¿Cómo identificar a las personas envidiosas? En 9 claves

La envidia es una emoción necesaria que puede canalizarse en clave positiva. Sin embargo, las personas que envidian a los demás continuamente pueden llegar a resultar dañinas y difíciles de tratar.

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Todas las emociones que experimentamos, incluso las más desagradables, son útiles y válidas. Sin embargo, es frecuente hablar en el lenguaje popular de emociones positivas y negativas, demonizando los estados internos difíciles y fomentando su represión y evitación. La envidia es una de las emociones con peor fama, ya que ser envidioso suele ser visto como un gran defecto en la sociedad. Lo cierto es que todos y cada de nosotros podemos experimentar envidia en algún momento. La envidia en ocasiones puede resultar funcional y ser el motor para mejorar, superarnos y aprender de los demás.

Sin embargo, no podemos ignorar que hay quienes viven sintiendo envidia de manera permanente. En estos casos, la persona se convierte en alguien difícil de tratar, que puede con su comportamiento mermar nuestro propio bienestar emocional. Tener cerca a alguien que envidia todo lo que los demás tienen puede ser desafiante y poner a prueba nuestra paciencia. En este artículo hablaremos acerca de qué es la envidia y qué características suelen definir a las personas envidiosas.

¿Qué es la envidia?

La envidia es una emoción que nos hace desear algo que tiene otra persona: su inteligencia, sus habilidades, su belleza, dinero, poder, etc. Al percibir que carecemos de ese “algo”, experimentamos un estado emocional intenso en el que se pueden entremezclar la tristeza, la rabia o la ira. En consecuencia, la persona siente que la situación es injusta porque no tiene lo que tanto le gustaría tener.

Añadido a esto, la envidia también conduce a un estado placentero si el sujeto envidiado sufre un evento negativo. Es decir, se disfruta cuando esa persona pierde esos atributos que nos hacen envidiarla, aunque eso no cambie la situación propia. Cabe señalar que la envidia no es igual a los conocidos celos, aunque muchas veces sean considerados sinónimos. Mientras que al estar celosos mostramos temor a perder algo que consideramos de nuestra posesión, en la envidia se siente malestar por carecer de algo que nunca se ha llegado a poseer.

Aunque, como vemos, la envidia suele considerarse en general una emoción indeseable, en la cultura popular también se habla en ocasiones de una “envidia sana” con una función positiva. Así, cuando envidiamos a alguien, esto puede impulsarnos a trabajar para mejorar en nuestros puntos débiles y conseguir esos atributos que el otro tiene. Aunque la envidia puede sacar lo peor de nosotros e incluso llevarnos a buscar el mal del otro, la realidad es que en algunos casos puede gestionarse en un sentido positivo y que sea impulso para mejorar.

La inclinación hacia uno u otro extremo suele depender de diversos aspectos. Normalmente, cuando sentimos que no seremos capaces de mejorar en aquello en lo que nos sentimos inferiores, tendemos a desarrollar una envidia negativa e improductiva. De la misma manera, creer que los logros del otro no son resultado de una situación justa puede llevarnos a sentir rabia y hostilidad y, por consiguiente, una envidia maligna. En general, hay algunos aspectos que nos pueden ayudar a discriminar la envidia sana de aquella de carácter negativo:

  • Cuando la envidia es un estímulo para crecer, mejorar y superarnos, se trata de una envidia saludable. En cambio, si lo que se envidia se convierte en un foco de odio que nos conduce a conductas destructivas o malignas, hablamos de una envidia claramente negativa.

  • Si nos percibimos a nosotros mismos como incapaces de superarnos o conseguir aquello que anhelamos, será más probable que la envidia se oriente en un sentido negativo, pues no vemos viable utilizarla para convertirnos en una versión mejor de nuestra persona.

  • Cuando aceptamos la envidia y reconocemos que estamos experimentando esta emoción, es más probable que se trate de un estado en clave positiva. Sin embargo, cuando negamos que nos sentimos envidiosos y reprimimos el malestar, es más probable que la envidia adopte una connotación negativa.

  • Si tenemos una visión sesgada de nuestras capacidades y creemos poseer atributos que en realidad no tenemos, ver esas características en otras personas puede vivirse como una amenaza y, por consiguiente, favorecer la envidia negativa. En cambio, si tenemos un autoconcepto ajustado a la realidad será más esperable que la envidia tenga un carácter más constructivo.

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Cómo identificar a las personas envidiosas: 9 claves

Como venimos comentando, la envidia es una de las emociones más rodeadas de tabú en la sociedad. Si ya se nos hace difícil abrirnos cuando estamos tristes o enfadados, admitir que sentimos envidia hacia alguien se nos antoja imposible. Reconocer esto implica aceptar que no tenemos algo que anhelamos y, por ello, mostrarnos vulnerables. Es por eso que las personas envidiosas no suelen admitir que se sienten de esta manera, por lo que con frecuencia tratan de ocultar su emoción.

Este intento por camuflar lo que se lleva dentro hace que las personas envidiosas adopten comportamientos extraños e incluso incomprensibles a ojos de los demás. A menudo, se muestran como individuos fuertes y seguros de sí mismos, aunque toda esa armadura de autoconfianza se derrumba como un castillo de naipes en la más mínima ocasión. Veamos algunas de las características clave que pueden ayudarte a identificar a alguien envidioso.

1. No te deja brillar

Las personas envidiosas no llevan nada bien que los demás triunfen. Cuando alguien cercano conquista una meta, se les hace difícil felicitarle y alegrarse de manera genuina por él. En su lugar, suelen restar importancia a ese éxito de diferentes maneras porque no toleran que alguien tenga algo de lo que carecen. Por ello, hacen todo lo posible por evitar que otro pueda brillar y ser protagonista mientras se quedan en un segundo plano.

2. Te critica y humilla ante los demás

Las personas envidiosas no dejan escapar la oportunidad de dejar en evidencia a las personas que envidian. Por ello, critican o humillan en público sin reparo, a veces con una actitud pasivo agresiva que genera aún más confusión. Normalmente, estos ataques pillan desprevenida a la persona, lo que le impide reaccionar. En ocasiones, estas críticas también se producen a espaldas de la persona. Así, el objetivo de quien envidia es manipular a los demás y lograr ponerlos en su contra.

3. Su lenguaje no verbal no encaja con sus palabras

En ocasiones, las personas envidiosas realizan esfuerzos por fingir que no sienten envidia. Sin embargo, el resultado suele resultar en conductas impostadas y antinaturales. Esto se hace evidente debido a que las palabras amables no sintonizan con el lenguaje no verbal. A través de los gestos, la mirada y la postura corporal decimos mucho más que cuando hablamos. Por eso, atender a estas sutilezas nos permitirá saber si esa persona se alegra de manera genuina por nosotros o no.

4. Bomba de humo

Las personas envidiosas pueden mostrarse agradables y complacientes, pero no suelen estar disponibles cuando se acercan momentos de dificultad. En otras palabras, hacen “bomba de humo” y se alejan cuando más se les necesita. Como ya comentamos, la envidia puede hacer que un individuo sienta cierto disfrute cuando la persona a la que envidia está pasando por problemas. Por eso, ante los obstáculos no serán los que ofrezcan su ayuda.

5. Competitividad

Cuando alguien envidia continuamente a los demás, vive en una constante competición. Cae en las comparaciones con los de alrededor una y otra vez y se esfuerza por llevarse el éxito y el protagonismo. La necesidad de sentirse superiores les puede llevar incluso a atribuirse el mérito de logros que no les pertenecen.

6. Desaparece si las cosas van bien

Como vemos, la envidia hace que las personas lleven muy mal el éxito ajeno. Por ello, alguien que se siente de esta manera suele tomar distancia de sus amistades cuando a estas les va bien. Ver como otros logran cosas y viven felices despierta sus propias inseguridades y le hace sentir inferior.

7. Frustración constante

La envidia nace muchas veces del sentimiento de inferioridad. Las personas que viven atrapadas en esta emoción se sienten frustradas en lo más profundo de su ser. No se ven a sí mismas como individuos valiosos y capaces de lograr cosas. Por ello, los éxitos ajenos se viven como una prueba más de su inferioridad en lugar de como inspiración para mejorar.

8. Autoestima contingente

Las personas que manifiestan envidia continuamente suelen carecer de unos cimientos psicológicos que les permitan sentirse seguras y valiosas por ser quienes son. En su lugar, han aprendido a ser valoradas por aquello que hacen, tienen o consiguen. De esta manera, su autoestima es contingente, lo que significa que sube o baja de forma variable de acuerdo con las influencias externas. Cuando la autoestima es débil y fluctuante, la persona comienza a ver las virtudes de los demás como una amenaza para sí misma, ya que esto implica que va a recibir menos protagonismo y refuerzo social.

9. Actitud defensiva

Las personas envidiosas suelen mostrar una actitud defensiva de manera habitual. Siempre están esperando el ataque de los otros, lo que les lleva a interpretar sus palabras y acciones siempre en un sentido negativo. Por ello, las personas suelen considerarlas individuos demasiado susceptibles.

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