Los 13 tipos de soledad (y sus características)

La soledad es un estado de aislamiento en el que una persona se encuentra o se siente sola, con todas las emociones negativas que derivan de esta falta de contacto con otros seres. Veamos cómo se clasifica.

Tipos soledad

Las personas somos, por simple naturaleza, seres sociales. Está más que estudiado que el contacto con otros seres humanos es absolutamente necesario no solo para aprender acerca del mundo que nos rodea, sino para desarrollarnos adecuadamente a nivel psicológico y para disponer de una salud emocional óptima.

Tanto familiares como amigos, así como parejas sentimentales, conocidos, compañeros de trabajo e incluso las mascotas. Todas las personas que están cerca de nosotros y que, pese a las inherentes dificultades de cualquier relación humana, nos hacen sentir acompañados son los que nos alejan de la tan temida soledad.

En el mundo, cada vez hay más personas que se sienten solas, ya sea por vivir sin la compañía de nadie como por la carencia de relaciones personales lo suficientemente estrechas como para que el peso de la soledad no merme la calidad de vida. Un estado de aislamiento, con sus consecuentes emociones negativas, en el que una persona se encuentra sola.

Pero, ¿la soledad se manifiesta siempre igual? No. Ni mucho menos. Y esto es precisamente en lo que nos centraremos en el artículo de hoy. De la mano tanto de nuestro equipo de psicólogos como de las más prestigiosas publicaciones científicas, veremos qué clases de soledad existen, cómo detectarlas y cómo combatirlas. Vamos allá.

¿Qué es la soledad?

La soledad es un estado de aislamiento en el que una persona se encuentra o se siente sola, con todas las emociones y sentimientos negativos que derivan de esta falta de contacto con otras personas. En este contexto, se trata del sentimiento de tristeza que se genera por la circunstancia de encontrarse solo físicamente o por la sensación de que las relaciones que se tienen no silencian esta melancolía.

Estamos ante un problema que afecta especialmente a la población mayor y que puede llegar a ser grave. Y es que la soledad puede hacernos entrar en un círculo vicioso de sentimientos de tristeza y de adopción de hábitos de vida poco saludables que termina por destruirnos tanto en lo físico como en lo emocional.

La soledad, ese incómodo sentimiento que surge ante la carencia de afecto y compañía, puede acabar provocando inseguridades, melancolía, pérdida de autoestima e incluso, en casos extremos, ideas y pensamientos se suicidio. Y aunque parezca irónico, la era de las redes sociales, donde siempre estamos en contacto con gente, ha sido también la época en la que la soledad se ha convertido en pandemia.

Porque por muchas conversaciones que podamos tener por Internet o la falsa sensación de tener cientos de amistades en Facebook, hay algo contra lo que nunca podemos luchar: nuestra naturaleza. Y nuestra naturaleza es la de los seres sociales. Seres que necesitan contacto físico para establecer una fuerte salud psicológica.

Evidentemente, la soledad no siempre es mala. De hecho, hay tantos beneficios de encontrar momentos para estar solos que la soledad se considera algo positivo para nuestro crecimiento personal. Pero, claro, hay una cara negativa. Tener demasiada soledad y en momentos donde no queremos estar solos puede debilitar enormemente nuestra salud emocional, con las implicaciones que esto tiene también a nivel físico. La soledad es uno de los mayores problemas del siglo XXI.

Qué es soledad

¿Cuáles son las principales clases de soledad?

Ya hemos entendido qué es la soledad y qué efectos puede tener en nuestra salud física y emocional, pero tenemos que dejar claro que lo que hemos hecho ha sido dar una definición general. La soledad, como concepto, está llena de matices que a continuación comentaremos. Estos son los principales tipos de soledad que, de acuerdo a estudios psicológicos, podemos experimentar los seres humanos.

1. Soledad positiva

La soledad positiva es aquella que presenta beneficios en nuestra salud emocional. Consiste en encontrar, por decisión propia, momentos para estar solos, sin contacto con otras personas. Estos instantes más o menos largos de soledad son esenciales para conectar con nuestro “yo” y para no depender emocionalmente de otras personas para estar bien. La carencia absoluta de soledad puede ser también dañina.

2. Soledad negativa

La soledad negativa es aquella que daña nuestra salud emocional y, por somatización de las emociones negativas, la salud física. Se trata de la forma destructiva que todos entendemos por “soledad”, siendo un aislamiento que no sucede generalmente por decisión propia y que nos lleva a estar (o a sentirnos) solo por falta de contacto físico con otras personas o por carencia de relaciones afectivas estrechas.

Soledad negativa

3. Soledad existencial

La soledad existencial es aquella en la que el estado de estar o sentirnos solos viene acompañado de una sensación de vacío generalizada. No encontramos nuestro rumbo en la vida y somos incapaces de comprender el sentido de las cosas, estando todo esto acrecentado por las emociones derivadas de la soledad. No entender nuestro lugar en el mundo a causa de sentirnos solos. Eso es la soledad existencial.

4. Soledad emocional

La soledad emocional es aquella que surge por la falta de relaciones afectivas estrechas con otros seres humanos. El origen no se encuentra en un sentimiento de vacío o de dudas existenciales, sino realmente en la carencia de contacto con familiares, amigos o parejas. Sentir que necesitas tener a alguien cerca como apoyo para tus sentimientos y no tenerlo. Eso es la soledad emocional.

5. Soledad transitoria

La soledad transitoria es aquella forma que, pudiendo ser tanto negativa como positiva, consiste en estar o sentirse solo de forma puntual. No se trata de un problema crónico de soledad, sino de, como su propio nombre indica, una situación transitoria que, al ser superada, se observará esta desaparición del estado (o sentimiento) de soledad. Ir a estudiar unos meses al extranjero, pasar por una ruptura amorosa, estar enfermo y no poder ver a tus familiares, pasar unos días en el hospital… Son muchas las situaciones que nos pueden hacer experimentar esta soledad transitoria.

6. Soledad crónica

La soledad crónica es aquella situación en la que el estado o la sensación de estar solos se convierte en nuestro día a día. La soledad, pues, no es algo puntual a corto plazo, sino un problema que sabemos que tendremos que enfrentar a largo plazo. Se trata de una forma negativa de soledad donde los sentimientos de tristeza por estar solos se convierten en un problema crónico. Pero hay que recordar que no significa que no puedan desaparecer. La soledad crónica puede (y debe) combatirse.

Soledad crónica

7. Soledad contextual

La soledad contextual es aquella forma en la que el sentimiento de sentirnos solos se limita a un único aspecto de nuestra vida. La soledad no llega a ser un problema global que afecta a muchos ámbitos de nuestra existencia, sino que queda limitada a un contexto específico. Como por ejemplo, un niño que cambia de colegio y se siente solo en la clase pero luego toda su vida fuera del aula es como siempre, puede experimentar esta soledad contextual.

8. Soledad global

La soledad global es aquella forma en la que el sentimiento de sentirnos solos se proyecta sobre todos los ámbitos de nuestra vida. La soledad no se limita a una situación o contexto, sino que está afectando a nuestro día a día de forma global, sin poder encontrar momentos donde este sentimiento por falta de cercanía con otras personas no nos afecte. Una persona mayor que vive sola puede experimentar esta soledad global.

9. Soledad impuesta

La soledad impuesta es aquella que experimentamos no por decisión propia, sino como consecuencia de sucesos de nuestra vida. Es decir, la situación de sentirnos solos nos viene impuestas. Nosotros no queremos estar solos. Pero la vida, ya sea por una ruptura amorosa, la pérdida de un ser querido o un cambio de trabajo, nos obliga a sentirnos solos. La vida nos impone esta soledad que nosotros no hemos elegido.

10. Soledad autoimpuesta

La soledad autoimpuesta es aquella que experimentamos por decisión propia. Nadie nos obliga a estar solos. Nuestra vida no nos ha conducido a esta soledad, pero sí nuestro deseo de alejarnos de las personas y estar solos. Esto puede ser tanto por búsqueda de un espacio personal y un tiempo de reflexión como por consecuencia de un trastorno psicológico que se expresa con esta negativa separación de las relaciones personales que teníamos.

11. Soledad psicopatológica

La soledad psicopatológica es aquella que es causa o consecuencia de un trastorno psicológico. Es decir, experimentar una enfermedad mental como por ejemplo el trastorno esquizoide de la personalidad nos puede llevar a vivir una vida solitaria que, de no padecer dicha enfermedad, jamás nos hubiera llegado. Y, al mismo tiempo, que una persona sin problemas psicológicos anteriores se exponga a una situación de soledad crónica abre la puerta a todo tipo de trastornos emocionales.

12. Soledad social

La soledad social es aquella en la que la persona se siente excluida de un grupo social. Así pues, estamos ante un problema social en el que personas de cierto grupo se sienten aisladas de la sociedad como un núcleo por cuestiones relacionadas con su raza, su clase social, su sexo o su orientación sexual. En un ámbito más íntimo, también se habla de soledad social cuando somos excluidos no de la sociedad como tal, pero sí de un grupo al que pertenecíamos, como por ejemplo con los amigos.

Soledad social

13. Soledad amorosa

La soledad amorosa es aquella que experimentamos por la falta de una relación sentimental. Es la sensación de querer tener una pareja y no encontrarla. No estar en una relación amorosa nos hace sentirnos solos. Y aunque esto puede ser normal, debe trabajarse, pues esta forma de soledad es una clara señal de la incapacidad de estar bien con uno mismo y, por tanto, la posibilidad de que las futuras relaciones terminen con problemas de dependencia emocional.

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