Los 4 tipos de temperamento (y sus características)

El temperamento es el modo en el que las personas interactuamos con el entorno en función de la estructura de nuestro humor y motivación dominantes. Veamos qué tipos existen según los rasgos psicológicos.

Tipos temperamento

La mente humana sigue siendo, pese a todos los increíbles avances que se están produciendo en el conocimiento de la naturaleza del cerebro, uno de los grandes desconocidos para la Psicología y la ciencia en general. Y, dentro de este ámbito de estudio, uno de los mayores enigmas es el del origen de la personalidad.

La personalidad humana y las conductas que derivan de ella son conceptos muy complejos donde entran en juego factores muy distintos. Comprender el por qué de nuestro carácter y estudiar el modo de clasificarlo ha sido, es y será una de las mayores ambiciones dentro del estudio de la mente.

Y, en este contexto, uno de los conceptos que más define nuestra personalidad es el temperamento, es decir, la manera natural que tenemos de interactuar con nuestro entorno. Y fue el propio Hipócrates, médico griego, quien, entre el siglo V y IV a.C., describió los distintos tipos de “humores” que, más tarde, conformarían los principales temperamentos del ser humano.

Hoy en día continuamos este mismo legado de Hipócrates para establecer los cuatro principales temperamentos: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Y en el artículo de hoy, además de comprender el origen de la teoría de Hipócrates, analizaremos las particularidades de cada uno de estos temperamentos que, pese a tener un origen antiguo, siguen siendo utilizados por la Psicología moderna.

La teoría de los cuatro humores de Hipócrates

Hipócrates de Cos (460 a.C. - 370 a.C.) fue un médico de la Antigua Grecia considerado, por muchos, como el padre de la Medicina, al ser una de las figuras más destacadas dentro de la historia de esta ciencia. Revolucionó la Medicina al establecerla como una disciplina propia, separada de otros campos con los que se había asociado, como la filosofía.

Y, además, fue una de las primeras figuras históricas que desarrolló lo que más tarde conformaría la teoría de los cuatro temperamentos. Hipócrates, en el contexto de una comunidad donde se creía que todo lo que existía en el mundo y en la naturaleza surgía de la combinación de unos pocos elementos (tierra, agua, fuego y aire), trasladó este mismo concepto al ser humano.

Hipócrates, pues, desarrolló una teoría en la que describió la naturaleza del ser humano como la combinación de cuatro sustancias básicas a las que bautizó como humores, unos fluidos que, en personas sanas, se encontraban en proporciones semejantes y cuyo desequilibrio provocaba la aparición de enfermedades.

Estos cuatro humores, concepto del que procede, como habrás deducido, tanto el “humor” como el temperamento de una persona, eran, de acuerdo a Hipócrates y a la escuela hipocrática, los siguientes:

  • Sangre: El elemento del aire aplicado al ser humano.
  • Flema: El elemento del agua aplicado al ser humano.
  • Bilis negra: El elemento de la tierra aplicado al ser humano.
  • Bilis amarilla: El elemento del fuego aplicado al ser humano.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los temperamentos? De por sí, nada. Hipócrates, como hemos mencionado, era médico, y describió estos cuatro humores para explicar el origen de las enfermedades. Fue Galeno de Pérgamo (129 - 200), médico y filósofo griego, quien, cientos de años después rescatara estos conceptos de Hipócrates y los trasladara a la mente humana para explicar, ahora sí, los temperamentos que pueden existir.

Hipócrates

¿Cómo se clasifican los temperamentos?

La teoría de los 4 temperamentos surge de los estudios de Hipócrates, Galeno de Pérgamo y del fisiólogo ruso Iván Pávlov (1849 - 1936), por lo que, pese a que se ha intentado ligar su naturaleza con procesos neurológicos, es una clasificación antigua que nace más de una idea de la expresión del alma en función de cómo se interrelacionan los distintos humores (las sustancias básicas de Hipócrates) dentro del cuerpo que de estudios psicológicos como tal.

Aun así, es tremendamente interesante descubrirlos y esta clasificación en cuatro temperamentos básicos, a pesar de sus bases claramente filosóficas, es de gran utilidad para personas que quieran encontrar un sentido a sus expresiones temperamentales. Sin más preámbulos, veámoslos.

1. Temperamento sanguíneo

El temperamento sanguíneo es aquel propio de las personas alegres, que buscan siempre la compañía de los demás y que muestran una actitud optimista hacia la vida. Iván Pávlov detalló que es el temperamento que surge de un sistema nervioso rápido, equilibrado y de alta sensibilidad, con flexibilidad a los cambios en el ambiente y con un bajo nivel de concentración.

Por temperamento sanguíneo entendemos el carácter de las personas cálidas, vivaces y que quieren disfrutar de la vida siempre y cuando las condiciones externas se lo permitan. Son también personas extrovertidas con buenas dotes comunicativas y con facilidad para contagiar su espíritu optimista a los demás.

Suelen pensar antes de hablar, son intuitivas, muy activas, centran su toma de decisiones en los sentimientos más que en las reflexiones y son receptivas. Aun así, cambian de parecer con facilidad y, como se guían más por el placer inmediato, suelen dejar cosas sin terminar. De acuerdo a la teoría de Hipócrates, su humor asociado es, evidentemente, la sangre y, por tanto, el aire.

Temperamento sanguíneo

2. Temperamento flemático

El temperamento flemático es aquel propio de las personas serenas, tranquilas, racionales y perseverantes y que muestran un carácter algo tímido, evitando ser el centro de atención o sostener el rol de líder. Iván Pávlov detalló que es el temperamento que surge de un sistema nervioso lento, equilibrado y de baja sensibilidad, con poca flexibilidad a los cambios en el ambiente y un alto nivel de concentración.

Por temperamento flemático entendemos el carácter de las personas calmadas, tranquilas, que casi nunca se enfadan serias, impasibles, muy raciones, analíticas y calculadores, muy equilibradas emocionalmente, que toman las decisiones con calma, que no dejan las cosas sin terminan y con cierta tendencia a ser fríos.

Suelen preferir vivir una existencia feliz y placentera pero sin demasiados cambios, por lo que son bastante conformistas. Valoran mucho la exactitud a la hora tanto de pensar como de hacer las cosas y les cuesta mostrar sus emociones a los demás. De acuerdo a la teoría de Hipócrates, su humor asociado es, evidentemente, la flema y, por tanto, el agua.

Temperamento flemático

3. Temperamento melancólico

El temperamento melancólico es aquel propio de las personas sensibles, creativas, introvertidas, abnegadas y leales, con un carácter que las lleva a volcarse mucho en sus actividades y metas pero a ser muy susceptibles e inflexibles. Iván Pávlov detalló que es el temperamento que surge de un sistema nervioso débil pero de muy alta sensibilidad, con una baja flexibilidad y un alto nivel de concentración.

Por temperamento melancólico, considerado como el más complejo de todos a nivel psicológico, entendemos el carácter de las personas emocionalmente muy sensibles (con mayor tendencia a estar tristes), con mucha sensibilidad por el arte, que se irritan si les interrumpen cuando están concentrados, introvertidas, fácilmente enojables, creativas, abnegadas (altruistas) leales y propensas a estar cambios emocionales muy bruscos.

Son personas perfeccionistas que raramente se lanzan a conocer gente, aunque sí que dejan que las personas se acerquen a él. Cuesta convencerlas para que empiecen proyectos ya que son muy analíticos, pero una vez lo inicia, por su carácter, lo terminará. Como hemos dicho, se vuelva mucho en todos sus proyectos y lucha siempre por lograr sus metas. De acuerdo a la teoría de Hipócrates, su humor asociado es la bilis negra y, por tanto, la tierra.

Temperamento melancólico

4. Temperamento colérico

El temperamento colérico es aquel propio de las personas energéticas, proactivas e independientes, con un carácter que las lleva a ser muy emprendedoras y a defender con convicción sus posturas y opiniones. Iván Pávlov detalló que es el temperamento que surge de un sistema nervioso rápido pero desequilibrado, con flexibilidad al cambio y un alto nivel de concentración.

Son personas prácticas en sus decisiones, muy independientes y, por lo tanto, autosuficientes. Son también extrovertidas (aunque no tanto como las de temperamento sanguíneo), ambiciosas y con unas metas muy claras. El temperamento colérico consiste en un carácter cálido, proactivo, voluntarioso, que constantemente genera ideas, metas y planas, dominantes (pueden llegar a ser manipuladoras) y, ante determinadas circunstancias, muy intolerantes con los demás, a pesar de ser flexibles a los cambios que le sucedan en la vida.

Son personas que, por encima de todo, confían en su propio criterio y no huyen de las disputas ni de las confrontaciones. Y, evidentemente, no tienen miedo a ejercer el rol de líder. Es más, es como se sienten mejor. El problema es que, mal llevado, este temperamento puede ser muy destructivo. De acuerdo a la teoría de Hipócrates, su humor asociado es la bilis amarilla y, por tanto, el fuego.

Temperamento colérico

¿El quinto temperamento? ¿Y las combinaciones temperamentales?

No podíamos cerrar este artículo sin dos puntualizaciones finales. En primer lugar, que muchos investigadores de esta teoría describen un quinto temperamento que, pese a no estar vinculado a un humor de Hipócrates, sería el carácter que vamos desarrollando a medida que crecemos y que nos desarrollamos en nuestro contexto social, basado en compartir atributos con los demás y en tener afinidad por ciertas habilidades. El denominado temperamento naturalista.

Y en segundo y último lugar, que, a pesar de que estos cuatro (o cinco) temperamentos tengan marcadas diferencias comportamentales entre ellos, es evidente que las personas no somos cajones cerrados. Nuestro temperamento es único y podemos tener rasgos de varios e incluso todos ellos. La teoría de los temperamentos sirve para dividir, pero, al final, cada persona es única y, por tanto, cada temperamento es también único.

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