¿Qué es el Modelo Transteórico del Cambio en Psicología? Definición y principios

Son muchas las personas que deberían cambiar hábitos y conductas para mejorar su salud y, sin embargo, cuando tratan de hacerlo no lo consiguen. Dejar el abuso de alguna sustancia o bajar de peso son ejemplos comunes, metas que muchas veces quedan en palabras a las que nunca les siguen acciones firmes.

Los psicólogos James Prochaska y Carlo Diclemente repararon en esta cuestión hace algunas décadas, en el año 1984. Observaron que los clásicos programas preventivos de salud no funcionaban. La mayoría de las poblaciones de riesgo no parecían estar preparadas para actuar, por lo que no lograban beneficiarse de los programas informativos y educativos que recibían.

En aquel entonces, ninguna teoría o modelo en psicología parecía responder a toda la complejidad explicativa del cambio comportamental. Por ello, ambos autores decidieron desarrollar lo que se conoce como el Modelo Transteórico del cambio. El objetivo último de este modelo era el de comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas.

Fruto de sus investigaciones, Prochaska y Diclemente configuraron un conjunto de estadios, procesos y niveles de cambio intencional. En este artículo hablaremos acerca del modelo transteórico del cambio para comprender cómo es el proceso de cambio en las personas y qué implicaciones tiene.

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¿Qué es el modelo transteórico del cambio en psicología?

Esencialmente, el modelo consta de una serie de estadios que representan el momento en el que las personas se encuentran a lo largo del proceso de cambio. Así, para poder brindar ayuda a una persona que necesita lograr un cambio es esencial conocer en qué estadio se encuentra. De esta manera, se podrán diseñar intervenciones ajustadas a la situación particular de cada individuo.

Toda persona que va a llevar a cabo un cambio intencional debe transitar por una serie de etapas bien establecidas y predecibles, que deben ser respetadas para que el proceso se desarrolle adecuadamente. Así, toda intervención terapéutica que busque lograr cambios debe tener en cuenta esta cuestión.

Si bien los autores plantearon su modelo utilizando como paradigma la adicción al tabaco, hoy este modelo puede aplicarse a cualquier proceso de cambio en psicología. Se trata de un modelo circular en forma de rueda, donde habitualmente la persona podrá repetir el mismo proceso en varias ocasiones.

En otras palabras, la mayoría de los individuos deben pasar por la rueda del cambio repetidas veces hasta lograr un cambio estable. En las adicciones esto es particularmente común, pues rara vez se logra abandonar el consumo al primer intento. Desde la visión de este modelo, las recaídas constituyen, por esta razón, una parte más del proceso de cambio.

Así, recaer no debe ser, según estos autores, vivido como un fracaso, sino como un avance que acerca cada vez más al cambio definitivo. Este punto de vista permite abordar el cambio desde una visión mucho más realista, de forma que se evita culpabilizar al paciente y desmoralizarle cuando no sigue una mejora lineal. Así, cuando la recaída es bien gestionada, se considera que es un paso más hacia el éxito.

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Los 6 estadios del cambio

A continuación, vamos a comentar los principales estadios del cambio que identificaron Prochaska y DiClemente.

1. Precontemplación

En este momento la persona aún no se ha planteado ni siquiera la necesidad de cambiar. Se ignora que exista un problema real y la persona no parece ser del todo consciente de que algo no va bien.

2. Contemplación

En este punto la persona ya reconoce que existe un problema, aunque no está segura de querer llevar a cabo ningún cambio. En definitiva, la palabra que define este momento es ambivalencia, pues el individuo experimenta sentimientos encontrados y oscila entre los dos lados de la balanza. Los pros y los contras de cambiar parecen estar bastante igualados, por lo que falta ese “empujón” que le lleve a decantarse por iniciar el cambio.

3. Determinación

Cuando la persona llega a este punto por fin logra decantarse hacia el lado del cambio. Se rompe la ambivalencia anterior y la persona se muestra decidida a dar pasos actuar. Este momento es clave, pues muchas personas aparentemente decididas finalmente se retractan y no llegan a dar un salto real a la acción.

4. Acción

En este momento, la persona finalmente adopta un compromiso real y empieza a ejecutar acciones dirigidas al cambio. Normalmente, las personas que empiezan terapia lo hacen en este punto, aunque también es posible que acudan al psicólogo en una fase de contemplación, por lo que el profesional deberá trabajar para romper la ambivalencia inicial. El estadio de la acción marca un antes y un después, aunque tampoco garantiza que el cambio vaya a ser sostenido en el tiempo.

5. Mantenimiento

Este punto es uno de los más difíciles, pues en el estadio de mantenimiento la persona debe perseverar para mantener en el tiempo las acciones orientadas al cambio. Lo ideal es que el individuo no recaiga en la conducta problema, aunque esto no suele suceder.

6. Recaída

Como comentábamos al principio, desde este modelo se acepta la recaída como una parte más del proceso de cambio. Por ello, lejos de constituir un fracaso propio de casos puntuales, se trata de un evento normal que acerca a la persona hacia el cambio definitivo.

No obstante, lo que marcará la diferencia será la manera en la que se gestiona dicha recaída. Si llega a esta tesitura, la persona deberá tratar de girar de nuevo en el círculo del cambio en lugar de permanecer estancada en esta fase.

Elementos clave del modelo transteórico

Los autores del modelo destacaron dos aspectos psicológicos clave a lo largo del proceso de cambio: el balance decisional y la autoeficacia.

1. Balance decisional

El balance decisional hace referencia a la comparación que las personas hacemos entre los pros y contras del cambio conductual. Los autores del modelo consideraban que este balance iba variando a lo largo de la rueda del cambio. Al principio (precontemplación y contemplación) somos más proclives a enfatizar los contras de cambiar, mientras que en las etapas finales (acción y mantenimiento) solemos resaltar los pros del cambio.

2. Autoeficacia

La autoeficacia es un concepto psicológico ideado por Albert Bandura, que refiere a las creencias que cada uno de nosotros tenemos sobre nuestra capacidad para superar una tarea determinada. Las personas que tienen una percepción elevada de su autoeficacia son más tendentes a superar los desafíos que se les presentan frente a aquellas con una autoeficacia baja.

De acuerdo con los autores del modelo, fomentar la autoeficacia es una de las claves para que la persona pueda progresar en la rueda y prevenir posibles recaídas. Así, la autoeficacia es un importante predictor de la progresión del individuo a lo largo de las etapas de acción y mantenimiento. Cuanto más avanzada se encuentre la persona a lo largo de la rueda, mayor será su nivel de autoeficacia.

La autoeficacia actúa como un antídoto frente a la tentación, que se define como la intensidad o urgencia que la persona experimenta para realizar o practicar un comportamiento específico, particularmente en presencia de factores o estímulos condicionados o contextos emocionalmente complejos.

Procesos de cambio

Además de los estadios de cambio ya mencionados, los autores identificaron algunos procesos y herramientas que los individuos emplean a lo largo del proceso con el fin de avanzar hacia la etapa siguiente y lograr el cambio. Algunos de los más destacados son los siguientes.

• Concientización: este proceso hace referencia a cómo las personas adquieren mayor conocimiento acerca de su situación y las implicaciones que tiene cambiar y no cambiar. Gracias a estrategias como la psicoeducación o la confrontación, la persona puede hacerse más consciente del problema que está teniendo lugar y ganar disposición a cambiar.

• Autoreevaluación: mediante este proceso la persona reflexiona acerca de las ventajas y desventajas del cambio y cómo su situación actual choca con su sistema de valores.

• Autoreevaluación social: la persona valora las repercusiones que el cambio podría tener en su entorno cercano.

• Relieve dramático: la persona reflexiona y expresa el impacto emocional negativo que su conducta problemática conlleva.

• Contracondicionamiento: este proceso conductual consiste en modificar una respuesta que es provocada por un estímulo condicionado determinado. Así, se trata de asociar otras conductas alternativas con ese estímulo, de manera que se favorezcan otras opciones de conducta distintas al comportamiento problema.

• Control de estímulos: esta técnica permite modificar el ambiente de la persona con el fin de reducir la conducta problema a la mínima expresión. Así, se busca reducir la exposición a escenarios que pueden incrementar la tentación.

• Relaciones de ayuda: este proceso refiere al papel esencial de la red social de la persona. Siempre que deseamos llevar a cabo un cambio es fundamental contar con el sostén de amigos o familiares, pues con ello es más probable avanzar hacia el cambio definitivo y reducir el riesgo de recaídas.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del modelo transteórico del cambio de Prochaska y DiClemente. Este se elaboró en los años ochenta y permite comprender cómo las personas llevamos a cabo un cambio intencional desde una visión realista y completa. Siempre que decidimos cambiar una conducta problema atravesamos una serie de fases, siendo frecuente el repetir el ciclo varias veces hasta alcanzar un cambio definitivo.