Las 9 fases de una ruptura sentimental (y qué ocurre en cada una)

Las rupturas sentimentales implican un proceso de duelo que consta de varias fases, en las que pueden alternarse emociones como la tristeza, la rabia o el miedo.

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Poner punto y final a una relación de pareja no es fácil en absoluto. Las rupturas sentimentales implican sacar de nuestra vida a una persona importante hacia la que hemos sentido mucho amor y apego. Aunque siempre se habla de procesos de duelo en relación al fallecimiento de un ser querido, lo cierto es que las personas podemos vivir duelos relacionados con otro tipo de pérdidas.

Poner fin a un vínculo amoroso es uno de esos casos, y por ello ambos miembros de la díada suelen transitar por una secuencia de fases en las que cambian sus pensamientos, emociones y comportamientos. Ya sea porque tú has tomado la decisión de cortar, porque tu pareja te ha dejado o porque habéis llegado a esa decisión de forma consensuada, vivir una pérdida como esta nos hace pasar por momentos dolorosos en los que podemos experimentar emociones contradictorias y situaciones complejas.

Si has salido de una relación de pareja recientemente, es posible que ahora veas todo negro. Quizá incluso te parezca imposible volver a tu vida sin esa persona al lado. Sin embargo, debes saber que, a pesar del dolor, es un proceso que poco a poco avanzará y dará lugar a la sanación de esa herida abierta. Puede que quede una cicatriz, pero esta no escocerá ni te impedirá seguir con tu vida.

Las 9 fases que se atraviesan tras una ruptura sentimental

Antes de nada, se hace esencial entender qué entendemos por duelo. En psicología se conoce como duelo al proceso que todo individuo atraviesa tras sufrir algún tipo de pérdida (la muerte de un ser querido, una enfermedad, una ruptura sentimental, perder el trabajo…). Aunque el duelo siempre es doloroso, lo cierto es que cada persona lo vive de manera única. La severidad depende de distintas variables que pueden complicar la elaboración de la pérdida, como por ejemplo el grado de vinculación con la persona que se pierde o el apoyo social disponible.

Adaptarse a los cambios tras una ruptura de pareja requiere un tiempo, que será variable en cada caso. Todo duelo implica varias fases, en las que la persona puede pasar por distintos estados emocionales como tristeza, culpa, miedo, ansiedad…que poco a poco y con el apoyo adecuado terminan por remitir. A continuación, vamos a hablar acerca de las fases del duelo que se suelen atravesar tras haber experimentado una ruptura sentimental.

1. Negación, shock, incredulidad

Aceptar que nuestra relación con esa persona se ha acabado es algo difícil de digerir. Por ello, en los primeros momentos es normal negar lo que sucede o simplemente mostrar shock o incredulidad por lo que está pasando. En cierta forma, esta reacción es un mecanismo adaptativo para protegernos del dolor y aliviar el impacto de la ruptura. En situaciones normales, las personas suelen salir de su estado de shock pasados los primeros días o semanas tras haber finalizado la relación.

No obstante, esta primera etapa del duelo se puede prolongar cuando no se ha producido una separación clara y hay señales confusas. También puede ser mayor el estado de shock si la relación había estado siguiendo un curso normal y, de repente, por alguna razón, llega a su fin (descubrir una infidelidad, ghosting, una discusión fuerte inesperada…)

2. Apatía y neutralidad emocional

Tras haber superado la fase anterior y aceptar la situación, hay quienes atraviesan un período de cierta anestesia emocional. De esta manera, experimentan cierto estado de indiferencia sin emociones que destaquen o se diferencien entre ellas. A veces esta reacción se debe a que la persona no es capaz de elaborar del todo su ruptura, lo que le impide conectar con el dolor de forma real. Es importante que la persona no se estanque en este punto y pueda acabar saliendo del bloqueo.

3. Tristeza

En este momento la persona ya ha asimilado lo que ha pasado, por lo que al fin es capaz de conectar con su tristeza y su dolor. A pesar de su mala fama, estas emociones son tan válidas como aquellas más agradables. La tristeza nos ayuda a retirarnos para reflexionar sobre lo que hemos vivido y poder procesarlo. También nos permite hacer ver a los demás que estamos sufriendo, pudiendo así acceder a su ayuda y apoyo. Por lo tanto, dar espacio a la tristeza y permitirnos sentirla es esencial para poder elaborar un duelo de forma saludable. Tratar de reprimirla, ocultarla o deshacernos de ella no sólo es inútil, sino que constituye una estrategia contraproducente que dificulta avanzar y superar la ruptura adecuadamente.

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4. Miedo

Tras haber superado la etapa de la tristeza, llega el momento en el que aparece el miedo. La persona comienza a sufrir por la incertidumbre que se avecina. Debe volver a vivir su vida sin esa persona a su lado, lo que significa afrontar numerosas situaciones cotidianas de una manera nueva. Además, empiezan a surgir temores relacionados con la soledad o la imposibilidad de encontrar una nueva pareja en el futuro.

Estos miedos pueden dar pie a un estado de ansiedad y angustia que dificulta la vuelta a la normalidad. El componente de miedo suele ser especialmente acusado cuando en la relación existía cierta dependencia emocional o había roles muy definidos para cada uno. En estos casos, desapegarse y volver a vivir la vida en solitario puede resultar desafiante y aterrador.

5. Ira y rabia

Tras la tristeza y el miedo también puede aparecer un componente de ira y rabia. La persona puede sentir despecho y gran necesidad de vengarse o castigar a su ex. Estas emociones suelen aflorar cuando la persona hace un repaso de su relación y revisa todo lo que ha dedicado a cuidar a la pareja “en vano”. Se vive la ruptura como un fracaso personal e incluso como una injusticia, depositando en algunos casos la culpa de lo sucedido en el otro.

Evidentemente, la ira y la rabia suelen hacerse más notorios cuando la ruptura se ha vinculado con infidelidades y traiciones. Aunque esta fase es parte natural del proceso de duelo, es importante saber gestionarla y no dejarse llevar por ella. De lo contrario, se puede empeorar la situación y herir de manera innecesaria a los demás.

6. Necesidad de cambios

Tras haber superado las etapas anteriores, la persona ve frente a ella nuevos horizontes y una vida que necesita cambios y transformaciones. Puede que la ruptura le impulse a cambiar su aspecto, su trabajo, su residencia e incluso sus prioridades. Se produce un reajuste en los valores y aquello que se quiere hacer. La persona necesita cambiar para pasar página e iniciar su nuevo capítulo sin esa pareja.

7. Nostalgia

Las rupturas y las emociones asociadas a ellas son complejas. Por ello, en las fases más avanzadas del duelo (cuando ya se han dejado atrás la tristeza y la rabia) es posible que aparezcan ciertos momentos de nostalgia. La persona ya no siente un dolor desgarrador, pero siente que echa de menos a su ex en algunos momentos clave. Se añoran los momentos positivos vividos y se analiza la relación desde un estado más calmado que hace dejar lo negativo en un plano secundario.

8. Calma

La persona finalmente llega a un punto en el que siente calma. Empieza a priorizar su bienestar y su autocuidado porque ha venido sufriendo mucho y quiere finalizar esta experiencia. En este punto la persona ya ha logrado volver a su vida normal, retoma los planes y las metas y su funcionamiento diario es similar al que tenía antes de la ruptura.

9. Aceptación

En esta última fase la persona logra asimilar completamente la ruptura. Pensar en el ex ya no produce dolor, angustia o ansiedad. En algunos casos, incluso puede transformarse la relación con esa persona hacia una amistad. La persona se siente equilibrada y tiene una visión optimista del futuro. Tiene ganas de seguir construyendo su camino, se siente segura de sí misma y muy esperanzada porque ya no sufre.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de las fases que se transitan en un duelo tras una ruptura de pareja. Aunque siempre se habla del duelo en relación con la muerte, lo cierto es que el duelo es una reacción emocional que aparece ante todo tipo de pérdidas. Cuando una relación sentimental llega a su fin, dejar de tener a esa persona en nuestra vida supone un golpe emocional intenso que requiere un período de tiempo para recuperarse. En esta tesitura, es importante tener en cuenta que no hay reglas universales y los tiempos dependen de las circunstancias y las características de cada uno.

Generalmente, el duelo tras una ruptura comienza con un estado de shock y negación. Después, se da paso a cierta desconexión o bloqueo por la dificultad para digerir lo ocurrido. Tras esta etapa, surge la tristeza y el miedo. Tras estas fases, es común que se observen reacciones de rabia y enfado que luego darán pie a cambios y variaciones en la vida. Finalmente, queda la nostalgia que cada vez será menor y conducirá a un estado de calma y aceptación final.

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