Los 16 tipos de atención (y sus características)

La atención es un proceso cognitivo y conductual basado en la concentración selectiva sobre un aspecto informativo determinado. Veamos de qué formas podemos prestar atención a los estímulos del entorno.

Tipos atención

La psique humana es un abanico inmenso de procesos cognitivos que, en esencia, nos hacen relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno que nos rodea de una forma que nos hace ser humanos perfectamente funcionales. Vivimos en un mundo que constantemente nos envía estímulos. Y debemos ser capaces de percibirlos y procesarlos como es debido.

¿El problema? Que ante tal avalancha de información percibida por todos nuestros sentidos, no siempre resulta sencillo focalizarnos en un estímulo particular. Muchas veces, hay demasiado “ruido” a nuestro alrededor que nos dificulta la tarea de poner foco en un aspecto informativo concreto y así responder a él como es debido.

Pero es precisamente en este contexto que podemos (y debemos) introducir uno de los procesos cognitivos y conductuales más importantes y definitorios de la psicología humana: la atención. Esa capacidad de concentración selectiva que nos permite focalizarnos sobre un aspecto informativo determinado e ignorar otras realidades perceptibles que, en un momento determinado, no nos aportan nada.

La capacidad de atención es algo muy importante en nuestro día a día a nivel de relaciones tanto profesionales como personales. Y es que es la capacidad de poner el foco sobre un estímulo y así dar una respuesta óptima a él. Y en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, veremos qué clases de atención existen. Empecemos.

¿Qué es la capacidad de atención?

La atención es un proceso conductual y cognitivo basado en la concentración selectiva sobre un elemento informativo particular, ignorando estímulos que, en un contexto concreto, no aportan información relevante. Así pues, es la capacidad de seleccionar y focalizarnos sobre una información que resulta importante.

Más que de un proceso unitario, la atención es un conjunto de procesos cognitivos de fisiología compleja donde están involucrados el lóbulo parietal, el lóbulo frontal y el sistema reticular ascendente y que resultan esenciales para procesar la información y los estímulos que proceden de nuestros sentidos.

Al conducir, al leer, al escribir, al escuchar, al estudiar, al jugar… Hay miles de actividades diarias que requieren de esta capacidad de atención. Una capacidad cognitiva que nos permite filtrar estímulos ignorando aquellos menos relevantes para nuestros objetivos y centrarnos en las piezas informativas que sí son necesarias.

Así pues, la atención es la capacidad de seleccionar y concentrarse en estímulos particulares que, en un contexto determinado, resultan relevantes. Guiar a nuestro cerebro de manera activa para poder procesar correctamente la información. En esto se basa la capacidad de atención.

¿Qué clases de atención existen?

Una vez hemos entendido qué es la atención (aunque todos estábamos ya muy familiarizados con esta capacidad cognitiva), estamos más que preparados para analizar el tema que nos ha reunido hoy aquí. Los tipos de atención. Sin embargo, antes de empezar es importante recalcar que, como hemos dicho, la atención no es un proceso unitario.

Esto significa que, si bien cada persona puede tener más (o menos) potenciada alguna de las variedades de atención, la capacidad de atención como tal nace de la sinergia entre las diferentes clases que analizaremos ahora. Es decir, no son excluyentes. Todas ellas forman parte de nuestros procesos cognitivos. Veámoslas.

1. Atención externa reducida

La atención externa reducida es aquella capacidad cognitiva de concentración en la que nos focalizamos en un número reducido de estímulos externos a nosotros mismos. Es decir, nos concentramos en información que viene de fuera, pero hay pocas piezas informativas sobre las que debemos centrarnos. Por ejemplo, cuando tiramos un dardo, que solo nos tenemos que centrar en dar al blanco.

Atención externa

2. Atención externa amplia

La atención externa amplia es aquella capacidad cognitiva de concentración en la que nos focalizamos en un número amplio de estímulos externos a nosotros mismos. Es decir, también nos concentramos en información que viene de fuera, pero en este caso hay más piezas informativas sobre las que debemos centrarnos.

Hay más estímulos que en la reducida. Por ejemplo, cuando estamos jugando un partido de fútbol, que debemos centrarnos en nuestra posición en el campo, en la de nuestros compañeros, en la de los rivales y, además, estar pendientes de recibir el balón.

3. Atención interna reducida

La atención interna reducida es aquella capacidad cognitiva de concentración en la que nos focalizamos en un número reducido de estímulos que ocurren dentro de nuestro organismo. Nos concentramos en un proceso interno (de nuestro cuerpo) para así realizar una función biológica adecuada. Por ejemplo, cuando intentamos mantener el equilibrio.

4. Atención interna amplia

La atención interna amplia es aquella capacidad cognitiva de concentración en la que nos focalizamos en un número amplio de estímulos que ocurren dentro de nuestro organismo. También nos concentramos en lo que sucede en nuestro cuerpo, pero el nivel de información a analizar es mayor. Por ejemplo, cuando hacemos un ejercicio de introspección para encontrar el motivo de por qué tenemos miedo a un determinado estímulo.

Atención interna

5. Atención abierta

La atención abierta es aquella forma de atención que viene acompañada de respuestas motoras que tienen el objetivo de incrementar nuestra concentración. Los movimientos corporales colaboran y dan apoyo en el acto de prestar atención. El foco atencional y los receptores sensoriales están fuertemente asociados. Un claro ejemplo es cuando orientamos nuestra cabeza hacia alguien cuando este nos está hablando.

6. Atención encubierta

La atención encubierta es aquella forma de atención que no viene acompañada de respuestas motoras, por lo que, al menos a nivel físico, no parece que estemos prestando atención a algo concreto. El foco atencional y los receptores sensoriales están disociados. Un claro ejemplo es cuando físicamente parece que estamos prestando atención al móvil pero en realidad estamos escuchando la conversación entre dos personas.

7. Atención visual

La atención visual es aquella capacidad cognitiva de concentración donde nos centramos en estímulos captados a través del sentido de la vista. Es aquella forma de atención donde nos focalizamos en aquello que se encuentra en nuestro campo visual para así percibir el mayor número de estímulos y procesarlos de la forma más efectiva posible.

8. Atención auditiva

La atención auditiva es aquella capacidad cognitiva de concentración donde nos centramos en estímulos captados a través del sentido del oído. Así pues, a diferencia de la visual, nos focalizamos en aquello que perciben nuestros oídos, pues hay contextos en los que los estímulos sonoros son aquellos que más nos interesan.

Atención auditiva

9. Atención dividida

La atención dividida es aquella capacidad cognitiva que nos permite concentrarnos en dos o más estímulos distintos de manera simultánea. Es decir, es la forma de atención a través de la cual podemos atender y procesar al mismo tiempo dos o más realidades de nuestro entorno. Por ejemplo, cuando estás jugando a un videojuego e intentas explicarle a tu madre por qué una partida online no puede pararse.

10. Atención sostenida

La atención sostenida es aquella capacidad cognitiva que nos permite concentrarnos en un estímulo durante un largo periodo de tiempo. Es decir, es aquella forma de atención que, como su propio nombre indica, se sostiene durante el tiempo. Es una capacidad muy importante especialmente durante la vida de estudiante, pues esta habilidad de focalizarnos plenamente en una tarea durante varias horas es esencial.

11. Atención alternante

La atención alternante o alternada es aquella capacidad cognitiva de concentración que nos permite cambiar el foco de atención de un estímulo a otro de forma voluntaria y sin que haya pérdidas de información relevantes. Consiste en alternar la concentración sobre piezas informativas. A diferencia de la dividida, aquí nos centramos en una y después en otra. El proceso no es simultáneo.

12. Atención focalizada

Por atención focalizada entendemos todos aquellos procesos de concentración en los que, además de la capacidad de centrarnos en un estímulo, el contexto hace que lo verdaderamente difícil sea ignorar otros estímulos. Es decir, es la forma de atención en la que los principales esfuerzos deben destinarse a descartar piezas informativas que no son relevantes.

13. Atención selectiva

Por atención selectiva entendemos todos aquellos procesos de concentración que nos llevan a ser capaces de diferenciar entre los estímulos relevantes y los menos relevantes. Así pues, es clave para focalizar nuestra atención en lo verdaderamente importante, estando, pues, muy relacionada con la atención focalizada.

14. Atención excitativa

La atención excitativa, más conocida como arousal por el término en inglés, es aquella capacidad cognitiva de concentración que va ligada a la excitación. Así pues, aquí englobamos todos aquellos procesos de atención que se disparan ante situaciones de alerta y/o de activación emocional. Cuando tenemos más energía debido a una excitación, nuestra capacidad de atención suele dispararse.

15. Atención voluntaria

Por atención voluntaria entendemos todas aquellas formas de prestar atención en las que nos concentramos sobre un estímulo de manera intencionada. Es decir, somos nosotros quienes, de forma voluntaria, decidimos focalizar nuestra atención sobre un estímulo concreto, concentrándonos consciente y activamente sobre una pieza informativa. Prestamos atención porque queremos.

Atención voluntaria

16. Atención involuntaria

Por atención involuntaria entendemos todas aquellas formas de prestar atención en las que nos concentramos sobre un estímulo de manera inintencionada. No decidimos focalizar nuestra atención, pero de manera involuntaria terminamos por concentrarnos sobre un estímulo concreto. No nos esforzamos en atender algo. Prestamos atención sin querer hacerlo.

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