¿Qué es la Escucha Activa y cómo debemos trabajarla? 5 consejos

La escucha activa es una habilidad por la cual una persona ofrece toda su atención a otra para escuchar el mensaje que esta le quiere transmitir. Esta capacidad es esencial para establecer una comunicación de calidad con los demás.

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La sociedad en la que vivimos parece volverse cada vez más egocéntrica, y esto se hace especialmente notable en el plano de la comunicación. Por norma general, nos desenvolvemos con soltura a la hora de hablar de nosotros mismos. De esta manera, cuando se trata de nuestra persona, nos gusta explicarnos y conversar de forma distendida. Sin embargo, muchas de nuestras conversaciones podrían ser calificadas como auténticos monólogos, ya que nuestra destreza hablando no suele ir acompañada de buenas habilidades de escucha.

En muchas ocasiones, nuestra forma de escuchar a los demás es puramente superficial. En realidad, el tiempo durante el cual interviene la persona que tenemos delante solemos emplearlo en planear nuestra futura respuesta, pensar en nuestras cosas, juzgar, presuponer… lo que muchas veces se traduce en interrupciones, cambios de tema bruscos y una sensación amarga en nuestro interlocutor, que lógicamente no se siente en absoluto escuchado.

La habilidad de escuchar de manera real es mucho más importante de lo que podemos imaginar. Esta nos permite establecer lazos más sólidos con los demás, resolver conflictos, mejorar nuestra empatía, trabajar en cooperación con los demás y enriquecernos con otros puntos de vista, lo que resulta esencial en todos los planos de la vida.

Esta importante capacidad se conoce en psicología como escucha activa. Si te estás lamentando por no ser el oyente ideal, la buena noticia es que este talento se puede entrenar. Por ello, en este artículo vamos a profundizar sobre qué es esta habilidad y qué pautas podemos seguir para trabajarla.

¿Qué es la escucha activa?

La escucha activa se define como una habilidad que nos permite escuchar el mensaje de nuestro interlocutor gracias a un esfuerzo consciente y voluntario que nos ayuda a prestar la debida atención. Cuando escuchamos de forma activa somos capaces de seguir el hilo conductor de la conversación y, por ello, comprendemos el mensaje real que el otro trata de transmitirnos.

Escuchar es un acto mucho más difícil que oír. Cuando oímos un mensaje estamos limitándonos a percibir estímulos de una manera automatizada, mientras que al escuchar debemos adoptar una actitud consciente y una predisposición adecuada para atender lo que el otro nos transmite.

Saber escuchar es incompatible con las distracciones, las interrupciones o los juicios. Entender el mensaje del otro requiere como condición estar dispuestos a acoger lo que nos quiere decir más allá de nuestro punto de vista. En cierta manera, ser un experto de la escucha implica hacer un ejercicio de apertura de la propia mente, pues conversar requiere no sólo exponer los propios argumentos sino también atender a los del otro.

Si realmente deseas mejorar tus habilidades de escucha, es importante que tengas en cuenta que ello requerirá esfuerzo e interés. Precisamente, esta capacidad se conoce como escucha activa debido a que requiere la implicación del individuo. Sin embargo, cabe señalar que no resulta fácil cambiar patrones que llevamos manteniendo durante mucho tiempo, por lo que es natural que no consigamos modificar determinadas maneras de funcionar de la noche a la mañana. La mayoría de nosotros tenemos muy interiorizada una forma de escuchar superficial, en la que estamos más preocupados por pensar qué vamos a responder que por comprender los mensajes que recibimos.

Por todo esto, un primer paso para empezar a escuchar mejor es el de reconocer que podemos mejorar y comprometernos a esforzarnos de manera consciente para conseguirlo. Fingir que estamos escuchando y atendiendo al otro no es escucha activa, pues esta habilidad implica poner realmente toda nuestra atención a disposición de la conversación y hacerlo evidente a la otra persona mediante estrategias determinadas.

Cuando escuchamos a otra persona activamente, le estamos dando la oportunidad de expresarse con libertad, sintiéndose acogida y comprendida. Es decir, escuchar requiere saber manejar otras habilidades relacionadas, especialmente la empatía, ya que de esta forma podemos reflejar al otro que estamos en sintonía no sólo con su mensaje literal sino también con las emociones subyacentes.

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Cómo trabajar la escucha activa

Es posible que pienses que eres bueno en la tarea de escuchar, pero a veces podemos ser algo ciegos a la hora de detectar nuestros propios defectos. Para saber si eres habilidoso o no como oyente, trata de observarte para determinar si cuando el otro interviene escuchas o te sumes en tus pensamientos, si tiendes a interrumpir, si prejuzgas o te anticipas a lo que el otro dirá o si reaccionas de una manera impulsiva ante otros puntos de vista.

Si haces este ejercicio de honestidad contigo mismo y detectas que cometes con frecuencia este tipo de errores en tus interacciones sociales, quizá puede ser buena idea comenzar a entrenar la escucha activa. A continuación, vamos a ver algunas pautas que pueden ser de utilidad para aprender a escuchar.

1. No juzgues

Si hay algo que todos hacemos en mayor o menor medida es juzgar a los demás. Todos creemos que nuestro propio punto de vista es el más acertado y eso en ocasiones puede impedirnos aprender de otras perspectivas. Escuchar de forma activa requiere romper esa barrera y comprender la realidad del otro aunque no coincida con la nuestra.

Evita adoptar una actitud condescendiente, corregir o sobre reaccionar ante lo que el otro está diciendo. Si algo te ha sorprendido, manifiéstalo con respeto, pero no califiques lo que el otro piensa o siente como una tontería o algo sin sentido. Recuerda que escuchar es todo lo contrario a actuar como un juez ante tu interlocutor.

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2. Interrumpe sólo cuando sea imprescindible

Tal y como comentamos anteriormente, interrumpir es una de esas cosas que jamás debes hacer si lo que quieres es escuchar activamente a otra persona. Estamos tan habituados a ver como normales las interrupciones en todo tipo de conversaciones, que romper con esta costumbre no es tarea fácil. Sin embargo, cambiar este punto es esencial, pues cuando alguien interrumpe a otra persona está transmitiendo el mensaje subliminal de que su opinión o punto de vista es el más importante y que no siente interés hacia lo que el otro puede aportar a la conversación.

En lugar de interrumpir y marcar tú la dirección de la conversación en todo momento, permite a la otra persona orientar la charla hacia donde quiera en algunos momentos. De esta manera, le harás sentir importante y libre para expresarse sin condicionantes.

3. No olvides los detalles

Nuestro cerebro no puede almacenar todos y cada uno de los detalles de nuestras conversaciones. En su lugar, lo que hace es almacenar el contenido esencial de cada una de ellas. Sin embargo, algunos de esos matices a veces sí que se quedan grabados en la memoria. No está de más que, cuando vuelvas a hablar con alguien, retomes algún aspecto comentado en la conversación anterior que recuerdes.

Esta estrategia es muy interesante, ya que la otra persona percibirá que has estado muy implicado en la charla que tuvisteis. De esta manera, se sentirá importante y escuchada y mostrará una buena disposición en las siguientes conversaciones que tengáis.

4. Repite lo que acabas de oír

Esta técnica es muy simple y todos la utilizamos en algún momento de forma inconsciente. Consiste en repetir de vez en cuando parte de los mensajes que recibes, haciendo una especie de efecto de eco. De esta manera tan sencilla, la otra persona se sentirá mucho más motivada para continuar abriéndose contigo, pues crearás un contexto comunicativo mucho más cálido. Si tienes cierto grado de confianza con el interlocutor, puedes incluso extraer algunas conclusiones o aclaraciones de su mensaje.

5. Refleja sus sentimientos para que se abra emocionalmente

Las conversaciones son mucho más que mensajes literales y superficiales. Detrás de las palabras, las personas transmitimos sentimientos y emociones. Si bien estos no suelen manifestarse de una manera muy explícita, aprender a escuchar de forma activa puede servirnos para identificar y reflejar al otro estos sentimientos. Adquirir esta capacidad te permitirá formar un vínculo mucho más sólido y sincero con la otra persona.

Además de repetir literalmente fragmentos de los mensajes que recibes, también es interesante que extraigas las emociones del mensaje que el otro te envía. Por ejemplo, si alguien nos cuenta que su jefe le ha gritado en el trabajo, podemos responder con: “Entonces esa manera en la que te habló tu jefe te hizo sentir mucha rabia e impotencia, ¿verdad?”.

Esta táctica nos permite ayudar al otro a poner nombre a sus estados emocionales, lo que permite crear una conexión en la comunicación mucho más fuerte. No te preocupes si no aciertas con la emoción que has extraído. Equivocarte permitirá que el otro pueda aclarar cómo se siente, lo que también repercutirá positivamente en el flujo comunicativo.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de una capacidad muy necesaria en nuestras interacciones sociales: la escucha activa. Por norma general, las personas solemos escuchar a los demás de forma superficial, no prestamos la atención necesaria, interrumpimos y no nos molestamos por entender el punto de vista del otro. Saber escuchar es una habilidad que no abunda, pero la buena noticia es que se puede entrenar. Siguiendo una serie de pautas sencillas, podemos cambiar poco a poco nuestro patrón de comunicación, lo que nos permitirá forjar lazos más estrechos con los demás, resolver mejor los conflictos, ser más empáticos, entre otras muchas ventajas.

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