¿Cómo frenar la violencia luz de gas? En 7 claves (y consejos)

La luz de gas es una forma de maltrato psicológico por la que el agresor anula a la víctima con acciones sutiles. Aunque no es una violencia explícita, el daño sobre la persona que la sufre es devastador.

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Siempre que hablamos de violencia pensamos en insultos o golpes explícitos. Se suele asumir que este es un fenómeno perfectamente visible que no da lugar a dudas cuando sucede. Sin embargo, lo cierto es que en absoluto es así. En ocasiones la violencia aparece de forma sutil e insidiosa, aunque no por ello menos dañina. Este tipo de violencia es conocida como luz de gas y a pesar de su difícil detección, implica efectos devastadores en la víctima. En este artículo hablaremos acerca de qué es la violencia luz de gas y de qué manera es posible ponerle freno.

¿Qué es la violencia luz de gas?

La luz de gas o gaslighting es una forma de maltrato psicológico por la que el agresor somete y anula a la víctima con acciones sutiles y, muchas veces, imperceptibles. A pesar de no ser una violencia explícita, es tremendamente efectiva y ejerce un daño devastador sobre la persona que la sufre. Mediante la repetición de afirmaciones, la negación de hechos que sí sucedieron o el uso de estrategias que fomentan la dependencia emocional, el agresor consigue manipular y anular la voluntad de su víctima, quien termina por creer que está equivocada, que todo lo que sucede es culpa suya y que incluso está perdiendo la cabeza. Esto contribuye a que la persona se encierre cada vez más en sí misma, lo que hace aún más difícil que los familiares y amigos puedan identificar señales de alarma.

Habitualmente, este tipo de violencia se produce en el marco de la pareja, como una manifestación más de la violencia de género. El vínculo sentimental que une a la víctima con el agresor puede contribuir a empañar aún más los signos que indican que algo no va bien. Además, no es extraño que esta violencia quede restringida al ámbito privado, siendo apenas perceptible en el exterior.

Debido a la naturaleza de este tipo de violencia, la víctima rara vez es consciente de estar experimentando maltrato. Aunque puede existir un gran sufrimiento, la manipulación la convierte en un manojo de miedos y dudas que le impiden ver con claridad la situación que está viviendo. Al no existir agresiones claras, no hay un reconocimiento de sí misma como víctima.

Esto tampoco da margen a las autoridades para actuar, ya que al no existir evidencias específicas es complejo determinar si efectivamente hay una situación real de maltrato. La víctima encuentra mucha dificultad para explicar lo que está sufriendo, por lo que la mayoría rechaza denunciar y, las pocas que se animan a dar el paso, se topan con trabas que llevan a que su denuncia sea archivada. Entre los signos que pueden indicar que una persona está sufriendo maltrato psicológico tipo luz de gas encontramos los siguientes:

  • El agresor repite continuamente a la víctima que está loca o que está perdiendo la cabeza.
  • El agresor se encarga de manipular las situaciones para presentarse a sí mismo como la víctima de lo que hace su pareja.
  • La víctima experimenta un continuo sentimiento de culpa, ya que el agresor procura hacerle responsable de todo lo que sale mal.
  • La víctima puede llegar a experimentar desconexión con la realidad o despersonalización, de forma que duda de su visión del mundo que le rodea. Por supuesto, este fenómeno inicia cuando comienza su relación con el agresor y nunca se ha sentido así con anterioridad.
  • El agresor contradice a la víctima en prácticamente todo, incluso en cuestiones de escasa trascendencia.
  • El agresor puede atacar verbal o físicamente cosas que tienen valor para la víctima.
  • El agresor miente continuamente y niega abiertamente cosas que han sucedido.

Como vemos, los agresores que utilizan la violencia luz de gas ponen en tela de juicio todo lo que hace o dice la víctima, incluso sus propios sentimientos, que son tachados como exageraciones o invenciones. De forma progresiva, la víctima interioriza que todo es problema suyo, que no es suficiente y que siempre está equivocada.

Todo ello termina anulando su criterio y opinión, adoptando una actitud de absoluta sumisión frente a su agresor. En definitiva, este logra tener el control total de su persona. Como comentábamos anteriormente, salir de esta pesadilla es todo un desafío. Sin embargo, con el apoyo y las medidas adecuadas es posible superarlo. En algunos casos incluso puede ser pertinente contar con el apoyo de un profesional de salud mental.

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7 claves para frenar la violencia luz de gas

A continuación, vamos a comentar algunas claves que pueden ser de ayuda para poner freno a la luz de gas.

1. Identificar las red flags

En primer lugar, es esencial identificar esas sutiles señales que pueden estar indicando que estamos sufriendo luz de gas. Como venimos comentando, esto a veces puede ser difícil debido a lo insidiosa que es. Sin embargo, estar alerta es clave para pararla antes de que vaya a más. Si esa persona invalida tus emociones, te hace sentir que tú eres el problema, pone en duda lo que has vivido y te aísla de los demás… es hora de actuar.

2. Escucha a tu intuición

Es muy frecuente que las personas que sufren luz de gas se sientan confusas y lleguen a negar que sufren violencia. Sin embargo, todas ellas tienen en su interior la corazonada de que algo no va bien. Por ello, es clave que si esto te sucede no ignores ese sentimiento. Tus emociones aparecen por algo y pueden estar señalando que algo no va bien.

3. No te culpes

Las personas que llevan a cabo luz de gas saben como hacer que la víctima se sienta culpable por lo que sucede. Utilizan la manipulación y el chantaje hasta dejarla totalmente vulnerable. Si te identificas con todas las señales de alarma mencionadas, recuerda que no es tu culpa y no mereces recibir ese trato por parte de nadie. No eres la razón por la que estás sufriendo en este momento, pues es otra persona la responsable por estar ejerciendo violencia hacia ti.

4. No te avergüences

En relación con lo anterior, es posible que sientas vergüenza por lo que te está pasando. Sin embargo, debes saber que la luz de gas es un fenómeno muy común que afecta a muchas personas. Además, es injusto que sientas vergüenza por algo que ni siquiera es tu responsabilidad. Romper esta barrera es clave para que puedas abrirte con tus personas de confianza y pedir ayuda.

5. Tus emociones son reales y válidas

Aunque esa persona te haya convencido de lo contrario, debes saber que tus emociones no sólo son reales, sino también válidas. Tienes derecho a sentir lo que sientes sin que nadie ponga en duda o minimice eso. Recuerda que las emociones son como mensajeros que nos informan de lo que está bien y lo que no. Si sientes emociones desagradables cuando estás junto a esa persona, es posible que la relación que te une a ella no sea saludable.

6. Aléjate

Este es uno de los pasos más difíciles, pues muchas veces la persona que realiza luz de gas es alguien emocionalmente significativo para nosotros. Esto conlleva una fuerte ambivalencia emocional, por la que tenemos sentimientos negativos y positivos entremezclados hacia quien nos daña. Por un lado, sabemos que no nos hace bien, pero por otro sentimos amor, afecto y apego. Resolver esta ambivalencia requiere mucha fuerza y confianza en que no merecemos recibir malos tratos, sino aspirar a una relación sana.

7. Busca ayuda profesional

En ocasiones, abandonar una relación en la que se sufre luz de gas puede ser un desafío demasiado grande para afrontarlo en solitario. Acudir a terapia psicológica te puede ayudar a reflexionar sobre la situación y reunir fuerzas para superar la violencia sufrida y aspirar a relaciones saludables sin malos tratos de por medio. Recuerda que acudir a terapia de pareja no es una opción cuando hay un componente de violencia, pues de base hay una asimetría de poder que impide que esta alternativa tenga sentido.

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Conclusión

En este artículo hemos hablado acerca de algunas claves importantes que pueden ser de ayuda para poner freno a la violencia luz de gas. Este tipo de violencia se caracteriza por ser sutil e insidiosa, aunque a la vez produce efectos devastadores en la víctima que la experimenta. El agresor suele manipular a la otra persona, haciéndole dudar de sus emociones y de las cosas que ocurren en el marco de la relación. Esto termina por dejar a la víctima vulnerable, confusa y perdida, aunque con la sensación de que algo no está bien.

El agresor suele convencerla de que todo lo que sucede es su culpa y responsabilidad, dando un giro de ciento ochenta grados a la situación. Salir de una relación donde esta violencia está presente puede ser muy difícil, aunque algunas recomendaciones pueden ayudar. Es esencial identificar lo antes posible las llamadas red flags, así como escuchar la propia intuición. Ante todo, es fundamental contar con el apoyo de las personas cercanas para superar la barrera de la culpa y la vergüenza, así como buscar ayuda profesional si la situación se hace demasiado difícil.

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