¿Qué hacer si mi hijo no quiere ir al psicólogo? 6 consejos para gestionarlo

Tomar la decisión de ir al psicólogo es una tarea compleja, ya que a menudo los miedos y falsas creencias acerca de la psicología actúan como importantes obstáculos. Los adolescentes no están libres de estas resistencias que es importante manejar.

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Aunque el estigma en torno a los problemas de salud mental está comenzando a ser superado, todavía sigue siendo difícil para muchas personas dar el paso de acudir al psicólogo. La decisión de comenzar una terapia sigue estando empañada por infinidad de falsos mitos referentes a la psicología, por lo que el momento de contactar con un profesional suele posponerse más de lo que se debería.

Como venimos comentando, aún circulan creencias y concepciones acerca de la psicoterapia que no se ajustan a la realidad. Esto hace que muchas personas rechacen pedir ayuda, alegando que no están locas, que no desean contar sus problemas a un desconocido, que la terapia no servirá, que no están dispuestas a hacer lo que otra persona les diga o que ya tienen amigos para desahogarse, entre otras justificaciones absurdas.

Adolescencia y salud mental

Aunque este problema afecta a las personas de todas las edades, en el caso de los adolescentes es especialmente habitual observar estas resistencias cuando los padres plantean la posibilidad de que acudan a un psicólogo.

Para conseguir que un adolescente acceda a comenzar terapia, no es suficiente con que exista un problema evidente. Además, este deberá mostrar disposición al cambio y deseos de mejorar su situación. En otras palabras, para que el tratamiento psicológico funcione debe existir un compromiso por parte del paciente, motivo por el cual los padres deben saber cómo conseguir que su hijo les compre esta alternativa.

Ir a terapia no es un camino de rosas. En muchos momentos puede llegar a ser duro debido a que en ella nos exponemos más que nunca, nos podemos sentir vulnerables, tenemos que afrontar desafíos y retos y cambiar comportamientos que no son adaptativos. Sin embargo, los profesionales de la psicología poseen un bagaje de habilidades que les permiten manejar la situación para que el adolescente se sienta cómodo y acogido desde el minuto uno.

Una vez que se ha conseguido que él o ella haya accedido a una primera toma de contacto, continuar con la terapia será relativamente sencillo. Al fin y al cabo, dar el primer paso y romper el hielo siempre es lo más difícil. En este artículo vamos a comentar algunas pautas que pueden ser de ayuda para lograr que un hijo adolescente esté dispuesto a acudir a terapia.

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Razones por las que los adolescentes rechazan ir al psicólogo

Existen diversas razones por las que un adolescente puede negarse a acudir a terapia. Algunas de las más frecuentes son las siguientes:

  • Cree que no necesita ayuda: En ocasiones, a pesar de que hay un enorme sufrimiento, creemos que podemos gestionarlo solos. Sin embargo, cargar todo ese peso sobre nuestros hombros es contraproducente y sólo permite agravar aún más el problema.

  • Teme sentirse rechazado y juzgado: En muchos casos la negativa a ir al psicólogo se debe a que se sospecha que este juzgará, señalará, o criticará. Sin embargo, la terapia es un espacio seguro donde el profesional adoptará una postura libre de cualquier juicio, permitiendo al adolescente expresarse con libertad acerca de cualquier tema.

  • No desea hablar con un extraño de sus problemas: Es natural que la idea de hablar con alguien desconocido sobre los sentimientos y aspectos privados genere rechazo en un primer momento. Sin embargo, no se debe olvidar que ese alguien es un profesional capacitado para escuchar y acoger, que además trabajará en el marco de ciertas condiciones de confidencialidad.

  • Cree que la terapia es un castigo: Es frecuente que muchos padres enfoquen erróneamente la terapia como un castigo u obligación. Este es un gran error, ya que en primer lugar se recomienda trabajar el terreno con él o ella para conseguir que exista una motivación intrínseca para cambiar.

  • Ya ha probado a ir al psicólogo y no se ha sentido bien: Algunos adolescentes se niegan a acudir a terapia porque han tenido experiencias previas desagradables. Aunque este rechazo es comprensible, lo cierto es que encontrar un psicólogo adecuado no siempre se consigue a la primera. No haber conseguido conectar o mejorar con un profesional no significa que esto vaya a suceder con todos los psicólogos.

  • No tiene esperanza de que el problema pueda resolverse: En ocasiones, especialmente cuando el problema lleva manteniéndose durante mucho tiempo, se forma la creencia de que no hay posibilidad de resolver la situación. Sin embargo, acudir al psicólogo puede ser un buen primer paso para conseguirlo.

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Mi hijo se niega a ir al psicólogo: ¿qué hago?

Aunque es frecuente que los adolescentes rechacen acudir a terapia en un primer momento, hay algunas pautas que pueden ser de ayuda para que los padres puedan romper esta resistencia inicial y conseguir que sus hijos se muestren motivados y participativos para recibir la ayuda que necesitan.

1. Hablar de ello con naturalidad

Un primer paso esencial consiste en proponer la visita al psicólogo de forma espontánea, sin demasiados dramas o sobreactuaciones de por medio. Hablar de ello con naturalidad permite normalizar la situación y evitar que el adolescente perciba la visita a este profesional con miedo o rechazo. Si se habla de la ayuda profesional de manera rutinaria podemos liberar tensión y permitir que el adolescente acuda al psicólogo con una disposición adecuada.

2. Encuentra el momento

Hablar con un adolescente acerca de la posibilidad de ir al psicólogo no es algo que deba tomarse a la ligera. Por ello, es fundamental saber encontrar el momento idóneo para que la propuesta sea bien acogida. Sacar el tema en momentos de tensión o enfado solo servirá para generar rechazo y convertir la visita al profesional en un castigo, por lo que siempre se aconseja conversar sobre ello en momentos de tranquilidad.

3. No impongas

Ante la negativa de sus hijos, son muchos los padres que optan por imponer la visita al psicólogo. Esto, lejos de ayudar, solo contribuye a empeorar el problema y reduce las probabilidades de éxito de la terapia. Para que el profesional pueda ser de ayuda, es esencial que el adolescente se muestre con una disposición adecuada, pues sin su colaboración no es posible trabajar. Por ello, lo ideal es sugerir pero jamás obligar, ya que por este camino nunca conseguiremos resultados.

4. Deja que él o ella decida

Al hilo de lo anterior, es esencial que los adolescentes puedan sentir que su voz y opinión son escuchadas. Por ello, la experiencia de visitar al psicólogo nunca debe forzarse y siempre deben ser ellos quienes tienen la última palabra en cuanto a si quieren o no continuar. Dejarles esa libertad y respetar cómo se sienten al respecto es básico para que la terapia sea una ayuda y no un problema más.

Una de las preocupaciones más comunes tiene que ver con la confidencialidad. Si bien hay ciertas excepciones en las que el profesional debe transmitir información a los padres, en la mayoría de casos la privacidad puede mantenerse totalmente ya que lo que el adolescente cuenta permanece confidencial. Hacerles saber esto en los primeros momentos es de gran ayuda para relajar los nervios y las defensas y crear un ambiente cálido y distendido.

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5. Mantén la calma

Con frecuencia, muchos padres se desesperan cuando su hijo no cede y se niega en rotundo a acudir al psicólogo a pesar de necesitarlo. Aunque es normal que esta situación genere tensiones y miedos, perder los nervios no es una opción.

En caso de que tu hijo no muestre el más mínimo resquicio de colaboración, lo más recomendable es que los padres puedan acudir sin él a un psicólogo especializado en el trabajo con adolescentes. Este profesional podrá brindar pautas para manejar la situación en los casos más severos.

6. Cambia la perspectiva

En ocasiones, la forma en la que se “vende” la terapia al adolescente no es la más atractiva. En lugar de hablar del psicólogo como un profesional que le interrogará y juzgará, se debe plantear la terapia como un camino para sentirse mejor. Así, el profesional actúa como una especie de acompañante que le ayudará a trabajar sus puntos más críticos hasta que ya no le necesite. Lejos de ser una experiencia invasiva, ir a terapia puede vivirse como un proceso de autoconocimiento que se hace desde el respeto, la calma y la empatía, donde el adolescente podrá hablar acerca de todo lo que le preocupa.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas pautas interesantes para lograr que un hijo adolescente acepte ir al psicólogo. Recurrir a la ayuda de un profesional de la salud mental sigue estando muy estigmatizado, y si a los adultos les supone todo un reto tomar la decisión de hacerlo, esto es aún más difícil para los adolescentes.

Aún existen muchos mitos en torno a la figura del psicólogo y son muchos los jóvenes que se niegan a pedir ayuda por creer que no la necesitan, que serán juzgados, que el problema no tiene solución o porque han sufrido experiencias negativas con psicólogos con anterioridad. En este caso, lo ideal es que los padres hablen sobre ir al psicólogo con naturalidad y elegir el momento adecuado para ello, sin presionar ni obligar a sus hijos a acudir si estos no están dispuestos. Es importante que la voz de los adolescentes sea escuchada y que se se valide cómo se sienten. Si aún con todo sigue existiendo una negativa, los padres pueden ser asesorados por un psicólogo especializado en adolescencia.

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