¿Cómo resolver un conflicto con un amigo? En 9 consejos

Los vínculos de amistad son muy importantes a lo largo de la vida, ya que nos brindan bienestar emocional. Sin embargo, como en todas las relaciones pueden surgir conflictos que deben resolverse adecuadamente.

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Los seres humanos somos individuos de naturaleza social, lo que significa que no podemos vivir de forma aislada sin la compañía de los demás. Configuramos la persona que somos a partir de nuestras relaciones con los demás. Contar con una red que nos sostenga es fundamental para sobrevivir en un sentido físico, pero también para ver adecuadamente satisfechas nuestras necesidades afectivas.

A lo largo de la vida formamos todo tipo de vínculos. Somos hijos y hermanos al principio, para luego también ocupar el rol de pareja, padre/madre, compañero de trabajo, etc. Sin embargo, las relaciones de amistad se tejen desde los primeros años del desarrollo y continúan siendo importantes en la etapa adulta y la vejez. Es decir, ocupamos el papel de amigo/a durante toda nuestra existencia.

Contar con amigos es necesario, ya que en ellos encontramos un lugar donde compartir nuestros sentimientos e inquietudes en un clima de calidez y confianza. Como se suele decir, un amigo es un tesoro, pues hacer y mantener las relaciones de amistad es algo mucho más importante de lo que a priori puede parecer.

Aunque la amistad nos permite obtener incontables beneficios psicológicos, como en todas las relaciones pueden aparecer conflictos. En estos casos, es importante saber cómo actuar para evitar que un problema concreto termine por generar una enorme distancia entre las dos personas. En este artículo comentaremos algunas claves para resolver un conflicto con un amigo.

Resolver un conflicto con un amigo en 9 claves

A continuación, vamos a comentar algunas claves esenciales para resolver un conflicto con un amigo.

1. Concreta el problema

Este primer paso es fundamental. Muchas veces, una mala definición de lo que ha pasado lleva a que los problemas se hagan difusos y cada vez más complejos, pues se entremezclan situaciones presentes y temas pendientes del pasado. Por eso, lo mejor es que puedas reflexionar sobre lo que ha pasado y trates de entender de forma concreta cuál es el asunto pendiente por resolver. Puede ser de ayuda tratar de entender qué situación pudo actuar como antecedente y qué consecuencias se produjeron después.

2. No finjas que no ha pasado nada

Muchas veces tendemos a ocultar los problemas debajo de la alfombra por miedo al conflicto. Sin embargo, no solucionar temas que nos han perturbado sólo contribuirá a enturbiar la relación y aumentar la tensión. Lo más probable es que todo lo que guardas dentro acabe saliendo bruscamente en futuras ocasiones, lo que agravará el conflicto todavía más. Recuerda que discutir es normal en todo tipo de relaciones, ya que es natural que aparezcan diferencias y desacuerdos. Lo más importante es tratar de resolver estos roces de manera asertiva y calmada, sin faltas de respeto ni agresividad.

3. Revisa si puedes haber tenido parte de la responsabilidad

Cuando tenemos un conflicto con alguien, podemos caer en el error de pensar que esa persona es la que tiene toda la culpa por lo que ha pasado. No revisar qué hemos podido hacer nosotros para causar ese problema nos va a impedir conectar con el otro y aceptar y corregir nuestros propios errores. La humildad nos ayuda a rectificar y comprender que no todo es blanco o negro, pues a veces ambas partes pueden haber favorecido esa situación con sus acciones.

4. No hagas suposiciones

Muchos conflictos se acaban agravando porque una o ambas partes tienen una idea errónea de lo que ha pasado. Puede que hayan recibido información falsa de terceras personas o que ellas mismas hayan optado por rellenar los vacíos con suposiciones. En cualquier caso, lo más importante es no hacer suposiciones y preguntar al otro directamente aquello que queramos saber. De esa forma, se ahorran malos entendidos.

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5. Comunica lo que sientes y necesitas con asertividad

La asertividad es la mejor aliada cuando se trata de resolver un conflicto. Ser asertivo implica aprender a defender los propios derechos sin pisar o menospreciar los de los demás. Cuando logramos actuar de esta manera, expresamos nuestras emociones y necesidades de manera clara y respetuosa, sin rodeos ni agresividad.

Muchos conflictos no se logran resolver porque las partes implicadas comunican lo que sienten de manera agresiva o irrespetuosa. Por ello, es recomendable que comuniques a tu amigo qué te ha herido exactamente, qué emociones te hizo sentir y cómo podría mejorar su actuación en próximas ocasiones. No se trata de acusar con mensajes tipo “tú me has hecho sentir fatal” sino de señalar qué nos ha molestado “me ha hecho sentir rabia que hayas dicho x de mi”.

De la misma manera, es clave que sepas escuchar y muestres una actitud abierta ante las palabras del otro. Intenta no interrumpir y procura mantener el contacto ocular, pues ello indicará que realmente te importa lo que está tratando de decirte. Al igual que caer en la agresividad es inadecuado, tampoco tienes por qué adoptar un papel pasivo.

No tienes por qué disculparte por algo que no has hecho ni disculparte por la totalidad del problema cuando tú solo representas una parte de él. No mires al suelo ni te muestres sumiso ante el otro, ya que una amistad debe basarse en la igualdad y la reciprocidad. Resolver un conflicto nunca implica manipular o ceder a la voluntad del otro. Recuerda que un amigo de verdad siempre tiene presentes tus necesidades además de las suyas propias.

6. Resolved el conflicto en persona

Resolver un conflicto con un amigo a través de las redes sociales nunca es una buena idea. Los mensajes pueden dar lugar a muchas malas interpretaciones, de manera que lejos de arreglar las cosas suelen complicarse más. Por ello, lo mejor que puedes hacer es quedar en persona con ese amigo para poder hablar las cosas cara a cara. En la comunicación directa se aprecian muchos matices no verbales que son relevantes para llegar a un acuerdo y fomentar la cooperación entre ambos. Es siempre preferible tener el encuentro en un sitio tranquilo, sin distracciones o terceras personas alrededor.

7. Adopta una actitud empática

La empatía es fundamental cuando se busca arreglar un conflicto. Tener empatía nos ayuda a ponernos en el lugar del otro y comprender cómo se puede estar sintiendo. Si nos concentramos únicamente en nuestro malestar, será difícil poder encontrar puntos en común. Puede que esa persona esté afectada por otros factores, que sus experiencias previas condicionen su reacción, etc. No se trata de replegarnos a las necesidades del otro, sino de defender nuestros derechos teniendo presentes las emociones ajenas.

8. Discúlpate si es necesario

El orgullo puede jugarnos muy malas pasadas cuando estamos intentando resolver un conflicto. Reconocer nuestra parte de responsabilidad en el problema (si la hay) y pedir disculpas es un acto que nos honra y nos hace conectar con esa persona. Si realmente aprecias a tu amigo y quieres preservar la relación que os une, rompe la barrera del orgullo.

Recuerda que una disculpa siempre debe ser genuina y deja de ser válida cuando se entremezcla con justificaciones. Por ejemplo, decir “lo siento, pero es que me dijiste algo que no me gustó” no es una disculpa real, ya que estamos desviando la responsabilidad de nuestras acciones al otro.

9. Buscad una solución conjunta

Una vez que el problema ha sido definido y se han puesto las diferentes perspectivas en común, es momento de buscar una solución que reúna los intereses de los dos. En este punto, es esencial que tanto uno como otro depositéis esfuerzos para colaborar, ya que de lo contrario se corre el riesgo de que no sea una solución consensuada sino una imposición de las necesidades de uno sobre el otro. Aunque buscar soluciones conjuntas implica negociar, es clave no caer en hacer muchas concesiones y renuncias, pues de esta manera la solución no es balanceada y te obliga a renunciar a cosas que quizá para ti son importantes.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas recomendaciones que pueden ser de ayuda para resolver un conflicto con una amigo. Las relaciones de amistad son muy importantes en cualquier momento de la vida y es necesario cuidarlas. Aunque nos brindan mucha satisfacción, como en todos los vínculos pueden aparecer roces y conflictos que es relevante saber solucionar.

Es clave no hacer como si el problema no existiera, sino ponerlo encima de la mesa y definirlo bien. Es fundamental adoptar una actitud asertiva, sin caer en la pasividad total ni en la agresividad. La comunicación es esencial para no hacer suposiciones ni llenar los vacíos con información errónea.También es aconsejable ser humildes y romper la barrera del orgullo, admitiendo cuando nos equivocamos y adoptando responsabilidad sobre nuestras acciones sin justificarnos.

Evitar resolver los problemas a través de las redes sociales es la mejor idea, pues estas dan pie a malas interpretaciones. En su lugar, es preferible tener un encuentro en persona que permita poner los distintos puntos de vista en común y buscar soluciones conjuntas. Si esa persona te importa, trata de poner de tu parte pero nunca te sometas a la voluntad del otro ignorando tus derechos.

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