6 beneficios de tener hermanos (avalados por la ciencia)

La crianza en compañía de hermanos puede asociarse con beneficios psicológicos, siempre y cuando los padres se impliquen activamente en el cuidado del vínculo fraternal.

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La familia es el primer grupo social al que pertenecemos en nuestra vida. Es en ella donde formamos nuestros primeros vínculos, desarrollamos la identidad y construimos una visión particular del mundo. La forma y las dinámicas de nuestra familia influyen, por supuesto, en la persona en la que nos convertimos.

Cualquiera que posea hermanos sabe que la relación con ellos posee unas características únicas y diferentes a cualquier otro tipo de vínculo. Por supuesto, no todos los lazos fraternales son positivos y satisfactorios. Muchas veces, hay un elevado nivel de conflicto que culmina con el distanciamiento. Sin embargo, cuando la relación de hermandad sigue un curso adecuado, esta puede proporcionar numerosos beneficios a nivel emocional. En este artículo hablaremos acerca de los principales aspectos psicológicos positivos asociados a tener hermanos.

6 beneficios de tener hermanos

Como venimos comentando, tener hermanos constituye una experiencia fructífera siempre y cuando esa relación sea positiva y reciba los cuidados que necesita. A continuación, vamos a hablar en detalle de los beneficios emocionales se asocian con este tipo de vínculos fraternales.

1. Aprender a compartir

Los niños que poseen hermanos están habituados a no ser el único centro de atención. Esto les permite estar cómodos con el hecho de compartir no sólo las cosas materiales, sino también el cariño y la atención de los padres. En general, cuando hay hermanos el clima de la crianza suele tener más presentes valores como el respeto o la cooperación. Por supuesto, esto no significa que tener hermanos sea garantía de una buena educación en este sentido y tampoco implica que los hijos únicos no puedan aprender estos valores. Simplemente, tener hermanos permite tener un escenario ideal para, con la implicación activa de los padres, lograr entrenar la empatía y el compartir desde edades tempranas.

2. Aumento de la autoestima

Tener hermanos también puede ser de ayuda para cultivar una autoestima adecuada desde la niñez. De nuevo, esto dependerá enormemente de la actuación de los progenitores. Si se fomentan las comparaciones o los favoritismos, el resultado será contrario. Sin embargo, tener hermanos puede ser una excelente oportunidad para ayudar a cada uno a enseñar cosas al otro. Pueden ocupar dependiendo del momento el rol de maestro o aprendiz, de manera que puedan enriquecerse mutuamente. Al actuar como modelos uno del otro, esto alimenta su sentimiento de capacidad.

3. Entrenamiento de habilidades de resolución de conflictos

Las relaciones entre hermanos, especialmente durante la infancia, no son en absoluto idílicas. La convivencia a veces no es fácil y por ello pueden surgir roces y conflictos. Lejos de ser un drama, estas escenas cotidianas son la excusa perfecta para enseñar a los más pequeños a resolver sus conflictos de manera asertiva. Así, las situaciones que se dan en el hogar son una manera de ensayar su resolución de los problemas en el mundo exterior. Gracias a ello pueden aprender a poner límites, pero también a negociar, ceder, pensar en los demás, etc.

4. Mayor diversión

Por supuesto, tener hermanos también permite tener muchos momentos de diversión. Los niños encuentran en ellos a un perfecto compañero de juegos y risas, así como un apoyo para hablar y desahogarse. Los hijos únicos suelen pasar más tiempo solos jugando consigo mismos, lo que puede resultar menos estimulante.

5. Desarrollo de las habilidades sociales

Los niños que se crían en entornos donde hay hermanos están en contacto con los iguales durante su día a día. Es decir, saben cómo relacionarse con otros niños próximos a ellos en edad. Esto les permite contar con un entrenamiento natural en habilidades sociales que les ayuda a ser más empáticos, abiertos y menos egoístas. Tal y como ya comentamos, esta destreza social se logra siempre y cuando los padres se impliquen en el cuidado del vínculo fraternal y estimulen el contacto cercano entre ellos.

6. Mayor tolerancia y flexibilidad

Los niños que poseen hermanos también aprenden a ser más tolerantes y flexibles. Al estar creciendo junto a otras personas, aprenden a convivir con niños diferentes a ellos. Desarrollan la habilidad de ponerse en el lugar del otro, entender su punto de vista y tolerar otras formas de hacer las cosas. Esto les ayuda a convertirse en adultos más tolerantes y capaces de flexibilizar su postura ante roces con los demás.

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Qué hacer para cultivar la buena relación entre hermanos

Como hemos venido comentando, que la relación entre hermanos sea fructífera y satisfactoria depende en gran medida de los progenitores. A continuación, comentaremos algunas pautas que los padres pueden seguir para conseguir un lazo fraternal sólido entre sus hijos.

  • Recuerda que cada uno de tus hijos es único y diferente: Muchos padres esperan que la misma fórmula funcione para todos sus hijos. Normalmente, aquel que da menos quebraderos de cabeza se utiliza como modelo de referencia para los demás hermanos. Sin embargo, fomentar las comparaciones no ayuda en absoluto a que las relaciones entre ellos sean adecuadas. Con esta estrategia se suele dañar la autoestima de los hijos y se crean tensiones y rechazos entre ellos. En su lugar, es esencial abrazar la forma de ser de cada uno y sus particularidades. Se trata de entender que, aunque todos son hijos de los mismos padres y pertenecen al mismo entorno, eso no tiene por qué determinar que sean idénticos. Comparar, incluso cuando es algo bienintencionado, es siempre algo a evitar, ya que con ello conseguiremos que el clima en casa no sea de cooperación, sino de competitividad.

  • Establece normas básicas y límites: En todos los sistemas familiares es necesario que existan normas básicas de convivencia. Esto es clave para garantizar una buena convivencia y unos límites claros. No establezcas favoritismos ni apliques normas diferentes para cada hermano. Establece un sistema único y claro para todos, ya que la igualdad es esencial para lograr un ambiente positivo.

  • Maneja bien los momentos de conflictos: Como ya comentamos, las relaciones fraternales nunca son perfectas. Especialmente en edades tempranas, es normal que existan conflictos y diferencias. Sin embargo, la manera en la que los adultos manejan estos momentos determinará si la tensión se canaliza hacia algo constructivo o no. En primer lugar, lo ideal es hablar a los hijos de que los conflictos son algo normal en todas las relaciones y que lo esencial es que haya respeto y amor ante todo. A partir de ahí, es recomendable dejar que sean ellos quienes intenten ponerle remedio a sus diferencias. No obstante, en muchos casos será necesario que los padres medien y escuchen atentamente a las dos partes. Es clave que los adultos no se posicionen automáticamente a favor de uno u otro, ya que se debe buscar una solución conciliadora.

  • Implica a todos los hermanos en las decisiones y noticias importantes: En muchas familias se comete el error de implicar sólo a uno de los hijos en ciertos asuntos y decisiones, generalmente al mayor. Sin embargo, esto es un error. Todos los hermanos son parte de la familia y deben sentirse como tal. Por ello, es clave que los padres les hagan saber las noticias buenas y malas (en un lenguaje adaptado a su edad) y les impliquen en las decisiones que afectan a todos. Por ejemplo, qué plan se hará el fin de semana o qué comidas se van a preparar. Hacerles parte de estas pequeñas decisiones y consultar su opinión (aunque sean los adultos quienes tienen la última palabra) hace que se sientan igualmente importantes sin crear alianzas, rivalidades o dinámicas perjudiciales en la familia.

  • Dedícales el mismo tiempo: Es también muy importante que los padres puedan dedicar a sus hijos el mismo tiempo. Focalizarse más en uno de los hermanos hará que el otro se sienta menos querido, valorado o importante. Por ello, procura balancear tu tiempo para pasar el mismo tiempo con ambos. Aunque hagáis planes conjuntos, trata de tener encuentros en solitario con cada uno de vez en cuando, pues esto les hará sentirse protagonistas en algunos momentos.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunos beneficios emocionales importantes asociados a tener hermanos en casa. La familia es el primer grupo social del que formamos parte en nuestra vida. Es en ella donde formamos nuestros primeros vínculos, por lo que lo que sucede dentro del hogar determina enormemente lo que somos. La presencia de hermanos no garantiza por sí misma que la relación vaya a aportar beneficios. Esto requiere que los padres se impliquen profundamente en la crianza y traten de fomentar la cooperación y el amor en lugar de la rivalidad.

Siempre y cuando el lazo fraternal se cultiva adecuadamente, este ayuda a los niños a adquirir valores como el compartir, empatizar, cooperar, etc. También les permite entrenar sus habilidades sociales y su destreza a la hora de resolver conflictos. Les ayuda a ser más flexibles, abiertos y tolerantes con los demás y también alimenta su autoestima. Añadido a todo esto, poseer una relación satisfactoria con los hermanos ayuda a vivir una infancia más divertida y estimulante, ya que en ellos se encuentra a los mejores compañeros de juegos y confidencias.

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