4 ejercicios para mejorar la autoestima en adolescentes

La adolescencia es una etapa llena de cambios e inestabilidad, en la que la autoestima tiende a ser más débil e inestable frente a otros momentos evolutivos. Algunos ejercicios pueden ser de ayuda para fortalecerla.

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La autoestima de una persona guarda relación con la forma en la que esta se valora a sí misma. Quienes poseen una autoestima adecuada se conocen bien y abrazan tanto sus puntos fuertes como sus defectos y debilidades. Así, el conjunto de su persona es valorado de una forma positiva a pesar de que no exista perfección. Es decir, existe una aceptación genuina de esos aspectos menos buenos o que a la persona le gustaría que fueran diferentes.

De la misma manera, alguien con una autoestima saludable se trata de manera respetuosa, dedica tiempo a su autocuidado y cubre sus necesidades, sin anteponer siempre a los demás por delante. Además, una autoestima sólida no depende únicamente de factores externos, como los logros conseguidos o la opinión de otras personas, sino que se mantiene relativamente estable ante los diferentes cambios vitales.

Por ejemplo, hay personas que sólo se sienten bien consigo mismas si las cosas les van bien. En cambio, si experimentan algún fracaso, se menosprecian y culpan. Esto nos indica que el nivel de autoestima no es estable, pues no está asentado sobre bases firmes. Esto explica por qué se producen variaciones bruscas dependiendo del curso de los acontecimientos.

Baja autoestima y salud emocional

Las personas que sufren baja autoestima pueden ver afectadas distintas áreas de su vida por este motivo (personal, social, laboral…). Dependiendo del caso, detectar una baja autoestima será más o menos sencillo. Hay personas en las que su lenguaje ya da cuenta del desprecio que sienten hacia sí mismas (“me odio”, “soy lo peor”). No obstante, otras muchas personas con problemas de autoestima darán señales mucho menos evidentes y, por ello, más complejas de detectar.

Algunas de estas señales pueden ser: compararse todo el tiempo con los demás, tener dificultad para tomar decisiones, priorizar otras cosas antes que uno mismo, no saber marcar límites, necesidad de continua valoración externa, etc. La forma en la que nos valoramos es el resultado de múltiples factores, entre ellos nuestra historia personal, el entorno donde hemos crecido y la calidad de nuestros primeros vínculos de apego. Es por ello por lo que la autoestima es una evaluación puramente subjetiva del valor que consideramos que tenemos como personas, que puede ajustarse a la realidad o no.

Debido a que la autoestima no depende únicamente de nosotros, es esperable que esta muestre algunas fluctuaciones en función de las cosas que nos suceden. No obstante, estos vaivenes son sutiles, de forma que los cambios suelen respetan unos límites estables. Aunque nuestra autoestima es el resultado de la confluencia de todo tipo de variables (familiares, sociales, culturales...), la buena noticia es que es modificable, por lo que acudir a terapia puede ser una excelente idea si se desea trabajar en esta dirección.

La autoestima no depende solo de nosotros

Con frecuencia se habla de la autoestima como algo que depende única y exclusivamente de nosotros. Sin embargo, como venimos comentando esta es una entidad susceptible de sufrir modificaciones, que está sujeta a la influencia de variables externas que no se encuentran bajo nuestro control. Por ello, cuando una persona muestra baja autoestima, no es justo cargar sobre sus espaldas toda la responsabilidad de cambiar la situación. No todos partimos del mismo ambiente ni las mismas circunstancias y valorarse a uno mismo desde el aprecio y el respeto no es una cuestión de voluntad.

Añadido a todo lo que hemos comentado, no podemos ignorar que la autoestima también puede oscilar dependiendo del momento evolutivo. En particular, la adolescencia es una etapa generalmente compleja, ya que en ella se condensan infinidad de cambios a todos los niveles (físico, emocional, social, sexual...) que producen a menudo desajustes y dificultades. La inseguridad es una constante en los adolescentes, que se encuentran en una fase crítica de transición hacia la vida adulta y en el proceso viven miedos, incertidumbres y comparaciones con los iguales.

Todo ello hace difícil el poder abrazar la propia persona y darse valor a pesar de los posibles defectos. Esto lleva a que muchos adolescentes busquen ayuda psicológica para poder sentirse bien consigo mismos a pesar de las subidas y bajadas propias de esta etapa vital. La sociedad de consumo en la que vivimos no ayuda en absoluto a que tanto adolescentes como adultos puedan cultivar una autoestima adecuada.

Continuamente, recibimos el mensaje subliminal de que sólo nos sentiremos bien con nosotros mismos cuando consigamos determinadas prendas de ropa, usemos x producto de belleza o cambiemos nuestro aspecto físico mediante tratamientos o cirugías estéticas. En definitiva, se alimenta la idea de que quererse y aceptarse tiene que ver con tener y conseguir cosas, ser más atractivo o exitoso. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La autoestima es algo mucho más profundo y, como tal, requiere de todo un proceso para poder verse fortalecida y estable.

Los adolescentes tienden a avergonzarse de sus problemas de autoestima y muchas veces no comparten sus emociones y pensamientos acerca de sí mismos con los demás. Interiorizar y reprimir el malestar con uno mismo no hace más que empeorar el problema, pues esa evaluación negativa subjetiva llega a percibirse como una realidad irrefutable y objetiva.

Aunque esta tendencia a una autoestima tambaleante es habitual en esta etapa evolutiva, ello no significa que no se deba acudir a un profesional para encontrar soluciones. Gracias a la terapia psicológica es posible identificar lo que se siente hacia uno mismo y trabajar para que la persona pueda encontrar equilibrio y satisfacción interior.

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4 ejercicios para mejorar la autoestima en adolescentes

Como ya adelantamos previamente, no existen recetas mágicas o universales, aunque algunos ejercicios pueden ser una buena forma de empezar a trabajar en favor de la autoestima con adolescentes. Entre ellos son muy interesantes los siguientes.

1. El árbol

Este ejercicio es ideal para empezar. Se le pide al adolescente que dibuje un árbol que ocupe todo el folio. Este debe incluir raíces, tronco y copa. En la zona de las raíces el adolescente debe indicar sus cualidades, habilidades y capacidades. En el tronco, las cosas positivas que hace. Finalmente, en la copa tendrá que indicar los logros que ha conseguido en su vida hasta la fecha. Es fundamental que el ejercicio lo haga de manera autónoma, de forma que sea él el que decida qué escribir, aunque el psicólogo le acompañe en la tarea.

2. Defínete en un tweet

Las redes sociales son una constante en la vida diaria de todos, especialmente de los adolescentes. Por ello, este ejercicio es una idea original y útil. Se le pide al adolescente que se describa a sí mismo en un máximo de 40 caracteres, como si de un tweet se tratase. La idea es que cree una especie de anuncio de sí mismo, resaltando aquello que más aprecie de su persona.

3. Carta a mí mismo

Este ejercicio es uno de los más emotivos y profundos para trabajar la autoestima en adolescentes. Básicamente, consiste en pedir que escriba una carta hacia sí mismo, titulada “Querido yo”, en el que se piden perdón por haberse tratado mal por diferentes razones (su forma de ser, su aspecto, cómo se ven frente al resto...). La carta es una forma de ver sobre el papel la dureza con la que se hablan, el daño que pueden llegar a hacerse con sus pensamientos y palabras de desprecio.

Esta carta es una reflexión para cambiar el lenguaje interno hacia uno mismo y la forma en la que se hace la evaluación de la propia persona. Lo ideal es pedir al adolescente que nos lea su carta en alto, ya que al verbalizar su contenido interior frente a alguien esas palabras hirientes se perciben de manera distinta y dejan de vivirse como verdades irrefutables.

4. Modificación del lenguaje interno

Al hilo de lo anterior, este ejercicio es una apuesta muy útil. Consiste en pedir al adolescente que escriba en una columna frases o palabras que se dice en ciertos momentos de su día a día, para luego tratar de sustituir esas palabras por otras en un tono más compasivo, amable y afectuoso. Por ejemplo, es común que al cometer un error se tengan pensamientos como “soy un inútil, no sirvo para nada”, lo cual se puede sustituir por un mensaje más amable: “me he equivocado y no pasa nada, todos cometemos errores y gracias a ello podre aprender para la próxima”.

Muchas veces el lenguaje interno está tan automatizado que los adolescentes no reparan en su vocabulario dañino hasta que hacen este tipo de ejercicios. La forma en la que nos hablamos es crucial para mejorar la valoración que hacemos de nosotros mismos, pues esa voz nos acompaña todo el tiempo y puede llegar a convertirse en un machaque constante con efectos devastadores.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunos ejercicios útiles para poder trabajar la autoestima en adolescentes. La autoestima es la valoración subjetiva que hacemos de nuestro valor como personas, la cual depende no sólo de nosotros mismos, sino también de aspectos externos. El momento evolutivo de la adolescencia se caracteriza por numerosos cambios a todos los niveles, lo que favorece una autoestima más inestable y débil respecto a otros momentos de la vida.

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