Sarampión: causas, síntomas y tratamiento

El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave que ha matado a más de 200 millones de personas en toda la historia. No está erradicada y no tiene cura. La única protección es la vacunación.

Sarampión

A veces, nos olvidamos de que ahí fuera, entre nosotros, hay patógenos extremadamente graves que, a pesar de que no los veamos, son auténticas amenazas para la salud. Y esto se hace especialmente relevante con aquellas enfermedades para las que disponemos de vacunas, algo que nos hace creer que el patógeno responsable está erradicado.

Pero esto solo es cierto en casos muy puntuales, como el de la viruela, que sí que se considera totalmente erradicada. Pero hay otras que siguen ahí, al acecho. Y el caso más célebre, seguramente, es el del sarampión. Una enfermedad para la que podemos vacunarnos a través de la famosa triple vírica.

Y esta vacunación es nuestra única protección ante un virus extremadamente contagioso que provoca una enfermedad muy grave que ha matado, a lo largo de la historia, a más de 200 millones de personas, lo que la convierte en la enfermedad más devastadora a la que se ha enfrentado la humanidad, estando superada solo por la viruela antes nombrada.

En el artículo de hoy explicaremos la naturaleza de esta enfermedad, analizando sus causas, síntomas, complicaciones y opciones de tratamiento (aunque hay que recalcar que no tiene cura), siendo la vacunación nuestra mejor (y única) defensa.

¿Qué es el sarampión?

El sarampión es una enfermedad vírica muy contagiosa y grave causada por un virus de la familia de los Paramixovirus, dentro de la cual también se encuentra el patógeno responsable de las famosas paperas. Sea como sea, el sarampión es una patología infecciosa tremendamente peligrosa en niños en la que el virus infecta los pulmones.

De hecho, se considera una enfermedad infantil que, si bien en la antigüedad fue muy frecuente (hay registros de la enfermedad que datan de hace más de 3.000 años), causando un total de más de 200 millones de muertes, hoy en día es fácilmente prevenible gracias a la vacunación.

De hecho, todos los niños y niñas reciben la “triple vírica”, que protege y nos da inmunidad frente al sarampión, las paperas y la rubéola. La vacuna se administra en dos dosis: la primera a los 12-15 meses de edad y, la segunda, a los 4-6 años, confiriendo una inmunidad de por vida.

El problema es que, debido al movimiento antivacunas, la incidencia de la enfermedad está aumentando en todo el mundo, surgiendo brotes que, hace unos años, eran impensables. Y es que al transmitirse por el aire y tener una capacidad infectiva muy alta (si una persona no vacunada se expone al virus, tiene un 90% de riesgo de padecer la enfermedad), el contagio es muy sencilla.

El sarampión sigue matando anualmente a más de 100.000 personas en todo el mundo, siendo la mayoría de ellas, menores de 5 años. Y aunque la mayoría de casos son, por desgracia, en regiones de países subdesarrollados sin acceso a vacunas, los antivacunas de los países desarrollados están haciendo que los casos se incrementen en países donde, erróneamente, considerábamos al sarampión erradicado.

Sin ir más lejos, en Estados Unidos, seguramente el epicentro del movimiento antivacunas, ha pasado de registrar 30 casos en 2004 a más de 600 en 2014. Y teniendo en cuenta que la enfermedad es potencialmente mortal y que no existe cura, es totalmente incomprensible cómo puede haber gente que no vacune a sus hijos.

Sarampión virus

Causas

La causa de sufrir el sarampión es ser infectado por el virus responsable de la enfermedad, el cual es del género Morbillivirus. Se trata de una enfermedad altamente contagiosa, pues el virus se transmite de persona a persona por el aire, a través de las gotículas respiratorias que las personas enfermas liberan al ambiente al toser, estornudar o simplemente hablar.

Esto, junto al hecho de su alta capacidad infectiva, hace del sarampión la tercera enfermedad más contagiosa del mundo (estando superada solo por la gastroenteritis vírica, la primera, y la malaria, la segunda), presentando un ritmo reproductivo básico (R0) de 15, lo que significa que una persona infectada tiene el potencial de contagiar a 15 personas.

Para poner en perspectiva su alta capacidad contagiosa, tengamos en cuenta que el resfriado común, que sabemos que es tremendamente contagioso, tiene una R0 de 6. El sarampión es más de dos veces más contagioso que un resfriado.

Sea como sea, la enfermedad se transmite tanto por contacto directo con personas infectadas (inhalamos las gotículas respiratorias que envía al medio y que contienen las partículas víricas) o por contacto indirecto a través de superficies donde se han depositado las partículas respiratorias, donde pueden permanecer varias horas a la espera de que una persona sana las toque y, tras llevarse las manos a la nariz, la boca o los ojos, pueda entrar en el cuerpo.

Aun así, una persona vacunada tiene un riesgo nulo de contraer la enfermedad, pues la vacunación le ha otorgado inmunidad, lo que significa que dispone de anticuerpos frente al virus para así iniciar una rápida respuesta inmune en caso de exposición y eliminarlo antes de que nos provoque la enfermedad.

Por ello, pese a que la causa es una exposición y posterior infección del virus, existe un factor de riesgo muy claro: no estar vacunado. Si no has sido vacunado y te expones al virus, tienes un riesgo del 90% de padecer la enfermedad. Si has sido vacunado y te expones al virus, tienes un riesgo del 0% de padecer la enfermedad. Así de simple. Y si no estás vacunado, el viajar a países en vías de desarrollo donde el sarampión es más frecuente y/o tienes déficits de vitamina A, el riesgo es todavía mayor.

En resumen, la causa de sufrir sarampión a día de hoy es exponerse al virus responsable sin estar vacunado, el cual se propaga a través de gotículas respiratorias y es el tercero más contagioso del mundo.

Sarampión causas

Síntomas

Tras la exposición y posterior infección, los síntomas del sarampión suelen tardar entre 10 días y dos semanas en aparecer. Durante este tiempo, lo estamos incubando. Ya somos contagiosos (uno de los principales problemas y explicación a por qué es tan contagiosa la enfermedad) pero nosotros no sabemos que sufrimos la infección. Técnicamente, empezamos a ser contagiosos cuatro días antes de que aparezca el sarpullido que ahora veremos.

Tras este periodo de incubación, entramos en una fase que suele durar entre dos y tres días donde experimentamos unos síntomas algo inespecíficos, como por ejemplo fiebre leve o moderada, conjuntivitis (ojos inflamados), dolor de garganta, tos y goteo nasal. De momento, puede confundirse con una patología similar a la gripe.

Aun así, después de estos tres días, aparece el síntoma más notorio: un sarpullido que se desarrolla primero en el rostro pero que va progresando por el cuerpo. El sarpullido consiste en manchas rojas, algunas de las cuales pueden estar ligeramente elevadas. Mientras este sarpullido progresa, la fiebre puede llegar a alcanzar los 41 °C, una temperatura a la que ya hay daños orgánicos en el cuerpo, pero el organismo necesita eliminar lo antes posible al virus, pues ve que su presencia puede poner en peligro la vida.

Después de 3-5 días de esta última fase, el niño cada vez se siente mejor y la fiebre empieza a descender. Pero hay veces en las que el infante no tiene tanta suerte, pues es posible que el virus migre por el sistema linfático y se propague a muchos órganos distintos, momento en el que pueden surgir las tan peligrosas complicaciones.

Sarampión síntomas

Complicaciones

Como hemos comentado, la mayoría de niños superarán la enfermedad tras, aproximadamente, una semana de síntomas graves. Aun así, siempre hay riesgo de que el virus se disemine a otras regiones más allá del sistema respiratorio y de la piel, momento en el que pueden surgir complicaciones que ponen en peligro la vida.

Estamos hablando de neumonía (una complicación bastante frecuente que, como sabemos, es potencialmente mortal) e incluso de meningitis (el virus puede infectar las meninges, las capas de tejido que rodean el sistema nervioso central, cosa que sucede en 1 de cada 1.000 casos y que puede ser mortal).

Pero es que en ocasiones menos frecuentes, puede dañar también el hígado, los riñones, el tracto gastrointestinal, la mucosa genital, etc, e incluso problemas en el embarazo, pudiendo causar partos prematuros o la muerte de la madre.

Vistas estas graves complicaciones, no es de extrañar ni que haya matado a 200 millones de personas a lo largo de la historia ni que, debido a la no vacunación, siga matando cada año a más de 100.000 personas, siendo los menores de 5 años los que presentan una mayor mortalidad. Por sus complicaciones, se estima que, aunque depende de muchos factores, el sarampión tiene una tasa de letalidad del 10%.

Sarampión complicaciones

Tratamiento

El sarampión, al igual que sucede con el resto de enfermedades víricas, no tiene cura. No hay un tratamiento específico para matar al virus responsable porque, para empezar, un virus no es un ser vivo. Y no puedes matar a algo que no está vivo. Esto lo tenemos que tener muy claro.

En las enfermedades causadas por virus, debemos esperar a que el cuerpo, por medio del sistema inmunitario, resuelva por sí solo la enfermedad. El problema es que en el sarampión, si un niño se contagia, tiene un 10% de probabilidades de morir.

Y a pesar de que se pueden administrar tratamientos de emergencia para aliviar los síntomas y mejorar el pronóstico, no vamos a comentarlos. No tiene sentido hablar de tratamiento cuando es nuestro deber como sociedad evitar que cualquier niño necesite tratamiento contra el sarampión.

Vacuna a tus hijos y jamás necesitarán tratamiento contra el sarampión. No se trata de luchar contra la enfermedad, sino de prevenirla. Y con una simple vacuna estás reduciendo su riesgo de enfermar hasta el 0%.

Y si te preocupa que tu bebé o hijo se infecte antes de haber sido vacunado del todo (recordemos que la última dosis se da a los 4-6 años), no te preocupes. Si se exponen al virus y son vacunados de emergencia durante las primeras 72 horas, se consigue evitar la enfermedad. Y si aun así aparece, suele ser más leve.

Pero si todos nos vacunamos, los contagios no serán posibles. Si decides no vacunar a tus hijos, no solo estás poniéndolos en peligro de muerte, sino que puedes provocar la muerte de muchos otros niños. En este tema, hay que hablar claro. El sarampión es una enfermedad mortal que no está erradicada. Sigue entre nosotros. Y solo con la vacunación podemos protegernos de ella.

Sarampión vacuna
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