¿Es bueno hablar solo? Los 8 beneficios principales

Lejos de ser una señal de locura, el soliloquio o la costumbre de hablar en alto con uno mismo puede brindar diversas ventajas a nuestra salud mental.

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Probablemente te hayas sorprendido hablándote a ti mismo en voz alta en alguna ocasión. Puede que creas que este hábito es algo extraño que sólo tú practicas, pero la realidad es que por lo general se trata de un acto normal que da cuenta de un buen funcionamiento psicológico. Todos y cada uno de nosotros podemos hablarnos en algunos momentos sin que esto deba ser motivo de preocupación. De hecho, hablarse en alto puede ser una excelente manera de mejorar nuestra capacidad reflexiva.

Los seres humanos nos damos autoinstrucciones en voz alta desde los primeros años del desarrollo. Sin embargo, con el avance evolutivo estas instrucciones se acaban interiorizando, ya que así el discurso se hace más rápido y privado frente a los demás. Aunque con la madurez somos menos proclives a hablarnos en alto con tanta frecuencia, eso no significa que abandonemos esta tendencia por completo.

Esto se debe a que en muchos casos el pensamiento en alto nos facilita un pensamiento más claro y conciso, pues el discurso interno puede llegar a ser muy abstracto e inconexo. Al verbalizar lo que pensamos ordenamos nuestras ideas, estableciendo un hilo más coherente entre ellas. En este artículo vamos a comentar algunos de los principales beneficios de hablar solos en voz alta.

8 beneficios de hablar solo

Como venimos comentando, hablar solo no tiene por qué indicar que algo va mal en nuestro estado psicológico. De hecho, las investigaciones al respecto parecen indicar que esta práctica puede brindarnos numerosos beneficios y ventajas. A continuación, destacaremos los más relevantes.

1. Mejora las habilidades sociales

Hablar en alto con uno mismo nos hace recrear posibles conversaciones y escenas con otras personas. Así, esto nos ayuda a entrenar nuestras habilidades sociales, lo que favorece el establecimiento de vínculos satisfactorios con otras personas.

2. Motivación

Las autoinstrucciones pueden ser de gran ayuda cuando tenemos que lidiar con situaciones complicadas. Superar un desafío se hace más llevadero si nos hablamos con palabras de aliento y desde una connotación positiva. Hablarnos así puede facilitar el estudio de un examen difícil, aguantar hasta el final de la jornada de trabajo o mantener la calma cuando sufrimos un incidente estresante.

3. Facilita la toma de decisiones

Tomar decisiones no siempre es sencillo. A veces decantarse por uno u otro camino puede ser muy complicado, y necesitamos reflexionar bien antes de dar el paso. En este sentido, hablar en alto con nosotros mismos puede ser de gran ayuda para aclarar nuestras ideas, valorar los pros y contras de cada opción y, en definitiva, saber qué es lo que queremos de verdad.

4. Mejora la autoestima

El lenguaje con uno mismo puede ser muy poderoso. Cuando nos hablamos de manera amable y compasiva mejoramos la relación con nosotros mismos, reconocemos aquello que hemos hecho bien y aceptamos lo que hemos podido hacer mal. Esto nos permite sentirnos más seguros de nosotros mismos y, en definitiva, mejorar nuestra autoestima.

5. Favorece la memoria y la concentración

Cuando llevamos a cabo el habla en alto con nosotros mismos podemos favorecer la recuperación e integración de los contenidos de nuestra memoria, lo que nos ayuda a estimular nuestro sistema cognitivo. Además, esto también contribuye a un incremento de la concentración. Cuando nos hablamos y nos damos instrucciones mientras realizamos una actividad, favorecemos nuestro desempeño en ella porque nos mantenemos más enfocados y es más difícil dispersar la atención.

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6. Trabajo de la atención plena

El habla en alto con uno mismo también es una estrategia muy utilizada en el mundo del Mindfulness. La atención plena consiste en poner todo nuestro foco en el momento presente, dejando a un lado los pensamientos referentes al pasado o al futuro. Cuando nos hablamos a nosotros mismos es más fácil conseguir esta orientación al presente.

7. Facilita la planificación

Cuando nos hablamos en alto para planificar una tarea determinada esto nos ayuda a tener un plan de acción más claro, hacernos recordatorios y aumentar la probabilidad de que salga bien. Esto se aplica a actividades cotidianas como ir a hacer la compra, pero también puede ayudarnos en aspectos más complejos como preparar un examen o un viaje.

8. Desahogo emocional

Los seres humanos somos seres sociales y necesitamos ventilar nuestras emociones con otras personas. Sin embargo, a veces esto no es posible. En estos casos, el habla en alto con uno mismo puede ser una excelente manera de sacar fuera lo que sentimos, reflexionar sobre lo que nos ha pasado y cómo nos hace sentir. Al verbalizar lo que pasa nos sentimos liberados aunque no podamos contárselo a otras personas.

Cuando el habla con uno mismo se convierte en algo negativo

Como hemos venido comentando a lo largo del artículo, hablar con uno mismo es un hábito normal y beneficioso, pues puede ayudarnos en múltiples aspectos. Sin embargo, también es cierto que hablarse en algunos casos tiene una connotación negativa. Deberíamos preocuparnos en situaciones como las siguientes.

1. Diálogo negativo

La manera en la que nos hablamos influye mucho más de lo que pensamos sobre nosotros. Si nos hablamos de manera compasiva y positiva, sin duda nuestro estado de ánimo mejorará y veremos la vida de otra manera. En cambio, cuando el diálogo con uno mismo adopta tintes de crítica, culpa y negatividad, es fácil convertirnos en nuestros propios enemigos.

Esto provoca un daño importante en nuestro estado de ánimo y nuestra autoestima, pues el discurso hacia uno mismo puede llegar a ser tan duro que va cargado de insultos y faltas de respeto que jamás haríamos a otras personas. En este sentido, el diálogo que utilizamos con nuestra persona puede resultar de la interiorización de voces críticas que en el pasado recibimos de fuera. A veces, este habla aparece como resultado de una autoexigencia desmedida. En cualquier caso, es importante identificar cuando aparece para poder modificar el tono con el que nos hablamos y tratarnos con el respeto que merecemos.

2. Alucinaciones

Es posible que la voz con la que nos hablamos vaya acompañada de alucinaciones, de manera que también escuchamos voces diferentes a la nuestra. Este tipo de experiencias se salen del espectro de la normalidad y es necesario que sean evaluadas por un profesional de salud mental. En algunos casos las alucinaciones se vinculan con enfermedades mentales como la esquizofrenia, aunque también pueden ser resultado del consumo de alguna sustancia.

3. Rumia constante

Cuando el contenido del habla que nos dirigimos siempre va relacionado con el pasado y es repetitivo, es posible que estemos ante una forma de rumia. La rumia se relaciona con cuadros como la depresión o la ansiedad, consistiendo en un proceso en el que se produce una cadena de pensamientos excesivos y negativos que aparecen una y otra vez en relación con preocupaciones actuales, problemas, experiencias pasadas o preocupaciones sobre el futuro. La rumia tiene la capacidad de invadir nuestra mente cada vez más, por lo que es importante identificar cuando sucede y pedir ayuda a un profesional.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunos beneficios que nos puede brindar el habla en alto hacia uno mismo. Lejos de ser un indicador de estar “loco”, el soliloquio forma parte de la normalidad en cualquier persona y, de hecho, parece que brinda diferentes ventajas para la salud mental. Desde niños utilizamos las verbalizaciones para guiar y regular nuestra conducta, aunque con la madurez tendemos a interiorizar esta voz con el fin de ser más eficientes y mantener el contenido mental en la privacidad. Sin embargo, el habla en alto sigue siendo necesaria aun siendo adultos, pues a veces necesitamos decir en alto nuestras ideas para poder aclararlas de forma más concisa.

Cuando nos hablamos en voz alta podemos mejorar nuestras habilidades sociales, pues practicamos posibles conversaciones e interacciones con otras personas. Esta forma de habla también es clave para aumentar la motivación, ya que al darnos autoinstrucciones podemos facilitar la superación de desafíos o tareas complejas. De la misma manera, el soliloquio puede ser una buena estrategia para mejorar la toma de decisiones, ya que con él podemos verbalizar qué pros y contras tiene cada posible alternativa y reflexionar con calma qué elección nos puede beneficiar más.

Al hablarnos en alto, siempre que sea desde el respeto y la compasión, podemos favorecer nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos. El esfuerzo mental que hacemos con el soliloquio también es una manera de estimular nuestras funciones cognitivas y contribuir a una mejor memoria y capacidad de concentración. En el ámbito del mindfulness y la atención plena el habla hacia uno mismo es igualmente útil, pues permite poner el foco en el presente con mayor facilidad.

Igualmente, el habla en alto con nosotros mismos es muy útil para planificar nuestras acciones y trazar una guía de lo que vamos a hacer de manera ordenada. Por último, el soliloquio es también una manera de hallar desahogo cuando nos ha pasado algo, especialmente si no podemos compartir nuestras emociones con otra persona y no queremos retener lo que sentimos dentro. Como vemos, el habla hacia uno mismo puede proporcionar muchos beneficios, aunque debemos estar alerta si surgen alucinaciones, rumia o el contenido de nuestra voz es altamente crítico y dañino para nuestra persona.

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