5 mitos sobre las relaciones abiertas, desmentidos

Las relaciones abiertas parten de una concepción del amor diferente a la tradicional, pues los miembros de la pareja entienden que mantener un vínculo sentimental estable y saludable no está reñido con mantener relaciones sexuales con terceras personas.

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A pesar de que las infidelidades constituyen un fenómeno muy habitual en las relaciones románticas, la sociedad en la que vivimos continúa siendo predominantemente monógama. Así, el engaño a la pareja es concebido como uno de los peores actos que se pueden llevar a cabo en el plano sentimental. De esta manera, la sociedad en general tiende a ser extremadamente crítica con aquellos que rompen con el compromiso de fidelidad que se presupone en cualquier vínculo de pareja.

Curiosamente, no parece que estemos orientados de forma natural a las relaciones de exclusividad. Así, la monogamia es más una construcción social que una tendencia espontánea de los seres humanos. Esto hace que, en cierta forma, exista un conflicto entre nuestro funcionamiento sexual y nuestro desempeño social. En otras palabras, aunque podríamos mantener relaciones sexuales con distintas parejas, nos mantenemos fieles a una por el tipo de organización social instaurada desde hace siglos en una gran parte del mundo.

De esta manera, cometer adulterio implica poner en tela de juicio la estructura que regula la sociedad y las normas que de ella se derivan. Aunque hemos aprendido que ser monógamo es el modo de relación correcto, la realidad es que son muchas las personas que no se identifican con él.

Sufrir una infidelidad es, por supuesto, algo doloroso. La persona engañada vive esto como una traición, pues implica romper un compromiso establecido. Por ello, muchas personas que no se sienten cómodas en la monogamia han comenzado a apostar por otras formas de relación distintas de lo tradicional. Entre ellas cabe destacar las relaciones abiertas.

¿Qué es una relación abierta?

Las relaciones abiertas se basan en la premisa de que una relación sentimental no tiene por qué implicar exclusividad sexual. Así, dos personas pueden mantener relaciones con terceros sin que ello se considere una infidelidad, ya que esto se lleva a cabo en un marco de normas y límites bien negociados entre las dos partes desde el principio.

Son muchos los mitos que existen en torno a este tipo de relaciones, pues una gran parte de la población aún desconoce con seguridad en qué consisten. Por ello, en este artículo trataremos de desmentir aquellos más frecuentes. En primer lugar, es importante aclarar qué entendemos por relación abierta, pues este término aún sigue suscitando mucha confusión.

En general, las relaciones abiertas parten de una concepción del amor diferente a la tradicional, pues los miembros de la pareja entienden que mantener un vínculo sentimental estable y saludable no está reñido con mantener relaciones sexuales con terceras personas. Por ello, mediante una comunicación sincera y abierta, ambos aceptan dejarse libertad para tener relaciones con otra gente, que pueden ir desde encuentros puramente sexuales a vínculos con una de carácter más o menos estable.

Por tanto, una relación abierta no tiene nada que ver con una infidelidad. A diferencia de esta, una relación abierta implica consenso, diálogo y una voluntad compartida por ambas partes. No hay mentiras ni secretos, porque se trata de una manera de entender la relación que se vive con naturalidad y por voluntad propia. Aunque esta es la idea general sobre la que se basa el concepto de relación abierta, cada pareja puede establecer su propio código de normas para que esta realmente se lleve a cabo de manera adecuada en la práctica.

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Desmontando mitos sobre las relaciones abiertas

El desconocimiento en torno a las relaciones abiertas hace que muchas veces se mantengan creencias erróneas sobre ellas. Por ello, a continuación vamos a desmentir los mitos más comunes que existen en torno a este modelo de relación.

1. Las personas que tienen relaciones abiertas son más promiscuas que quienes practican la monogamia

Muchas personas tienen la firme creencia de que las relaciones abiertas implican tener muchas relaciones sexuales y, por ello, que quienes las mantienen son promiscuos. Sin embargo, este tipo de relación no busca aumentar la cantidad de sexo que se practica, sino cambiar la forma en la que este se lleva a cabo. Para muchas personas en relaciones abiertas, poder tener sexo con terceras personas es algo que favorece que su relación se mantenga viva y saludable.

Es decir, la apertura sexual más allá de la relación es una manera de no caer en la monotonía y el desgaste. En muchas personas que apuestan por abrir su relación exclusiva, el simple hecho de saber que es posible tener relaciones con otra gente es excitante para ambos, incluso cuando no se llegan a cumplir esas fantasías.

2. Las personas en relaciones abiertas solo buscan sexo

Aunque quienes están en una relación abierta saben que pueden tener sexo con terceras personas, esto no significa que con ellas exista únicamente sexo. Muchas veces, las relaciones que se mantienen con terceras personas van más allá de lo sexual e incluso puede formarse un vínculo emocional y personal con ellas. Lejos de ser siempre encuentros sexuales puntuales, quienes están en este tipo de relación pueden quedar reiteradamente con la misma tercera persona y llegar a conocerla bien.

3. Las relaciones abiertas son una forma de justificar el engaño

Este es uno de los mitos más extendidos, pues son muchas las personas que creen que quienes apuestan por una relación abierta son aquellos que se encuentran insatisfechos con su relación. Sin embargo, sucede que muchas veces es justo lo contrario, siendo la relación abierta una forma de que la pareja se acerque más si cabe.

Para mucha gente, estar en una relación monógama es algo agobiante, pues existe la presión de amoldarse a una forma de relacionarse determinada. Abrirse a terceras personas es por ello una forma de querer mejor a esa persona, pues no existen reglas impuestas desde fuera y es la propia pareja la que decide qué se va a hacer y qué no. Por supuesto, es posible que haya personas que afirmen tener una relación abierta sin que esto sea cierto. Es decir, puede suceder que en algunos casos se disfracen las infidelidades como una relación abierta cuando realmente no ha existido negociación ni comunicación con la pareja para dar este paso.

4. Las relaciones abiertas siempre siguen las mismas reglas

Aunque la premisa central de poder mantener relaciones con terceros es algo común a todas las relaciones abiertas, las reglas que se establecen sobre qué se puede hacer y qué no varían dependiendo de cada pareja. Así, hay quienes fijan numerosas normas y prohibiciones, mientras que otras sólo marcan dos o tres principios básicos que son inquebrantables.

Ejemplos de este tipo de reglas puede ser practicar sexo siempre con protección, no mentir, no llevar a la tercera persona a casa o no dormir con ella. Sean cuales sean las normas, lo fundamental es que estas se encuentren claramente definidas desde el principio y que sean resultado de la negociación entre ambas partes, sin que se realicen imposiciones desde un miembro de la pareja sobre el otro.

5. Las relaciones abiertas siempre terminan en ruptura

Es común que las relaciones abiertas se juzguen con dureza, pues estas a menudo son vistas como una amenaza a los vínculos estables y basados en el compromiso, por lo que se conciben como una garantía de ruptura. Como ya comentamos, una relación abierta puede ser igual o más estable que una monógama. Además, las parejas que deciden abrir su relación no toman esta decisión para perjudicarla, sino para mejorarla. Como comentamos anteriormente, tener la seguridad de poder conocer a otras personas y tener relaciones personales y sexuales con ellas es para muchos algo liberador, que resta presión y aumenta la satisfacción en la relación primaria.

En muchos casos, el rechazo hacia las relaciones abiertas no se debe tanto a que supongan una amenaza real para las relaciones saludables, sino más bien a que culturalmente hemos aprendido que todo lo alejado de la monogamia está mal. Precisamente, las relaciones abiertas se caracterizan por requerir grandes dosis de comunicación y respeto, algo que muchas veces está ausente en los vínculos monógamos. Así, el problema no reside en qué tipo de relación se decide mantener, sino en cómo se gestiona cada una de ellas.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de los mitos que existen respecto a las relaciones abiertas. Siempre que se habla de relaciones abiertas se tiende a pensar que estas son sinónimo de infidelidad, sexo por doquier e inestabilidad. Sin embargo, esta idea acerca de las relaciones no monógamas es totalmente equivocada.

La premisa central de una relación abierta es que es posible tener un vínculo de pareja estable y saludable y, a la vez, tener relaciones con terceras personas. Para mucha gente, tener la seguridad de que pueden abrirse a terceros sin limitarse a la exclusividad es algo liberador que favorece su relación de pareja al mejorar la satisfacción de ambas partes.

Lejos de lo que se suele pensar, las relaciones abiertas no son propias de personas promiscuas, ya que no solo buscan aumentar la cantidad de sexo sino transformar toda la dinámica de la relación. Tampoco son una forma de justificar el engaño, pues las relaciones abiertas implican honestidad y comunicación entre las dos personas. Además, lejos de ser un sinónimo de ruptura inminente, las relaciones abiertas muchas veces permiten que una relación apagada o desgastada reviva y vuelva a funcionar.

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