Los 3 tipos de Estilos Comunicativos (y sus características)

Los seres humanos somos individuos de naturaleza social. Es por ello que dependemos de las relaciones con los demás para poder sentirnos bien y, en definitiva, sobrevivir. En este sentido, la comunicación juega un papel fundamental. La manera en la que nos comunicamos con otras personas determina cómo expresamos nuestras emociones, opiniones o necesidades. Por lo tanto, saber hacerlo de manera eficaz nos hace las cosas mucho más fáciles y previene posibles conflictos.

El problema es que a veces no sabemos cómo comunicarnos de la manera adecuada, bien sea porque somos demasiado sumisos o porque caemos en el error de adoptar formas agresivas. Ambos extremos nos llevan a situaciones difíciles y problemas para conectar con los demás. Sin embargo, es posible hallar un término medio, que se conoce comúnmente como asertividad. Así, las personas asertivas son aquellas capaces de defender sus propios derechos sin por ello menospreciar los de los demás. En este artículo hablaremos acerca de estos tres estilos comunicativos y sus respectivas características.

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¿Cómo se clasifican los estilos comunicativos?

Los estilos de comunicación se definen como la manera en la que intercambiamos información con otras personas. Elegir un estilo adecuado y ajustarlo en función del contexto es esencial para mantener relaciones adecuadas con los demás. Generalmente, la forma de llevar a cabo la comunicación puede ser de tres tipos diferentes: asertiva, pasiva o agresiva. Realmente, la asertividad es siempre el mejor estilo posible, ya que la pasividad y la agresividad nos llevan a una comunicación inadecuada que puede favorecer el malestar psicológico. A continuación, comentaremos los principales estilos de comunicación y sus respectivas características

1. Estilo agresivo

El estilo agresivo es aquel que adoptan las personas que se comunican con los demás a base de amenazas y acusaciones. La persona defiende sus derechos a costa de pisar los de otras personas, por lo que su actitud es claramente avasalladora. Se trata de un estilo en el que se generan grandes tensiones, pues la persona se posiciona en un nivel superior de poder al someter a los demás.

El lenguaje de la comunicación agresiva puede llegar a ser irrespetuoso y no tiene en consideración los sentimientos de los demás. El tono de voz suele ser elevado, se habla de manera rápida y ambigua y no se respetan los silencios. Además, es frecuente que a nivel no verbal se observe una expresión facial seria, una mirada fija y una postura intimidatoria que invade el espacio personal del otro y transmite amenaza.

2. Estilo inhibido o pasivo

Este estilo de comunicación se basa en la inhibición de los pensamientos y sentimientos. La persona reprime sus estados internos por temor a como los otros puedan reaccionar. Se trata de una forma de comunicar propia de las personas con temperamento tímido o que sufren mucha inseguridad. En este caso, la persona suele evitar el contacto ocular y mantiene una postura corporal contraída y distante. Apenas se gesticula y puede que aparezcan ciertos tics nerviosos fruto de la ansiedad que genera esa situación. Añadido a esto, la persona puede mostrar un volumen de voz bajo, con un tono incluso monótono. El lenguaje no es claro, hay escasas intervenciones y se forman grandes silencios.

3. Estilo asertivo

Este estilo es el más adaptativo, ya que con él la persona logra transmitir de manera ajustada aquello que siente y piensa, con honestidad y respeto hacia los sentimientos de los demás. Hay transparencia y el lenguaje es conciso, pero siempre prudente y considerado con los derechos ajenos. Las personas que adoptan este estilo suelen poseer buenas habilidades sociales y seguridad en sí mismas.

A la hora de comunicarse, suelen cuidar el lenguaje no verbal, pues miran a los ojos con una expresión facial amigable. De la misma manera, gesticulan de manera suave y tratan de mostrar una postura erguida sin invadir el espacio personal del interlocutor. Igualmente, mantienen un tono y volumen adecuados, hablando con una velocidad adecuada para que su mensaje sea bien entendido.

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¿Qué es la asertividad?

Como venimos comentando, el estilo asertivo es siempre el más deseable a la hora de comunicarnos con los demás. La asertividad podría definirse como la habilidad para comunicar las propias opiniones, sentimientos y deseos a los demás. Ser asertivo implica defender los propios derechos sin caer en la agresividad, de forma que se logra un equilibrio entre el respeto por los demás y la satisfacción de las necesidades propias.

Las personas asertivas logran una comunicación eficiente con los demás, ya que no se muestran frágiles o inseguras, ni tampoco llegan a avasallar a los otros. Por ello, quienes tienen esta habilidad suelen ser individuos exitosos, resolutivos, que piden lo que necesitan y consiguen lo que quieren sin pisar a otras personas. Aunque hay personas con una habilidad natural para esto de la asertividad, lo cierto es que esta capacidad también puede ser entrenada con las técnicas adecuadas.

La asertividad implica aprender a comunicar nuestros sentimientos de forma más consciente a los demás. Así, aprender a ser asertivos puede ayudarnos a ganar autoestima y confianza en nosotros mismos, pues dejamos de vivir a expensas de los deseos de los demás para defender nuestra pequeña parcela de derechos y necesidades.

Por supuesto, aprender a ser asertivo no será la solución a todos los problemas. Tampoco será posible ser la persona más asertiva del mundo en todas las situaciones. Al fin y al cabo, somos humanos, por lo que es natural que en ciertos momentos nos dejemos llevar por las emociones del momento. Además, debes saber que la asertividad no es un truco de magia, por lo que incluso siendo muy habilidoso podrás toparte con respuestas negativas. No obstante, entrenar la habilidad de ser asertivo puede ser muy interesante, ya que esto nos permite muchas funciones:

• Dar tu opinión, pedir favores sin sentirte culpable por ello y hacer peticiones de forma espontánea y natural.
• Expresar las emociones negativas, hacer críticas, presentar una queja o manifestar desacuerdo con algo sin herir a los demás.
• Expresar emociones positivas, manifestar orgullo, alegría, agrado, atracción o hacer cumplidos.
• Iniciar, continuar, cambiar y finalizar conversaciones de forma adecuada, sin generar situaciones incómodas o parecer grosero con los demás.
• Compartir tus sentimientos, emociones y experiencias con los demás y que ellos se sientan cómodos contigo para hacer lo propio.
• Resolver problemas o conflictos cotidianos sin dejarse llevar por el enfado, la ira o el estrés.

Por norma general, el estilo asertivo es el más deseable y adecuado cuando buscamos transmitir a los demás nuestros sentimientos, necesidades y creencias. Sin embargo, eso no significa que debamos ser estrictamente asertivos en todas las situaciones. Como seres humanos que somos, podemos lidiar con infinidad de escenarios sociales que no siempre son fáciles.

Por ello, adoptar una actitud asertiva puede ser prácticamente imposible e incluso desadaptativo en momentos concretos. Si, por ejemplo, nos sentimos fuertemente atacados por alguien, es natural que nuestro instinto sea el de responder con agresividad. Es decir, es importante conocer el contexto en el que nos movemos para entender el por qué de ciertas reacciones.

Si adoptar una actitud asertiva te cuesta mucho y sientes que tiendes a llevar a cabo una comunicación agresiva o demasiado pasiva, puede que al principio tengas dificultad para expresar lo que sientes de manera ajustada. En este sentido, es esencial que adoptes una actitud compasiva contigo mismo y aceptes que no eres perfecto.

Desaprender ciertos patrones desadaptativos de comunicación puede requerir tiempo y, aún así, es natural que en momentos determinados nos dejemos llevar por nuestras emociones. Por ello, aunque es siempre conveniente entrenar la comunicación asertiva, a veces es esperable que seamos más agresivos o pasivos dependiendo del contexto en el que nos encontremos.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de los estilos de comunicación existentes. Los seres humanos tenemos una naturaleza claramente social, por lo que necesitamos relacionarnos con los demás para sentirnos bien. En este sentido, el papel de la comunicación se hace especialmente importante. Sin embargo, a veces podemos emplear una forma de comunicar desadaptativa que empaña nuestras relaciones y favorece el conflicto. Generalmente, los estilos de comunicación pueden ser de tres tipos: asertivo, agresivo o pasivo.

Las personas agresivas suelen ser aquellas que imponen sus derechos sobre los de los demás, con una actitud de superioridad que avasalla y genera tensiones. Por el contrario, las que recurren al estilo pasivo suelen ser tímidas o inseguras, por lo que tienden a reprimir lo que sienten por temor a la reacción del resto. Sin embargo, ser asertivo implica un balance entre estos dos extremos, de manera que la persona logra defender sus propios derechos sin por ello menospreciar los de los demás.

Aunque el estilo asertivo es siempre el más deseable en nuestras relaciones, no podemos perder de vista la importancia del contexto. Los seres humanos no somos máquinas y esto significa que en ciertos escenarios ser asertivo es muy difícil. Es natural que a veces sintamos el impulso de ser agresivos o que, por el contrario, creamos que una actitud pasiva es la opción más inteligente