¿Es normal obsesionarse con números? Causas y síntomas de este fenómeno

La obsesión con los números es una de las formas de TOC más comunes entre la población, desarrollando un trastorno conocido como aritmomanía. Veamos qué dice la ciencia acerca de ello.

Obsesionarse con números

Todo el mundo tiene un número favorito o al menos algunas cifras que le gustan o le llaman más que el resto. Y no hay nada de malo en ello.

Sin embargo, algunas personas se fijan en cada número que aparece ante ellos, hasta el punto de tener cierta obsesión e incluso llegar a modificar su conducta según los dígitos que observen, por superstición o por otras cuestiones. En el artículo de hoy vamos a analizar en profundidad esta cuestión.

La aritmomanía: ¿es normal obsesionarse con números?

Una de las patologías psicológicas más conocidas es el trastorno obsesivo compulsivo, o TOC. Se estima que entre un 1,8% y un 5,5% de la población padece este problema. Entre los muchos elementos que pueden despertar la obsesión, el de los números es uno de los más típicos. Así que, adelantando la respuesta antes de profundizar en la cuestión, sí, es normal obsesionarse con números, y el TOC es la forma más común de hacerlo.

Esta obsesión se puede presentar de formas muy variadas. Una de las más frecuentes sería la llamara aritmomanía, una forma de trastorno obsesivo compulsivo por el cual los sujetos que lo padecen se ven obligados a contar las veces que realizan una determinada acción, como lavarse las manos, o pulsar el interruptor de la luz, y a veces esta cantidad ha de ser un número exacto, tal como le pasaba al protagonista de "Mejor… imposible", una película que nos ayuda a discernir si es normal obsesionarse con números.

En otras ocasiones, la aritmomanía provoca que el afectado se vea en la necesidad de contar diferentes elementos que aparecen ante él, por ejemplo las baldosas por las que va caminando, las letras de las palabras que ve en los carteles, los postes del arcén de la carretera, etc. Cada persona lo experimenta de una manera y tiene sus propios elementos de ritual. Lo que es común a todos es el malestar que les genera el no poder realizar estas conductas, y los pensamientos negativos sobre lo que ocurrirá si no siguen haciéndolo.

La aritmomanía también puede manifestarse obligando a los sujetos a buscar los elementos en forma de número par, por ejemplo situando siempre el volumen de la televisión o la radio en una cifra par, o incluso comprando todos los elementos de dos en dos, comportamiento que realizaba el famosísimo ex futbolista, David Beckham. Esto puede resultar sencillo cuando hablamos de latas de refresco, pero algo más complicado cuando se trata de adquirir, por ejemplo, un automóvil (aunque para Beckham, claro, no sea un problema).

Ya vamos intuyendo que, efectivamente, es normal obsesionarse con números, pero en grados muy diferentes, pues algunas conductas pueden marcar profundamente el día a día de la persona, complicándole su estilo de vida y produciéndole una gran ansiedad, mientras que otras son simplemente un pequeño vicio o un pasatiempo, como el observar las matrículas de los demás coches mientras se conduce, intentando sumar sus dígitos para buscar ciertas combinaciones pero olvidando enseguida esta acción al terminar de conducir.

Las supersticiones numéricas en el mundo

Pero cuando hablamos de si es normal obsesionarse con números, debemos saber que no es necesario llegar al nivel patológico de un TOC. Es evidente que muchas personas son supersticiosas con diferentes elementos, y los números son uno más. Además, este asunto tiene un importante componente cultural. Por ejemplo, en Japón, el número cuatro es símbolo de mala suerte y se trata de evitar a toda costa. ¿La razón? Que en su idioma, tanto ese número como la palabra muerte se pronuncian exactamente igual.

En China ocurre algo similar tanto con el 4 como con el número 14, llegando incluso al extremo, en algunas ocasiones, de obviar esta cifra cuando numeran los pisos de un hotel o de un hospital, por lo que tras el piso 13 se pasa al 15. No es el único número que inspira mala suerte según la cultura china, pues el 7 también cuenta con una leyenda detrás según la cual corresponde al mes (julio) en el que los fantasmas se liberan del infierno. Por el contrario, los números 6 y 9 son símbolo de buena suerte.

Seguramente, en la sociedad occidental, el número con más peso en la superstición sea el número 13. Algunas personas, realmente supersticiosas, llegan al punto de ni siquiera nombrarlo, refiriéndose a él como “12+1”. Sin embargo, en Italia, le supera el número 17, porque, remontándonos a la época romana, se escribía XVII, y estas letras podían reescribirse como VIXI, o “viví”, una expresión similar al DEP o al RIP, que se situaba en las tumbas en la antigüedad.

Número 13

Vemos que en todas las culturas es normal obsesionarse con números. Hay ejemplos con explicaciones aún más increíbles. Es el caso de Bulgaria, cuyo número maldito no es otro que el 0888 888 888. ¿Cuál podría ser la explicación? Nada más y nada menos que el número de teléfono que perteneció, primero, a un hombre que falleció a consecuencia de un cáncer. Segundo, a un jefe de la mafia, al que mataron. Y, por último, a un empresario al que, como al anterior, asesinaron. Tal fue la conmoción, que el número fue retirado.

Estados Unidos tampoco es una excepción y demuestran que es normal obsesionarse con números. En este caso el número de la mala suerte es el 191. El motivo de los malos pensamientos que inspira esta cifra es que esos dígitos se encontraban en los números de vuelo de cinco aviones trágicamente accidentados en diferentes momentos. Por pura superstición, dos de las principales compañías aéreas americanas, American Airlines y Delta Airlines, decidieron que nunca más uno de sus vuelos llevaría ese número.

La cábala judía: ¿hay secretos ocultos en la Torá?

Pero si hay una cultura en la que podemos observar claramente que es normal obsesionarse con números, esa es la judía, y más concretamente a través de la cábala, un estudio esotérico que data del siglo XII, aunque algunos defienden que en realidad es mucho más antigua. La cábala consiste en el estudio de la Torá, el libro sagrado de los judíos, buscando significados ocultos en la disposición de sus caracteres, en el orden de las palabras y, por supuesto, también en los números.

Por ejemplo, en una de las formas de estudiar la cábala, conocida como gematría, lo que el cabalista haría sería asignar un valor numérico a cada carácter hebreo, para ir obteniendo determinadas cifras al analizar los versículos y así intuir ciertos mensajes que no pueden encontrarse simplemente leyendo. Lógicamente, toda esta metodología está sujeta a interpretaciones muy diferentes. Como ocurre también con la técnica de temurá.

En la temurá, también se le da un valor a cada carácter, pero en este caso se separan todas las letras de la palabra para poder realizar anagramas (consiste en formar otras palabras que contengan las mismas letras), y a partir de ahí se realizan una serie de cálculos matemáticos con los valores previamente asignados. Obviamente, todo lo relacionado con la cábala es una cuestión que mezcla lo religioso con lo esotérico, por lo que no se sustenta en ningún fundamento científico a la hora de utilizar sus métodos.

Torá

Pero lo importante aquí es darnos cuenta de lo importante que son los números en la cultura humana, y cómo una tradición numerológica puede sobrevivir durante milenios en una determinada cultura, lo que nos hace ver que es normal obsesionarse con números y que, además, es muy sencillo que esto ocurra.

Conclusiones

Tras un recorrido por la historia, las supersticiones e incluso casos de patologías psicológicas, podemos responder afirmativamente a la pregunta de si es normal obsesionarse con números. Hemos podido ver muchos ejemplos que lo demuestran, todos ellos muy variados. Y no solo eso. No tenemos más que poner el foco en el mundo del deporte y darnos cuenta de la mística de los números.

Dorsales de jugadores de fútbol como el número 7, el 9, o el 10, normalmente se reservan a las figuras del equipo, e incluso los aficionados llegan a enfadarse si cierto jugador abandona el club y el número es heredado por otro que, a sus ojos, no está a la altura de lo que ese número significa. De hecho, en determinados clubes, tanto de fútbol como de baloncesto, algunos números han llegado a ser retirados tras haber correspondido a un jugador de leyenda, para que nadie más pueda vestirlo.

Así que, efectivamente, es normal obsesionarse con números, porque estos ejemplos nos recuerdan que, como humanos que somos, construimos una cultura alrededor de todo lo que nos rodea, incluyendo por supuesto los números, y esto, a la larga, hace que un número no sea solo un número, sino que para cada uno de nosotros, signifique algo más profundo, ya sea a nivel individual o colectivo.

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