¿Qué es el Castigo de Silencio? 4 consejos para afrontarlo

El castigo de silencio es una particular forma de reaccionar ante una situación de conflicto, por la cual se pretende herir y manipular a la otra persona mediante el uso de silencios prolongados.

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El silencio es mucho más que la ausencia de palabras. Cuando nos mantenemos callados, podemos expresar sentimientos diferentes dependiendo del contexto en el que nos situemos. Así, no hablar deja espacio para la reflexión y nos permite transmitir mucho más de lo que creemos. Sin embargo, la connotación de los silencios puede variar enormemente en función de cómo y cuándo se producen.

De esta forma, a veces, guardar silencio puede ser un acto de respeto, pero también de interés o de reflexión acerca de algo. Una de las funciones menos conocidas del silencio tiene un carácter negativo, y tiene que ver con callar para herir a los demás. Mantenerse en silencio puede ser un arma de violencia discreta pero muy efectiva en todo tipo de relaciones interpersonales.

Este empleo del silencio da forma a lo que popularmente se conoce como castigo de silencio, una forma de violencia psicológica mucho más común de lo que parece. En este artículo vamos a hablar acerca del llamado castigo de silencio y comentaremos algunas pautas interesantes para afrontarlo si lo sufres en primera persona.

¿Qué es el castigo de silencio?

El castigo de silencio, también conocido como Ley de Hielo, es una particular forma de reaccionar ante una situación de conflicto con otra persona, por la cual se pretende herir y manipular al otro. De esta manera, en lugar de dialogar para encontrar posibles soluciones, la persona que ejerce el castigo opta por callarse y mostrar una actitud de total distancia y frialdad.

Esta forma de comportamiento ante los conflictos se encuentra bastante normalizada y son muchos los que aprenden esta dinámica desde los primeros años de la infancia. Por todo ello, no suele ser fácil de detectar y suele pasar desapercibida a pesar del enorme daño que provoca en las personas que lo sufren. Diferenciar una forma saludable de resolver conflictos del silencio castigador es complejo, pero hay algunas señales de alerta que son bastante características:

  • Silencio total tras una discusión: Si después de un conflicto esa persona deja de hablarte pasadas varias horas o días sin intención de acercarse, es probable que esté usando el castigo de silencio. No hay nada de malo en tomarnos un rato para calmarnos en soledad cuando hemos discutido con alguien, pero esto siempre debe ir seguido de un diálogo sano acerca de lo sucedido.

  • Te ignora: Si después de tener una diferencia o roce con esa persona sientes que te ignora y actúa como si no existieras tanto en persona como a través de las tecnologías, esta es una clara “red flag”.

  • Se muestra impasible: Después de una discusión es probable que las emociones te lleven a llorar y mostrar mucha angustia por lo sucedido. Si esa persona no reacciona ante tu malestar y se muestra indiferente, esto indica que probablemente esté usando el silencio como castigo hacia ti.

  • Rechaza escucharte: Si incluso cuando te acercas después del conflicto de forma calmada notas que esa persona se niega a escuchar tu opinión, es posible que se esté usando erróneamente el silencio por su parte.

  • Deposita sobre ti la responsabilidad del conflicto: Las personas que emplean el silencio como castigo tienen la firme creencia de que es el otro el absoluto responsable de lo sucedido. No son capaces de evaluar su propio comportamiento y reflexionar acerca de lo que han podido hacer mal. Esto hace que la otra persona se vea desbordada por la culpa y termine aceptando que lo que ha pasado es sólo su responsabilidad, disculpándose por los errores que en realidad ha cometido quien le castiga con silencios. Todo ello termina por condicionar la dinámica general de la relación, de forma que la víctima termina cediendo mucho más de lo que le gustaría debido al miedo que siente ante un nuevo conflicto con su consiguiente período de silencio.

No hay nada de malo en tomarnos unos minutos para irnos a otra estancia y lograr calmarnos cuando nos encontramos en conflicto con alguien. Esta estrategia de tiempo fuera es una estrategia que denota madurez emocional, pues puede ayudarnos a no escalar más en el nivel de agresividad hacia el otro y así poder llegar a un diálogo conjunto cuando se haya retomado la tranquilidad. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con el silencio que se da en muchas familias y parejas, donde el objetivo no es llegar a un acuerdo, sino dañar y manipular al otro.

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¿Qué sucede cuando sufrimos el castigo de silencio?

Lo cierto es que los seres humanos somos seres sociales y como tales necesitamos formar vínculos emocionales desde nuestros primeros años de vida y durante todo el ciclo vital. Lo cierto es que cada uno de nosotros somos el resultado de los lazos emocionales que hemos tenido la oportunidad de forjar desde el nacimiento, por lo que las relaciones que establecemos y la calidad de estas son de enorme importancia.

Cuando una pareja, un familiar o un amigo utiliza la ley del silencio para herirnos o manipularnos, esto nos hace sentir profundamente inseguros. En lugar de sentirnos seguros y arropados en la relación que nos une a esa persona, tendemos a experimentar una enorme ansiedad, especialmente si esta dinámica es persistente y se repite con frecuencia.

Cuando sufrimos un silencio despiadado por parte de alguien significativo, especialmente cuando somos niños y el castigo es llevado a cabo por los propios padres o adultos de referencia, interiorizamos la idea de que no somos dignos de atención y respeto. Así, asimilamos que nos merecemos ese trato y que si sucede es por nuestra culpa. Por ello, tratamos de hacer lo imposible por romper ese silencio despiadado, tratando de contentar al otro y evitar cualquier mínimo roce con su persona.

Sobra decir que todo este proceso tiene unas consecuencias psicológicas devastadoras para quien sufre el castigo de silencio. De esta manera, pueden aparecer sentimientos de frustración, confusión, culpa, tristeza y baja autoestima. Cuando los más pequeños crecen en un entorno familiar donde el silencio se emplea con el fin de manipular, es común que estos encuentren problemas para formar relaciones saludables con otras personas en la edad adulta.

¿Por qué hay personas que usan el castigo de silencio?

Los castigos de silencio no son un medio eficaz para resolver los conflictos, sino una forma camuflada de abusar psicológicamente de otra persona. Las personas que se emplean esta estrategia suelen ser incapaces de hablar de sus sentimientos de manera clara, por lo que canalizan su dolor y malestar por medios poco adaptativos.

En cierta manera, se podría decir que el castigo de silencio es para muchos individuos una especie de mecanismo de defensa que se activa en situaciones de conflicto ante la imposibilidad de manifestar asertivamente los propios sentimientos.

No obstante, a pesar de que detrás de esta estrategia pueda existir un dolor mas gestionado, esto en ningún caso justifica que se utilice. Las víctimas de esta forma de manipulación experimentan un enorme sufrimiento y se encuentran en una postura de gran vulnerabilidad y confusión en sus relaciones que puede dejar secuelas a medio y largo plazo en su salud mental.

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4 consejos para afrontar el castigo de silencio

Como venimos comentando, es habitual que el empleo del silencio como castigo se encuentre normalizado en todo tipo de relaciones. Su carácter sutil hace que muchas veces este tipo de violencia psicológica pase desapercibido a pesar de sus efectos dañinos, hasta que estos se vuelven muy evidentes. A continuación, vamos a comentar algunas pautas que pueden ser de ayuda para afrontar el castigo de silencio cuando uno mismo lo esta sufriendo por parte de alguna persona cercana.

1. No te minusvalores

Muchas personas que sufren el castigo de silencio por parte de una pareja o familiar tienden a insistir y suplicar para que el otro rompa su silencio. Sin embargo, esto solo sirve para entrar en la dinámica de la manipulación y tirar por la borda tu valor como persona.

2. No te responsabilices de las acciones ajenas

En muchas ocasiones, quien manipula logra convencer al otro de que lo que ha sucedido entre ambos es exclusivamente su culpa. Así, es fácil terminar disculpándose por algo que en realidad no se ha hecho y es responsabilidad de la otra persona. Recuerda que en ningún caso tú tienes la culpa de las emociones que el otro pueda sentir y su incapacidad para gestionarlas.

3. Elige qué relaciones quieres preservar

Cuando el castigo de silencio se convierte en la dinámica constante dentro de una relación, esto repercute directamente sobre la salud mental de la víctima. Si notas que alguien de tu entorno te hace este tipo de castigo con frecuencia, plantéate si te sigue compensando mantener dicho vínculo. Quizá estás destinando todas tus energías a una persona que no te puede aportar la tranquilidad que necesitas. Aunque todas las relaciones implican momentos de conflicto, la forma en la que estos se resuelven nunca debe ser abusiva.

4. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti

Cuando nos habituamos a relacionarnos con una persona que nos castiga con silencios continuamente, es posible que sin darnos cuenta imitemos esta conducta con los demás. Identifica cuando caigas en este error y trata de eliminar esta práctica por tu parte.

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