sutiles, suponen una falta de respeto hacia nosotros.

Por ejemplo, esa persona puede hacernos el vacío, hablarnos en un tono muy brusco o culparnos por algo que no hemos hecho. En estos casos, poner límites pasa por reducir el tiempo que pasamos con esa persona. Recuerda que, aunque nunca está de más empatizar con los demás, no es tu responsabilidad resolver sus problemas.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado sobre las personas amargadas y de qué forma es posible lidiar con ellas. Todos podemos tener malos días y momentos en los que nuestro estado emocional es más bajo. Sin embargo, vivir en una espiral constante de amargura y negatividad es dañino para nosotros y para quienes están a nuestro alrededor. Lidiar con alguien que muestra siempre una actitud pesimista, desagradable o distante es agotador y puede desgastarnos enormemente.

Las personas amargadas suelen tener algunas características comunes, entre las que destaca su hostilidad, irritabilidad, alta conflictividad, actitud enjuiciadora, egoísmo, quejas constantes, victimismo e incapacidad para reconocer los errores. Muchas veces, su estado emocional puede incluso reflejarse en su expresión facial y lenguaje corporal. Ante personas con esta disposición, podemos tratar de ser comprensivos y empáticos, evitando interpretar su actitud como un ataque personal.

No obstante, esto no está reñido con marcar límites y defender nuestros derechos cuando sea necesario. Comprender y contextualizar acciones que denotan amargura no significa que debamos admitir faltas de respeto o desprecio a nuestra persona. Aunque queramos ayudar al otro, a veces este puede no estar dispuesto a recibir la ayuda. Por eso, en muchos casos no queda otra que protegernos, ya que de lo contrario podemos contagiarnos de su negatividad, pesimismo y actitud desagradable.

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